Románico de la Hoya de Huesca
Murillo de Gállego, iglesia San Salvador
|
La iglesia fue consagrada en 1110, cuando sólo estaba construida la cripta y parte de la cabecera. Es un templo de tres naves, tres ábsides y tres criptas que resuelven el problema de que el edificio se levanta sobre un terreno con desnivel. De época románica son la cabecera y el tramo primero de las naves; el resto es de épocas posteriores, especialmente del siglo XVI.
La iglesia de San Slavador
La iglesia de San Slavador
El desnivel se produce porque el templo fue construido directamente sobre la roca, lo que nos hace pensar en que el lugar fue un lugar de culto desde la Prehistoria.
Murillo de Gállego tiene este nombre en alusión al pequeño poblado fortificado que había en la Edad Media. El territorio no fue nunca poseído totalmente por los musulmanes y formaba parte de una línea de defensa de castillos cristianos. La primera referencia documental es de 1033, cuando Sancho el Mayor lo da en donación a Iñigo Jiménez.
La portada
|
Cuatro pares de capiteles tienen decoración vegetal, como corresponde al gótico.
El templo
|
Encontramos una serie de capiteles de gran interés:
-> cinco arpías tensando una cuerda entre sus garras
-> lucha entre un ser alado y un dragón de doble cola. Posiblemente se refiere a san Miguel y el dragón.
-> la escena de los Reyes Magos
-> Cristo sentado en silla de tijera, con dos ángeles sujetando una mandorla vegetal
-> cuatro grifos atacando a un animal
-> dos leones enfrentados, con elementos vegetales
-> personajes con filacteria (en el judaísmo, pequeñas cajitas de cuero que guardan pasajes de las Escrituras)
-> grifos atacando un cerdo, y motivos vegetales
-> sirenas-pájaro
-> lucha de un sagitario y una arpía
-> dos aves con sus cuellos cruzados y picoteando sus patas
-> una arpía tensando una cuerda entre sus garras
En la cripta, destacaremos:
-> cuatro aves picoteando frutas
-> aves con los cuellos entrecruzados
-> cuatro grifos asirios, de excepcional calidad
-> grifos
-> dos arpías enfrentadas
La cripta central está más baja que las laterales debido al desnivel del terreno. Se accede a las criptas por unas escaleras laterales. Aquí se puede contemplar la imagen de la Virgen de la ermita de Liena, del siglo XIII.
Animales enfrentados y arpías
Foto: arteguias.com
Las arpías son seres femeninos alados, con un aspecto horroroso y provistas de terribles garras. En el Románico las arpías son figuras ampliamente representadas, como símbolo de la maldad, los vicios y las bajas pasiones.
Las arpías representan la degradación del mundo femenino en las sociedades patriarcales. Surgen en un momento en que el patriarcado se abre paso en la Grecia preclásica. Su forma de mujeres-pájaro hace referencia a las diosas-pájaro del Neolítico y Bronce. A partir de ahora, lo ideal es lo masculino: la escultura griega destaca por la perfección con que reproduce el cuerpo del hombre, mientras que los monstruos son siempre femeninos que sólo traen la desgracia a la Humanidad.
En la Teogonía de Hesíodo (siglo VIII a.n.e.) todos los personajes relacionados con lo femenino, con la Diosa Madre, pierden terreno y se convierten en seres monstruosos y peligrosos. Para Homero (siglo VIII a.n.e.) las arpías son vientos tempestuosos que arrastran a los hombres a los abismos del inframundo del Hades. Tales de Mileto (siglo VI a.n.e.) agradecía a los dioses “haber nacido hombre y no bestia, varón y no mujer, griego y no bárbaro”.
Una oración judía del Talmud apunta en la misma dirección: “Alabado tú que (…) no me hiciste mujer y que me has hecho israelita, que no me hiciste esclavo”.
Platón (siglos V-IV a.n.e.) mantiene que los hombres que no se han comportado con justicia en este vida se reencarnarán en mujeres como una especie de castigo o “purgatorio” con el que expirarían sus pecados. Virgilio (siglo I a.n.e.) explica en la Eneida que “jamás ha habido monstruo más funesto ni plaga más cruel”. Las colocaa las puertas del infierno, pues su misión era llevar las almas de los hombres hasta este lugar.
