Isidoro de Sevilla y su tiempo
 
 
Economía y sociedad
 
(Foto: historiayarqueologia.wordpress.com)
 
Cuando el Imperio romano entra en crisis, a partir del siglo III. Las grandes explotaciones agrarias, trabajadas por esclavos, ya no son rentables. Un primer paso fue ir entregando lotes de tierra a pequeños cultivadores o colonos hereditarios, que pagaban una cierta cantidad de dinero a cambio, o bien a “aparceros”, que administraban las tierras más que trabajarlas directamente a cambio del pago de una cantidad de dinero que podía ser hasta la novena parte de la cosecha anual. La modalidad del colono es la que más se empleó; el colono quedaba sujeto a la tierra y podía ser vendido con ella; no podía casarse con mujeres libres y sus matrimonios se consideraban simples uniones. Es el precedente del siervo de la gleba del feudalismo. Un ejemplo de esta forma de “encomendación” podría ser la siguiente: “Mi señor X.X. como de día en día pasara necesidad y corriera de aquí para allá para procurarme el sustento, sin conseguirlo, finalmente recurrí a vuestra piedad sugiriendo que mandarais darme en precario tierras para cultivar en vuestro lugar, a ‘tantos’ modios, por lo cual prometo no causaron en tiempo alguno contrariedades o perjuicios, sino estar siempre presto a serviros y defenderos. Prometo igualmente entregaros anualmente los diezmos según la costumbre de los colonos”. (Traducción. José Luis Martín) (Martín J.L. y otros, La Alta Edad Media, Historia 16)
 
En las provincias había algunos núcleos de campesinos libres, pero que, para huir de los abusos de los funcionarios imperiales, se ponían bajo la protección del algún poderoso, a quien entregaban el derecho de propiedad de la tierra a cambio del usufructo de la misma.
 
La situación jurídica de estos campesinos dependientes bajo la fórmula que fuera era asimilable a la de los esclavos. “Salviano, refiriéndose a situaciones del sur de la Galia y de la Tarraconense en el siglo V, tras relatar que muchos pequeños propietarios agrícolas habían tenido que dejar sus propiedades y convertirse en colonos, testimonia cómo al fin estos últimos comenzaron a ser considerados ya como simples esclavos. Así pues, y para terminar, habría que señalar que el sentido de la evolución tendía a la homogeneización jurídica, bajo el ‘status’ de esclavo, de todos los campesinos dependientes que trabajaban en las grandes propiedades hispanovisigodas. Bajo esta perspectiva se comprende que la legislación de Chindasvinto y Recesvinto tendiese a igualar, o cuando menos aminorar, las diferencias, el tratamiento penal dado a esclavos y libres humildes.” (J.J. Sayas Abengochea y otro, Romanismo y germanismo, el despertar de los reinos hispánicos, Ed. Labor)
 
 
(Dibujo: castillaunida.wordpress.com)
 
De esta situación se evadirán durante muchos años las poblaciones del norte, que combatirán duramente los intentos de los visigodos de someterlos. Es una población de base tribal, que no conoce apenas la estratificación social ni prácticamente la propiedad privada de los medios de producción. Esta población está repartida por Galicia, Cantabria, País Vasco y Pirineos.

Cuando los llamados “bárbaros” invadieron el territorio del Imperio, en muchos casos en calidad de aliados, dividieron las grandes explotaciones agrarias en 2/3 para la aristocracia visigoda y 1/3 quedaba en manos de su anterior propietario romano. Asimismo, 1/3 de los esclavos pasaba a propiedades de los recién llegados. Estos repartos se conocieron con el nombre de ‘sortes’. Las “Leges vsigothorum” recogen lo que decimos: “De la división de tierras hecha entre godo y romano. La división hecha entre un godo y un romano en relación con la partición de tierras de labor o de los bosques por ninguna razón sea alterada, si se prueba que la división fue realizada, de manera que las dos partes del godo en romano nada usurpe para sí o reclame, y de la tercia del romano el godo nada se atreva a usurpar o reclamar para sí, a no ser que por nuestra generosidad le fuese donado. Pero lo que por los antepasados o por los vecinos fue dividido, no intenta cambiarlo la posteridad.”
 
