Ermita de la Virgen del Cid. La Iglesuela (Teruel) 

Ermita de la Virgen del Cid




Foto aérea del santuario. Como se ve, está organizado en torno a un patio central. Más a la derecha, los restos de la muralla y la cisterna íberas.



En el camino hacia el santuario

Encontraremos a poco de salir del pueblo una columna de piedra, con una escena en la que unas mujeres son identificar son quemadas y la inscripción siguiente: "CRISTIANOS LOS QUE PASAS A VER LA VIRGEN DEL CID ROGAD A DIOS POR NOSOTRAS VED COMO ESTAMOS AQUÍ". No se ha podido interpretar a qué hechos se refiere esta enigmática escena.

A continuación, unas capillas rupestres con pequeños tejados de piedra. Son las Casas del Cura. El nombre viene porque en las romerías a la Virgen del Cid, cuando hacía mal tiempo (lluvia, nieve...) aquí se cobijaban los curas y resto de autoridades municipales, mientras que el pueblo debía soportar las inclemencias de la madre naturaleza. En realidad parecen lugares de culto muy anteriores, que han sido cristianizados con un nombre y una historia que trata de borrar su origen.
Cerca de aquí veremos un puente (de origen romano?) y los restos de una calzada. “Es posible la restitución hipotética de la red viaria que garantizaba las comunicaciones del asentamiento del Morrón del Cid. El eje principal arrancaba posiblemente de la Vía Augusta a la altura de la localidad castellonense de la Pobla Tornesa y continuaba por el corredor de la Rambla de la Viuda con un trazado parecido al de la carretera CV-15 hasta Albocácer, después remontaba el Coll d’Ares y seguía por Villafranca, la Iglesuela del Cid, Cantavieja y tal vez se dirigía hacia la ciudad romana existente en la Muela de Hinojosa del Jarque (Teruel). (…) De esta vía arrancaba el ramal que facilitaba el acceso al yacimiento, desde donde continuaba por la Torre Nicasio posiblemente hacia el municipio romano de Lesera.” (Pere-Enric Barreda, La Iglesuela y su ermita del Cid (I), ed. Centre d’Estudis del Maestrat).


Puente cruzado por los restos de una calzada romana

Finalmente, una columna de piedra con una pequeña imagen de la Virgen del Cid en su interior, tiene en su base un hueco que la leyenda atribuye a la huella del caballo de Santiago, de cuando el apóstol se hallaba en la Peña del Morrón, a unos 10 km y con un barranco por en medio, perseguido por los musulmanes que estaban asedian con éxito a las tropas de Rodrigo Díaz de Vivar. Santiago, que portaba la Cruz de San Jorge, hizo que su caballo diera el salto kilométrico y fuera a aterrizar en esta roca. Como consecuencia del milagro, los musulmanes quedaron confundidos, y los cristianos, con la moral bien alta, ganaron la batalla.

En los alrededores encontraremos la Fuente del Cid, lugar de alta energía, donde los peregrinos se concentraban para comer.


El Santuario de la Virgen del Cid



La ermita de la Virgen del Cid

La leyenda remonta la historia del santuario a la Edad Media, cuando un labrador encontró una imagen de la Virgen y en ese mismo lugar se levantó la ermita. Es una historia que se repite en muchísimas ermitas, unas veces con un pastor y otras con un labrador, pues trata de esconder el hecho de que estos lugares son centros de cultos desde la Prehistoria. Alejandro Piera, en su obra “Torre de David”, del siglo XVIII, nos lo cuenta: “En la villa de la Iglesuela del Cid, bailía de Cantavieja, reino de Aragón, en la España Tarraconense, hay una imagen antiquísima de María Santísima, cuyo título es del Cid. La tradición antigua afirma que en el campo vecino al castillo del Cid, distante de La Iglesuela una media legua, arando un labrador con una yunta de bueyes, éstos no quisieron pasar adelante y mirando el labrador al surco, vio una imagen de María santísima con su Niño, al que la punta de la reja había hecho una fisurilla en la cara, como se ve hoy. Admirado el labrador, dio noticia al lugar, salieron en procesión y la colocaron en una ermita pequeña, sitio mismo en donde, según la tradición, había estado antes de la persecución de las imágenes”.

La imagen de la Virgen y el Niño data del siglo XIII. El original está en la iglesia parroquial; en la ermita podremos ver una réplica.


Imagen románica de la Virgen del Cid. Talla original que se conserva en la iglesia parroquial


En su estado actual, la ermita se construyó en 1546 y reformada en el siglo XVIII, sobre un templo gótico anterior del siglo XIV y de menores dimensiones. “En 1546 se efectuó una remodelación que amplió la ermita hacia el norte y transformó el ábside gótico, quedando una cabecera recta con girola central delante del altar y dos corredores enrejados que dan paso a la capilla situada detrás de la cabecera: la capilla dedicada al Santo Cristo Milagroso, que fue construida en 1728.” (http://www.patrimonioculturaldearagon.es/bienes- culturales/ermita-de-la-virgen-del-cid). La obra de 1546 fue dirigida por el cantero Maese Deonís Belín, “que esculpió una iglesia, la fecha  y su nombre en la cara libre de un bloque de piedra del enterramiento romano de un miembro de la familia de Domicio Próculo, aprovechado como esquina. (…) La obra de Belín fue desmontar tres caras (la parte más ornamentada) del monumento funerario de Próculo para hacer las esquinas del nuevo edificio de la ermita, y lo que quedaba, ya sin ornamentación, le sirvió de pared lateral (todavía visible en el interior de la casa del ermitaño). En 1692 se cambiaron de lugar las esquinas del presbiterio para ampliarlo, con lo cual desapareció la simetría entre las dos vertientes de la obra.” (Pere-Enric Barreda, La Iglesuela y su ermita del Cid (I), ed. Centre d’Estudis del Maestrat).



Interior de la iglesia


La ermita es un lugar de peregrinación de varios pueblos de los alrededores. Con este fin se construyó una hospedería o casalicio, adjunta a la ermita, que disponía de horno, así como una casas del ermitaño y otras estancias.

El conjunto del santuario se articula en torno a un gran patio central. “La ermita constituye el volumen principal, tiene planta rectangular, cabecera recta y nave única de tres tramos cubierta con bóvedas de crucería separadas por arcos rebajados. La cabecera aparece ampliamente desarrollada en torno a una girola central, donde se ubica la Capilla Mayor, y dos corredores laterales cubiertos con bóveda de arista que comunican con la trasera Capilla del Santo Cristo. Además, a los pies, cuenta con un coro alto”. (Wikipedia).

El interior del templo tiene decoración barroca y rococó, con motivos vegetales, angelotes multicolores y unas cenefas en motivos grises y blancos. En la parte opuesta al altar mayor, destaca la pintura de un triángulo satánico en una zona de energía negativa, seguramente un lugar de ritos de alguna secta masónica de los siglos XVIII ó XIX. Representa a los integrantes de la realeza infernal: Satanás, el Anticristo y el Falso Profeta; es un símbolo diabólico utilizado por diversos ocultistas y, en concreto, por los 'Iluminati' del siglo XVIII. Como se comprenderá, es una figura absolutamente inusual si decimos que estamos en un centro católico.