El paso del Ebro por Amposta


La Batalla del Ebro


La Batalla del Ebro transcurrió de julio a noviembre de 1938 entre la comarca de la Terra Alta (Tarragona) y la zona oriental de Zaragoza (Mequinenza), con acciones en la zona de Amposta. Fue la batalla de toda la guerra civil en que participaron más soldados.

Inicialmente la iniciativa fue republicana. Las tropas fascistas fueron cogidas por sorpresa, pero finalmente se impuso la superioridad de los sublevados en armamento, aviación y hombres. Recordemos que la frontera francesa estaba cerrada desde junio de 1938; las autoridades galas no dejaban pasar un armamento que era imprescindible para los soldados republicanos. Finalmente, las tropas de la República Española se vieron obligadas a cruzar el Ebro de regreso; la guerra duraría tan sólo unos cuantos meses más.

El 22 de enero de 1938 los republicanos habían perdido Teruel, a lo que siguió una ofensiva fascista por Aragón, y a continuación la toma de Lleida y la llegada al Mediterráneo por Vinaroz el 15 de abril. La República española quedaba dividida en dos: Catalunya y Madrid y alrededores hasta llegar a Valencia.

La Batalla del Ebro (fuente: Wikipedia). Las tropas fascistas fueron cogidas por sorpresa, pero finalmente se impuso la superioridad de los sublevados en armamento, aviación y hombres.



Motivos de la batalla: Valencia y la situación internacional. 

Ante el peligro de perder Valencia, el Estado Mayor de la República estableció un plan de contraataque. Cartel informativo: "El Estado Mayor Central del Ejército de la República, dirigido por el general Vicente Rojo Lluch, ante las llamadas angustiosas de las autoridades militares encargadas de la defensa de Valencia, concibió una audaz acción ofensiva que se realizaría en el frente del Ebro. Mediante un ataque nocturno por sorpresa la noche del 25 de julio de 1938. La operación contaría con dos acciones: un ataque principal que se ejecutaría en el amplio arco fluvial situado entre las localidades de Ribarroja de Ebro y Xerta y dos acciones secundarias de distracción realizadas al norte (Mequinenza-Fayón) y al sur (Amposta)."

Uno de los objetivos principales era la toma de Gandesa, importante centro de comunicaciones, y la consolidación de una serie de cabezas de puente al otro lado del río. Era un plan tremendamente audaz, pues en todos los tratados militares se considera a lo grandes ríos como barreras infranqueables y no se aconseja que se entable una batalla como la que se había planeado.

Por otra parte, la Batalla del Ebro se produjo en el marco de la crisis de los Sudetes, preludio y anuncio seguro de la Segunda Guerra Mundial, que estallaría pocos meses después de terminada la guerra española. Era del todo necesario mostrar que la República aún resistía y alargar la guerra hasta que estallase la guerra europea, para que la postura de las “democracias” occidentales cambiase y se posicionase favorable a República española; con el apoyo occidental, el signo de la guerra hubiera cambiado en nuestro país.

Unidad de transmisiones del Ejército republicano camino del frente. Ante el peligro de perder Valencia, el Estado Mayor de la República estableció un plan de contraataque. Es el origen de la Batalla del Ebro.



El ejército republicano. 

El ejército republicano contaba en julio de 1938 con unos 100.000 hombres. Ante la falta de combatientes se recurrió a la “quinta del biberón”, soldados de entre 17 y 18 años, sin experiencia, aunque la mayoría de los combatientes ya habían participado en varios frentes y tenía un nivel de combate muy elevado. El armamento no tenía la potencia del ejército fascista; sobre todo fue clave la superioridad aérea de los sublevados.

Se creó la Agrupación Autónoma del Ebro, luego denominada como “Ejército del Ebro”, con el teniente coronel Juan Guilloto León «Modesto» como comandante, el mayor de ingenieros José Sánchez Rodríguez como Jefe del Estado Mayor y el comisario general Luis Delage García como comisario.

Formaban el Ejército del Ebro el XV Cuerpo de Ejército, dirigido por el teniente coronel Manuel Tagüeña, el V Cuerpo de Ejército bajo el mando del teniente coronel Enrique Líster, el XII Cuerpo de Ejército bajo el mando del teniente coronel Etelvino Vega y el XVIII Cuerpo de Ejército.

Las tropas republicanas pasan el Ebro. Se creó la Agrupación Autónoma del Ebro, luego denominada como “Ejército del Ebro”, con el teniente coronel Juan Guilloto León «Modesto» como comandante.




El ejército fascista. 

