- La España de Felipe II


Capítulo 8. Países Bajos. La guerra de los 80 años.


CUARTO ACTO. ALEJANDRO FARNESIO, EL ÚLTIMO GRAN ESTRATEGA MILITAR DE LA MONARQUÍA ESPAÑOLA


POLÍTICA DE ALEJANDRO FARNESIO, 1579. Alejandro Farnesio llegó a los Países Bajos con los tercios que estaban acuartelados en Italia. Llevó a cabo una política muy hábil, que consistió en, de un lado, prometer toda una serie de concesiones y, de otro, ir avanzando en el terreno militar. Sus promesas -que no se materializar en en ningún caso en la realidad- eran la retirada progresiva de las tropas, la recuperación de las leyes locales, la sustitución de los funcionarios españoles por funcionarios autóctonos, la formación de un ejército nacional, amnistía para los que depusieran las armas… y que ya no se cometerían desmanes en la toma de las ciudades.


Alejandro Farnesio llevó a cabo una política muy hábil, que consistió en, de un lado, prometer toda una serie de concesiones y, de otro, ir avanzando en el terreno militar.


En mayo de 1579 la Unión de Arrás, que agrupaba a las provincias católicas del sur, pactaba con Farnesio el reconocimiento de la autoridad española en los Países Bajos y la religión católica como religión única y oficial, a cambio de restablecer las leyes y privilegios de los Países Bajos.

En junio de 1579, las tropas españolas tomaron la importante plaza de Maastricht. "De Flandes han venido estos dias buenas noticias", fue la reacción de Felipe II. Parecía que los acontecimientos tomaban nuevos derroteros. El emperador Rodolfo II organizó una conferencia de paz en Colonia, en la que representaba a España el duque de Terranova. El Papa envió a Castagno, arzobispo de Rossano. Los Estados Generales enviaron tres delegaciones: una por el sur, otra por Holanda y Zelanda y el portavoz de Guillermo de Orange. La actitud de Terranova no ayudaba mucho: "Quisiera dar mas sperança de buen suceso, pero yo no la tengo", escribía. Las conversaciones comenzaron en mayo de 1579 y terminaron en noviembre sin resultado alguno.


PASOS HACIA LA INDEPENDENCIA, 1580-81. En junio de 1580 el gobierno de Alejandro Farnesio cometió el error de declarar que Guillermo de Orange era un traidor y un “enemigo de la raza humana” y puso precio a su cabeza.

En respuesta, en julio de 1581 las provincias de Brabante, Güeldres, Zutphen, Holanda, Zelanda, Frisia, Malinas y Utrecht se consideraron desvinculadas del rey de España, proclamaron su independencia y nombraron como soberano a Francisco de Anjou. 

Era la constatación de la influencia francesa en la marcha de los asuntos de los Países Bajos. En el sur, el archiduque Matías fue obligado a dimitir como gobernador.

Orange escribió su 'Apología’ en lo que quedaba de año, donde hacía un retrato de Felipe II: “Si, por tanto, declaramos que rechazamos el gobierno de tal Rey, incestuoso, parricida y asesino  de su mujer, ¿quién podría acusarnos justamente? ¿Cuántos reyes, no habiendo cometido crímenes tan horrendos, fueron barridos de sus reinos y expulsados? “

Los españoles tenían muy difícil conquistar estas provincias del norte. Los ríos hacían de barrera protectora natural y la flota holandesa impedía cualquier avance.


EXCESOS DE LOS CALVINISTAS EN GANTE, 1581. En la ciudad de Gante se produjeron graves excesos de los calvinistas, con cientos de religiosos y gentes de religión católica asesinados y muchos frailes y monjas quemados vivos en las hogueras.  Guillermo de Orange no movió ni un dedo para evitar estos sucesos.

La guerra continuaba. Alejandro Farnesio tomó las importantes plazas de Malinas, Maastricht y Tournai. Aunque las tropas francesas intentaron ocupar Amberes, la ciudad resistió, el asedio se saldó con miles de muertos, hasta que en febrero de 1582 Francisco de Anjou entraba triunfal en la ciudad. Pero contaba con la animadversión de Guillermo de Orange, que no aceptaba al francés como soberano, pues creía que le había arrebatado un trono que le pertenecía a él. Por motivos varios, algunas provincias tampoco admitieron a Francisco de Anjou, con lo que la unidad de las gentes de los Países Bajos parecía imposible. "Hay gran desorden aquí porque no hay hombre que obedezca", se lamentaba un observador inglés.


MUERTE DE ORANGE, 1584. En 1583 la posición española en la Unión de Arrás era muy firme, gracias a que la política de Alejandro Farnesio había sido muy hábil. Los protestantes de la Unión de Utrecht estaban divididos, se percibía una cierta sensación de caos y desunión. Francisco de Anjou, ante las dificultades que encontraba para dirigir las provincias recientemente declaradas independientes, dejó el país. Murió de tisis en junio de 1584. 

Un mes más tarde, fallecía Guillermo de Orange asesinado en un atentado en Delft, a manos de un tal Balthasar Gerard, que ejecutó un plan diseñado por Alejandro Farnesio y las autoridades españolas. Felipe II recompensó al asesino.

