Bagà, Iglesia de Sant Esteve



La capital de los señores de Pinòs

La estructura urbanística de Bagà tiene como centro su plaza porticada, que, junto con la iglesia de Sant Esteve y el palacio de los Pinòs son buenas muestras de su pasado medieval.

La fortaleza de los Pinòs y el núcleo primitivo de Bagà (foto: cartel informativo)


El núcleo original de la localidad está a medio quilómetro aproximadamente de la actual villa, en torno a una pequeña iglesia de la que aún se conservan algunos restos. En este lugar se levantaría posteriormente la capilla de Sant Sebastià.

En 1233 el barón Galcerán IV de Pinòs y su esposa Esclaramunda deciden fundar el pueblo de Bagà, como capital de su baronía y cercana a su castillo. El barón concedió una serie de privilegios y franquicias a los que vinieran a asentarse a este lugar y levantar este núcleo de población: exención de los tributos medievales y garantía de defensa y protección. Sólo se mantenían los derechos de hueste, seguimiento y cabalgada (obligación de formar parte de las tropas del señor feudal), de hacer vigilancia en tiempos de guerra y algunos derechos fiscales.

La localidad creció rápidamente. Desde 1257 se celebraba un importante mercado en su plaza porticada, a iniciativa de Galcerán IV de Pinós, señor de la villa. Hasta el siglo XIV no se permitió abrir nuevas tiendas ni hacer transacciones más allá de esta plaza. Se comerciaba sobretodo con los productos textiles y el ganado.

Bagà en el siglo XII. En 1233 el barón Galcerán IV de Pinòs y su esposa Esclaramunda deciden fundar el pueblo de Bagà, como capital de su baronía (foto:cartel informativo)

A finales del siglo XIII se construyó un hospital para atender a enfermos, peregrinos  y pobres. En 1322 se construyó la primera casa fuera de las murallas. En 1330 se constituyó el primer ayuntamiento, con la elección de dos cónsules que elegirían a su vez a cuatro consejeros. Todos los cargos se renovaban anualmente.

En 1344 se llevaron a cabo importantes obras a consecuencia de la guerra entre la Corona de Aragón y el rey de Mallorca. Se arreglaron portales y murallas (se construyó la Torre Sobirana) y se mejoraron los caminos. Cuando la guerra terminó, el rey Pere III visitó Bagà en su viaje a Berga.

El contrabando fue una actividad muy practicada en Bagà. Nos ha quedado abundante documentación sobre castigos y multas que imponían los nobles a quienes eran descubiertos en estos menesteres.

La Peste Negra (1347-1348) afectó seriamente a la población y muchas masías quedaron vacías y muchas tierras abandonadas. El ayuntamiento puso guardias en las puertas de la muralla para evitar que entrasen gentes contagiadas con la enfermedad.

Bagà amurallado en el siglo XIV. En 1330 se constituyó el primer ayuntamiento (foto: cartel informativo)

Acabada la peste, se realizaron nuevas obras en las murallas para dar mayor protección a la villa. En cada portal se construyó una torre y un puente levadizo. Participó prácticamente todo el pueblo en estas obras. Dentro de las torres vivían sus guardianes, y así recibieron el nombre de la familia que las habitaba o a la que pertenecían: torre de Gandesa, torre de Brocà...

En 1370 se constatan 96 fuegos (unos 500 habitantes), lo que la convertía en la localidad más habitada de toda la comarca, aparte de su capital, Berga. En 1553 el 'fogatge' nos habla de 151 'focs' (unos 750 habitantes), lo que la mantenía en la segunda población con más población de todo el Berguedà, aunque muy cerca de la capital. La actividad textil -característica de Bagà durante siglos- facilitó que la población siguiera en aumento.

En el siglo XV se vivieron años convulsos, por la guerra entre Joan II y la Generalitat (1462-1472). El barón Galcerán VII de Pinòs era partidario del monarca. Bagà sufrió la conquista de uno y otro bando.

A finales del siglo XV se acabó el linaje de los Pinòs. Tras pasar por varias manos, Bagà acabaría siendo finalmente propiedad de los duques de Medinaceli.

A finales del siglo XV se acabó el linaje de los Pinòs.


El período de paz del siglo XVIII posterior a la Guerra de Sucesión favoreció el desarrollo de la industria textil. En la primera mitad del siglo se abrió una importante fábrica de medias. Bagà también era conocida por otras actividades: tornería de la madera, la forja del hierro (a pesar de que este mineral lo habían de traer de fuera) y actividades artesanas en torno a la lana, como los hiladores, tejedores y teñidores. Los ganados de ovejas que pastaban por el Pirineo aportaban la materia prima para estas actividades.

En 1787 la población era de 1.195 habitantes, aunque la industria textil ya no mantenía el vigor de antaño. La población caería en el siglo XVIII y, sobretodo, en el XIX: al contrario que el resto de la comarca, Bagà redujo sus habitantes a 966 en 1857, a 923 en 1877 y a 800 en 1900. A pesar de todo, a mediados del siglo XIX la industria textil aún seguía siendo la principal fuente de ingresos del pueblo (tejidos de algodón), por encima de la agricultura.

Las posesiones de los Pinòs, siglos XIII-XV


Las guerras carlistas del siglo XIX afectaron gravemente a la villa. Pero, en el siglo XX, las minas de Fígols atrajeron una cantidad importante de personas. En 1930 contaba con 1.021 habitantes, en 1950 con 1.275 y en 1960 con 2.410 personas. A partir de esta última fecha, la población decae por la emigración a las grandes ciudades, llegando a los 2.115 habitantes en 2001.