Como los pueblos invasores eran escasos en número, esta división no supuso un gran problema. Su efecto más inmediato es que liquidó la organización social gentilicia de los bárbaros, haciéndoles adoptar una organización más estatal y basada enteramente en la propiedad privada: ya no valían los vínculos cosanguíneos y la propiedad comunal como organización social, sino que los nuevos llegados habían de hacerse cargo de un Estado basado en la propiedad privada, que se desplomaba. Fueron desapareciendo los consejos de jefes y las asambleas de todo el pueblo, y, en el caso de Hispania, los Concilios de Toledo –con un peso determinante de la Iglesia- y la llamada “Aula Regia” (reunión de nobles y altos miembros de la administración pública) pasaron a ser los órganos deliberativos y decisorios más importante del Estado, junto con la persona del monarca.
 
 
- Formas de resistencia de las clases populares
 
El bandolerismo fue una constante de la época visigoda. Se conoce en el siglo V en la región Bracarense y se intensifica mucho a finales del siglo VII.
 
En época de Leovigildo son conocidas las revueltas armadas de los ‘rustici’ cordobeses.
 
En cuanto a los esclavos, fue muy común la figura de los esclavos fugitivos en los últimos tiempos del reino visigodo. El “Liber Iudiciorum” dedica 21 leyes sobre este tema. Este hecho desmiente la supuesta oposición de la Iglesia al esclavismo: el catolicismo toleró el esclavismo bajo el Imperio romano y durante la Edad Media (en los textos visigodos se dice que una iglesia para funcionar bien necesita al menos 10 esclavos) y toleró el comercio de esclavos con América y con Europa.
 
También el auge impresionante del monaquismo y de los anacoretas en Hispania puede considerarse una forma de rechazo del sistema establecido.
 
En el terreno ideológico, podemos hablar de la pervivencia de cultos paganos. “. Para mediados del siglo VI, el escrito ‘de correctione rusticorum’ de Martín de Braga es una clarísimo testimonio de la persistencia de un paganismo de tipo animista –culto a los árboles y a las piedras, etc.- entre los campesinos gallegos. Numerosos testimonios conciliares señalan, a su vez, un recrudecimiento de la lucha oficial desencadenada contra el paganismo en el reino visigodo a finales del siglo VII.” (J.J. Sayas Abengochea y otro, Romanismo y germanismo, el despertar de los reinos hispánicos, Ed. Labor). La pervivencia del priscilianismo –cuyo origen es anterior a la llegada de los visigodos- es otro ejemplo de resistencia ideológica.

La persistencia del paganismo se ve en el siguiente texto de Martín de Braga, correspondiente a su obra “De correctione rusticorum”: “Recibí la carta de tu santa  caridad, en  la que me escribes que te envíe algunos escritos sobre el origen de los ídolos y sobre las fechorías de los mismos y otros pocos sobre muchas cosas, para el castigo de los campesinos que, dominados todavía por la antigua superstición de los paganos, prestan un culto de veneración más a los demonios que a Dios.”
 
 


(Dibujo: nogalera.blogspot.com)
 
 
- La población

La población se hace rural, decayendo la importancia de las ciudades, que ahora reducen su perímetro y se amurallan ante los peligros exteriores (guerras y bandolerismo). En general, ninguna ciudad hispana sobrepasa los 10.000 habitantes.

En la época visigoda asistimos a un declive de la población, debido a las guerras, al bandolerismo, a los problemas del clima (malas cosechas debidas a un clima desfavorable, con mucho frío y una lluvia que pudría las cosechas,  con la mortandad consiguiente), plagas de langostas (arruinan los cultivos, muy grave desde la segunda mitad del siglo VI), pestes y epidemias (peste bubónica en los años 409-550 y siguientes, en los finales del siglo VII y hasta comienzos del siglo VIII, que diezmó tanto a personas como al ganado).

