Calanda. Convento del Desierto.
El Monasterio
Ubicación del monasterio. Mapa: Sigpac
El Convento del Desierto de Calanda está situado a unos 12 km de esta localidad y muy cerca de Torrevelilla y La Ginebrosa. Se puede acceder a él en coche con facilidad.
Vista frontal
El convento data del 1682 y fue reconstruido en 1708 después de ser incendiado: en plena Guerra de Sucesión, en la que el Archiduque de Austria y el futuro Felipe V se disputaban el trono de España, éste mandó quemar el edificio el 28 de enero de 1706 “por convenir así a la Corona a causa de estar en despoblado, ser gran fortaleza y abrigo en ella los rebeldes.” (Anónimo, Historia de Calanda, 1921, Internet)
El edificio es de grandes dimensiones y de estilo barroco. Desde sus orígenes se le ha relacionado con El Escorial y, de hecho, aún hoy se habla de él como “El Escorial aragonés”. Abandonado desde la desamortización de Mendizábal (1835), actualmente está en ruinas, aunque se mantiene perfectamente su estructura original. Llegó a tener 40 religiosos de la Orden de los Carmelitas Descalzos. El apelativo de “Desierto” se debe a que está zona –ubicada entre los 3 pueblos que indicamos más arriba- se halla deshabitada. A la entrada de la iglesia hay una gran explanada.
El santo bajo cuya advocación se coloca es San Elías.
Escudo en la pared pleno de simbolismo. Aparece la cabeza de un niño a modo de “hombre verde” celta (creador de mundo, pues de su boca sale la vegetación, la Naturaleza). Encima, 3 estrellas de 8 puntas y una cruz que acaba en forma de útero, con una de las estrellas en su interior.
Referencia al año 1701 en la pared sur.
Vista desde la zona sur. Se aprecian las dependencias que, en su día, debieron albergar a un número elevado de religiosos. El edificio llega a tener hasta 5 plantas.
EL convento se construyó a instancias del obispado de Tortosa, bajo cuya autoridad se situaba esta zona aragonesa. El obispo estaba interesado en construir un convento para los Carmelitas Descalzos en esta zona y por ello envió a Antonio de Jesús María –natural de Torre de Arcas- con este cometido. La zona era apropiada, pues abundaba el agua, poseía buenas tierras y gozaba de un aislamiento que favorecía la vida religiosa. “En aquellos tiempos la partida se conocía como Torre Argilés, topónimo que proviene del árabe y que indica que el lugar estaba “surcado” por huertas. Según un estudio realizado por en este lugar podía haber, en aquellos días, un barrio que perteneciese a Calanda. Y estaba bajo el influjo y el dominio de Los Calatravos desde Alcañiz. Como la Orden de Calatrava tenía prohibida la enajenación de sus tierras al emisario carmelita las cosas se le ponen muy difíciles, pero persiste en el intento con conversaciones, encuentros y entrevistas….al final el Consejo de Órdenes y el propio Carlos II dan su consentimiento al asentamiento carmelita, eso sí a cambio de 1.033 reales de plata de moneda de Aragón por cada año y a perpetuidad a la Encomienda Calatrava.” (Edurne Guevara, Viaje al Desierto de Calanda (I), El desierto de Calanda, http://www.elmasino.com/299/desierto.htm)
Vista desde la zona este.
En los últimos tiempos, el convento ha adquirido notoriedad como lugar esotérico. Son habituales las gentes que pasan una noche en el mismo buscando sicofonías o puntos de energía. El lugar aislado en medio de una zona despoblada, el edificio medio en ruinas o la “sala de la Muerte” pueden incitar a ello.
El interior está en situación de casi ruina.
La iglesia es de nave única con 8 altares. El altar mayor y las campanas se trasladaron a la iglesia del Pilar de Calanda después de la Desamortización de Mendizábal y la exclaustración consiguiente de los religiosos (1835). En ese momento “había 24 sacerdotes, 18 Coristas [profesores del coro], 9 legos [profeso que no tiene opción a las órdenes sagradas] y 8 donados.(…) Tenían además 2 escolanos, 2 pastores, 9 criados de labor y un guardia o Alcalde de camino.” (Anónimo, Historia de Calanda, 1921, Internet). Un total de 74 personas.
Vista de la antigua iglesia.
A la Iglesia “se accede por una fachada que marca el norte desde lo que parece una replaceta más elevada y por medio de un tripórtico que da paso al nártex o sotocoro. La Iglesia tiene una nave con cuatro tramos, bajo la construcción de bóveda de cañón. Cuenta con tres capillas en los laterales y un presbiterio profundo, además de una falsa cúpula en el crucero. De la Iglesia aquello que más destaca es la fachada vignolesca genuinamente carmelitana, compuesta de dos pisos y con alerones laterales, donde destaca el rectángulo carmelitano en la calle central sobre tripórticos y remarcado por pilastras. En este rectángulo carmelitano se disponen: La hornacina para la imagen del titular, San Elias; el escudo de la Orden, las ventanas de iluminación del coro, y todo ello rematado por un frontón recto en cuyo centro se abre un óculo o espejo. Otros elementos arquitectónicos significativos son: La espadaña, sencilla, en prolongación de la pared lateral de la iglesia; el Claustro procesional, cuadrado con un solo piso, formado por cuatro crujías de cinco arcos, en el centro un sumidero de recogida de aguas que van a un aljibe que ocupa la superficie del claustro y con la profundidad de las dos plantas inferiores; las Criptas Sepulcrales, en la capilla mayor, destinadas al entierro de la comunidad o de los patronos del convento; las Celdas, orientadas hacia el sur, sobrias y de forma rectangular, con una sola ventana en la que existe una pequeña hornacina para ubicar el candil.” (Edurne Guevara, Viaje al Desierto de Calanda (I), El desierto de Calanda, http://www.elmasino.com/299/desierto.htm)
Las dependencias interiores.
En la planta baja se ubicaban un molino y las cuadras. En el resto del edificio aún se pueden identificar la cocina, el refectorio, la sala capitular, la enfermería y el coro.
Lo que queda del claustro.
Dependencias exteriores.
En lo alto de esta colina, a unos 200 metros hacia el sureste del monasterio, hay una ermita.
Acompañan al Convento dos ermitas, con lo que la sacralidad del lugar desde la noche de los tiempos está asegurada. Las ermitas se localizan en dos colinas, una en hacia el sureste y la otra hacia el noroeste del edificio. La primera se denomina de Nuestra Señora de las Nieves y la segunda es la de Santa Flora, en ambos casos alusiones a elementos de la Naturaleza, destacando la segunda, que repite el nombre de una diosa del panteón romano.
En las inmediaciones del convento encontraremos también la nevera, muy bien conservada.
La fuente de Sta Quiteria está a unos 100 metros hacia el sureste, bajo una gran arcada. El lugar dispone de varias fuentes.