Ermita de la Virgen del Cid. La Iglesuela (Teruel)




Santuario de la Virgen del Cid: las inscripciones íberas y el mausoleo romano


Inscripción íbera en el interior del templo

Inscripciones íberas en el exterior del templo

Forman uno de los conjuntos más importantes de la provincia de Teruel, tienen una función funeraria y se puedan datar en los siglos II-I a.n.e.





La inscripción “ha sido utilizada como jamba de la puerta del patio de la ermita y se ha visto afectada por los anclajes de la verja que la cierra, lo que también dificulta su estudio. Se trata de un bloque de arenisca de 108 cm de altura, dimensión que muy probablemente se conserva completa; 54 cm de anchura; y 29 cm de grosor en la base, medida que disminuye de forma ascendente. Se observan restos de dos renglones de texto, el primero de los cuales está enmarcado por líneas de guía”. (Ignacio Simón Cornago, Revisión de epigrafía ibérica turolense)



Otra inscripción nos aparece incompleta y muy desgastada. “Sus medidas actuales son 32 cm de altura y 46 cm de anchura; está empotrado en una de las paredes del patio de la ermita, junto a una de las puertas de acceso a las dependencias” (Ignacio Simón Cornago, Revisión de epigrafía ibérica turolense)

Fuente de los grabados: Ignacio Simón Cornago, Revisión de epigrafía ibérica turolense



El mausoleo romano

Datado en el siglo I y posiblemente erigido en memoria de G. Domitius, a juzgar por las inscripciones que hoy podemos contemplar. “Se conserva el paramento derecho del templete que coincide con el segundo tramo de la ermita y forma parte del muro contiguo a la hospedería, apreciándose claramente desde ésta última sus sillares y molduras. Restos de columnas, capiteles y lápidas del templete aparecen en las esquinas del muro Oeste de la ermita, son elementos arquitectónicos de gran envergadura que denotan la importancia del lugar. Asimismo, aparecen dos estelas funerarias iberas una en el interior y otra en el exterior de la ermita”. (www.comarcamaestrazgo.es)


Restos del mausoleo romano que hoy forman parte de la pared de la ermita.

El templo está ubicado en un cerro donde hubo un poblado íbero y en la zona donde anteriormente se encontraba un mausoleo romano. Algunas lápidas y piedras íberas y romanas se utilizaron para levantar la ermita, y son fácilmente visibles en la actualidad. “En El Morrón del Cid se han encontrado cinco inscripciones romanas, de las que una no se conserva. Se trata de la mayor concentración de epígrafes romanos de la provincia de Teruel, superior a la de las ciudades romanas existentes en el Palao (Alcañiz) y la Muela (Hinojosa del Jarque). Todas ellas son de carácter funerario y pueden fecharse entre los siglos I-II dC. (…) En ellas aparecen los nombres de diez personajes, siete hombres y tres mujeres, pertenecientes a cuatro familias, algunas de las cuales están emparentadas entre sí. La mitad de ellos, cinco varones, pertenecen a la misma familia, la de los Domitii, de los cuales dos expresan en su nombre su pertenencia a la tribu Galeria; por ello, y porque además uno de sus miembros erigió un sepulcro monumental que aún se conserva en parte, esta familia debería ser la más destacada del asentamiento. Las otras tres familias presentes son las de los Aelii, con dos individuos, y los Caecilii y Valerii, con un individuo cada una; queda un nombre ilegible que podría pertenecer  también a los Aelii. Los nombres de estos personajes son los siguientes: Aelia L. F. Supersta; L. Aelius Asiaticus; C. Caecilius Paternus (¿?); G. Domitius Gal. Proculus; G. Domitius G.f.Gal Proculus; M. Domitius Proculus; M. Domitius Seranus; L. Domitius Crescens; Aelia Paterna (¿?) y Valeria Nysa (…). En las esquinas norte y peste de la ermita se conservan numerosos sillares romanos entre los que se encuentran –además de las dos inscripciones mencionadas- un capitel de pencas lisas y varios elementos de pilastra estriada y dos relieves, uno con una roseta y otros correspondiente a un friso incompleto que representa un recipiente y dos delfines. A ellos hay que sumar el lienzo de un muro romano aprovechado para construir la ermita gótica, visible desde la masía contigua a ésta, y otros elementos moldurados conservados en el banco del vestíbulo de la ermita y en el exterior de ésta, por su lado NE”. “Pere-Enric Barreda, La Iglesuela y su ermita del Cid (I), ed. Centre d’Estudis del Maestrat)


Restos del mausoleo romano en la pared de la ermita. Grabado de los delfines

Como testimonio del mausoleo romano nos queda la figura de dos delfines, dentro de una escena que “representa un recipiente de pie alto con dos asas dispuesto en el centro y dos delfines a ambos lados mirando hacia el centro a los que faltan las colas, que continuarían en sendos sillares laterales. Los recipientes de formas diversas aparecen representados a menudo en los relieves funerarios y hacen referencia al ritual seguido en estas ceremonias. El tema de los delfines es también frecuente en los mismos y simboliza la travesía de las almas a las islas de los afortunados (…).El monumento erigido por M. Domitius Seranus para perpetuar la memoria de su hijo M. Domitius Proculus debió tener forma de altar de planta aproximadamente cuadrada, con dos lados de aproximadamente 5,20 m de longitud y una altura de 3,86 m, estaba decorado con pilastras estriadas coronadas por capiteles corintios y relieves y rematado por sendos pulvinos, tenía dos dedicatorias idénticas en sendas caras opuestas y puede fecharse en el siglo II dC. Se trata de un tipo de monumento de carácter funerario de procedencia itálica y ampliamente extendido en Hispania” (Pere-Enric Barreda, La Iglesuela y su ermita del Cid (I), ed. Centre d’Estudis del Maestrat).


Lápida funeraria romana en la pared de la ermita