Santiago de Agüero (Huesca)



Geometría sagrada y astronomía en el pórtico de Santiago de Agüero



a) El número áureo

El friso del pórtico está construido según el número áureo, en el que los vértices del triángulo son la cabeza de la Virgen y los extremos del conjunto:


La escena de "La adoración de los Reyes" está compuesta según el número áureo.



El número aureo o divina proporción en un triángulo se obtiene dividiendo la base por un lado de esta figura geométrica. Su valor es de 1,618… (número irracional de infinitos decimales).

La proporción áurea se encuentra en la naturaleza (caracolas, hojas de árboles, proporción entre abejas macho y hembra de un panal…), en obras de arte (Babilonia y Asiria, la Gran Pirámide, Grecia, catedrales, pinturas -p.e. Leonardo da Vinci-…), en el cuerpo humano (relación entre altura y altura al ombligo, proporciones entre partes de las piernas, proporciones entre partes de los brazos…), en la música (Mozart, Beethoven…), etc.

Se ha comprobado que las figuras con la proporción áurea se presentan a nuestros ojos con un atractivo especial, y por ello este número ha tenido desde siempre connotaciones místicas y esotéricas. De ahí que este número se conozca también como proporción divina, es decir, como el número que nos acerca al ser superior.

En otro orden de cosas, hay que recordar que la proporción áurea está también presente en las tarjetas de crédito (la relación entre el lado más largo y el más corto es 1,58), lo que hace que las veamos con agrado y ello cree en nosotros la necesidad de comprar cosas. Igualmente, los DNI también siguen la proporción áurea, lo que sirve para que aceptemos  con complacencia el control social que estos documentos implican.


El sexto chakra

El ángulo superior del triángulo se forma en la zona del sexto chakra de la Virgen. Es el "tercer ojo" o "centro de percepción" (traduciendo del sánscrito), más allá de los sentidos.



b) El sol en el solsticio de verano a las 12 h.

En la estructura del friso se observa claramente que las manos de los personajes y la vara de san José apuntan en diagonal hacia la parte derecha de la composición. Si prolongamos todas estás líneas vemos que confluyen en una misma zona, con lo que suponemos la intencionalidad del artista de indicarnos un punto determinado. Si precisamos un poco más, siguiendo la línea de la vara de san José, podemos trazar una serie de líneas desde aquel punto que van uniendo las manos de las figuras de este friso.

Pues bien, el ángulo que se forma entre este punto y el centro del friso es de 60º. Corresponde a la altura del sol en el solsticio de verano hacia las 12 h, cuando el sol se sitúa perpendicular al eje del templo.

Esta posición del sol, en el horizonte, con unas coordenadas de 120º, coincide con la salida del sol en el solsticio de invierno (el sol sale en Agüero a 122º en esa fecha).

Se ha querido representar en un solo dibujo las posiciones de altura del sol en el solsticio de verano (60º) y de salida del sol en el solsticio de invierno (120º).


Punto definido por la prolongación que forman las manos de los personajes y la vara de san José y ángulo de 60º resultante, que es la altura del sol en el solsticio de verano hacia las 12h en Agüero. 


Hay que hacer notar que quedan excluidas de estas líneas las manos derechas de la Virgen y del Niño. La mano de este último destaca por su posición central y por hacer la postura tibetano/hindú del Pran Mudra.



Hacia las 12 h del solsticio de verano (21 de junio) el sol se coloca en la vertical al eje del templo


Las manos de las figuras del friso son las terminaciones de los rayos del sol. Algo que también aparece en el culto egipcio a Atón y también en alguna representación prehistórica del sol (en las pinturas de la Tía Chula, en Oliete, Teruel, con una antigüedad de más de 4.500 años, los rayos del sol terminan en cinco pequeñas puntas a modo de dedos).


La representación egipcia del sol y las manos de sus rayos





c) Puesta del sol en el solsticio de invierno hacia las 16 h.

En sentido opuesto al que hemos estudiado, se aprecian nuevas líneas que confluyen en un punto. El ángulo en también de 60º. Corresponde a la altura del sol en el solsticio de verano cuando, en el horizonte,  señala el punto por donde se pone el sol en el solsticio de invierno (coordenadas: 240º; el sol se pone en els solsticio de invierno en Agüero a 238º).  

Este punto está indicado con mucha mayor precisión que el de salida del sol.


Se ha querido representar en un solo dibujo las posiciones de altura del sol en el solsticio de verano (60º) y de puesta del sol en el solsticio de invierno (238º).


Hay que recordar que este templo parece destinado a última residencia del monarca Ramiro el Monje. El solsticio de invierno, como muerte/renacimiento del sol, es una alegoría a la muerte/renacimiento del rey aragonés.


En la vertical de este punto se pone el sol en el solsticio de invierno, que simboliza la muerte/renacimiento del astro. 




En resumen, estas son las posiciones solares que aparecen en el friso del pórtico de Santiago de Agüero: 



Lo que se intenta representar es cómo el sol triunfante en el solsticio de verano (pero que, a la vez, inicia su fase de decadencia), que simboliza al monarca, recorre el cielo marcando los puntos por donde va a morir/renacer el sol (el solsticio de invierno), es decir, el monarca en la última fase de su existencia. Una alegoría de la situación de Ramiro el Monje.


De esta forma, tras las escena de la Adoración de los Reyes Magos al Niño Jesús se esconde, en realidad, una escena de adoración al sol, en la que se asocia el astro con el rey aragonés.