Aves con los cuellos cruzados y aves enfrentadas
Foto: romanicoaragones.com
Dos aves con el cuello cruzado y enfrentadas son una manifestación del pensamiento dualista, que nos presenta la realidad como el enfrentamiento de dos elementos iguales, que se oponen y se complementan a la vez. Angelus Silesius (siglo XVII) dice: "Dos hombres hay en mí: uno quiere lo que Dios quiere; el otro, lo que quiere el mundo, el demonio y la muerte." Anteriormente, Tomás de Aquino señalaba: "duo sunt in homine" (dos son en el hombre).
En el Románico es muy habitual la presencia de dos elementos iguales y uno frente al otro. El origen de esta forma de entender el mundo está en el Neolítico, cuando se observa que, dentro de un ciclo anual y eterno, el sol brilla con todo su esplendor (solsticio verano) para luego decaer (solsticio invierno), la semilla muere para dar paso a la vida de una planta, se cree que la muerte es un renacer… cada cosa tiene su opuesto. En Egipto, al mundo al que se dirigían las almas se le llamaba “el mundo invertido”.
Personajes con los pies encadenados y hombre enfrentado a un monstruo. Posiblemente, bajo la óptica cristiana, puede ser san Miguel y el dragón.
Foto: romanicoaragones.com
Animales enfrentados y arpías
Foto: arteguias.com
Las arpías son seres femeninos alados, con un aspecto horroroso y provistas de terribles garras. En el Románico las arpías son figuras ampliamente representadas, como símbolo de la maldad, los vicios y las bajas pasiones.
Las arpías representan la degradación del mundo femenino en las sociedades patriarcales. Surgen en un momento en que el patriarcado se abre paso en la Grecia preclásica. Su forma de mujeres-pájaro hace referencia a las diosas-pájaro del Neolítico y Bronce. A partir de ahora, lo ideal es lo masculino: la escultura griega destaca por la perfección con que reproduce el cuerpo del hombre, mientras que los monstruos son siempre femeninos que sólo traen la desgracia a la Humanidad.
En la Teogonía de Hesíodo (siglo VIII a.n.e.) todos los personajes relacionados con lo femenino, con la Diosa Madre, pierden terreno y se convierten en seres monstruosos y peligrosos. Para Homero (siglo VIII a.n.e.) las arpías son vientos tempestuosos que arrastran a los hombres a los abismos del inframundo del Hades. Tales de Mileto (siglo VI a.n.e.) agradecía a los dioses “haber nacido hombre y no bestia, varón y no mujer, griego y no bárbaro”.
Una oración judía del Talmud apunta en la misma dirección: “Alabado tú que (…) no me hiciste mujer y que me has hecho israelita, que no me hiciste esclavo”.
Platón (siglos V-IV a.n.e.) mantiene que los hombres que no se han comportado con justicia en este vida se reencarnarán en mujeres como una especie de castigo o “purgatorio” con el que expirarían sus pecados. Virgilio (siglo I a.n.e.) explica en la Eneida que “jamás ha habido monstruo más funesto ni plaga más cruel”. Las colocaa las puertas del infierno, pues su misión era llevar las almas de los hombres hasta este lugar.
Aves con los cuellos cruzados y aves enfrentadas
Foto: romanicoaragones.com
Dos aves con el cuello cruzado y enfrentadas son una manifestación del pensamiento dualista, que nos presenta la realidad como el enfrentamiento de dos elementos iguales, que se oponen y se complementan a la vez. Angelus Silesius (siglo XVII) dice: "Dos hombres hay en mí: uno quiere lo que Dios quiere; el otro, lo que quiere el mundo, el demonio y la muerte." Anteriormente, Tomás de Aquino señalaba: "duo sunt in homine" (dos son en el hombre).
En el Románico es muy habitual la presencia de dos elementos iguales y uno frente al otro. El origen de esta forma de entender el mundo está en el Neolítico, cuando se observa que, dentro de un ciclo anual y eterno, el sol brilla con todo su esplendor (solsticio verano) para luego decaer (solsticio invierno), la semilla muere para dar paso a la vida de una planta, se cree que la muerte es un renacer… cada cosa tiene su opuesto. En Egipto, al mundo al que se dirigían las almas se le llamaba “el mundo invertido”.
Personajes con los pies encadenados y hombre enfrentado a un monstruo. Posiblemente, bajo la óptica cristiana, puede ser san Miguel y el dragón.
