- La España de Felipe II
Capítulo 1. La infancia de Felipe. El aprendizaje de un rey
EL APRENDIZAJE DE UN REY
FORMACIÓN MILITAR. A LA GUERRA CON 15 AÑOS. Felipe era poco amigo de empuñar armas, aunque Zúñiga, para quedar bien ante su padre, se perdía en alabanzas diciendo que era "el más gentil hombre de armas de esta corte, que esto se puede decir sin lisonja, que esta semana passada hizieron una escaramuça de caballos lijeros, él y el duque de Alba en el campo. [Era] de combatir a pie y a cavallo muy bien".
Prevalecía en la corte española la creencia de que un monarca debía ser un buen guerrero. Carlos V era el ejemplo perfecto de ello. En 1542 Carlos V envió a su hijo a que participase en los enfrentamientos que se estaban produciendo con Francia y adquiriese experiencia militar. El rey francés Francisco I atacaba por Catalunya y por el País Vasco. Carlos V le pidió al duque de Alba que llevara a su hijo -que entonces contaba tan sólo con 15 años al frente en la zona catalana para que aprendiera las cosas de la guerra. La contienda duró poco, pues los franceses se retiraron ante la llegada de las tropas dirigidas por el de Alba, pero era suficiente como para presentar a Felipe ante las Cortes de Aragón, Catalunya y Valencia como el enérgico gobernante que no duda en tomar las armas para defender los intereses de su reino.
Felipe II y su padre |
EN LAS CORTES DE LA CORONA DE ARAGÓN, 1542, ES JURADO COMO HEREDERO. Cuando Carlos V volvió a España en 1542, se propuso que Felipe fuera jurado como heredero en las Cortes de Aragón, de Catalunya y de Valencia. Las Cortes se celebraban en Monzón (Huesca). El futuro rey tuvo que permanecer dos meses en la ciudad aragonesa, pues se vio aquejado de unas fuertes fiebres.
Después de Monzón, padre e hijo asistieron a Cortes en Barcelona y Valencia, con la misma finalidad del reconocimiento de la herencia de la monarquía hispánica. Felipe pasó unos días disfrutando de la vida nocturna y de las fiestas que se celebraron en su honor, especialmente en Barcelona. Los festejos, a base de "luminarias, danzas y máscaras" duraron dos semanas.
En 1528 las Cortes castellanas habían reconocido a Felipe, que entonces era un bebé de 1 año, como regente del reino. En 1541, con 14 años, fue declarado mayor de edad y se le designó como secretario personal a Gonzalo Pérez, que era el padre de Antonio Pérez, el personaje que unas décadas más tarde provocaría la peor de las crisis interna de todo el reinado de Felipe II.
Felipe II y su padre. Felipe tuvo una educación erasmista, pero poco caso haría a sus maestros humanistas a lo largo de su reinado.
FELIPE, REGENTE CON 16 AÑOS, 1543. En 1543 Carlos V tuvo que partir de nuevo para hacer frente a los nobles protestantes alemanes agrupados en la Liga de Smalkalda. Estuvo ausente durante 14 años.
Felipe fue nombrado regente, contando con el apoyo de los consejeros Tavera, Francisco de los Cobos y Fernando Valdés. Las tareas de gobierno efectivas recaían sobre los dos primeros, pues Felipe era aún muy joven y estaba en fase de aprendizaje. El cardenal Tavera ejercía en la práctica las funciones de gobernante plenipotenciario en Castilla y con la facultad de supervisar el gobierno de la Corona de Aragón. También el duque de Alba y García de Loaysa (arzobispo de Sevilla) ayudaron a Felipe en sus nuevas labores, que participaba en todas las reuniones y temas que se trataban, incluso los relativos a las posesiones americanas.
Todo eran alabanzas para el príncipe. El Emperador sólo recibía buenas noticias sobre su hijo y mostraba su contento al decir que “la gobernación desos Reinos vaya también como decís”. Juan de Zúñiga escribía a Carlos V que “el Príncipe ha comenzado a usar de los poderes que V.M. le envió, y en lo que hasta agora se ha visto, tiene más cuidado y buena manera en los negocios de lo que su edad demanda; y tengo esperanza de que cada día ha de dar a V.M. mayor contentamiento”. Siliceo apuntaba en la misma dirección: “Da muestras en su gobernacion que será tan justo y provechoso a la República quanto V.M. Desea”.
La correspondencia entre Carlos y su hijo era frecuente. A veces pasaban días, y ello impacientaba a Felipe: “No podría V.M. creer la pena con que estoy de haber tantos días que no tengo cartas de V.M.” En una carta, Felipe advertía a su padre de que no se fiara del Papa (el Pontífice era aliado de Carlos V en la empresa contra los nobles protestantes alemanes), pues muchas veces se echaba atrás en sus compromisos y dejaba solos a los españoles ante los problemas: “Beso las manos a V.Mt. por lo que manda auisar del estado de los negoçios públicos y de los que se ha tractado con el Papa, y de la buena voluntad y conformydad que en él se halla para seguyr y ayudar a V.Mt., specialmente en la buena reduçión y remedyo de los desuiados de la fe, que tanto conuyene a la Christiandad, en lo qual V.Mt. haurá tenydo y terná delante las consideraçiones y buen paresçer que tan grande y arduo negoçio requiere. Y de acá no podemos dezir más de suplicar a Nuestro Señor que dé a Su Santidad y a V.Mt. tal camyno, medios y fuerças como son menester para tan grand remedio, y acordar a V.Mt. que myre mucho, como se cree que lo haze, lo que en esto emprenderá, para que sea con la seguridad y fuerças que para su buena salida son menester, que aunque sea bien usar, como V.Mt. dize, de la voluntad y ayuda que agora offresçe Su Santidad, estas cosas a las vezes suelen faltar, y después el peso y trauajo de todo podría quedar sólo a V.Mt”.
Cada vez más el emperador Carlos era ajeno a las decisiones que se tomaban en España. Felipe, con tan corta edad, se iba familiarizando con los temas de Estado.
En 1546 Carlos V concedió a Felipe la investidura del ducado de Milán para así reforzar su autoridad con este título. En estos momentos la Casa del Príncipe estaba formada por 110 personas y costaba en total 32,000 ducados [1.200.000 euros], un 12% de lo que costaba la Casa del Rey.