Los laberintos del Maestrazgo



El laberinto de Knosos


El laberinto se construyó debajo del templo de Knosos, donde habitaba el Minotauro, un monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre. Cada año había que sacrificar algunas doncellas para mantenerlo en calma. Pero una de ellas, llamada Ariadna, marcó su camino con un hilo, lo que permitió a su enamorado Teseo llegar hasta el monstruo y matarlo para, a continuación, rescatar a su amada y salir del laberinto.

El constructor del laberinto fue Dédalo, quien le había dado a Ariadna la idea de utilizar el hilo para poder llegar al Minotauro y luego huir. El rey Minos castigó por ello a Dédalo y a su hijo Ícaro encerrándolos en el laberinto, pero Dédalo construyó unas alas de cera que le permitieron salir del laberinto a él y a su hijo. Como Ícaro se quiso acercar demasiado al sol, sus alas de cera se derritieron, cayendo al mar donde murió.

Etsa historia está cargada de simbolismos: orgiástico (el monstruo al que se le entregan varias doncellas cada año), iniciático (el camino del laberinto, su entrada y salida; la lucha contra el Minotauro), culto solar (si uno se acerca demasiado al sol puede perecer)...



La lucha de Teseo y el Minotauro en el centro de un laberinto. Reproducido en un mosaico romano


Atestiguan de la existencia del laberinto de Knosos unas monedas del siglo III a.n.e., donde aparece dibujado.

En una jarra de vino etrusca en Tragliatella aparecen dos guerreros en cuyos escudos están dibujados una perdiz en un caso, y una oca o pato en el otro. Un demonio les acompaña, así como un laberinto parecido al de Knosos.
Monedas de la Grecia clásica con el laberinto de Knosos. (Fuente: wildwinds.com)



-> El laberinto como lugar de ritos orgiásticos y de iniciación



Para Fulcanelli derrotar al Minotauro significa hacernos con la energía primordial, como algo que tenemos que atravesar a partir de nuestros instintos más primitivos para llegar a la meta final, como en la obra alquímica. Añade que “la imagen del laberinto se nos presenta, pues, como emblemática del trabajo entero de la Obra, con sus dos mayores dificultades: la del camino que hay que seguir para llegar al centro –donde se libra el duro combate entre las dos naturalezas– y la del otro camino que debe enfilar el artista para dirigirse a aquel. Aquí es donde se necesita el hilo de Ariadna, si no quiere extraviarse en los meandros de la Obra y verse incapaz de salir”.

En la superficie del palacio de Knosos existía otro laberinto que nos da más claves sobre su significado. En este lugar se ejecutaba un baile siguiendo los caminos dibujados, dentro de los ritos orgiásticos y de fertilidad de la primavera. Estas danzas imitaban los movimientos de las perdices-hembra en su búsqueda del macho, un baile que se realizaba en aquellos momentos en toda la cuenca mediterránea, en el que la perdiz simbolizaba a la Diosa Luna. Hay que subrayar que en ese caso son las mujeres las que cortejan a los hombres, pues estamos en un momento en que el matriarcado tiene aún un peso considerable.

En Palestina se conocía como la “Pesach” o renqueante (el movimiento de la perdiz en celo es renqueante) y era un baile orgiástico que se ejecutaba siguiendo una espiral. Estas costumbres no fueron aceptadas en la religión judía: el profeta Jeremías las combatió particularmente.


-> El baile de la perdiz

La perdiz realiza una especie de danza en su periodo de celo, en el que va cojeando de una pata, lo que le provoca un caminar renqueante. Lo mismo que la paloma, la perdiz es una de los animales consagrados a Afrodita en la Grecia clásica. También hay danzas de la perdiz en varios países de América Latina, aunque aquí la perdiz (lo femenino) se enfrenta a un gavilán (lo masculino). En España aún se baila el “Baile de los Enamorados” o “Baile de la Perdiz” en el pueblo de Alija del Infantando (León), en el que se cantan versos como éstos:

“La culebra en el espino, / y yo canto en tu ventana / espejo de cristal fino. (…)
“Ya está el pájaro, madre, / puesto a la esquina, / esperando a que salga la golondrina; / la golondrina sale de pico leve, / ojitos de azabache, casarse quiere.”

En Alija del Infantando son las mozas casaderas las que abren el baile, colocándose delante del mozo que más les gusta. Si el varón se suma a los pasos de danza con el que la muchacha se le había insinuado, al final ella sacará al muchacho del círculo del centro de la plaza (¿recuerdo de un laberinto?) y se marcharán juntos.


-> El baile de la grulla

También se asocian los laberintos al llamado “baile de la grulla” o “geranos”, por su nombre en griego. En la antigua Grecia se trataba de imitar los movimientos de estas aves: la isla de Delos -uno de los lugares más sagrados para los helenos- era escenario de esta danza, así como la isla de Naxos, donde se dice que desembarcó Teseo después de matar al Minotauro y llevó consigo el arte de esta danza.

En la China de hace 2.500 años se realizaba un baile con el nombre de “danza de las grullas blancas”; todavía en Corea se realiza un baile de la grulla en el que se imita a las grullas de Manchuria.

La Iliada de Homero nos habla de un baile en el que muchachas y muchachos van cogidos de la muñeca haciendo formas circulares y diversos corros que se mueven en direcciones contrarias. Teseo habría danzado de esta forma tras dar muerte al Mionotauro, bailando con los supervivientes del laberinto; los corros en distintas direcciones simbolizarían los movimientos en el laberinto, su entrada y salida.

Tito Livio nos cuenta que este baile se interpretaba por mujeres cogidas de unas cuerdas (imitando al hilo de Ariadna): "con la cuerda en las manos, acompasando su paso con el canto, caminaban las doncellas”.

El baile del laberinto simboliza el proceso de muerte (al principio, cuando se comienza caminando hacia el Oeste o puesta del sol) y resurrección (al final, cuando se sale en dirección al Este o nacimiento del sol). Las fechas de estos rituales eran en otoño, posiblemente en torno al equinoccio de septiembre (23 de septiembre), que es la época de la migración de las grullas, y en torno al equinoccio de primavera (21 de marzo), que es cuando renace la naturaleza y se acaba el duro invierno.

Un conductor del coro o “gernulkos dirigía los pasos de los danzantes.