El único astro representado en el friso es un sol de 8 puntas. Las posiciones del sol marcadas dividen al friso en 3 partes iguales, de 60º cada una.


c) Unas líneas más, que esperan interpretación


Aparecen con claridad otras líneas cuyo significado no acertamos a explicar.


:





d) Los capiteles: una imagen del cielo de Agüero a las 12 h del solsticio de verano

La portada tiene 4 capiteles a cada lado. Los temas tratados en ellos parecen representar varias constelaciones tal como aparecían en el cielo de Agüero a las 12 h del solsticio de verano de mediados del siglo XII. En concreto, creemos identificar 5 constelaciones; en los otros 3 casos, la identificación es más aventurada, aunque pensamos que serían una manera de representar el cielo bajo criterios que desconocemos.










Los cuatro capiteles de la izquierda. Los de los extremos los podemos asociar a constelaciones.: animales devorando  a un carnero (Aries) y dos personajes 'civiles' junto con dos guerreros (Géminis). Las escenas de los capiteles centrales (bailarina y mujer y bailarina contorsionada), si representan constelaciones, lo hacen siguiendo asociaciones que se nos escapan. Algún indicio señala que la bailarina contorsionada podría ser la Osa Mayor.



Los cuatro capiteles de la derecha. El primero, dos fieras, no sabemos identificarlo. En el segundo, dos fieras devoran un rumiante (si es un toro podría ser la constelación de Tauro; a la figura le falta la cabeza). En el tercero aparecen dos cánidos (Can Menor). Y en el cuarto, dos arqueros serían la constelación de Orión.


Esta es la imagen del cielo a las 12 h del solsticio de verano en Agüero en el año 1150:



La posición del sol y las constelaciones que identificamos. A los capiteles no identificados les hemos puesto un interrogante.




e) Otros niveles de interpretación: el dualismo y la danza

El simbolismo de este pórtico no se detiene en lo astronómico. Vemos continuamente representaciones duales (dos animales, mujer y bailarina, dos guerreros...). También nos llama la atención la bailarina contorsionada, precedida de un capitel en que la bailarina se prepara al baile, como si fueran dos fotogramas de una misma escena.

Estamos, pues, ante un simbología muy compleja.



El dualismo

Los elementos duales (2 fieras, 2 guerreros, 2 aves…), en los que un elemento se sitúa frente al otro, abundan en los capiteles de este templo.  Ello nos lleva al pensamiento dual, que fue propio de las culturas antiguas, que eclosionó en el románico en este tipo de capiteles y que aparentemente desapareció hasta el siglo XVIII, cuando lo recuperaron las corrientes filosóficas alemanas a partir de Hegel.

El pensamiento dual explica el devenir de las cosas por la oposición o lucha de contrarios, lo que da lugar a una nueva realidad, que en su interior lleva otros elementos contrarios y así sucesivamente. Normalmente ello va asociado a los sistemas de creencias cíclicos (que tienen su raíz en el ciclo agrario), donde los conceptos de 'muerte' y 'resurrección' son los motores del acontecer de las cosas. 

Encontramos el pensamiento dualista  en la China milenaria con el Yin y el Yang. Son dos fuerzas opuestas y complementarias, presentes en todas las cosas. El yin es femenino y representa a la tierra; el yang es masculino y representa al cielo. 

Para el hinduismo la realidad se muestra en forma de contradicciones, que son las manifestaciones del Todo. 

El mazdeísmo o zoroastrismo data de mediados del segundo milenio a.n.e. y es originario del actual Irán. Explica la realidad por la eterna batalla entre el Bien y el Mal, la Luz y las Tinieblas. Dos espíritus -uno bueno y otro malo- están presenten en todos las seres vivos y en todas las cosas, originando el día y la noche, la muerte y la vida, etc.

En la Grecia clásica, Heráclito nos dice que el movimiento de las cosas obedece a la oposición de elementos contrarios, que se niegan unos a otros. Platón utiliza la dialéctica en sus 'Diálogos', donde nos presenta a Sócrates y sus preguntas, refutando ideas o afirmándolas y, en cualquier caso, acercándose a la verdad a través de este proceso. Aristóteles sostenía que la dialéctica es necesaria para establecer la base filosófica de la ciencia.

El dualismo también forma parte de los sistemas de creencias maniqueos así como de los gnósticos. El Gnosticismo fue una corriente de pensamiento muy importante en el cristianismo de los primeros siglos, hasta que fue declarado herético y perseguido; la lucha entre el Bien y el Mal explica al devenir de la realidad. Seguramente son corrientes gnósticas las que llegan hasta estos siglos de la Edad Media. El catarismo, que alcanzó su mayor difusión en los siglos XII y XIII en el sur de Francia, también recoge estas ideas. El hecho de que un símbolo templario sea el de dos jinetes sobre un caballo puede querer expresar esta forma de pensamiento dual.


La bailarina: la música de las esferas

La bailarina constorsiona su cuerpo habiendo llegado al éxtasis, a un estado alterado de conciencia. El baile simboliza el movimiento eterno del universo, la energía creativa del cosmos. Es como el baile de los derviches turcos, que tiene su origen en la India milenaria: el danzante evoca a los astros del cielo, que giran sobre sí mismos y alrededor del sol.

Los pitagóricos hablaban de la música de las esferas: los astros se mueven por proporciones matemáticas musicales. Esta creencia se mantuvo hasta el Renacimiento.


La bailarina que se prepara para bailar (al lado de un mujer-músico) y la bailarina que alcanza el éxtasis de la danza: es el movimiento de los astros, que giran sobre sí mismos y alrededor del sol.