Se han encontrado restos
líticos en Gualis, Gallipons y Aljezares (Els Gessars), así como del pasado íbero de La Fresneda en varias colinas de su término municipal, donde se ubicarían varios poblados. Las primeras evidencias de poblamiento en el Matarraña datan de hace unos 9.000 años, según se desprende de las excavaciones realizadas en Mazaleón y Maella; se trata de pequeños grupos humanos de cazadores-recolectores.
No se puede pasar por alto que la Fresneda concentra extraordinarias muestras de geometría sagrada y de astronomía prehistóricas. En efecto, en la montaña de Santa Bárbara encontraremos un ara en forma de útero, un tridente, la cueva de la Madre Tierra... y, sobretodo, las líneas Ley, unas líneas de energía que recorren todo el Matarraña para unirse en esta montaña sagrada; un mapa prehistórico del Matarraña en la zona del camping La Fresneda; observaciones astronómicas de hace miles de años en la propia montaña de santa Bárbara...
No se puede pasar por alto que la Fresneda concentra extraordinarias muestras de geometría sagrada y de astronomía prehistóricas. En efecto, en la montaña de Santa Bárbara encontraremos un ara en forma de útero, un tridente, la cueva de la Madre Tierra... y, sobretodo, las líneas Ley, unas líneas de energía que recorren todo el Matarraña para unirse en esta montaña sagrada; un mapa prehistórico del Matarraña en la zona del camping La Fresneda; observaciones astronómicas de hace miles de años en la propia montaña de santa Bárbara...
Industria lítica. Museo del Ayuntamiento |
En la montaña de Santa Bárbara se han localizado restos de un asentamiento de la Edad del Bronce (segundo milenio a.n.e.) y otro de época ibérica (primer milenio a.n.e.). Además, “en la partida de Els Gallipons, en la zona de confluencia de la Val del Ferro con el río Matarraña, se localizan varios pequeños asentamientos de distintas épocas en uno de los cuales se conservan restos de un gran muro de doble hoja con losas hincadas junto posibles restos de viviendas entre las que aparecen algunos fragmentos de cerámica a mano. En otros puntos del término, como en la zona del “Balcón de Pilatos”, sobre una alta plataforma desde la que se divisa una amplia extensión del río Matarraña, se localiza un pequeño asentamiento muy cubierto de matorral, en el que aparecen escasas cerámicas a mano entre muros y estructuras desdibujadas, algunas de tipo circular y cuadrangular que quizás pudieran tener relación con posibles túmulos funerarios de momentos preibéricos”. (2)
Cerámica a mano. Museo del Ayuntamiento |
A partir de los siglos VI y V a.C. eclosiona la cultura íbera, con un importante incremento de población con numerosos asentamientos en torno a una serie de poblados jerarquizados.
Se conocen varios asentamientos íberos en el término municipal de La Fresneda. “Los restos de época ibérica hasta ahora conocidos en el actual término de La Fresneda se localizan especialmente en el área de Els Gallipons y en la Val del Pinar. Probablemente el asentamiento ibérico más importante de La Fresneda antes de la llegada de los romanos fuera el localizado en la zona de Els Gallipons donde se localizan restos de dos pequeños poblados, quizás sucesivos. Uno de ellos se emplaza en un pequeño cerro desde el que se domina una amplia extensión del río Matarraña. En sus laderas se encuentran numerosos fragmentos de cerámica y restos de muros, y en su cima restos de un posible torreón. No muy lejos de allí, junto a la Val del Ferro, se localizan en campos labrados restos de cerámicas y pesas de telar. este mismo tipo de hallazgos se han localizado en la partida de la Val del Pinar, junto aun pequeño cerro en cuya parte superior se conserva una gruesa capa de mortero de cal con cerámicas machacadas de época ibérica. Los asentamientos penalmente ibéricos de La Fresneda debieron formar parte de la etnia o tribu de los Ausetanos del Ebro, cuyo territorio se extendía en el siglo III a.C. desde Gandesa hasta Azaila y desde el Ebro hasta las estimaciones del Maestrazgo". (2)
Pesas de tejer íberas. Museo del Ayuntamiento |
De todo este pasado de La Fresneda podemos ver una excelente muestra en el museo del Ayuntamiento, con
piezas que en su mayoría fue recogidas por Amador Rebullida, quien dedicó 30 años de su vida a investigar la Prehistoria y Protohistoria de la villa.
