Románico de Ágreda y comarca (Soria)


Un poco de Historia, la Villa de las Tres Culturas

Ágreda ocupa un lugar estratégico, como conexión entre el valle del Ebro y la Meseta de Castilla, a los pies del Moncayo, monte sagrado en las culturas antiguas. 

El nombre de ‘Ágreda’ viene del celtíbero ‘Arekoratas’, que significa “piedra o llanura blanca”. Una explicación mítica nos dice que ‘Ágreda’ vendría de ‘Agripina’, la amante de Hércules, quien construiría la localidad para su amada. Esta leyenda tiene su origen en los Doce trabajos de Hércules; en uno de ellos, el héroe griego robó los bueyes a Caco y lo encerró en una cueva, que tapó con el Moncayo usándolo a modo de roca.

En Ágreda hubo una asentamiento celtíbero, pues se han encontrado restos de cerámica de la época en la zona de La Muela, donde se ubicaría el poblado, por ser éste un lugar de fácil defensa. Estamos hablando de la tribu de los pelendones. El Moncayo era su monte sagrado y en el Beratón tenían su bosque sagrado. En el Moncayo había minas de hierro y plata, lo que hizo que Arekoratas fuera una población muy importante. Se conoce la existencia de una ceca (fabricación de monedas) desde el siglo II a.n.e. que trabajó durante unos 100 años; son muchas las monedas halladas en la zona.


Ágreda. (foto: J.Prieto Gallego)


Pocos restos quedan de la época romana: apenas algunos vestigios de villas en la Sinagoga y en el Parque de la Dehesa. La cercanía de la ciudad romana de Augustobriga (actual Muro de Ágreda) resalta el carácter estratégico de Ágreda, así como el paso de la Vía XXVII de Antonino, una de las más importantes calzadas romanas de la Península, que iba de Asturica Augusta (actual Astorga) hasta Caesar Augusta (actual Zaragoza). En varias ocasiones la población se sublevó contra la dominación romana, debido a los fuertes impuestos y vejaciones a que fueron sometidos.




La Reconquista. Una ciudad con cuatro murallas

Un primer intento de conquista cristiana se produjo en el siglo X, aunque la victoria definitiva no se produjo hasta 1119 con el aragonés Alfonso I el Batallador, que previamente había tomado Zaragoza. Hasta la muerte de este monarca (1134), Ágreda perteneció al Reino de Aragón; a partir de esta fecha, ya quedó definitivamente como territorio castellano con Alfonso VII. El repoblamiento con Alfonso el Batallador se produjo con musulmanes del valle del Ebro, mientras que Alfonso VII trajo cristianos que venían de las comarcas sorianas cercanas. 


España después de Alfonso I El Batallador (siglo XII)


Una de las características de Ágreda es que los cristianos que la repoblaron se agruparon en torno a iglesias según fuera su pueblo de procedencia: San Martín de Yanguas (por el pueblo de Yanguas), Nuestra Señora de la Magaña (por el pueblo de Magaña) o iglesia de San Pedro (por el pueblo del mismo nombre). Se formaron tres barrios independientes, cada uno con su propia muralla, a los que había que añadir el recinto musulmán originario: los barrios de San Miguel, Nuestra Señora de la Peña y San Juan.

Hacia 1140 se constituye como tierra de realengo, no dependiendo de ningún noble feudal o de la Iglesia, formando la Comunidad de Villa y Tierra de Agreda. Su posición geográfica entre los reinos de Aragón, Navarra y Castilla favoreció el que el monarca concediera toda una serie de privilegios con el fin de asegurar su fidelidad a la corona de Castilla. La cesión de la laguna del Campo de Añavieja fue uno de ellos. Alfonso X el Sabio otorgó a Ágreda el Fuero Real en 1260 que la eximía del pago de varios tributos. Por su parte, Sancho IV, en 1285, liberaba a Ágreda del pago de más impuestos, aunque a cambio de restaurar las murallas: “cerquen la Villa e fagan los muros e adoben las torres e los andamios”. Asimismo, en Ágreda tuvieron lugar las bodas de Jaime I el Conquistador y Leonor de Castilla en 1221 en la iglesia de Nuestra Señora de la Peña. Aún hoy se teatraliza este acto, que forma parte de las celebraciones de la villa. También aquí se firmaron paces con aragoneses y navarros en los siglos XIV y XV; en 1296 firmaban paces doña María de Molina, reina consorte de Castilla, y don Alfonso de la Cerda, en las luchas por el trono castellano. En 1304 el Tratado de Ágreda fijaba los límites entre Aragón y Castilla. Antonio Machado definía a Ágreda como "barbacana hacia Aragón en tierra castellana".


