Románico del Pallars Jussà



Llimiana, iglesia de la Madre de Dios de la Cinta



Un poco de Historia

Hay evidencias de la presencia humana en el Neolítico y en la Edad del Bronce en varios asentamientos de la Cova dels Muricecs (cueva de los murciélagos). Posiblemente también hubo un poblado íbero en el término municipal. La presencia romana se atestigua en el origen de la palabra “Llimiana” que parece ser es latino.

La población de Ligmignana está documentada a finales del siglo X, en disputas por el territorio entre los condes de Urgell y Pallars y el monasterio de Gerri, que saldría victorioso del enfrentamiento. El castillo de Llimiana data del siglo X, como territorio de frontera con los musulmanes. Del castillo no hay restos, pero sí de la muralla que rodeaba la localidad. El primer documento que habla de la iglesia de Llimiana es del 1280. En 1359 contaba con 15 fuegos (unos 75 habitantes) en todo su término.

Una costumbre que hay que mencionar es la de las “mayoralas”, mujeres encargadas de organizar los actos sociales (saludo a las novias, actos religiosos…), como pervivencia de rituales de la sociedad matriarcal prehistórica.

Otra curiosidad es que los habitantes de Llimiana confeccionaban unos zapatos muy conocidos en estas comarcas y que se les llamaba “cipelles”. Esta es la razón por la que los llimianenses también era conocidos como los cipellaires o cipellesos.


La iglesia. Sus tres ábsides son los más altos de Catalunya. Por eso, la iglesia era conocida como “la capital de la Conca”.




La iglesia.

Es de 3 naves con 3 ábsides con bóveda de cañón. Data de finales del siglo XI.  Sus tres ábsides son los más altos de Catalunya. Por eso, la iglesia era conocida como “la capital de la Conca”.

La orientación del templo es de 100º, con posibles efectos lumínicos provocados por el sol en los equinoccios y en el solsticio de verano.




La Virgen de la Cinta

En el altar mayor veremos una imagen de la Virgen de la Cinta, gótica del siglo XV. Es posible que el culto a la Virgen de la Cinta fuera llevado por los pobladores pirenaicos a Tortosa, donde tiene gran veneración. También aparece en Huelva relacionada con los viajes de Cristóbal Colón pero haciendo honor a su pasado prehistórico, pues se procesiona en agosto y septiembre, es decir, coincidiendo con la constelación de Virgo. La Virgen de la Cinta también se venera en la Basílica de Santa María del Pi en Barcelona, y en Madrid, adonde fue llevada por la colonia tortosina en la capital de España.

La “cinta” hace referencia a “estar encinta”. De esta forma, la Virgen sería la protectora de las embarazadas y su culto sería, pues, la cristianización de cultos a la Madre Tierra de tiempos prehistóricos y aún vigentes en estas tierras en el siglo XII. 


La Virgen de la Cinta. La “cinta” hace referencia a “estar encinta”. De esta forma, la Virgen sería la protectora de las embarazadas y su culto sería, pues, la cristianización de cultos a la Madre Tierra de tiempos prehistóricos y aún vigentes en estas tierras en el siglo XII. 


En la Antigüedad y aún en la Edad Media era costumbre que las mujeres embarazadas llevasen una cinta aguantando el vientre en los últimos meses de gestación. Teócrito nos dice que “Allí la hija de Antígona, aquejada de colores, invocó a Ilitía, la que desata el cinturón”. En la Anthología Palatina encontramos que las mujeres que daban a luz satisfactoriamente entregaban sus cintas a las diosas protectoras: “Sandalias, una rica banda, un bucle perfumado de pelo, la tela ligera de un vestido interior, bellas tiras para sujetar el pecho es lo que Ambrosia, después del parto, habiendo escapado a los peligros del embarazo, ofrece en su templo a Diana, su benefactora (…) Este cinturón, esta túnica de flores, esta banda que sujetaba estrechamente su pecho, Timaessa te los consagro, hija de Latona, agradecida por haber escapado después de diez meses de embarazo a los dolores de un laborioso parto”.