Piezas de molinos para moler a mano. Museo del Ayuntamiento |
Los romanos llegaron en el siglo III a.n.e. y permanecieron aquí durante unos 600 años, aunque prácticamente no quedan restos.
Como testigo de la presencia visigoda, tenemos un documento que nos habla que por aquí pasó el rey Eurico en el 476, en un viaje de hacía de Tarragona y Tortosa hasta Zaragoza.
Como testigo de la presencia visigoda, tenemos un documento que nos habla que por aquí pasó el rey Eurico en el 476, en un viaje de hacía de Tarragona y Tortosa hasta Zaragoza.
La herencia
musulmana aún se deja sentir en algunas obras civiles, como
canalizaciones y obras hidráulicas (fuente de la Medina, la Fontanella, la Cova
del Pou…). Los árabes denominaban a esta villa como “Frexuela” o “Frexueda”,
formando parte durante mucho tiempo de la frontera septentrional de los
dominios musulmanes en al Península, dependiendo de la ciudad de Zaragoza.
Una primera
conquista de la zona por parte de los cristianos data del siglo IX. En los años
830-833 el conde Aznar Galindo dominó estas tierras y creó una tenencia a la
que denominó “Peña Aznar La Gaya”, en alusión a la roca, conocida como ‘la
Caixa’, situada en la montaña entre Beceite- Valderrobres- Fuentespalda, desde
donde se divisaría todos sus dominios. Así permaneció la villa hasta los siglos XI-XII,
en que fue de nuevo tomada por los almorávides durante unos pocos años.
La Fresneda fue un núcleo musulmán desde el siglo VIII al siglo XII |
La ofensiva
cristiana de las tierras del Ebro cobró fuerza tras resolverse la crisis
dinástica con el matrimonio entre Petronila de Aragón y Ramon Berenguer IV
(1113-1162), Conde de Barcelona, que creaba la Corona de Aragón. La conquista definitiva
fue la realizada por el rey Alfonso II, hijo del anterior, en 1169, que
conquistó los valles del Algars y el Matarraña. Desde entonces se conoce a la
villa como “Freixneda”, que es su denominación actual. Jerónimo
Zurita nos lo cuenta: “Por este tiempo (1169) se hacía muy gran guerra a los
moros que estaban en la región de los edetanos en los castillos y fuerzas que
tenían en la ribera del río Algas. Y se ganaron los lugares de Maella, Fabara,
Mazaleón, Valdeltormo, LA FRESNEDA, Valderrobres, Beceit, Rafals, Monroy y
Penaroja que están en las riberas del Matarraña. Y se ganó Caspe lugar muy
principal que está junto a las riberas del Ebro”
Participaron
muy activamente en estas campañas las órdenes militares de los Templarios y los
Calatravos. Los Templarios ejercieron una gran influencia en la zona, pues
estaban fuertemente asentados en Miravet y la actual Terra Alta hasta el río
Algars.
Respecto a los
nuevos territorios, una parte fue donada al obispo de Zaragoza, Pedro Torroja,
y otra quedó en manos del rey, para pasar luego bajo el dominio de la Orden de
Calatrava.
La Orden de
Calatrava poseía Alcañiz desde 1179, mientras que La Fresneda fue asignada a
esta Orden en 1211. Con este hecho, el obispo de Zaragoza pretendía cerrar el
paso a la influencia de los templarios y a las pretensiones de la Orden de los
Hospitalarios, que unos años antes se había apropiado de una parte de los
diezmos de La Fresneda que correspondían a la Iglesia. Llegó a haber hasta un
arbitraje papal, por el que Inocencio III intervenía en el pleito entre los
Hospitalarios y el Obispado de Zaragoza para evitar que los primeros se
quedasen con parte de estos tributos locales; en este documento aparece La
Fresneda como ‘Frasnet’.