Puerta califal de Ágreda (foto: siempredepaso.es)


Enrique Trastamara cedió Ágreda a Beltran Duguesclin, por su ayuda en la lucha contra Pedro I el Cruel. En este momento, Ágreda perdía su carácter de realengo, lo que no agradaba a sus pobladores. Enrique III entregó la villa a Hurtado de Mendoza: la negativa de los de Ágreda hizo que se permutara la villa por Almazán. Pero Enrique IV volvió a entregar Ágreda a Beltrán de la Cueva; ello provocó una sublevación popular y en 1461 Ágreda recuperó su Real Cédula.



Los Reyes Católicos. Fin de la ciudad de las Tres Culturas

A partir del último cuarto del siglo XV, con los Reyes Católicos, Ágreda perdió su posición estratégica como villa fronteriza entre Castilla y Aragón. Las fronteras entre ambos reinos ya no eran tanto políticas como únicamente fiscales. Ya no se justificaban los privilegios y exenciones de Ágreda, que acabaron desapareciendo. A ello se añadió la conquista de Navarra en 1512, con lo que la villa ya no tuvo nunca más al valor estratégico de antaño.

Además, en 1492 los Reyes Católicos decretaban la expulsión de los judíos, con lo que desaparecía la importante comunidad hebrea de Ágreda. El papel de los judíos en la modernización y dinamización de la economía se acabó.

En 1502 los Reyes Católicos decretaban la obligatoriedad de conversión al catolicismo de los mudéjares (musulmanes que habían permanecido en territorio cristiano). No había otra opción, pues no se les permitía salir de España. Ello trajo inestabilidad y muchas tensiones en el día a día de Ágreda, en la que hasta hacía pocos años convivían las tres culturas en perfecta armonía. 


La sinagoga




La Mesta trajo la prosperidad económica a Ágreda

Los Reyes Católicos favorecieron la ganadería de la Mesta y ello repercutió muy favorablemente en Ágreda. El Honrado Concejo de la Mesta había visto la luz en 1273, reinando Alfonso X el Sabio. Abarcaba a todos los pastores de Castilla y León y les otorgaba una serie de privilegios sobre derechos de paso y pastoreo. Tales privilegios perjudicaron muy seriamente a la agricultura: es el caso de Extremadura, donde prácticamente desapareció la agricultura, que era la actividad predominante y muy desarrollada en época musulmana, o, en general, la tremenda deforestación del país para crear pastos para el ganado.

El segundo gran problema fue que la lana (la lana merina española era la de mejor calidad de Europa) se exportaba mayoritariamente, y eso impidió crear una industria textil propia. Con ello, se ahogaba el desarrollo del capitalismo en España y se condenaba a nuestro país al atraso y la miseria. La naciente burguesía castellana funcionaba más como un apéndice parasitario de las clases dominantes feudales, que como una clase social con iniciativa, capaz en su momento de hacerse con las riendas del país.

En Ágreda las familias nobles se enriquecieron con la Mesta, en especial la familia de los Castejón. Durante los siglos XVI y XVII la villa vivió la construcción de una serie de grandes edificios que reflejaban la prosperidad económica de unos cuantos: Ayuntamiento (1548), palacio de los Condes de Castejón con su jardín renacentista, iglesia de la Virgen de los Milagros, convento de los Agustinos Calzados, convento de las Concepcionistas, convento de las Agustinas, Plaza Mayor…


Los Reyes Católicos




Puerta de Felipe II

Construida en 1573 por Felipe II. Fue la última puerta de la muralla. Conmemora la victoria del monarca ante la Rebelión de las Alpujarras, que fue una sublevación de la población morisca ante la opresión de que eran objeto.

La puerta comunicaba con el barrio moro. Por ello se cerraba por las noches. 


Puerta de Felipe II