Un poco de Historia
Leyre siglo IX. La visita de san Eulogio de Córdoba
La
visita de san Eulogio de Córdoba a Leyre en el 848 es la primera noticia
histórica que tenemos de este monasterio. La actividad religiosa en este lugar
se debe remontar, pues, a los primeros siglos de la Edad Media, como una
continuidad de cultos precristianos mucho más antiguos. Folleto informativo: "La primera noticia sobre Leyre aparece en una carta que en 848 san Eulogio de Córdoba remite al obispo de Pamplona; en ella, se alaba la observancia y rigor de la comunidad monástica regida por le abad Fortún, que custodiaba una maravillosa biblioteca".
Eulogio de Córdoba estaba haciendo un viaje a la Germania y paró un tiempo en varios monasterios
de Navarra y Aragón, entre ellos el de Leyre. En estos centros religiosos pudo
hacerse con una serie de obras que luego ayudarían en su labor entre la
comunidad cristiana residente en la musulmana Córdoba. Concretamente, Leyre le
proporcionó una “Vida de Mahoma”, obra que condenaba la religión árabe, según se
relata en un documento de Álvaro de Córdoba, que habla del viaje de Eulogio:
“Estando yo en Pamplona y viviendo en el monasterio de Leyre, la curiosidad de
saber hízome registrar todos los libros allí conservados. De improviso cayeron
mis ojos en las páginas de un opúsculo sin nombre de autor, que contenía la
siguiente historia acerca del nefando profeta: Nació el heresiarca
Mahoma...”.
Ubicación del Monasterio de Leyre (mapa: Repsol) |
Eulogio
hace referencia a Leyre en una carta al obispo de Pamplona: “me detuve muchos
días en el monasterio de Leyre, donde conocí varones muy señalados en el temor
de Dios”. Al final de la carta, saluda “a Fortún, abad del monasterio de Leyre
con toda su comunidad”.
Del
viaje de Eulogio se deduce que ya en el siglo IX en Leyre había una vida
monástica bien consolidada y con una biblioteca importante, lo que lo
convertían en un centro cultural del primer orden.
¿Origen carolingio de Leyre?
El origen del monasterio pudo estar en la época de Carlomagno, que puso en marcha una cantidad importante de centros religiosos a lo largo de toda su reino y, con mucha probabilidad, su obra pudo llegar al otro lado de los Pirineos, cuando creó la Marca Hispánica y necesitaba de centros religiosos que cohesionaran la vida de las gentes en torno a las autoridades cristianas. Pero no hay evidencia histórica alguna en este sentido.
Las santas Nunilo y Alodia
A
mediados del siglo IX se trasladaron a Leyre los restos de las santas Nunilo y
Alodia. Se trataba de realzar aún más la importancia del monasterio, en un
momento en que el culto a las reliquias tenía un gran predicamento entre los
fieles cristianos. Folleto informativo: "Con la llegada de las reliquias, el monasterio atrajo significativas donaciones que consolidaron su definitivo afianzamiento".
Nunilo
y Alodia fueron dos hermanas que vivieron cerca de Alquézar (actual Huesca), de
padre convertido al Islam y madre cristiana. Al reiterarse en su fe cristiana,
fueron decapitadas en Huesca. Pocos años después sus restos fueron trasladados
a Leyre, donde permanecerían durante 1.000 años en una arqueta arábigo-persa.
En Navarra existe una gran devoción por las dos santas, como un fenómeno
característico del monasterio de Leyre.
Hay
un trasfondo matriarcal en esta historia, pues las que mantienen la fe
“verdadera” son mujeres y quien se ha convertido a la fe “falsa” es un hombre.
Finalmente, triunfa ‘manu militari’ el patriarca de la familia.
La arqueta arábigo-persa
Actualmente se guarda en el Museo de Navarra, de Pamplona. Está hecha en marfil en el taller de Madinat Al-Zahira (Córdoba) en el 1004-1005 por varios maestros musulmanes.