El ejército fascista estaba integrado por el Cuerpo de Ejército Marroquí, bajo el mando del general Juan Yagüe, que recibió el refuerzo del Cuerpo de Ejército del Maestrazgo y del Tercio de Montserrat (carlistas catalanes).

El número de soldados, equivalente al de los republicanos al comienzo de la batalla, fue 1,5 veces superior al final de la misma.

Tropas republicanas asaltan una posición enemiga


El paso del río 25 de julio de 1938 toma a los fascistas por sorpresa. 

El 25 de julio a las 00,15h, en una noche sin luna, Tagüeña y su XV y Lister y su V Cuerpo de Ejército cruzan el río en diversos puntos.

Las tropas de Lister pasan con 90 barcas, cada una con 10 hombres, tres puentes de pontones y 12 de otro tipo, 22 tanques T-26 y 4 compañías de carros blindados. EL batallón Hans Beimler, formado por alemanes, escandinavos y catalanes, es el primero en pisar la orilla derecha del Ebro.

En el bando fascista, la 50ª División del Cuerpo de Ejército Marroquí ya había avisado de los preparativos republicanos, pero los altos mandos no le habían hecho caso. El ataque fue una sorpresa total que provocó el pánico y la desorganización entre las fuerzas sublevadas.

Entre Mequinenza y Fayón, 9.500 hombres de Tagüeña establecen una cabeza de puente y hacen prisioneros a un regimiento de infantería enemigo. Pero, faltos de apoyo artillero, no pueden continuar avanzando y quedan como un bolsa de 15 km de profundidad, aislados del resto de Ejércitos.

En la zona de Amposta, la XV Brigada Internacional libra una batalla de 18 horas y con ello retiene a la 105ª División fascista, que no puede acudir en apoyo de la zona central, permitiendo el paso de tropas republicanas aguas arriba. Las bajas por ambos bandos fueron enormes.

En total, se han creado dos cabezas de puente y ocupado todos los pueblos ribereños. Lister avanza 50 km y llega a las inmediaciones de Gandesa.

Los soldados fascistas retroceden, muchos desertan, 5.000 son hechos prisioneros. Rápidamente traen refuerzos de otras zonas: Valencia y Andalucía, con lo que se paralizan las acciones militares en Levante y decae la presión sobre la capital valenciana.

Tanquistas republicanos en el frente del Ebro. En los primeros momentos, se crearon dos cabezas de puente y ocupado todos los pueblos ribereños. Lister avanzó 50 km y llegó a las inmediaciones de Gandesa.



Problemas logísticos republicanos. Los fascistas cuentan con una aviación mucho más potente y numerosa. 

Frente la potente aviación fascista -que cuenta con los excelentes aparatos y aviadores de la Legión Cóndor-, la aviación republicana es escasa. Los aviones fascistas bombardean incesantemente las posiciones gubernamentales, los pontones y las cabezas de puente durante los meses que duró la batalla. Únicamente los republicanos pueden contar con alguna artillería antiaérea de la DECA (defensa antiaérea republicana), que hizo un excelente trabajo.

El río también plantea sus problemas: no es fácil pasar los tanques T-26; se necesita un puente de hierro y mucho tiempo para construirlo. Por otra parte, los fascistas abrieron las compuertas de los embalses de Tremp y de Camarasa, consiguiendo que la crecida del río arrastrase a soldados y pasarelas. En este sentido, también hay que recordar el encomiable trabajo de los ingenieros republicanos, que no cesaron en su tarea de construir y re-construir pasarelas a pesar de la acción incesante de la aviación rebelde: los republicanos reparaban los puentes antes de que acabara el bombardeo.

Tropas republicanas construyen trincheras. Los republicanos tienen muchos problemas logísticos. Los fascistas cuentan con una aviación mucho más potente y numerosa. 



Gandesa, comienzos de agosto. La ofensiva republicana se detiene.

Los soldados republicanos llegaron a las inmediaciones de Gandesa muy cansados. No disponían de camiones en esta parte del río y se desplazaban a pie bajo un sol abrasador. Tampoco disponían de artillería ni de carros de combate y ni siquiera la aviación republicana tenía potencial suficiente como para bombardear las posiciones fascistas en esta localidad. Todo esto hizo que los fascistas dispusiesen de tiempo suficiente para preparar la defensa y cavar trincheras.

El 1 de agosto se produjo el ataque de XV Brigada Internacional contra la Cota 481, llamada del Grano, con muchas bajas por ambos bandos. El 2 de agosto, la ofensiva republicana se detiene y ya no se dispone de fuerzas ni logística para avanzar más. Los republicanos comienzan a cavar trincheras.


