San Juan de Duero, Soria




La iglesia

San Juan de Duero fue construido en el siglo XII por la Orden de los Hospitalarios sobre una iglesia anterior, de dimensiones más reducidas, denominada Nuestra Señora del Puente. En 1134 Alfonso el Batallador, tras la conquista de Soria, cedió estos terrenos -que están fuera de las murallas, al lado de un puente (de ahí el nombre de la primitiva iglesia de este lugar) y el río Duero, donde era más fácil la labor de protección y cuidado de los peregrinos y necesitados- a la Orden de los Hospitalarios. La vida religiosa continuó sin interrupción hasta el siglo XVII, cuando fue abandonado por sus moradores. El culto aún continuó hasta un siglo más tarde.

Del conjunto monumental que hoy podemos contemplar sólo quedan la iglesia y el claustro. Pero es un conjunto único, no encontraremos nada igual en ninguna otra edificación románica europea, pues incorpora una amalgama de elementos arquitectónicos y estilos diversos, entre los que podemos ver continuamente la influencia de la cultura islámica.

Capitel de las arpías, de marcada influencia islámica. Las arpías son una figura que tiene su origen en la mitología griega y que aparece muy repetida en el Románico. Simboliza la degradación del mundo femenino en las sociedades clasistas: la mujer representa todo lo maligno y depravado. Pero lo que caracteriza a las arpías de San Juan de Duero son sus magníficos bigotes y barbas, es decir, que no son mujeres sino hombres: lo maligno y depravado ha sido creado por los hombres. La mano del Temple, una vez más en San Juan de Duero, se hace patente. Desde el punto de vista estilístico, también hay que destacar la influencia árabe y oriental en estas arpías (o mejor, arpíos) .




Los baldaquinos

La iglesia destaca por su sencillez. Es de nave única  y ábside semicircular. En el ábside aparecen dos templetes o baldaquinos a ambos lados, lo que no es habitual en los centros de culto católicos; están dedicados a la Virgen y a san Juan Bautista. Parece que su finalidad es cerrar el espacio entre ambos en el momento de la consagración, al modo de las iglesias ortodoxas de rito griego, con lo que es posible que en San Juan de Duero se realizaran rituales propios del cristianismo oriental. 

Estas construcciones han tenido muy poca repercusión en el resto del románico español, por lo que han quedado como un elemento identificador de San Juan de Duero. Los baldaquinos están cubiertos por una cúpula esférica uno de ellos y el otro por una cúpula cónica, seguramente como alusión a estas dos figuras geométricas, que alteran positivamente el nivel energético del espacio que tienen debajo. Estas cúpulas parecen recoger la influencia de los palacios sasánidas (actual Irán). Los baldaquinos fueron construidos en el siglo XIII y encontramos casos semejantes en Sicilia.


Esta escena de la Natividad se relata según un Evangelio apócrifo

La Asunción de la Virgen, contada según el Evangelio apócrifo del "pseudo-José de Arimatea"


Los capiteles de los baldaquinos son del máximo interés. Los de la parte del Evangelio están dedicados a san Juan y los de la Epístola a la vida de la Virgen. Hay que resaltar:

-> la influencia islámica y oriental en algunas figuras, como es el caso de las arpías,

-> la reproducción de escenas descritas en los evangelios apócrifos, proscritos por la Iglesia, en la "Natividad" (el asno, el buey y la mujer haciendo la cama) y en la "Asunción de la Virgen", que se inspira en el 'Evangelio del pseudo-José de Arimatea'. La presencia de escenas de los evangelios apócrifos normalmente trata de transmitir creencias precristianas relacionadas con el mundo esotérico y alquímico.

-> las capas de los pastores son las que se llevaban en esta época del medievo. Gustavo Adolfo Bécquer cuenta que "es una prenda de las menos comunes, y, sin duda, la que más recuerda el origen árabe"; casi todos los pastores "llevan la característica capa blanca de capucha. Estos bajorrelieves son de principios del siglo XII o fines del XI, época en que no hacía mucho la provincia había dejado de pertenecer a los árabes".







Seres monstruosos, en los ángulos de los baldaquinos. Representan las creencias milenarias en el ciclo de muerte-renacimiento espiritual.