Como consecuencia del esplendor medieval de Bagà nos ha quedado un magnífico archivo que documenta muy bien la realidad de aquellos siglos.



La leyenda de las Cien Doncellas: para rescatar a Galcerán, preso de los musulmanes

La leyenda de las 100 Doncellas cuenta la liberación de Galcerán II de Pinós y su vasallo Santcerni, presos de los musulmanes. 

Galcerán II de Pinós, almirante de la flota catalana, había participado muy activamente en el ataque a Almería en 1147, siendo Ramon Berenguer IV el monarca de la Corona de Aragón. Le acompañaba Santcerní, señor de Sull. La operación estaba promovida por el rey castellano Alfonso IV y se saldó con la conquista temporal (posteriormente fue reconquistada por los moros) de la ciudad, pero Galcerán y Santcerni fueron hechos prisioneros y llevados a Granada.

Galcerán II de Pinós, almirante de la flota catalana, había participado muy activamente en el ataque a Almería en 1147 (foto: cartel informativo)


Al cabo de cinco años, Galcerán II de Pinòs fue liberado de la prisión por intercesión de Sant Esteve (la iglesia de Bagà está dedicada a este santo, patrón de la localidad) y así no hubo que pagar el precio exigido por el rey moro de Almería y Granada, que incluía las 100 doncellas catalanas. Cuando las muchachas estaban a punto de embarcar en el puerto de Salou para ser trasladadas a Granada, intervino Sant Esteve y liberó a Galcerán, mientras que Santcerni era liberado por Sant Genís.

Galcerán preso en Granada, en una representación en Bagà (foto: cartel informativo)


Esta leyenda se repite en otros lugares y otras fechas, como es el caso del rey Mauregato y la batalla de Clavijo.

La leyenda se transmitió oralmente hasta el siglo XIV, cuando quedó por escrito en el Monasterio de Santes Creus (Tarragona) por el monje copista Bernat Mallol. En este monasterio estaba enterrado el noble catalán.

Cartel informativo (trad. del catalán): "El padre del prisionero, Pere Galcerán de Pinòs, sabía que su hijo estaba vivo y que el rey de Almería pedía por su rescate cine mil doblas de oro, cien telas de oro, cien caballos blancos, cien vacas bragadas y cien muchachas vírgenes. Pere Galcerán de Pinòs y su mujer Berenguera de Moncada consiguieron reunir el capital necesario para hacer frente a todo lo que el rey exigía, menos las cien doncellas. Y los vasallos de la baronía de Pinòs ofrecieron sus hijas hasta llegar al número de cien. Fueron conducidas, con el resto de cosas exigidas, al puerto de Salou, donde se había de efectuar el rescate.

El rescate se dirige al puerto de Salou (foto: cartel informativo)


"Galcerán de Pinòs, preso, pedía a Sant Esteve la gracia de recuperar la libertad, y el día anterior de la llegada de la expedición del rescate de Salou, la prisión en la que estaba encerrada se iluminó prodigiosamente, se le apareció Sant Esteve, le dijo que sus oraciones habían sido escuchadas y el tomó de la mano y lo sacó fuera mientras que los guardianes que lo custodiaban quedaban paralizados. Simultáneamente, lo mismo sucedía a su compañero Santcerní, que fue liberado por Sant Genís.

"Pinòs y Santcerní fueron milagrosamente trasladados a la playa de Salou donde encontraron a la comitiva del rescate. Todo acabó así felizmente y Galcerán de Pinòs fue generosísimo  con los que habían contribuido a reunir el rescate, y sobretodo con las cien doncellas, y otorgó a perpetuidad grandes franquicias a sus vasallos".

Cartel informativo (traducido del catalán):

"El milagro (de la liberación de Galceràn y Santcerní) fue atribuido a Sant Esteve y a Sant Genís, y tomó cuerpo por estar documentado que se hicieron concesiones a la Iglesia de Bagà y que se liberó de la 'remença' a ciertas casas donde vivía una doncella. Todo ello quedó incorporado a la tradición y a la memoria histórica de la baronía, que con el tiempo comenzaría a conmemorarlo con escenificaciones y fiestas populares."

Las tropas cristianas en el asedio a Almería (foto: cartel informativo)



Les faies: un rito solar de los Pirineos aragoneses y catalanes

La fiesta de la "fia-faia" se celebra en la víspera de la Navidad. Un grupo de personas enciende unas antorchas o "faies" en lo alto de un monte cercano y baja con ellas recorriendo las calles del pueblo al grito de "Fia Faia, Nostre Senyor ha nascut a la palla" (¡Adelante con la Falla! Nuestro Señor ha nacido en la paja).

Esta fiesta debe tener su origen en la Prehistoria y forma parte de los ritos que hacían nuestros antepasados en el solsticio de invierno, encendiendo fuegos para que el sol recupere su fuerza, el ciclo agrario no se detenga y la vida continúe. Las fiestas de "faies" o "fallas" son propias de todo el Pirineo, tanto catalán como aragonés, y tienen el carácter de una celebración solsticial. 


No es casualidad que San Esteban, patrono de Bagà, se celebra por estas fechas, el 26 de diciembre.

Les Faies de Bagà, 2017 (foto: uecbaga.com)

Otra fiesta de gran interés es la del arroz, que se celebra el último día de Carnaval. En su origen era una comida que se daba a los pobres (de ahí que se conozca como "el àpat dels pobres", la comida de los pobres). En la actualidad, se cocina el arroz en una gran paella de 2 metros de diámetro en la Plaza Mayor y se reparte gratuitamente entre vecinos y forasteros.