Vicente Rojo Lluch, jefe de Estado Mayor del Ejército Popular de la República durante la guerra civil española. El 2 de agosto, la ofensiva republicana se detiene y ya no se dispone de fuerzas ni logística para avanzar más.


Las primeras ofensivas fascistas en agosto consiguen pocos resultados.

A comienzos de agosto, el frente se consolida entre Fayón y Cherta. Los fascistas concentran más de 300 aviones y la mayor cantidad de artillería que se ha visto en toda la guerra. La aviación fascista arrojará un promedio diario de 4.500 kg de bombas.

El 6 de agosto se produce la primera contraofensiva fascista en toda la zona del Ebro. En el área de Mequinenza-Fayón consiguen obligar a los republicanos a retirarse dejando muchos prisioneros; la bolsa republicana en esta parte queda liquidada. En la zona central de la batalla, lo ataques fascistas son repelidos por los republicanos.

El 11 de agosto tiene lugar una nueva contraofensiva. En la Sierra de Pàndols, cerca de Gandesa, los republicanos han de retroceder sobre todo por el fuego de la artillería y la aviación fascistas; muchas bajas en ambos lados.

El 19 de agosto la contraofensiva se centra en el monte Gaeta (Villaba dels Arcs, cerca de Gandesa), con grandes enfrentamientos entre los soldados republicanos y los marroquíes. A costa de muchas bajas, los fascistas recuperan algunos kilómetros.

El 3 de septiembre la contraofensiva en la zona de Gandesa consigue eliminar el cerco republicano a esta localidad; muchas bajas en ambos bandos. Los fascistas avanzan algunos kilómetros y llegan hasta Corbera d’Ebre, localidad que había sido bombardeada y destrozada por la aviación fascista. En 4 semanas los fascistas han recuperado 200 km².

Juan «Modesto» Guilloto León, comandante del Ejército del Ebro


Las contraofensivas de septiembre. Los republicanos siguen resistiendo.

A mediados de septiembre, el frente se estanca. A pesar de su inferioridad numérica, en armamento y en aviación y del elevado número de bajas, los republicanos siguen resistiendo. Ciano, ministro de asuntos exteriores italiano, escribe en su diario: «¡Los "rojos" son verdaderos combatientes, Franco no!»

Hasta 200 aviones fascistas bombardean a diario. Los aviones republicanos comienzan a hacerles frente con algún éxito, a pesar de que los Messerschmitt alemanes eran mejores aparatos que los aviones que la Unión Soviética había enviado en auxilio de la República española. El dominio del aire corresponde a los fascistas, lo que constituye un elemento capital en la victoria rebelde en la Batalla del Ebro.

A mediados de septiembre, los fascistas atacan por la sierra de Pándols (cerca de Gandesa), pero los republicanos aguantan en sus posiciones.

A finales de mes un nuevo ataque en esta zona produce un pequeño avance de los fascistas. Mucha bajas por lo dos lados.

Manuel Tagüeña estuvo al mando del XV Cuerpo de Ejército



Retirada de las Brigadas Internacionales. Crisis de los Sudetes. La República española, aislada.

El Comité de No intervención era un organismo formado por Francia, Gran Bretaña, Italia y Alemania cuya misión era evitarla intervención extranjera en la guerra de España, con el fin de que no se produjera la internacionalización del conflicto. En realidad, sólo sirvió para boicotear el envío de armas de la URSS a la República española y permitir el apoyo italiano y alemán a los sublevados. España pagó un alto precio por la actitud vergonzosa y claudicante de Francia y Gran Bretaña ante Hitler.

Por estas fechas, el Comité de No Intervención planteó la retirada de los voluntarios en ambos bandos. La República española accedió inmediatamente, pues veía posible que con esta medida la actitud de las “democracias” occidentales hacia la guerra experimentase algún cambio sustancial. De hecho, en las Brigadas Internacionales había en ese momento más presencia de españoles que de extranjeros, pues los brigadistas, habiendo participado en numerosos combates, habían experimentado grandes pérdidas después de todos los meses de guerra. Además, el ejército español había alcanzado ya un alto grado de organización. La marcha de los internacionalistas no planteaba, pues, un problema serio para la República española. Tan sólo quedaron en nuestro país unos 6.000 brigadistas italianos alemanes, yugoslavos, checos y húngaros, que no podían volver a sus países de origen sin peligro de sus vidas.

En el bando fascista se produjo el abandono de 10.000 italianos, pero la presencia italo-alemana-marroqui en el bando sublevado se mantuvo y siguió siendo decisiva para el desenlace de la guerra.

