Caseres, la Gessera
Coordenadas: 41º2'50 "N - 0º14'16" E
Datación: una ocupación inicial en el siglo VII a.n.e .; un incendio y primer abandono a finales del siglo VI a.n.e .; nueva ocupación en el siglo IV a.n.e. y abandono final en el siglo II a.n.e.
Orientación: E-W
Descripción: La Gessera se levanta sobre una pequeña colina a la que se accede únicamente desde el noreste, ya que en el resto de lados el acceso es muy difícil. La extensión es reducida, de unos 150 m2.
En su forma actual, presenta una forma típica de las construcciones íberas, con calle central y habitaciones a ambos lados. Lo reducido de estas habitaciones (apenas 1.5 m de ancho en muchos casos) crea la incógnita de su uso, ya que descarta que estemos ante un poblado. Las piezas encontradas son de muy alta calidad, lo que añade aún más incertidumbre en la interpretación de este yacimiento.
Nivel energético: un nivel medio de 13.000 UBV. Esto descarta que la Gessera fuera un poblado (nivel de 20.000 a 24.000 UBV), un lugar sagrado (nivel de más de 25.000 UBV) o un lugar de enterramiento (nivel de 3.000 UBV) y coloca a este yacimiento como un lugar que tendría un uso social que desconocemos en su totalidad debido a que nos falta mucho por saber de la cultura íbera, aunque el estudio radiestésico que podemos ver en este mismo blog arroja bastante luz.
Texto de los carteles informativos del yacimiento:
Cronología
Siglo VI aC
Primera fase de ocupación. Posiblemente se trata de una residencia fortificada.
Siglo IV-II aC
En plena época ibérica, se transforma completamente el espacio. Se construye un complejo con una estructura de pasillo central y ámbitos a ambos lados del mismo.
1902
Se inician los trabajos en el Bajo Aragón y Caseres por parte de Juan Cabré. Entre estos, intervienen al "Puch" (La Gessera).
1914
Pedro Bosch excava completamente La Gessera, bajo los auspicios del Instituto de Estudios Catalanes.
2014
El Ayuntamiento de Caseres encarga al Grupo de Investigación Seminario de Protohistoria y Arqueología de la Universidad Rovira y Virgili recuperar el espacio arqueológico de La Gessera.
Los primeros datos sobre el empleo del paraje que hoy en día conocemos como La Gessera se deben a Juan Cabré Aguiló, quien nos describe el yacimiento que él llama el Puch, en Caseres, como un lugar elevado e inaccesible, de reducidas dimensiones y pobreza material. Termina diciendo: "Las Cámaras, muy estrechas; todo parece indicar la ausencia de posseedores acomodados ".
Juan Cabré
La campaña arqueológica del Instituto de Estudios Catalanes en el límite de Cataluña y Aragón (Caseres, Calaceite y Maçalió), 1914
Pocos años después, el Instituto de Estudios Catalanes (IEC), se interesaría de nuevo por el lugar. Pere Bosch llegaría a Caseres la última semana de septiembre de 1914, solicitando al maestro de estudios Ángel Esteve que le acompañara a visitar los yacimientos arqueológicos del municipio. Tras una breve intervención en la Serra Mitjana, la primera que Bosch Gimpera dirigía, y que dio unos resultados muy pobres, dirigió su interés hacia La Gessera, excavando completamente el yacimiento.
el territorio
Los materiales recuperados durante la intervención fueron trasladados a Barcelona.
Materiales de la excavación de 1914
Bosch Gimpera dio el resultado de los trabajos efectuados en un informe remitido a Francesc Martorell, secretario-relator de la Junta de la Sección Histórico-Arqueológica del IEC, tal como lo refería en la Memoria del Instituto.
Pere Bosch
Pere Bosch Guimpera y algunas personas de Caseres que participaron en la excavación de 1914
Croquis del yacimiento y notas de en Bosch Gimpera
La intervención arqueológica del GRESEPEIA (Grupo de Investigación Seminario de Protohistoria y Arqueología). Universidad Rovira i Virgili, 2014.
Después de 100 años de abandono, en 2014 el Ayuntamiento de Caseres decidió recuperar uno de los elementos patrimoniales más singulares del municipio. Fue así que se volvió a excavar el yacimiento, consolidándolo y dotándolo de los elementos museísticos necesarios para hacerlo comprensible a los visitantes, recobrando la memoria del mismo.