Capitel del baldaquino de San Juan




Otro capitel del baldaquino de san Juan



Baldaquino de san Juan: la lucha contra la hidra de 7 cabezas



Capitel del baldaquino de san Juan. El degollamiento de san Juan. Salomé (hijastra de Herodes) reclamó la cabeza de Juan, que estaba encarcelado, a cambio de bailar delante del monarca. Esta es la escena que se representa en el capitel.
Posiblemente Juan Bautista perteneció a los esenios, una secta apocalíptica. También fueron esenios (o cercanos a esta comunidad) el propio Jesús y algunos de sus discípulos. Los esenios se agrupaban en comunidades en las que había desaparecido la propiedad privada: todo era de todos y los bienes se repartían según las necesidades de cada cual; se reservaba una parte para pobres, viudas y personas con dificultades económicas. Parece que eran vegetarianos. Dominaban las propiedades de las plantas medicinales. Eran muy importantes los baños rituales, de la misma forma que san Juan bautizaba con el agua. En tiempos de Jesús muchos esenios se habían trasladado al desierto para «preparar el camino del Señor»; una comunidad que nos resultará familiar es la de Qumrán, pues allí aparecieron los célebres Manuscritos del Mar Muerto.
El mandeísmo –una secta gnóstica de los primeros siglos del cristianismo- considera a Juan Bautista como el Mesías, en lugar de a Jesús.
Con las fiestas de San Juan (24 de junio) se han cristianizado los rituales solares paganos del solsticio de verano.







Un efecto óptico: un arco de herradura musulmán

Si nos situamos en la nave mirando hacia el ábside podemos apreciar un efecto óptico muy curioso: el arco del ábside se cruza con los baldaquinos de forma que lo que en realidad estamos viendo es un arco de herradura musulmán. He aquí un guiño a la cultura árabe: el maestro constructor no se atrevió a colocar un elemento musulmán en una iglesia cristiana, pero levantó el edificio de tal forma que, por un efecto óptico, podamos contemplar perfectamente la presencia de un arco de herradura justo en la zona más sagrada y más central de esta iglesia.

El efecto óptico, por el que parece que el ábside y el altar mayor van precedidos por un arco de herradura musulmán

Capiteles del baldaquino de la Virgen:
















La orientación de San Juan de Duero

El templo está orientado a 75º. Por su proximidad a los 77º creemos que en San Juan de Duero sus constructores trataron de conseguir que cuando las personas están en su interior mirando hacia el altar mayor alcancen su nivel de espiritualidad más alto. Evidentemente esta idea no lo encontraremos en el cristianismo, sino en los sistemas de creencias de Egipto y de Oriente.

San Juan de Duero tiene la misma orientación que los dromos (avenidas de esfinges) en Egipto; es así que esta orientación también se conoce como “onda de Isis” (la diosa que recoge el sistema de creencias matriarcal en la religión egipcia). El color asociado con esta posición de 77º es el púrpura-magenta, que se define como el color de la espiritualidad, mientras que el púrpura es el color del séptimo chakra, que está ubicado en la coronilla, el punto más alto de la cabeza y el más espiritual del ser humano. Hay que recordar que los monjes budistas visten de púrpura. Así pues, cuando el cuerpo humano se coloca en la “onda de Isis” alcanza su mayor espiritualidad.







Estudio energético


Líneas Hartmann y líneas Curry en el espacio de San Juan de Duero. Como se ve, en el ábside se han "trasladado" estas líneas hacia los muros del templo, para conseguir un espacio sagrado energéticamente puro. Este desplazamiento de líneas aparece en otros muchos templos románicos. En el centro del "claustro", un cruce Curry rodeado de 4 cruces Hartmann define una zona de muy baja energía.




Tenemos valores desde la zona del ábside, con un nivel energético muy alto como corresponde a las zonas sagradas, hasta el espacio que ocupa el "claustro", con un nivel energético muy bajo propio de los lugares de enterramiento. Llama la atención que la zona  ocupada por los arcos del "claustro" tiene un nivel superior, quizá para resaltar que es la puerta de entrada al espacio interior.