Románico de la Vall de Boí, Lleida


Boí, iglesia de Sant Joan. 

Las pinturas murales


PINTURAS EN LA PORTADA. La puerta del lado sur es la original y se ubicaba bajo un pórtico, hoy desaparecido. Contiene pinturas murales que representan una Teofanía (aparición de Dios a los hombres) y un crismón con 4 ángeles, el sol, la luna y varias personas (una de ellas, un profeta o un evangelista, con un libro.

Las pinturas de la portada


PINTURAS DEL INTERIOR. EL MISTERIO DE LOS JUGLARES. Las pinturas datan del 1100 y se conservaron en un buen estado, debido a que quedaron protegidas bajo una capa de pintura blanca en el siglo XVIII. Las pinturas que podemos contemplar son réplica de las originales, que se llevaron al Museu d’Art de Catalunya.

Las pinturas datan del 1100 y se conservaron en un buen estado


Las pinturas que podemos contemplar son réplica de las originales, que se llevaron al Museu d’Art de Catalunya.




Las pinturas continuaban por encima de las bóvedas modernas de las naves laterales y se extendían igualmente hacia el exterior, alrededor de la puerta tapiada de la fachada principal

La escena de los tres juglares, uno tocando un harpa, otro es un malabarista y el otro un contorsionista con espadas en su boca



Lapidación de San Esteban



La evidencia de estas pinturas contribuyó  la toma de conciencia de que las iglesias románicas habitualmente tenían decoraciones pictóricas

Un cojo con su mano en su sexo, debidamente “censurado”



La Junta de Museus del Institut d’Estudis Catalans decidió llevar a término el primer inventario de las pinturas murales medievales de Catalunya

Decoración en zig-zag, indicando que este punto es un lugar de fuerte energía telúrica


Se distinguen varias escenas: las profecías del profeta Daniel; la  lapidación de San Esteban, el primer santo cristiano martirizado; la bestia apocalíptica de siete cabezas, que formaría parte de una escena del Juicio Final; la escena de los tres juglares, uno tocando un harpa, otro es un malabarista y el otro un contorsionista con espadas en su boca; un cojo con su mano en su sexo, debidamente “censurado”, y varios animales: gallo, dromedario, y otros fantásticos. El tema de los tres juglares es el tema profano por excelencia de esta iglesia, en una escena que destaca por sus dimensiones dentro del conjunto de las pinturas.

Animales fantásticos cargados de simbología decoran las paredes de este templo


Cartel informativo: “A pesar de su desfiguración, el edificio ofrecía una interesantísima información sobre el tratamiento pictórico de los muros. Tal como recoge mosén Gudiol, en la cerraduras de pared antiguos había “restos de pinturas de gran carácter bizantino”, es decir, románicas. Estas continuaban por encima de las bóvedas modernas de las naves laterales y se extendían igualmente hacia el exterior, alrededor de la puerta tapiada de la fachada principal, en un rarísimo ejemplar de portada pictórica. Pero lo que más llamó la atención de Puig i Cadalfach fue la decoración pintada que había por debajo de los frescos románicos que era, por consiguiente, más arcaica, consistente en un perfilado en blanco de las juntas de los sillares, decoración que continuaba también en el exterior.

Varios animales: gallo, dromedario, y otros fantásticos


La bestia apocalíptica de siete cabezas formaría parte de una escena del Juicio Final


“La evidencia de estos testimonios y de los que encontrarían en las siguientes iglesias contribuyó  la toma de conciencia de que las iglesias románicas habitualmente tenían decoraciones pictóricas. Así, la Junta de Museus del Institut d’Estudis Catalans decidió llevar a término un inventario de las pinturas murales medievales de Catalunya, que precedió a las campañas de comienzos de los años veinte. Sería en esta época cuando comenzaría a cuajar la idea, planteada ya por Puig i Cadafalch justo después de la expedición, de recuperar el estado original de la iglesia de Sant Joan de Boí (y también de los otros edificios transformados), que resultó del levantamiento de planos de Josep Danés i Torras hacia los años 1922-1923 y que también incluía un proyecto de restauración. Pasarían aún más de cinco décadas hasta que esta aspiración se hiciera realidad en el último cuarto del siglo XX (incluida la cuidadosa reproducción de las pinturas de Sant Joan de Boí en los lugares originales). Se cerraba un círculo que ponía de manifiesto la voluntad de revalorizar el patrimonio de los valles pirenaicos."