La leyenda exterior dice: "En el nombre de Alá, Bendición de Alá, Prosperidad, Alegría, esperanza de obras buenas, Retraso del momento supremo para el Hayib Sayf al-Dawla Abd Al-Malik Ibn Al-Mansur (hijo de Almanzor) ¡Dios le asista! De lo que mandó hacer por orden suya bajo la dirección de Fatá Al-Kabir Zuhayr Ibn Muhammad Al-Amiri su esclavo. Año cinco y noventa y trescientos".
La leyenda interior: "Fue hecho por Faray con sus discípulos".
Las dimensiones de la arqueta son: 22 x 35 x 22 cm.
Los siglos X y XI. Esplendor de Leyre. Panteón de los reyes de Navarra
El
naciente reino de Navarra mantuvo, durante muchos períodos,
relaciones de amistad y sumisión con los musulmanes de los Beni-Casi, que
dominaban el valle del Ebro. Estos eran los descendientes de un linaje
hispanorromano -los Casio, de ahí el nombre de Beni Casi- cuyos miembros se
habían convertido al Islam en el siglo VIII. En
otros momentos, los monarcas navarros buscaron la alianza con los asturianos
para deshacerse de la supeditación a sus vecinos del sur.
Navarra fue atacada por los musulmanes de Abderramán III
en el 920, quien tomó una Pamplona abandonada por su población y destruyó y
saqueó su catedral.
El ataque de Abderramán III propició que el monarca y su corte se refugiaran en Leyre. Era una zona muy al norte, montañosa y defendible. Nos lo cuenta el jesuita P. Zacarías Villada: “En 860 se pone la ocupación de Navarra por árabes, conducida por Mahomet I, emir de Córdoba. Huyendo de su ferocidad se refugiaron el obispo y clero de la iglesia mayor de Pamplona en el monasterio de Leyre, quien por su situación entre montañas, estaba cubierto de cualquier golpe de mano.”
El ataque de Abderramán III propició que el monarca y su corte se refugiaran en Leyre. Era una zona muy al norte, montañosa y defendible. Nos lo cuenta el jesuita P. Zacarías Villada: “En 860 se pone la ocupación de Navarra por árabes, conducida por Mahomet I, emir de Córdoba. Huyendo de su ferocidad se refugiaron el obispo y clero de la iglesia mayor de Pamplona en el monasterio de Leyre, quien por su situación entre montañas, estaba cubierto de cualquier golpe de mano.”
Se
abre así la época de esplendor para el monasterio, que se convierte en el más
importante de Navarra, situación que durará hasta el siglo XI. El
obispo de Pamplona se elegía entre los monjes de Leyre, pues la sede episcopal
del obispado pamplonica se mantuvo en Leyre hasta el 1023. Por ello, era normal
que el abad del monasterio y el obispo de Pamplona fueran la misma persona.
Nuevos
ataques de Almanzor y Abd-al-malik destruyeron la iglesia del monasterio a
finales del siglo X. Ello daría lugar a importantes construcciones en los años
siguientes: los trabajos arqueológicos revelan la existencia de una iglesia
románica de tres naves, muy modesta como era lo normal en el siglo X, sobre la
que se levantaría la gran nave gótica del siglo XIV.
En
1057 se consagró una iglesia que seguramente era la reparación de la
construcción anterior, destruida por Almanzor. La gran cabecera y la cripta
románicas, que hoy podemos contemplar, marcan el comienzo del románico navarro
y de otros grandes templos en España. Es la culminación de la obra de Sancho el
Mayor, que había fallecido en 1035 y había sido educado en el monasterio; este
rey fue en su tiempo el más poderoso de la Península, gobernando sobre Aragón,
Navarra, Castilla y parte de León. También en estas fechas tomaban cuerpo los
monasterios de San Juan de la Peña (Huesca), San Millán (Rioja), Oña (Burgos) y
otros, lo que constituía la forma de cohesionar ideológicamente a los
territorios sobre los que Sancho el Mayor reinaba y justificar el dominio de
nobles y eclesiásticos en unas sociedades que marchaban hacia el feudalismo.
Este monarca se refería a Leyre como “centro y corazón de mi reino”.