Un ejemplo de las consecuencias de la plaga de langosta en la Meseta inferior y de la peste en la zona de Narbona en los años 579-584, nos los da este documento de Gregorio de Tours:

“Embajadores del príncipe Chiperico al regresar de España contaron que la provincia de la Carpitania había sido desvastada gravemente por las langostas, de modo que no quedaba ni un árbol, ni una viña, ni un bosque, ni fruto alguno o algo verde, que no hubiera sido destruido por las langostas. (…) Por los lugares causaba estragos la peste, pero particularmente se ensañaba con mayor fuerza en la ciudad de Narbona, y ya [estaba] en el tercer año que allí había hecho presa y continuaba; y las gentes que regresaban de su huida de nuevo se veían consumidas por las enfermedad.

“También las langostas desde la provincia de Carpitania, que ya habían desvastado durante cinco años, avanzando y siguiendo la calzada pública se trasladaron este año a otra provincia, que era vecina de ésta. El espacio ocupado por las cuales se extendía en ciento cincuenta millas en longitud, pero su anchura alcanzaba hasta las cien millas”

No hay que insistir en que el índice de mortalidad era muy alto, especialmente entre la población infantil. Muy poca gente sobrepasaba los 50 años.

Las condiciones de vida para las clases populares eran tan duras que muchas veces se recurría al abandono de sus hijos o al infanticio. Así se ve el problema en el III Concilio de Toledo, en el año 589:

“Entre las muchas quejas que sean presentado al concilio hay una que encierra tanta crueldad, que apenas sí la pueden sufrir los oídos de los obispos reunidos, y se trata de que en algunos lugares de España, los padres, ansiosos de fornicar, e ignorando toda piedad, dan muerte a sus propios hijos. Y si les resulta molesto aumentar el número de sus hijos, apártense más bien de toda relación carnal, puesto que habiendo sido instituido el matrimonio para la procreación de los hijos, se hacen culpables de parricidio y fornicación, los que demuestran asesinando su propia prole, que no se unen por tener hijos, sino para saciar su liviandad.”
 
 
- Las técnicas de producción
 

Los avances técnicos son escasos, incluso se produce un retroceso respecto a la época romana (ya no se emplea la máquina segadora); los útiles de hierro pasan a confeccionarse en madera (el hierro sólo se destina a la fabricación de armas); las técnicas de regadío y medios de comunicación son ahora inferior a los de época romana.
 
Siguen manteniéndose algunas actividades propias del Imperio romano o aportadas por los visigodos, como la construcción (con sus gremios de constructores), las cerámicas, la orfebrería (en la que los visigodos son verdaderos maestros), el trabajo del cuero, etc.

Sobretodo en el siglo VII, se amplían los terrenos a cultivar. Se trataba de lograr más producción a costa de aumentar la superficie cultivada, ya que las técnicas de producción no habían mejorado. En general, hay que suponer que la producción agrícola no iba mucho más allá de la pura subsistencia. Por eso, cualquier mala cosecha suponía la hambruna para los campesinos que la padecían.
 
 
- La moneda
 
Pasamos de la moneda romana (el sueldo de oro constantiniano) a la moneda con la imagen de Leovigildo y acuñada en Hispania. Su valor se va depreciando, debido a la crisis económica que vive el país, por lo que al final se acuñan tercio de sueldo conocidos como “trientes” o “tremises”.
 
 
 
- El comercio

Pese a que en cada villa o núcleo de población se acaban produciendo ellos mismos todo lo que necesitan (vestido, calzado, utensilios…), se siguen manteniendo las ferias locales o comarcales, donde el pequeño campesino puede adquirir algunos productos (por ejemplo, sal), y ferias de más alto nivel donde los grandes señores adquieren productos de lujo y venden los excedentes de sus cosechas.

A nivel internacional, se sigue manteniendo una cierta actividad comercial en el Mediterráneo. Hispania sigue exportando trigo, aceite, conservas y cerámica e importa artículos de lujo (sedas, telas especiales, orfebrería de lujo). Estos comerciantes son conocidos con el nombre de “transmarini” y suelen ser judíos y orientales (sirios, egipcios, bizantinos…).

En la vertiente atlántica, hay actividad comercial a partir del siglo V promovida por los francos. Una ruta terrestre a través de la Narbonense permite hacer llegar los productos hasta París. Por vía marítima se exportarían productos artesanos y se importaría madera y esclavos.

Se conocen actividades artesanales importantes en ciudades como Toledo, Mérida o Córdoba.