Guillermo de Orange entró en la leyenda, era un mártir para su pueblo, el padre de la patria. Se pone en su boca unas últimas palabras, rogando a Dios por su pueblo: “Mon Dieu, ayez pitié de ce pauvre peuple” (Dios mío, tened piedad de este pobre pueblo). La propaganda funcionaba hasta en el momento de su muerte. Un primer atentado contra Guillermo de Orange, fallido, se había producido en marzo de 1582.

La muerte de Orange debilitó a las fuerzas holandesas ya que con él desaparecía el máximo dirigente de la rebelión. La situación parecía favorable a España y Farnesio aprovechó el momento para iniciar una ofensiva que acabó con la toma de Ypres, Brujas y Gante en 1584, sin grandes excesos en las tomas de estas plazas.

Bruselas fue conquistada en marzo de 1585 y lo mismo pasó con Amberes en agosto. Farnesio contaba con 60,000 soldados y el flujo de plata de América llegaba con normalidad en octubre, con lo que financiación parecía asegurada.

Cuando le llegaron las noticias de los avances españoles, Felipe estaba enfermo, pero fue tal su contento que parecía que se había curado milagrosamente de sus males. Granvela lo cuenta: "Ni de la batalla de San Quintín, ni de la naval [Lepanto], ni de la conquista de Portugal, ni de la Terceira o de otros buenos sucesos pasados, ha mostrado su Majestad tanto consentimiento como de esto en Amberes".

La situación se hacía difícil para los rebeldes. Alejandro Farnesio era un duro oponente. Sólo las dos ocasiones en que hubo de desplazar sus tropas a Francia por las guerras de religión, en 1590 y en 1592, le impidió mayores avances en los Países Bajos.

Tras la toma de Amberes por los españoles, Isabel I firmaba un tratado con los rebeldes por el que, en diciembre de 1585, enviaba un ejército de 8,000 hombres al mando del conde de Leicester y se comprometía a financiar el 25% de los gastos de la guerra. 

Leicester fue nombrado gobernador de las provincias independientes del norte, pero no gozó de mucha simpatía entre la población y al cabo de dos años abandonó los Países Bajos.


DERROTA DE LA INVENCIBLE, FALTA FINANCIACIÓN, LOS SOLDADOS SE AMOTINAN, 1589. Después del desastre de la Armada Invencible en 1588, la posición española en los Países Bajos se debilitó enormemente. Reconstruir una nueva flota supondría dedicar una cantidad ingente de fondos, en detrimento de la financiación de la guerra de los Países Bajos.

A pesar de ello, Farnesio pretendía continuar con su ofensiva militar, pero Felipe II lo mandó a Francia, para ayudar a los católicos en la guerra de religión que se está produciendo en este país.

En agosto de 1589 se produjo el motín del ejército español, pues los soldados no recibían sus pagas. Fue el primero de una serie de motines, tras el cual Alejandro Farnesio llegaba a la conclusión de que la victoria militar era imposible y había que llegar a un acuerdo.


¿TOLERANCIA RELIGIOSA?, 1589. En 1589 el gobernador Farnesio aceptaba la tolerancia religiosa. Envió a Madrid al presidente del Consejo de Estado de los Países Bajos, Jean Richardot, para negociar este aspecto. Se trataba de que "a trueque de que allí [en las rebeldes Holanda y Zelanda] admitan tambien el publico exercicio de nuestra fe, puede Su Magd. sufrir y tolerar que en algunos lugares particulares traten publicamente el exercicio de sus erradas opiniones".

El monarca ya no se veía con fuerzas para seguir la guerra, porque "querer los conquistar por fuerça es tratar de una guerra inmortal para que no ay vida ni hazienda que pueda durar", se dijo en el Consejo de Ministros. Felipe II decidió aceptar el planteamiento de Parma, pero antes debía consultar con el Papa.

En 1591 se realizaron negociaciones en Viena, auspiciadas por el Emperador, para articular esta nueva política religiosa. Felipe II quiso que asistiera el nuncio papal para que el apoyo a la tolerancia "de tiempo limitado", no tuviera fisura alguna. Pero ya era demasiado tarde: la paz y el dominio de España en los Países Bajos eran imposibles. No se llegó a ningún acuerdo.

Alejandro Farnesio inició la ofensiva militar contra el norte y consiguió hacerse con gran parte de los territorios. No obstante, la contraofensiva de Mauricio de Nassau volvió las cosas a su estado anterior.


MUERE ALEJANDRO FARNESIO, 1592. La muerte de Alejandro Farnesio en 1592 supone la desaparición del último gran estratega militar de la España de Felipe II. Por contra, en el lado holandés surgió un dirigente militar de gran altura: Mauricio de Nassau, que consolidó las fronteras de Holanda.

La muerte de Alejandro Farnesio desató una ofensiva rebelde con buenos resultados, recuperando gran parte de los territorios perdidos en los últimos años. Además, los motines en las tropas españolas fueron continuos entre 1589 y 1607.

Hubo varios gobernadores antes de que Felipe II abdicara su soberanía en su hija Isabel Clara Eugenia y el marido de ésta, el archiduque Alberto, en marzo de 1598. Los gobernadores que sucedieron a Farnesio fueron bastante inferiores a él, no pudiendo evitar las victorias militares de los holandeses, las acciones piráticas de los "gueux de mer" y las sublevaciones constantes de las tropas españolas por falta de pago.