La Gessera Después la intervención de 2014 del Gresepeia
Yacimiento arqueológico de La Gessera. Caseres
El yacimiento arqueológico de La Gessera presenta dos momentos de ocupación muy bien diferenciados: una primera fase a lo largo del siglo VI aC y un segundo periodo comprendido entre los siglos IV y III aC
Si bien el conocimiento de la fase más antigua es muy parcial debido a su desmantelamiento para construir las estructuras más modernas, sabemos que cuenta con un muro perimetral construido a base de grandes losas verticales. Todo parece indicar que se trataría de una residencia fortificada aislada, un tipo de hàbitat que se relaciona con el surgimiento de una aristocracia dominante en el territorio, en la época inmediatamente precursora de la llamada cultura ibérica.
Varios momentos de la intervención de 2014
La ocupación más moderna, ya plenamente ibérica, se encuentra bien definida. Se mantiene el muro perimetral levantado durante la primera fase, pero se transforma completamente el espacio interior, convirtiéndose en un complejo con una estructura de espacio central y ámbitos a ambos lados. Se descarta la idea de un poblado convencional tanto por las reducidas dimensiones de los recintos comparen inexistencia de evidencias de vida doméstica. La orientación del edificio, con un pasillo que nos guía hacia la sala situada más al fondo (A), la única donde llegan los rayos solares que entran directamente por la puerta durante los albores de los equinoccios de primavera y otoño, es otro indicio de su excepcionalidad.
Las intervenciones efectuadas en el yacimiento han permitido recuperar algunos objetos materiales, básicamente vajilla cerámica, correspondientes a sus momentos de ocupación. Así, de la primera fase encontramos tanto restos de vasos a mano, de cocina y de almacenamiento, como cerámica a torno, entre la que cabe destacar la procedente de la órbita fenicia. Del periodo ibérico destaca la vajilla indígena, por encima todo los barnices negros, originarios del mundo griego, otro de los elementos que nos expresan la singularidad del recinto.
Información sobre las Diversas fases del yacimiento
¿Alguna similitud con el santuario griego de Braurón
He aquí lo que dice Wiipedia sobre este santuario:
Santuario de Braurón.
El templo dórico (...) pertenece al siglo v a. C. Alrededor del altar, situado delante del templo, se desarrollaban las danzas rituales de las niñas, como lo muestran las figuras de una cráteras del siglo v a. C. Los relieves del friso representan a Artemisa como la antigua señora ancestral de los animales, divinidad femenina de la naturaleza, de la fecundidad, de la vida y de la muerte. (...) Parece que este templo sucedió a un templo anterior.
(...) un pequeño santuario, que se supone que era un 'heroon' donde se rendía culto a Ifigenia. Esta recibía como ofrenda la ropa de las mujeres que morían durante el parto.
(...) El edificio más grande del santuario era la «stoa de las Arktoi» o «sala de las osas», cuya planta tenía forma de Π. (...) Contaba con un total de nueve habitaciones y cada una albergaba once camas de madera y siete mesas. Se ha sugerido que la función de estas habitaciones era de dormitorio de las muchachas o quizá de refectorio donde se celebraban banquetes colectivos. Delante de las habitaciones se han hallado numerosas estatuas de niñas y niños. También se han hallado joyas, objetos cotidianos de uso femenino, utensilios agrícolas, cerámica y relieves votivos.
(...) Las chicas de entre 5 y 10 años pasaban algún tiempo en el santuario de Braurón, se ejercitaban en la danza, en la carrera pedestre y en el arte de tejer, a fin de estar mejor preparadas para su vida de adultas. Asistían a las festividades de las «Brauronias», de carácter estrictamente femenino, que se celebraban cada cinco años (o cuatro, según algunas fuentes).
En esta fiesta, las muchachas debían pasar por un rito, en honor de Artemisa, llamado «arktéia» que servía como transición entre la infancia y la vida adulta: para expiar la muerte de una osa domesticada que estaba consagrada a la divinidad, las chicas iban vestidas con túnicas de color azafrán, se las denominaba osas («arktos») e imitaban los gestos de dicho animal. Las vírgenes no podían ser dadas en matrimonio si no habían servido antes como osa a la diosa.
(...) Se ha sugerido que la «arktéia» también comprendía el periodo de aislamiento en el que las muchachas permanecían consagradas a Artemisa y realizaban diversos servicios en el santuario.
(Wikipedia)