Folleto informativo: "Durante el siglo X Leyre tutela el naciente Reino de Pamplona, pues los reyes buscaban a menudo la sabiduría y el consejo de los monjes. Es más, Sancho el Mayor (1004-1035) se forma entre sus muros y lleva al monasterio al momento de máximo esplendor, cuando sus abades eran también obispos de Pamplona. Célebre es la frase de este rey al referirse a Leyre: 'EL monasterio más antiguo y querido de mi reino'."
Folleto informativo: "El monasterio queda bajo la influencia del espíritu y la observancia de Cluny en 1030, al tiempo que se desarrollaba la ruta jacobea, y funcionó como aglutinador de una amplia constelación de monasterios dependientes (San Salvador de Cisa, San Salvador de Ibañeta, Santa María de Landazábal o San Agustín de Larrasoaña) que albergaban a los peregrinos procedentes de las rutas de los valles de Roncal y Salazar."
Una
nueva consagración tiene lugar en 1098. Se supone que se trataba de nuevas
construcciones, pero no tenemos referencia de estas obras, que desaparecieron
con la reforma gótica de los siglos XIII y XIV. Al acto asistieron una cantidad
importante de dignatarios eclesiásticos y nobles, entre ellos el monarca
navarro y el obispo de Pamplona, y se dio cuenta de una cantidad importante de
nuevas donaciones.
Leyre
era una de las paradas más importantes en el renacido Camino de Santiago
aragonés, que sigue el río Aragón y pasa por Jaca y San Juan de la Peña.
El monasterio es considerado como el panteón de los reyes navarros, pues muchos de estos
monarcas están enterrados aquí. Ya
desde el siglo IX se produjeron enterramientos de personalidades importantes de
la sociedad navarra; parece ser que el lugar de inhumación en aquel momento era el pórtico del
templo.
Folleto informativo: "De la mano de la reforma cluniacense y de la recepción de nuevos recursos económicos durante los reinados de García el de Nájera y Sancho el de Peñalén, llegó a Leyre el arte románico -primer gran movimiento artístico europeo- cuyo efecto se dejó sentir en la construcción de la célebre cripta, la cabecera del templo, parte de la iglesia y la torre campanario.
"En el siglo XII, en vistas a una renovación espiritual, la abadía se incorporó a la reforma monástica del Císter, introducida por el abad Domingo de Mendavia apoyado por Teobaldo I.
"En 1836, con la ley de desamortización de Mendizábal, desaparece la vida monástica de Leyre.
"Tras décadas de abandono y una compleja restauración promovida por la Diputación Foral de Navarra, en 1954 una nueva comunidad de monjes benedictinos, procedentes de Santo Domingo de Silos, restaura la vida monástica."
La leyenda de san Virila
Virila era abad del monasterio en el siglo X. Es un personaje real, pues así acredita un documento del 928. Su culto estaba muy implantado en los tiempos de Sancho el Mayor, en el siglo XI.
Parece ser que a Virila le preocupaba el misterio de la eternidad. El salmo 89 le obsesionaba: “mil años en tu presencia son un ayer que pasó”. Pedía a Dios que le desvelase el secreto de la eternidad. Un día salió a pasear por los alrededores del monasterio. Cuando llegó a una fuente oyó el canto de un ruiseñor. Al cabo de un rato, volvió a su residencia, pero resultó que el monje de la puerta no lo reconocía; tampoco él reconocía a los monjes de Leyre que desfilaban ante sus ojos. Finalmente, le dejaron pasar ante su reiterada insistencia.
Al poco tiempo, un monje que estaba leyendo libros antiguos descubrió que 300 años atrás el abad era un tal Virila, que había desaparecido tras un paseo por el bosque. Cuando comunicó a todos su hallazgo, se oyó una voz que, desde lo alto, decía: «si tan pronto te pasaron los trescientos años escuchando el canto de un ruiseñor, imagina cómo pasará el tiempo en compañía del Altísimo». De esta forma fue revelado a Virila el misterio de la eternidad.
Existen otras leyendas similares a lo largo del Camino de Santiago: las Cantigas de Alfonso X el Sabio recogen la historia de los gallegos san Amaro y san Ero. Por otra parte, el tema se repite en Portugal, Francia, Bélgica, País de Gales, Alemania y otros lugares de Europa.