La influencia
templaria se dejaría sentir después de la disolución violenta de la Orden en el
siglo XIV, pues muchos de sus miembros, que hasta entonces residían a la otra
parte del río Algars –con Miravet como centro neurálgico-, pasarían a las
comarcas del Matarraña y del Bajo Aragón a integrarse en la Orden de Calatrava.
La Fresneda medieval. Museo del Ayuntamiento |
La fórmula que
solía utilizar la Orden de Calatrava era la de sub-infeudar sus nuevas
posesiones. “Según esta sub-infeudación, D. Martín Martínez, Maestre de la
Orden de Alcañiz, hizo donación a Jimeno López del castillo de La Fresneda, a
condición de que, en el caso de carecer de sucesión legítima, debía devolverlo
a la Orden con todas las mejoras que en él realizara” (1). La cosa no prosperó, pues Jimeno López murió
pronto y seguramente sin descendencia. La Orden de Calatrava se hizo cargo
directamente de La Fresneda y así en 1224 la villa tenía su carta-puebla, en la
que “la donación se realizó a favor de un grupo de treinta y dos pobladores, de
los que sólo se citan a cinco nominalmente, siendo el tono de la carta de
población el habitual de establecimiento agrario colectivo, con libre posesión
de las casas, heredades y aprovechamientos comunales, por parte de los vecinos,
excepto las reservas señoriales de costumbre (dehesa, molinos, hornos, etc.) y
no faltando, asimismo, a semejanza de otras cartas-puebla de villas del antiguo
territorio de Alcañiz, la concesión de los fueros de Zaragoza, régimen jurídico
que caracteriza y rubrica la promoción civil de las nuevas comunidades surgidas
en ese territorio” (1)
Al Comendador
calatravo le pertenecían los derechos más importantes, como “los del maravedí,
querellas y penas; derecho sobre molinos harineros y hornos, nombramiento de
alcalde la villa y escribano del Juzgado y otros complementaban el marco
jurídico de la Encomienda, que de esta manera alcanzó gran poder. Además el
comendador de La Fresneda era titular de la tenencia calatrava sobre Ráfales.” (1) En 1283 se le concedió a La Fresneda el título de villa por
parte del rey Pedro III, confirmando el monarca los privilegios contenidos en
su carta-puebla.
Escudo del Comendador de la Orden de Calatrava en la fachada del Palacio de la Encomienda |
A partir del
siglo XIV, con la crisis del feudalismo en toda Europa, arrecia la presión de
los señores feudales para mantener sus ingresos y privilegios, empeorando en
gran medida las condiciones de vida del pueblo, sometido a nuevos tributos,
viendo cómo disminuían sus derechos sobre las cosechas, o viendo cómo se
encarecía el precio de los monopolios de molino y hornos. Así, el documento de
Pedro III fue copiado en 1339, como una manera de reafirmar los derechos de los
Calatravos sobre la villa. La carga tributaria que padecieron los habitantes de
La Fresneda está ampliamente documentada entre 1329 y 1557 en el Archivo
Municipal de la villa. Muchas veces el municipio tuvo que recurrir al préstamo,
siendo los prestamistas los judíos de Alcañiz y algunos cristianos de Lérida,
Tortosa, Zaragoza o la propia Alcañiz, en operaciones con un 20% de interés,
que era la tasa legal del momento. Hay que señalar que algún préstamo se hizo
con un judío de La Fresneda llamado Abraham Almeredí, que trabajaba a un tipo de
interés del 15%, más bajo que el de Alcañiz. Por otra parte, este hecho
demuestra la existencia de una comunidad judía en la villa.
