Un
poco de Historia
La primera mención escrita del
castillo de Alcañiz se hace en 1157, en la carta puebla de Ramón Berenguer IV,
que es el monarca que conquistó la ciudad a los musulmanes. Es de suponer que
anteriormente existía algún tipo de fortaleza construida con la conquista
cristiana o bien que el castillo se erigió sobre los restos de una edificación
anterior musulmana, aunque no hay restos arqueológicos de esto último. De
hecho, se había producido una primera conquista con Alfonso I hacia 1117, dentro
de las operaciones militares que acabaron con la toma de Calatayud y Daroca en
1120; pero el 1134, tras la batalla de Fraga, el Reino de Aragón perdió las
conquistas realizadas unos años antes, así como la ciudad de Mequinenza.
El castillo de Alcañiz no tenía
una importancia estratégico-militar, aunque, ante la presencia almohade en
Valencia en 1171, formó parte de la línea de seguridad
Castellón-Morella-Alcañiz. En el siglo XII, la posición estratégica de esta
parte de Aragón la asumía Belchite.
Ramon Berenguer IV se adjudicó
inicialmente la posesión del castillo, dejándolo bajo la señoría o tenencia de
personajes como Palacín, Beltrán de Santa Cruz y Artal de Aragón.
En 1179 Alfonso II donó el
castillo y la villa de Alcañiz a la Orden de Calatrava, orden que se acababa de
fundar. Todo el entorno de Alcañiz quedó bajo la posesión o influencia de los
calatravos. En 1200 comenzó la construcción del castillo definitivo, que se
convirtió en la sede de la encomienda aragonesa de la Orden. El castillo de Alcañiz
fue ganando en importancia dentro de la Orden de Calatrava, tratando de
diferenciarse de la sede central castellana (reflejo de las pugnas entre la
Corona de Aragón y Castilla), y consiguiéndolo al adquirir el título de
Encomienda Mayor de Alcañiz.
Los calatravos sometieron a
fuertes impuestos a la población, lo que provocó varias rebeliones. Muchas
villas aragonesas bajo dominio calatravo consiguieron liberarse del yugo de la
Orden. También el pueblo de Alcañiz se levantó contra la injusticia, algunas
veces con apoyo de los monarcas. Consecuencia de lo que decimos fue la muerte
el comendador Rodrigo Pérez de Pomar, tras el asedio al castillo, así como del
comendador de Burriana, Martín de Molina, en 1525.
Aparte de lo relatado, el
castillo ha vivido pocos hechos de guerra. Ha sido sede de algunas Cortes de la
Corona de Aragón, y se vio poco afectado en las guerras de Els Segadors (siglo
XVII), de Sucesión (siglo XVIII), de Independencia y Carlistas (siglo XIX).
La decadencia de los calatravos
comienza a la muerte del comendador Juan de Lanuza en 1533. Por una bula de
Clemente VII los maestrazgos se incorporan a la Corona, y, por un dictado de
Paulo III, Carlos V puede fraccionar las encomiendas: el rey de España pasa a
tener al autoridad real del castillo, apropiándose de las rentas y bienes de
los calatravos. Ya los Austrias no nombraron comendadores; tan sólo, y con
carácter más bien simbólico, fueron nombrados comendador en infante Felipe,
hijo de Felipe V, y el infante Gabriel, hijo de Carlos III. En 1856 llegó la
desamortización y la decadencia del propio castillo.