El 15 de septiembre Alemania anunciaba el cese temporal del envío de suministros a España, para facilitar sus relaciones con las “democracias” occidentales en la resolución de la crisis de los Sudetes. Una vez superada la crisis, pocas semanas después, se reanudaron los envíos de material bélico.

Otro duro golpe para la República española fue la crisis de los Sudetes. Los Sudetes eran una región de Checoslovaquia que Alemania reclamaba para sí basándose en que en que en ella residía un porcentaje importante de población de origen alemán. En marzo de 1938 Hitler ya se había anexionado Austria, con el silencio cómplice de las potencias occidentales. El 30 de septiembre de 1938, con los Acuerdos de Munich, Gran Bretaña y Francia reconocieron el derecho de Alemania a anexionarse los Sudetes. Con tal de evitar una guerra europea, a Hitler le permitían hacer lo que quisiera en el continente. La República española se quedaba aislada, sin la posibilidad de apoyos de franceses y británicos.

Enrique Líster (en el centro), estuvo al mando del V Cuerpo de Ejército


El final de la Batalla del Ebro. El foco de la batalla se sitúa en las sierras de Pándols y Cavalls, cerca de Gandesa.

El 30 de octubre se produce la contraofensiva final, comenzando por el paso de la sierra de Cavalls (cerca de Gandesa). Durante 3 horas 175 baterías y más de 100 aviones fascistas atacaron las posiciones republicanas, que tuvieron que ser abandonadas. Se produjo la mayor batalla aérea de toda la guerra, oponiendo los republicanos otros 100 aviones. Durante todo el día se luchó en la sierra de Cavalls. A continuación, la noche del 1 al 2 de noviembre, los fascistas ocuparon la sierra de Pàndols. El retroceso republicano se saldó con 1.000 prisioneros, 500 muertos y 14 aviones derribados.

El 3 de noviembre, el frente republicano se derrumbaba y las tropas de Líster tuvieron que atravesar el Ebro de regreso. El 7 de noviembre los fascistas llegaron a Mora d’Ebre. El día 10 sólo quedaban 6 baterías republicanas al otro lado del río. El 15 y 16 de noviembre el resto de las tropas republicanas cruzaron el Ebro en Flix en dirección Catalunya.

Cartel de la guerra civil



Bajas de la batalla (fuente: Wikipedia)



Ejército republicano

Ejército fascista

muertos

7,150

6,000

heridos

20,000

30,000

prisioneros

19,563

5,000

Total bajas

46,813

41,500



Los fascistas bombardearon a la población civil de retaguardia durante toda la Batalla del Ebro.

Durante los meses que duró la guerra, fueron incesantes los bombardeos de la aviación fascista sobre la población civil en el interior de Catalunya, causando muchas bajas: Tarragona, Reus, Corbera d’Ebre, Falset, Valls, Marsà, Ametlla de Mar, Cambrils, Salou, Hospitalet de l’Infant, Vandellós, La Ampolla, Perelló, Altafulla, Vendrell, Sant Vicenç de Calders, Bellvei… Incluso los bombardeos llegaron más al norte de la provincia de Tarragona: Barcelona, Sitges, Santa Margarida i els Monjos, Vilanova la Geltrú, Roses, Palamós, Sant Feliu de Guíxols, Sant Adrià de Besós, Badalona, Figueres, Port de la Selva… En la provincia de Lleida: Borges Blanques, Artesa de Segre… También se bombardeó el resto de la costa mediterránea: Valencia, Sagunto, Gandía, Villajoyosa, Denia, Torrevieja, Alcoy, Alicante, Cullera, Águilas, Cartagena, Almería, Mahón en la isla de Menorca...

Los ataques se hacían desde las islas Baleares y corrían a cargo de la Legión Cóndor. También se emplearon tácticas de guerra psicológica, como lo cuenta un aviador republicano: “Los bombardeos (…) no desmoralizaban tanto a la población de retaguardia como la presencia continua, durante las noches, de unos cuantos hidroaviones que, procedentes de las bases de Mallorca, se dedicaban a recorrer el litoral en vuelo rasante durante horas y más horas, arrojando de cuando en cuando una bomba o ametrallando si se presentaba la ocasión. La gente, privada de su descanso, tenía los nervios destrozados y prorrumpía en invectivas contra la aviación republicana, cuyas dificultades ignoraba. Al volar de noche, sin radio para mantener contacto con los puntos de vigilancia, localizar a un enemigo que pasaba a ras de los tejados era empresa casi imposible, y los hidroaviones se paseaban por la costa como Pedro por su casa.”