Estas leyendas nos están contando un ‘viaje en el tiempo’ en el que la música de un pájaro sirve para entrar en un estado alterado de conciencia, en un relato sobre la teoría de la relatividad de Einstein unos cuantos siglos antes de que fuera formulada.
El lenguaje de los pájaros nos introduce en niveles superiores de conciencia. En ese momento, no existen ni el tiempo ni el espacio. El canto del pájaro sería una forma en que se manifiestan los mensajes de los dioses.
La decadencia a partir del siglo XII
Como
en otros muchos monasterios del norte de España, el traslado del foco de la
Reconquista a tierras más meridionales marca el inicio de su decadencia.
A
esto se añade el hecho de la independencia de Navarra respecto al Reino de
Aragón cuando Ramiro el Monje sube al trono (siglo XII). La nobleza navarra
aprovechó la crisis aragonesa a raíz de la muerte de Alfonso I el Batallador
para proclamar su reino. Leyre se había mantenido en este conflicto del
lado aragonés y el nuevo monarca navarro le pasó factura por ello, privilegiando
al obispado de Pamplona.
Un
pleito que durará casi un siglo trataba de dilucidar si Leyre estaba sometido o
no a la obediencia del obispado de Pamplona. En 1100 el Papa dictó una Bula en
la que establecía que Pamplona era el centro de su diócesis y que tenía
autoridad plena sobre todas sus iglesias y monasterios, lo que abarcaba también
a Leyre.
En 1239 se resolvió el paso de Leyre de la disciplina benedictina a la
disciplina cisterciense, como estaba siendo la tónica general en muchos
monasterios europeos. Pero la reforma encontró una fuerte resistencia entre los
monjes de Leyre, que durante 70 años se opusieron a aceptar la norma del
Císter. Los
nuevos tiempos se reflejan en la nave gótica de la iglesia. La bóveda es la más
bella y mejor construida de las iglesias de Navarra.
En
el siglo XVI sólo quedaban 10 religiosos y algunos hermanos, aunque las
posesiones materiales de Leyre continuaban siendo importantes. Prácticamente la
vida intelectual había desaparecido.
A pesar de todo, por estas fechas se produjo un cierto resurgir de la vida religiosa y
cultural en Leyre. De 1562 a 1640 se construyó un nuevo monasterio, que es el
que hoy podemos contemplar, a continuación del ala sur de la iglesia.
Anteriormente, el monasterio del siglo X se levantaba justo en el lado opuesto
y seguramente en el siglo XVI amenazaba ruina. La participación del Leyre en la
Congregación Aragonesa-Navarra del Císter reportó muy buenos resultados. Cada
año 3 monjes iban a estudiar a los los Colegios de Estudios Superiores de la
Congregación y la biblioteca del centro creció en volúmenes. El nivel
intelectual salió de un letargo de varios siglos.
La catástrofe del siglo XIX y el resurgir en
el siglo XX
El
siglo XIX ha sido nefasto para el monasterio. En 1809 (Guerra de la
Independencia), 1820 y 1836 (Desamortización), los monjes tuvieron que
abandonar Leyre. No volverían hasta mediados del siglo XX. La última
congregación de 1836 la formaban 11 sacerdotes, 2 estudiantes y 5 hermanos. Pero nadie compró el monasterio, que se convirtió en refugio de pastores.
Las
reliquias de san Virila y de las santas Nunilo y Alodia abandonaron el
monasterio y fueron depositadas en otros centros religiosos. Los archivos y la
biblioteca quedaron incautados. El Panteón real fue profanado y los huesos de los
monarcas quedaron extendidos por tierra. Leyre fue saqueado año tras año; todo
era ruina, los edificios se caían.
A
partir de la segunda mitad del siglo XIX se llevaron a cabo algunas obras de
mantenimiento. Se recuperaba la conciencia de la importancia religiosa,
histórica y cultural de Leyre. La II República comenzó unas excavaciones, que
se tuvieron que interrumpir a causa de la guerra civil. En 1954 se recuperaba
la vida monástica y en 1979 se nombraba al nuevo abad. La
congregación era entonces de 30 monjes.