Catedral de Girona

La Catedral de Santa María de Girona

La fachada barroca de la catedral y la gran escalinata que la precede.



Bajo el Imperio Romano

En el siglo IV existía una comunidad cristiana de importancia en Girona. Se conservan una serie de lujosos sarcófagos cristianos importados de Roma en la vecina iglesia de san Félix, lo que es muestra del poder económico de algunas familias cristianas gerundenses de la época. 

Las persecuciones de Diocleciano se saldaron con varias víctimas. De esta época se sabe que el obispo se llamaba Poncio, que también fue muerto por los romanos, lo que nos revela que Girona era una sede episcopal. La catedral de entonces fue destruida y el siguiente obispo, san Narciso, celebraba el culto en una cementerio subterráneo en lo que posteriormente sería la iglesia de san Félix. Esta iglesia se levantó en honor al mártir del mismo nombre, enterrado en este lugar.

Una nueva catedral fue levantada en el 326, bajo el emperador Constantino, cuando ya se había promulgado el Edicto de Milán, que hacía del cristianismo la religión del Imperio. La catedral cristiana se levantaba sobre el antiguo foro romano.


En época romana la zona de la catedral estaba ocupada por el Fórum. Esta maqueta se expone en el templo.


La época musulmana

Los árabes llegaron a estas tierras en el 717. Hicieron que la catedral pasara a ser su mezquita, aunque, no obstante, respetaron las creencias y el culto cristianos. El templo más importante de la ciudad fue entonces la iglesia de san Félix, que hizo las veces de sede catedralicia. Girona fue musulmana hasta el 785, en que el territorio pasó a depender del rey franco Carlomagno.




La catedral románica del siglo XI

Hacia el 1010 es nombrado obispo Pere Roger, un elemento muy importante de la nobleza, pues era hijo del conde de Carcasona y hermano de la condesa Emersinda, casada con el conde de Barcelona Ramon Borrell. La catedral presentaba un estado lamentable: cuando llovía no se podía hacer misa debido a las goteras, según relatan los escritos de la época.

Pere Roger contó con el apoyo financiero de su hermana y su cuñado, que le pagaron 100 onzas de oro por la venta de la iglesia de san Daniel. De esta forma, en el 1019 comenzaron las obras de restauración de la catedral, que fue consagrada en el 1038 en presencia de Emersenda y altos dignatarios eclesiásticos, como los obispos de Narbona, Vic, Urgell y dignatarios de Barcelona y Carcasona.

Era el momento en que la España musulmana se estaba desgarrando en  los reinos de taifas y en que las razias de Almanzor ya eran sólo un mal recuerdo. Los reinos cristianos pasaban a la ofensiva  y, en el caso de Girona, la construcción de una  nueva catedral anunciaba que se estaba abriendo una nueva época.

Las catedrales medievales son un importante foco de cultura, con sus bibliotecas y archivos. En la de Girona, además, había 'maestros' (cabiscols) y 'músicos' (xantres), como es el caso del maestro gramático Renall, del siglo XII.




La catedral gótica del siglo XIV

En el siglo XIV el desarrollo económico y social de Girona exigía una catedral mucho mayor. Desde el siglo XI hasta el siglo XIV la población de la ciudad había pasado de los 1.000 habitantes a los 12.000.  En toda Europa se habían construido catedrales en un nuevo estilo -el gótico- y Girona se estaba quedando atrás. "La obra se inició por la cabecera, en estilo gótico clásico, en el año 1312, terminándose la construcción del ábside en 1347. El nuevo ábside y presbiterio se hizo sobre un esquema de tres naves, con girola y nueve capillas absidales. Unos veinte años mas tarde, hacia 1370, surge la idea de continuar la construcción con una gran nave única que salvaría la luz de las tres naves juntas. Se trataba de una propuesta cuando menos insólita: nunca se había cubierto una luz tan grande, y las enormes dimensiones superaban en varios metros a las mas grandes bóvedas construidas hasta entonces (…). Desde entonces se desató una viva polémica sobre la posibilidad de continuar la construcción con una única gran nave." (1)


Conocemos lo que cobraban los maestros de obras. En el caso del maestro de obras Faveran, 1321, su salario era de 1.000 sueldos barceloneses anuales pagaderos por trimestres, que comprendían su desplazamiento desde Narbona, donde residía, y los gastos de estancia en Girona, pues estaba obligado por contrato a un viaje cada dos meses para inspeccionar la marcha de las obras. El maestro Guillem de Cors, 1330, tenía un  salario era de 3 sueldos por cada día laborable y una paga de 100 sueldos por Navidad; si enfermase recibiría su salario íntegro el primer mes, pero ya no los siguientes, aunque se mantenía su paga de Navidad.


Maqueta que podemos ver en el templo de la catedral que reproduce cómo era en la Edad Media.