Foto: romanicoaragones.com
El dragón representa al Mal en el cristianismo. En realidad, el dragón equivale a la serpiente, al ouroboros, que simboliza el ciclo eterno de la Naturaleza. La muerte del dragón significa el trascender sobre las leyes que rigen este mundo y el eterno retorno al origen. En el terreno de la alquimia, sería la victoria sobre la materia inicial; Hermes Trismegisto: “El dragón es el mercurio vivo del que se extraen los seres provistos de cuerpo, alma y espíritu”.
La lucha contra el dragón es una leyenda muy extendida en la Edad Media. Los casos más conocidos son los de san Miguel y san Jorge, o la luchas por rescatar a doncellas secuestradas. También, Apolo, Cadmo, Perseo y Sigfrido.
Personajes hebreos con filacteria (cajitas que guardaban pasajes de las Escrituras) y aves con los cuellos cruzados
Foto: romanicoaragones.com
Lucha entre hombre y animal y adoración de los magos
Foto: romanicoaragones.com
La historia de los Reyes Magos se mencionado una sola vez en la Biblia, pero en los Evangelios Apócrifos es una tema que se repite con bastante regularidad. Según la tradición, los Reyes Magos venían de Caldea, lugar que alcanzó un gran nivel en el conocimiento de la astronomía y el esoterismo.
Para los alquimistas, la leyenda de los Reyes Magos es una representación del proceso alquímico. En un momento del proceso que se denomina “el niño”, se forma una estrella y ello quiere decir que el proceso va a alcanzar el éxito. Los colores asociados a los Magos (negro, blanco y rojo) son las colores de las tres fases del proceso alquímico.
La fecha del 6 de enero se remonta a Egipto, donde era la celebración de la “manifestación del nuevo sol”.
Cristo sentado en un silla de tijera dentro de una mandorla y ángeles a ambos lados
Foto: romanicoaragones.com
Animales enfrentados
Foto: romanicoaragones.com
Ángeles
Foto: romanicoaragones.com
Monstruo atrapando un animal entre sus garras
Foto: romanicoaragones.com
Un ave agarrando un animal representa el enfrentamiento entre los niveles superiores y los niveles inferiores de la conciencia.
Arpías y centauro
Foto: romanicoaragones.com
Arpía y aves con los cuellos cruzados
Foto: romanicoaragones.com
Personajes demoníacos, uno de ellos es mujer y con los pies encadenados. Ambos están tensando cuerdas.
Foto: romanicoaragones.com
Capitel de grifos de inspiración asiria. Conservan restos de policromía y destacan por su gran calidad.
Foto: arteguias.com
Canecillos del ábside
|
La parte exterior del ábside está profusamente decorada con canecillos. Se reproducen, sobretodo, cabezas humanas y animales.
El “Reino de los Mallos”
|
La reina Berta, esposa de Pedro I de Aragón, fue la soberana del “Reino de los Mallos”, que duró de 1097 a 1111. Estaba constituido por los pueblos de Agüero, Murillo, Riglos, Marcuello, Ayerbe, Sangarrén y Callén. La reina Berta recibió este territorio como dote de su marido. Este reino tuvo incluso tenentes (especie de administrador de la propiedad feudal, nombrado por el rey).
La iglesia de San Salvador se comenzó a edificar en este período.
Giros y expresiones aragoneses de Murillo de Gállego
|
Reproducimos un texto de la Enciclopedia Aragonesa:
“En Murillo y en pueblos vecinos se emplean giros y expresiones aragoneses que, en otro tiempo, debieron de ser mucho más numerosos. El habla de la localidad, debido a sus características, puede englobarse dentro de la que recibe el nombre genérico de ayerbense . Los rasgos más sobresalientes del aragonés de Murillo son: el plural se construye añadiendo una -s al singular, acabe éste en vocal o en consonante. El artículo determinado es o, a, os, as. Para la segunda persona del pronombre demostrativo se utiliza ixe, ixa, ixo, ixos, ixas. Se conoce la desinencia -eba, -iba (teneba, partiba) del pretérito imperfecto de los verbos de la segunda y tercera conjugación, aunque es poco usada. Los participios de los verbos en -ar acaban en -au; los de los verbos en -er, -ir acaban en -íu: rematau (acabado), cosíu (cosido), partíu (partido). La partícula pronominal en/ne (gramática) se emplea a menudo con valores idénticos a los de otras zonas: m’en boy (me voy), dílene (díselo), dámene (dame de ello), etc.
“En cuanto al léxico se puede decir que el que mejor se conserva es el de los términos relacionados con labores agrícolas y pastoriles, así como el de los accidentes geográficos.”