Románico de la Hoya de Huesca




 Agüero, iglesia de San Salvador



 Un poco de Historia

Agüero aparece documentada por vez primera en el 992, con el nombre de ‘Avero’ como lugar dependiente del monasterio femenino de Santa Cruz de Serós, en el norte de la provincia de Huesca. Otra mención data del 1036, cuando el monarca Ramiro I hace una donación a su esposa Gisberga de varias posesiones, entre ellas la de Agüero. Un documento de 1105 nos habla de la donación de Agüero y otros pueblos de la zona a la reina Berta, viuda de Pedro I. Todos estos pueblos formaron lo que se ha llamado el “Reino de los Mallos”.



Panorámica de Agüero.Al fondo, la imponente silueta de los Mallos



Por esta localidad pasaba un ramal del Camino de Santiago, por el que transitaban los peregrinos que venían de Huesca. En el siglo XIV Agüero dejó de ser villa de realengo (dependiente del rey) para pasar a depender de la Casa de Guerra, una de los linajes nobiliarios aragoneses más importantes.

Agüero tuvo un castillo, del que no quedan restos. En este castillo tuvo Alfonso I su sueño griálico: se le apareció un ángel con un cáliz y le dijo que el Grial le acompañaría siempre y que le ayudaría en las tareas que emprendiera. Al despertar, se entrevistó con el maestre del Temple y su vida cambió para siempre. Al final de su vida, se cuenta que Alfonso I, gravemente herido en la batalla de Fraga, se refugió en San Juan de la Peña, donde el Grial le curó y le permitió vivir muchos años.



 La iglesia de San Salvador

La iglesia data del siglo XII ó comienzos del XIII. En siglos posteriores ha sufrido grandes modificaciones. Del Románico sólo quedan los capiteles y los muros laterales, alguna parte del ábside, la escalera de caracol de acceso a la torre y, sobretodo, la portada.



La portada románica de la iglesia de San Salvador



El cartel informativo dice lo siguiente: “la iglesia de San Salvador está situada en el centro de la población presidiendo la plaza principal creando un espacio de interés a su alrededor formado por la Plaza Mayor al norte y el ensanchamiento de la calle Piedad VIllacampa al sur, sin olvidar las espectaculares vistas de los Mallos de Agüero.

“La peculiaridad de este templo radica en que  se trata de un edificio compuesto por construcciones de diversas épocas que abarca desde el siglo XII hasta el siglo XVIII conjugando diferentes estilos artísticos con acertado equilibrio.

“En él se combina la fábrica de sillar con la mampostería y el ladrillo, dando lugar a un conjunto heterogéneo que consigue mantener un volumen proporcionado y armónico.”




 La portada

Parece ser que el tímpano de San Salvador fue trasladado, pues seguramente su destino era la iglesia de Santiago de Agüero. Sus dimensiones son muy grandes en proporción a la portada que lo contiene.

El tímpano contiene un Pantocrátor cuya mandorla no cierra por su parte inferior, con los tetramorfos. El águila tiene una cartela que dice: “In principio erat Verbum”. Del Pantocrátor destacaremos, además de la posición de la mano haciendo un “mudra” de transmisión de energía, que lleva un libro en la otra mano, sus grandes ojos “que todo lo ven” y que los pliegues de su manto están realizados con una extraordinaria delicadeza.

 La mandorla (del italiano, almendra) o vesica piscis (de latín, vejiga de pez) es una figura formada por dos círculos que se cortan. El pez era el símbolo de los primeros cristianos. En culturas pre-cristianas (Mesopotamia, culturas africanas y asiáticas) la mandorla era la representación de la Diosa Madre, ya que es el dibujo de una vulva. De acuerdo con esto, la escena representaría a Dios saliendo de la vulva de la Madre Tierra.


Para los pitagóricos (siglos VI-V a.n.e.) la mandorla es una figura sagrada. Si dividimos su altura por su anchura tenemos la relación 265:153, lo que nos da 1,73203, que es la raíz cuadrada de 3. El número 153 es el número de peces que Jesús hizo que se pescaran milagrosamente, según el evangelio de Juan (21:11).