La situación
se iba haciendo cada vez más difícil y por ello también aparece documentado el
enfrentamiento entre el Ayuntamiento de La Fresneda y la Orden de Calatrava a
causa de las terribles cargas tributarias que debía sufrir la población.
La peste
bubónica, con su momento álgido entre los años 1348 y 1351, fue otro azote para
las tierras del Matarraña. En La Fresneda se cobró la vida del 66% de sus habitantes.
Restos del cementerio medieval, contiguo a la Iglesia de Santa María |
“Como hombre
ilustre de la villa durante este periodo cabe destacar a Martín Moix, maestre
de tallar piedra, que fue elegido en el año 1354 (concretamente el día 15 de
marzo) para reconstruir la iglesia de Torre del Compte” (1)
En las guerras
civiles del siglo XV, La Fresneda tomó partido por el rey Juan II, con el
Comendador calatravo al frente. Sus habitantes participaron con éxito en julio
de 1462 en un ataque a Calaceite, que estaba del lado de la Generalitat y la
aristocracia catalana; también participaron los fresnedinos en la toma de Horta
de Sant Joan, junto con tropas reales; poco después, las fuerzas de la
Encomienda de La Fresneda y Monroyo combatieron a las tropas de Tortosa, que
habían tomado Cretas.
La situación
de miseria era tal que el Ayuntamiento trató en varios ocasiones de esquivar
sus obligaciones tributarias, sin conseguirlo. “Así ocurrió, por ejemplo, en el
año 1418 (el día 19 de octubre), en que los jurados de La Fresneda, por haber
atentado –si bien en provecho de la villa- contra la integridad de los bienes
eclesiásticos, fueron condenados por D. Benito Salellas, Vicario general y
Visitador del arzobispo de Zaragoza, a dotar al Hospital de peregrinos
existente en la villa de dos estancias con sus respectivas camas para pobres.
Unos años después, en 1425, la villa debió contribuir, como impuesto, con la
cantidad de 127 florines de oro a los gastos de coronación del nuevo monarca
aragonés, por lo que debió contraer deuda con una mujer de la villa, que los
prestó” (1)
Palacio del Comendador de la Orden de Calatrava, construído en el siglo XVI y reformado en el siglo XVIII |
Para evitar el
colapso total, la Orden de Calatrava aligeró un poco la presión sobre la
población de La Fresneda “eximiendo a la villa de algunas obligaciones, como
nos indica un documento fechado en La Fresneda el día 15 de enero de 1433, en
el cual Fray Guillén Ramón Alamán de Cervelló, Comendador Mayor de la Orden de
Calatrava en Alcañiz y en La Fresneda, eximía a esta villa de la obligación de
aprovisionamiento de paja a las caballerías de su séquito cuando visite el
lugar y ello tanto para él como para sus sucesores. Al año siguiente, según
documento fechado en Zaragoza el día 13 de diciembre del año 1434, Fray Gabriel
López, Maestre de la Orden de Calatrava, concedió a la villa de La Fresneda la
construcción o reparación de un molino de aceite y de harina, lo que alivió en
bastante cuantía las maltrechas finanzas de la villa”. (1)
Y en 1449 las autoridades locales trataron de impedir por
vía legal que fueran objeto de nuevos impuestos: “la villa de La Fresneda,
conjuntamente con las de Peñarroya, Monroyo, Ráfales y Belmonte, eligieron
Procuradores que defendieran las prerrogativas otorgadas a las mismas desde que
se les concedió la carta de población, encomendando a esos procuradores la
misión de solicitar del Rey y de sus oficiales el que mantenga los privilegios
y juramentos hechos según el fuero concedido a los habitantes de esos lugares y
no acepte las exigencias de nuevos juramentos” (1). Sin embargo, se tienen
noticas de una nueva tributación sobre fuegos en 1475 que ascendía a 324 sueldos
jaqueses.
NOTAS
(1) (Enrique Julve y Ovidio Cuella, La villa de La Fresneda, ed. Ayuntamiento de La Fresneda)
(2) Texto del plafón informativo del Museo del Ayuntamiento