Las Cinco Villas, Zaragoza


Sádaba, el castillo




Un poco de Historia

En el siglo XI comenzó la repoblación de la zona de Sádaba. Alfonso I el Batallador sería quien construyera el castillo, que está documentado en 1125, sobre los restos de una fortificación musulmana. El castillo actual sería una construcción posterior al del Batallador. Este monarca (1073-1134) fue rey de Aragón y de Pamplona. Realizó una gran labor de reconquista, llegando hasta Zaragoza y duplicando la extensión de su reino. Por el matrimonio con Urraca de León fue también el monarca de Castilla y León («emperador de todas las Españas»), hasta que el matrimonio se deshizo. A su muerte dejó sus posesiones a las órdenes militares, entre ellas a la del Temple, a lo que se opuso la nobleza aragonesa nombrando a su hermano como rey.

El castillo, magníficamente restaurado


En 1215 Sancho el Fuerte de Navarra tuvo que tomar el castillo, ya que su titular, Arnaldo de Alascún, hacía correrías y saqueos por tierras navarras, además de ser un auténtico tirano con la población de Sádaba.

En 1221, con el castillo en poder de Fortanet de Alascún (hijo de Arnaldo), el monarca navarro tuvo que tomarlo de nuevo, pero el hijo repetía las “hazañas” del padre. Parece ser que por estas fechas se construiría el castillo nuevo, que es el que podemos contemplar en la actualidad. Teobaldo I de Navarra devolvió el castillo de Fortanet, pero en tanto que vasallo, con lo que se eviataban nuevos desmanes.

En 1261, a petición de los vecinos de Sádaba, el castillo y la población retornaban a Aragón. A partir de entonces sería escenario de los enfrentamientos de la Corona de Aragón con Navarra (finales del siglo XIII y mediados del XV).

En el primer cuarto del siglo XIII se construiría el castillo actual, bajo el domino de los monarcas navarros


En 1399 los habitantes de Sádaba compraron su libertad al señor feudal y pasaron a depender, ya para siempre, del rey.

La población se ubicaba en torno al castillo hasta que en el siglo XV se trasladó al otro lado del río Riguel.

A partir del siglo XVII el castillo fue abandonado y fue entrando en situación de ruina.

Cartel informativo: "El nombre de Sádaba procede de la voz oriental SEBUB, cuyo plural SEBUBAY evolucionará a SEDUBA, derivando con el tiempo a su nombre actual, SÁDABA.

En el dintel de una puerta, una cruz templaria


"Los primeros asentamientos en estas tierras se evidencian en los yacimientos del Neolítico y de la Edad de los Metales que se han descubierto en distintos parajes del término municipal. Sádaba posee una rica historia que se remonta a la época de los Suesetanos, que ocuparon la comarca de las actuales Cinco Villas. Más tarde, los Vascones los desplazaron a partir del s- II a.C. y la zona fue sometida a una intensa romanización cuya huella aún se conserva en varios monumentos como el mausoleo de los Atilios y el conocido como la Sinagoga.

"Los musulmanes ocuparon Sádaba hasta el año 1091, cuando Alfonso I el Batallador consigue reconquistarla. Los primeros datos documentales del medioevo hacen referencia a algunos señores de la villa como García Garcés y su esposa Blazquita. A principios del siglo XIII la villa era gobernada por Arnaldo de Alascún, a quien Sancho VII el Fuerte de Navarra le arrebata la localidad y levanta en 1223 el actual castillo. Este edificio pasa por la regencias de varios tenentes, hasta que Sádaba se incorpora definitivamente a la Corona de Aragón en 1400, reinando Martín el Humano.

El castillo se erigió sobre un castillo anterior que, a su vez, se levantaba sobre una fortaleza árabe.


El Renacimiento es un momento relevante para la historia de la villa. En 1512, Fernando el Católico concede ayudas para reconstruir las murallas que protegen la localidad y que aún hoy pueden contemplarse en la parte trasera de la Hospedería. En 1549 Carlos V y su hijo Felipe II visitan Sádaba para confirmar la terminación de la iglesia de Santa María.

"Los tiempos de bonanza y paz que vive el municipio se truncan en 1706, con al Guerra de Sucesión. En ella perecen más de la mitad de los soldados sadabenses defendiendo la causa borbónica. Por esta cruenta batalla que finaliza en victoria, Felipe V concede a la localidad en 1708 el título de "Muy Ilustre y Fidelísima Villa" a incorpora la flor de Lis a su escudo."

Interior del castillo



El castillo

El estilo del castillo es bajomedieval con decoraciones cistercienses propias del siglo XIII. Es un tipo de castillo que entonces se construía en Europa y que se denomina “Fórmula de Felipe Augusto” (en referencia a un monarca francés).