Se forman dos triángulos equiláteros uniendo la línea que atraviesa la mandorla por el centro con los puntos donde se cruzan los dos círculos. El triángulo equilátero simboliza la Trinidad (figura que tiene su origen en el ojo de Horus egipcio, y de amplia repercusión en la masonería y otras sociedades secretas). Como los triángulos que se forman en la mardola son dos, esto nos lleva a culturas pre-cristianas, en las que un triángulo hacia arriba es lo masculino (el pene) y un triángulo hacia abajo es lo femenino (la vulva).


La mandorla también evoca la radiación o aureola que proyectan los seres divinos, así como el tercer ojo, que tiene que ver con la percepción extrasensorial y la clarividencia.




Pantocrátor en la mandorla (representación del vulva de la Madre Tierra) con los Tetramorfos (se inspiran  en los cuatro hijos de Horus, de la religión egipcia)


El tetramorfos es la representación de los cuatro evangelistas en las figuras de un león, un toro, un hombre y un águila. Sus atributos son la nobleza, la fortaleza, la sabiduría y el mundo superior. Para san Ireneo (130-202) son los cuatro puntos cardinales, es decir, las cuatro esquinas del mundo. Son antecedentes del tetramorfos los cuatro hijos de Horus, representados también por tres animales (chacal, mono y halcón) y un hombre y también relacionados con los puntos cardinales. Los hijos de Horus custodian el alma de este dios, lo mismo que el tetramoros rodea a Cristo. Tenían la función de guardar las vísceras del personaje que estaba siendo embalsamado, así como de colaborar con Osiris en el pesaje de las almas.

En los capiteles de la portada, a la derecha: personaje picoteado por dos aves; dos leones con una sola cabeza; abad con báculo entre dos leones. Los capiteles de la izquierda: personaje desnudo picoteado por dos aves; dos aves agarrando peces; ave con cabeza humana (arpía).




Capiteles de la portada. Continuas referencias al dualismo:; dos leones con una sola cabeza, personaje picoteado dos dos aves...


Dos leones con una sola cabeza son una manifestación del pensamiento dualista, que nos presenta la realidad como el enfrentamiento de dos elementos iguales, que se oponen y se complementan a la vez, unidos a una sola cabeza, elemento rector y superior a los otros dos, que sólo se explica y tiene sentido en la media que se produce tal enfrentamiento. Angelus Silesius (siglo XVII) dice: "Dos hombres hay en mí: uno quiere lo que Dios quiere; el otro, lo que quiere el mundo, el demonio y la muerte." Anteriormente,  Tomás de Aquino señalaba: "duo sunt in homine" (dos son en el hombre).


En el Románico es muy habitual la presencia de dos elementos iguales y uno frente al otro. Es la expresión del pensamiento dualista o dialéctico, que explica el devenir de las cosas por la acción de fuerzas contrarias que son parte de una misma realidad. El origen de esta forma de entender el mundo está en el Neolítico, cuando se observa que, dentro de un ciclo anual y eterno, el sol brilla con todo su esplendor (solsticio verano) para luego decaer (solsticio invierno), la semilla muere para dar paso a la vida de una planta, se cree que la muerte es un renacer… cada cosa tiene su opuesto. En Egipto, al mundo al que se dirigían las almas se le llamaba “el mundo invertido”.




Capiteles a ambos lados de la puerta: personaje picoteado por dos aves, un dignatario religioso con báculo.

De la misma forma, el personaje al que le picotean las aves en su cabeza simboliza la presencia de elementos dualistas (bien/mal...) que forman parte del ser humano.





Capiteles de la portada: arpía y pájaros cogiendo peces.



Las arpías son seres femeninos alados, con un aspecto horroroso y provistas de terribles garras. En el Románico las arpías son figuras ampliamente representadas, como símbolo de la maldad, los vicios y las bajas pasiones.

Las arpías representan la degradación del mundo femenino en las sociedades patriarcales. Surgen en un momento en que el patriarcado se abre paso en la Grecia preclásica. Su forma de mujeres-pájaro hace referencia a las diosas-pájaro del Neolítico y Bronce. A partir de ahora, lo ideal es lo masculino: la escultura griega destaca por la perfección con que reproduce el cuerpo del hombre, mientras que los monstruos son siempre femeninos que sólo traen la desgracia a la Humanidad.


En la Teogonía de Hesíodo (siglo VIII a.n.e.) todos los personajes relacionados con lo femenino, con la Diosa Madre, pierden terreno y se convierten en seres monstruosos y peligrosos


Para Homero (siglo VIII a.n.e.) las arpías son vientos tempestuosos que arrastran a los hombres a los abismos del inframundo del Hades.