En estas arcadas comienza la zona del altar mayor y la girola. Al fondo, la silla de Carlomagno. Hasta estas arcadas, las dimensiones de la nave del templo corresponden al número áureo.

Las obras avanzaban muy lentamente e incluso se paralizaron a finales del siglo XIV. Eran momentos de una fuerte crisis económica. En 1386 se había hecho una primera consulta a varios arquitectos de Barcelona y Girona sobre la idoneidad de que la catedral tuviera una o tres naves. En 1416 tuvo lugar un auténtico congreso de arquitectos para dilucidar sobre el tema. Cuando surgía alguna duda de importancia se llevaban a cabo este tipo de cónclaves, como había sucedido en las obras de las catedrales Segovia, Chartres y Milán. En nuestro caso se reunieron 11 arquitectos procedentes de Tortosa, Tarragona, Barcelona, Manresa, Castelló d'Empuries, Perpinyà y Narbona y, tras muchas deliberaciones y varios meses, se decidió por las tres naves, pero las autoridades ecesiásticas mantuvieron el proyecto de una sola aunque no había precedente en una nave de tales dimensiones en toda Europa. La nave única permitía mejor el paso de la luz del sol, haciendo que la estancia fuera más solemne y agradable; por otra parte, la construcción de nave única era mucho más económica y rápida que el templo de tres naves.

Las obras continuarían aún durante casi 200 años. La catedral de Girona representa la culminación del gótico catalán y cuenta con la nave gótica más ancha del mundo, con 22,98 metros; las otras dimensiones son: 50 metros de largo y 34 metros de alto. El claustro se mantuvo en su estilo románico del siglo XII, así como una de las torres exteriores (1040), llamada de Carlomagno. En 1730 se construyó la fachada barroca, mientras que la gran escalinata que la precede data del 1607.



Plano de la catedral y el claustro. Las proporciones de la nave, hasta el comienzo de la girola, corresponden al número áureo 1,6180. La orientación de la nave es E-W (la cabecera al Este), siguiendo las posiciones del sol en los equinoccios.


La torre de Carlomagno

Es un campanario cuya tipología es la de las torres del siglo XI, como las de san Cugat o Ripoll. Nada tiene que ver con el rey franco.




El altar

Según consta en el acta de consagración del templo, Emersinda financió con 300 onzas de oro  un altar revestido igualmente de ese metal. También parece que la segunda esposa de Ramon Berenguer I contribuyó a los costes. Lamentablemente, fue vendido al ejército francés durante la Guerra de la Independencia (comienzos del siglo XIX) por un millón de francos para poder pagar los tributos con que los mismos franceses habían cargado a los gerundenses.

El retablo mayor es de plata dorada y esmalte. Fue realizado entre 1320 y 1357 por varios autores. Es una obra maestra de la orfebrería gótica. Narra la vida de Jesucristo. 

El altar mayor viene presidido por un elemento insólito: la llamada silla de Carlomagno. En realidad, es una obra medieval muy posterior al emperador de los francos. Está ubicada en el lugar de mayor nivel energético de la nave, con 26.000 uBv.



La silla de Carlomagno, que preside el altar mayor, no tiene nada que ver con el emperador franco. Es una obra plenamente medieval.

El coro

Sencilla sillería del siglo XVI. Contiene un órgano del siglo pasado, que sustituyó a otro del siglo XVI, obra del maestro J. Bordons.



La lactancia de la Virgen 

La escena de la lactancia o 'lactatio' es una ceremonia que proviene de las culturas antiguas y representa el momento en que la Madre Tierra transmite a los hombres (o a un personaje en particular) el don de la sabiduría y de la elocuencia. Las Cantigas de Santa María, de Alfonso X el Sabio recogen el milagro de un monje que resucita (adquiere una nueva vida) cuando la Virgen le da su leche, «narrando el prodigio de la resurrección de un monje cisterciense, que obró la Virgen dándole leche de su seno». También se menciona este tipo de milagro en el Cancionero de Úbeda (1558).



La lactancia de la Virgen. Escultura de una capilla de la nave del templo.


Lactancia de la Virgen, siglo XVII. Este cuadro se puede ver en el Museo de la Catedral


La puerta de los Apóstoles


Ubicada en la fachada sur, en la zona en que seguramente se ubicaba el cementerio medieval. Presenta una serie de interesantes capiteles, que nos recuerdan al maestro de Santes Creus.











La bruja de la Catedral


La 'Bruja de la Catedral' está ubicada al lado de la llamada 'torre de Carlomagno'. Es la única gárgola con figura humana de la catedral. Se ha construido una leyenda para explicar esta escultura: una bruja, que tiraba piedras contra el templo, fue castigada por Dios, quien la convirtió en estatua y entonces fue colocada en la pared de la catedral. Parece el tipo de historias que la Iglesia inventa para esconder la realidad. 


La bruja de la catedral


Notas


(1) Santiago Huerta, Mecánica de las bóvedas de la catedral de Gerona, Internet