Carece de elementos defensivos como torre del homenaje, foso, matacanes… Destaca por el grosor de sus muros y sus siete torres cuadradas que acaban en almenas. La entrada se hace “en recodo”, lo que facilita su defensa; a ambos lados de la entrada su sitúan dos de las torres, denominadas “del rey” y “de la reina”.

El recinto tiene unas dimensiones de 38x30 m., es decir, en total poco más de 1,000 metros cuadrados. En el patio de armas se ubica un aljibe de gran capacidad.

En el patio de armas se ubica un aljibe de gran capacidad.


Cartel informativo: "El castillo de Sádaba fue construido, tal como lo conocemos hoy, en época del rey Sancho VII de Navarra, en la primera mitad del siglo XIII. Este imponente monumento levantado en piedra sillar domina toda la villa, y presenta una planta rectangular de 1000 m2. Presenta tipología de ciudadela de fácil defensa, que abandona la característica torre donjon románica y lo convierte en un edificio representativo en toda España.

"De sus siete torres almenadas sobresale, en el muro suroeste, la llamada "torre del rey" por presentar distintos elementos nobles. EN el interior se encuentra el aljibe, en el centro del patio de armas, y la capilla, sobriamente decorada con elementos cistercienses. Un aspecto importante del castillo es el adarve o paseo de ronda que permite la vigilancia de todo el perímetro del edificio.

La torre del rey y la torre de la reina


"Tras varios siglos de abandono, el castillo ha iniciado en los últimos años un proceso de rehabilitación y restauración que ha servido para devolver al edificio su esplendor medieval. Actualmente, el edificio se ha convertido en un espacio tematizado que muestra al visitante, mediante proyecciones y espacios interactivos, un recorrido por la rica historia de Sádaba, de su castillo y del excepcional patrimonio artístico de la villa."


Leyendas (texto: cartel informativo)

El pasadizo secreto. La tradición popular ha mantenido vivos antiguos dichos, leyendas y tradiciones referentes a este municipio. Entre los vecinos siempre se ha hablado de la existencia de un pasadizo secreto que partía del aljibe del castillo, donde se guardaba el agua, y llegaba hasta el antiguo monasterio de monjes Carmelitas que había en el municipio, en la actual farmacia de la villa. El pasadizo secreto serviría como vía de escape en caso de asedio de la fortaleza.

Los fantasmas también toman forma en la tradición popular. Se habla de fantasmas que habitaban esta fortaleza y que conviven con los espíritus en pena de aquellos que murieron en su defensa. Muchos lugareños cuentan haber oído los ruidos de las cadenas de los prisioneros de guerra que perecieron en los calabozos.

Leyenda: 1 Entrada; 2. Patio de armas; 3. Aljibe; 4. Capilla; 5. Torre del Rey; 6. Torre de la Reina; 7. Estancias; 8. Marcas de cantería (foto: Wikipedia)


Las brujas son quizás una de las leyendas más curiosas nacidas a principios del siglo XX en toda la zona de las Cinco Villas. Existían creencias brujas que se aparecían durante la noche atemorizando a los vecinos convertidas en gatos u otros seres fantásticos.

El fraile Antón es otro de los mitos del imaginario tradicional. Cuenta la leyenda que entre los monasterios de Puylampa y Cambrón, masculino y femenino respectivamente y situados a las afueras del casco urbano, existía un pasadizo subterráneo que los comunicaba y que atravesaba el río Riguel. Por él se paseaba el fraile durante toda la noche y de ahí nació el dicho "de Puylampa a Cambrón pasea el fraile Antón".

Las riquezas imaginarias. En Sádaba se cuenta que existieron lagartos de dos colas de extraordinarios poderes. Sus propietarios podían utilizarlos, por ejemplo, para adivinar el número que iba a tocar en la lotería. El procedimiento eran sencillo: el lagarto de dos colas se introducía en un cajón con ceniza, donde el animal iba dibujando al moverse algo parecido a números romanos. Era cuestión de leerlos y conseguir el décimo. En 1913 la prensa divulgó la noticia de que un labrador de Sofuentes encontró uno y siguió el mismo proceso. Pero el resultado falló tan sólo por un número debido a la errónea interpretación del párroco que tuvo que huir a Zaragoza perseguido por los vecinos.

Imágenes milagrosas. La imagen de Cristo Marinero sudó agua el 3 de mayo de 1619, tanto como para empapar la tela en la que fue recogida. Cuentan que lisiados, cojos y tullidos sanaron al rezar ante ella, y libró de los hielos destructores los viñedos de la zona.