Tales de Mileto (siglo VI a.n.e.) agradecía a los dioses “haber nacido hombre y no bestia, varón y no mujer, griego y no bárbaro”.


Una oración judía del Talmud apunta en la misma dirección: “Alabado tú que (…) no me hiciste mujer y que me has hecho israelita, que no me hiciste esclavo”.


Platón (siglos V-IV a.n.e.) mantiene que los hombres que no se han comportado con justicia en este vida se reencarnarán en mujeres como una especie de castigo o “purgatorio” con el que expirarían sus pecados.


Virgilio (siglo I a.n.e.) explica en la Eneida que “jamás ha habido monstruo más funesto ni plaga más cruel”. Las colocaa las puertas del infierno, pues su misión era llevar las almas de los hombres hasta este lugar. 


En el capitel de la derecha se representa una pareja de aves cogiendo peces. El ave, por vivir en las alturas, se relaciona con el mundo superior, el espíritu, el mundo del más allá, la sabiduría, la conexión con los dioses. En Egipto, el alma abandona el cuerpo del difunto en forma de ave. Para los celtas, las aves nos traen mensajes de los dioses. Algunas aves, sin embargo, son negativas, como el cuervo. Los romanos, así como muchos pueblos de la Antigüedad, creían que las aves, según su vuelo, traían mensajes positivos o negativos. En el chamanismo, las aves representan el viaje astral.


En el Románico, dos pájaros enfrentados simbolizan el pensamiento dualista, en el que la realidad se representa por dos elementos iguales y contrarios, que se oponen pero que se complementan, y de cuya acción nace un nuevo elemento a un nivel superior. En la alquimia, la oposición de dos aves representa el mercurio, elemento esencial para la consecución del Oro alquímico. Un ave agarrando un animal, como es el caso, representa el enfrentamiento entre los niveles superiores de conciencia y los niveles inferiores.


Volviendo a San Salvador, hubo un pórtico que protegía la entrada. Quedan dos arcos, pero ni rastro de la cubierta.

El cartel informativo dice lo siguiente: “La portada románica de la iglesia de San Salvador es, sin duda, el elemento más interesante del templo. Además aún conserva restos de policromía, lo cual es poco común, y nos ayuda a hacernos una idea de cómo serían las iglesias en origen. Este acceso estuvo precedido de un pórtico del que todavía persisten dos arcos de medio punto apoyados en un zócalo corrido”.



 Interior del templo

En el interior encontraremos un crismón pintado. También, una escalera de caracol da acceso a la torre. Las capillas de la zona sur tienen una cripta subterránea. Un magnífico órgano del siglo XVIII ha sido restaurado en tiempos recientes.

EL cartel informativo dice lo siguiente: “La nave central, de bóveda de cañón apuntado, es origen románico. Posteriormente este templo fue reformado añadiendo las naves laterales en época tardogótica, con bóveda de crucería estrellada, y la apertura de una galería de arquillos de obra de ladrillo sobre las naves y pilares cilíndricos ya renacentistas en el interior, contando además con una cripta subterránea del siglo XVI.

“Asimismo, su ábside semicircular se rehizo en época barroca. A este estilo pertenecen su admirable retablo Mayor y el retablo de Santa Ana, ambos del siglo XVIII.

“Destaca la torre de la iglesia, levantada en los siglos XVI-XVII, de planta rectangular y gran envergadura, compuesta por tres cuerpos y campanario, exteriormente separados por impostas voladizas, siendo un referente en el paisaje de Agüero y protagonista de las panorámicas de la población”.

La orientación del templo es de 90º, es decir, a la salida del sol en los equinoccios.



Capiteles del interior. 

Fotos: romanicoaragones.com




 Canecillos del interior

Se llega a ellos a través de la escalera de caracol, accediendo a un antiguo muro románico.

Una serie de canecillos nos presentan un hombre con aspecto demoníaco; un barbudo; una forma helicoidal; un felino; ave picoteándose en las patas; rollos; animal curvándose; hombre apretando algo contra su pecho; monstruo; motivos geométricos.



Canecillos del interior: barbudo, especie de baphomet, forma helicoidal
Fotos: romanicoaragones.com






Canecillos del interior: un felino; ave picoteándose en las patas; rollos; hombre apretando algo contra su pecho; monstruo; motivos geométricos.
Fotos: romanicoaragones.com