Los laberintos del Maestrazgo




Un poco de Historia


El hombre ha dibujado laberintos desde hace milenios, en culturas tan diferentes en el tiempo y en el espacio como la neolítica desde Siria hasta Irlanda, la egipcia, la griega (el de Eleusis, por ejemplo, que se recorría danzando), la etrusca, la inca, la nórdica o los indios norteamericanos.

El más famoso de la antigüedad es el laberinto cretense de Knosos, pero el mayor de todos es el de Hawara, en Egipto, 100 veces más grande según Plinio.


Moneda con la inscripción "Knosos", que reproduce el famoso laberinto

En Noruega nos quedan más de 600 laberintos de un solo sendero. Datan de los comienzos de la Edad Media, algo más de 1.000 años. Los pescadores hacían algún tipo de ritual en ellos antes de salir a pescar al mar para que los malos espíritus quedaran atrapados dentro del laberinto y así asegurar el éxito de la pesca y sus propias vidas.

En China se dibujaban laberintos a la entrada de los edificios, pues se creía que los malos espíritus quedaban atrapados en ellos ya que no se podían desplazar por las líneas curvas.

En los alrededores de Bossiney (Cornualles, Gran Bretaña) se descubrió un laberinto que era el lugar donde se guarecían los cuervos. Se cree que el alma del rey Arturo se alojó en este animal.

En nuestro país, el laberinto de Mogor, en Galicia, se remonta al 3.000 a.n.e. En esta zona abundan los grabados en forma espiral, circular y laberíntica. También hay que destacar el laberinto de Arcera, en Cantabria, en una iglesia del siglo XIII.


El laberinto de Mogor, Galicia



Laberinto de Arcera, Cantabria

Los indios hopi dibujaban laberintos en sus tejidos y enseres; para los hopi el laberinto es una representación de la Madre Tierra y su recorrido nos lleva al renacimiento (por lo tanto, a una muerte iniciática) y a un nivel superior de conciencia.

Los primeros laberintos medievales son del norte de Italia en el siglo XII y de allí pasaron a Francia en el siglo siguiente. En Francia hubo laberintos en varias catedrales, seguramente bajo la influencia de la Orden del Temple, siendo el más famoso el de Chartres, que fue tomado como modelo en otros templos europeos.

Los laberintos de los centros religiosos han ido desapareciendo y ya quedan muy pocos en Europa. La Iglesia no estaba de acuerdo con los ritos que se hacían en ellos. En el siglo XVII se suprimió el de Auxerre; en el siglo XVIII se hizo lo mismo con el de Sens, el de Reims y el de Arras, y en el siglo XIX con el de Amiens, que, no obstante, se volvió a recomponer.

Desde finales de la Edad Media se construyen jardines en forma de laberintos, como elementos ornamentales, ya lejos del sentido ritual que tuvieron en siglos anteriores. Reyes y nobles se divertían paseando por estos laberintos vegetales o situaban en ellos sus citas amorosas. Esta costumbre tuvo un momento álgido en el Barroco y ha perdurado hasta nuestros días.


Laberinto vegetal de Hampton Court, Gran Bretaña. Tiene un sentido ornamental y no ritual.

En el siglo XVIII la Iglesia Católica trató de “cristianizar” los laberintos medievales estableciendo que en realidad eran “caminos de Jerusalén”, es decir, sucedáneos de la peregrinación a la Ciudad Santa en momentos en que estaba en poder de los musulmanes y no se podía acceder a ella. No hay documentación alguna en este sentido anterior a ese siglo. Si los laberintos fueran “caminos de Jerusalén” la Iglesia no los habría ido destruyendo y no habría condenado los rituales que se hacían en ellos. En este sentido, es interesante constatar que en prácticamente ningún laberinto encontraremos el signo de la cruz.


-> El labrys

La palabra “laberinto” deriva de la voz griega “labrys”, nombre que tiene un hacha de doble filo que ha tenido un uso ritual durante milenios. Asociadas siempre al culto a la Diosa Madre, hay representaciones del labrys en el Paleolítico y en el Neolítico, pero es en la Creta minoica (2.000 años a.n.e.) y en la antigua Grecia donde este objeto alcanza su plenitud simbólica. Parece ser que las sacerdotisas cretenses utilizaban labrys para sacrificar a los toros. 

Con el triunfo del patriarcado, son los dioses masculinos quienes portan el labrys como atributo de los dioses del trueno, como es el caso de Zeus o, en el norte de Europa, de Thor y su martillo. En África lo utiliza el dios del trueno Changó. A pesar de todo, siguió manteniéndose como un atributo de diosas femeninas, como Démeter y Artemisa.

Labrys


-> El laberinto como mandala

El laberinto es como un mandala, un espacio sagrado que representa el macrocosmos y el microcosmos, el eterno movimiento de muerte y resurrección de los ciclos de la naturaleza y de los seres humanos.

Para Xavier Musquera “el laberinto es, esencialmente, un cruce de senderos que se mezclan en un espacio lo más reducido posible para retardar el acceso al centro que se desea alcanzar. Se trata de un viaje iniciático, sólo permitido a los elegidos. En ese sentido, este simbolismo tiene íntima relación con el mandala que suele presentarse con aspecto laberíntico y posee las mismas propiedades”.




-> El Juego de la Oca

El Juego de la Oca es una guía simbólica del Camino de Santiago y también tiene el carácter ritual del laberinto, aunque su movimiento, al ser en únicamente espiral, es más simple. Su objetivo es llegar a una casilla central, así como el del Camino es llegar a los lugares iniciáticos gallegos. En ningún caso es una competición. La referencia más antigua del Juego de la Oca la tenemos en el juego egipcio del Senet, por el que se trataba de llegar al seno de la Madre Tierra.

También se asocia al proceso alquímico. Para Fulcanelli, “el Juego de la Oca es el laberinto popular del Arte Sagrado y compendio de los principales jeroglíficos de la Gran Obra (…) Y nuestro Mercurio filosófico es el pájaro de Hermes, el cual se da también el nombre de Oca o Cisne, y a veces el Faisán”.



El Juego de la Oca tiene el carácter ritual del laberinto