Los laberintos del Maestrazgo


El laberinto de Chartres

El laberinto data de la primera mitad del siglo XIII.  Sus medidas son de 12.887 x 12.903 metros: no es un círculo perfecto pues el movimiento de la estructura en estos 800 años ha desplazado un poco el dibujo circular inicial debido al peso de los pilares del pasillo del templo. El camino del laberinto tiene un promedio de ancho de 34 cm., y 7,5 cm de muro separando los caminos. 

En el centro había una placa de bronce decorada con el combate entre Teseo y el Minotauro. Esta placa fue retirada en 1792 para ser fundida para la construcción de cañones para el ejército francés.

El anillo exterior está adornado por 112 “cúspides” encerrado dentro de 113 ”láminas”. En cualquier caso, el número sería de 114 en ambos casos, pues se han suprimido 2 cúspides y 1 lámina para dejar abierto el camino de entrada al laberinto. Algunas hipótesis mantienen que 112, al dividirlo por 4 (que son las divisiones principales de los caminos del laberinto) da 28, que serían los días de un mes lunar; sin embargo, el mes lunar tiene 29,5 días. La aparición del 28 tiene que ver con la numerología. El 28 es un "número perfecto" en la tradición hebraica y cabalística. El primer versículo del Génesis tiene 28 letras en su versión hebrea. También aparece este número en unos versículos del Eclesiastés.


El laberinto de Chartres.
Foto: www.jotdown.es/


El total del recorrido que se hace desde el inicio hasta llegar al centro es de 262,4 metros. Si el trayecto se hacía de rodillas, la duración del mismo sería de hora y media aproximadamente.

Chartres forma parte del conjunto de catedrales levantadas a imitación de la constelación de Virgo. Estas son, además de Chartres, las de Reims, Amiens, Bayeaux y Evreux. 

Después de la Edad Media, el carácter ritual del laberinto de Chartres se perdió. En el siglo XVI la Iglesia prohibió los laberintos por el carácter pagano de los rituales que en ellos tenían lugar. En el siglo XVII, el canónigo Suchet afirmaba que el laberinto era “una tonta diversión en la cual, aquellos que no tienen nada que hacer, pierden el tiempo en recorrerlo, yendo y viniendo.”

El laberinto sigue otros criterios de numerología. En su recorrido, vamos 13 veces al centro, como 13 son el número de lunaciones que corresponden a las vírgenes negras; el número 7 aparece en la cantidad de vueltas de 180º de cada cuadrante; el centro del laberinto tiene 6 pétalos. Los círculos son 12, el mismo número que las esferas del cielo. El laberinto, pues, es una imagen del Universo.

La virgen de la catedral es una virgen negra, que es una característica de los edificios religiosos que levantaron los templarios.

El laberinto de Chartres.
Foto:viajerosblog.com/



-> La magia de la luz en Chartres

 A las 12.00 h del solsticio de verano, el 21 de junio, el sol atraviesa un pequeño orificio del vitral de Sant Apollinaire e ilumina una baldosa que es diferente a las demás.

El 22 de agosto (que corresponde al 15 de agosto en el calendario juliano, fecha que se conmemora en todo el mundo católico como la Virgen de Agosto) la imagen de la Virgen de la vidriera central de la catedral se proyecta en el centro del laberinto.


Dibujo del laberinto de Chartres




RITUALES DE INICIACIÓN

-> Los laberintos franceses

Se sabe que en los laberintos franceses se recitaban oraciones cuando se recorría el laberinto de la catedral. El recorrido se hacía de rodillas.

También era habitual un juego de pelota en estos rituales. En la catedral de Sens, en un documento de 1413 el clero menor solicitaba que el Domingo de Resurrección “según la costumbre, se les permita jugar libremente el juego en el laberinto durante la ceremonia”. En la catedral de Auxerre está documentado de 1396 a 1538 que los celebrantes del laberinto, canónigos y capellanes, a la vez que decían una oración y ejecutaban una danza, realizaban también un juego de pelota. 

El canto parece ser el “Victimae paschali laudes” (Alabanzas a la Víctima de Pascua, un canto católico para la Misa del Domingo de Pascua.). Esta pieza trata de la muerte y resurrección den Jesucristo, es decir, es una alegoría a los cultos de muerte y resurrección de la Primavera, cuando la Madre Naturaleza renace después del período invernal. Es muy probable, pues, que el “Victimae paschali laudes”  sea una cristianización de un cántico pagano anterior.


El juego de pelota consistía en que el decano, en el centro del laberinto, lanzaba un balón de cuero a los celebrantes y estos se la devolvían. Es una alegoría del movimiento del sol. Acabado el ritual, todos se reunían todos en una sustanciosa comida. Es curioso constatar que el juego de la pelota de los aztecas tenía el mismo significado y que, al final, se sacrificaba a uno de los equipos, lo mismo que los celebrantes medievales hacían con su comida (sacrificio de los alimentos).

Fulcanelli escribe en "El misterio de las catedrales" que estos edificios son más bien “una basta concreción de ideas, de tendencias, de fe populares, un todo perfecto, ya que se trata de penetrar el pensamiento de los ancestros, sea cual fuere, el campo religioso, laico, filosófico o social”. 


Laberinto de Amiens.
Foto: reikiestesionica.blogspot.com.es


Apoya la hipótesis de la relación entre el laberinto y la alquimia el hecho de que lo encontramos en algunos manuscritos medievales como parte del proceso de transformación de la materia. También sabemos que al laberinto de Knosos se le llamaba “Absolum”, que es el nombre que los alquimistas dan a la piedra filosofal.

Su ritual es una alegoría de la vida: tiene un comienzo; un camino con sus idas y venidas y sus incertidumbres, pues cuando más cerca creemos estar del centro, más nos alejamos; un centro que es el punto más importante, donde al llegar a él hemos superado todos los obstáculos y nos colocamos a un nivel superior en el que hemos alcanzado nuestro ‘yo’ interior; y un camino de regreso hasta haber recorrido el total del trayecto para volver a empezar. 

Louis Charpentier dice al respecto que “se ha hablado mucho de simbolismo a propósito de esos laberintos. Y está fuera de duda que sea un símbolo alquímico (…). El hombre llegado al centro del laberinto, tras haberlo recorrido ritualmente, tras haberlo “danzado”, será un hombre transformado y, que yo sepa, en el sentido de una apertura intuitiva a las leyes y armonías naturales; a las armonías y a las leyes que él quizás no comprenderá, pero que sentirá dentro de sí, de las que se sentirá solidario y que serán para él el mejor test de verdad, como el diapasón es el test del músico”.

El laberinto va asociado, pues, a un ritual que se desarrolla a lo largo del camino que lo recorre y un final que es la meta que se persigue. Es un ritual de iniciación, un camino espiritual por el que, una vez alcanzado el centro, hacemos el trayecto de vuelta y regresamos a la vida real con un nivel espiritual más elevado.

Las danzas laberínticas o en espiral están extendidas por todo el Mediterráneo; se trata de movimientos circulares en los que los danzantes se alejan y acercan alternativamente al centro.