- La España de Felipe II
Capítulo 8. Países Bajos. La guerra de los 80 años.
DESTITUCIÓN DE GRANVELA, 1564
VIAJE DE MONTIGNY A MADRID, 1562. En 1562 Montigny viajó a Madrid para exponer al rey una serie de peticiones de la nobleza de los Países ajos. Tres eran los agravios, comentó Montigny: los obispados, la Inquisición y Granvela, consejero de Margarita de Parma, la gobernadora del territorio.
Respecto a la Inquisición, corrían rumores incesantes sobre su inmediata implantación en aquella tierra y eso producía mucho malestar entre toda la población, incluidos los católicos. Pero Felipe II respondía tajante que "ni por la imaginacion le havia pasado jamas el introducir en Flandes la Inquisicion de España".
El Cardenal Granvela. Los flamencos pedían su dimisión |
El otro gran problema era el cardenal Granvela. Felipe II le había encargado crear una serie de episcopados católicos para hacer frente al avance del protestantismo. El rey español había conseguido del papa la creación de 14 sedes episcopales, con lo que los Países Bajos pasarían de tener 4 grandes obispados a 14 más pequeños. Este cambio dañaba los intereses de las grandes familias flamencas, ya que los hijos segundones de los nobles se dedicaban a la carrera eclesiástica y ocupaban el cargo de obispo; los ingresos de cada uno de los 14 pequeños obispados serían muy inferiores a los de cualquiera de los 4 grandes.
En estos momentos, Granvela centralizaba en él todo el rechazo de la nobleza de los Países Bajos hacia la dominación española. Se argumentaba que era extranjero y que no era noble, y, al no serlo, no se le permitía formar parte del Consejo de Estado. En realidad, lo que pretendían los nobles flamencos era debilitar la autoridad española y acaparar ellos más poder en el país. Granvela les molestaba. Comenzaron las protestas populares. Tampoco ayudaba el hecho de pagar impuestos que únicamente servían para financiar las campañas militares europeas de un gobierno a más de 1,000 km de distancia en países que no tenían nada que ver con el suyo.
MARGARITA DE PARMA ESTÁ DE ACUEDO EN QUE GRANVELA SE MARCHE, 1564. En 1563 los principales nobles de los Países bajos pidieron la dimisión de Granvela en una carta dirigida a Felipe II. La propia Margarita de Parma era de la misma opinión, pues creía que con la marcha de Granvela se apaciguarían los ánimos.
En marzo de 1563 Guillermo de Orange, Egmont y Horn escribieron a Felipe II insistiendo en la destitución de Granvela. El rey español accedió y destituyó a Granvela en enero de 1564, contra la opinión del duque de Alba, que había manifestado al rey que "cada vez que veo los despachos de aquellos señores de Flandes me mueven la cólera de manera que sino procurase mucho templarla, creo pareceria a V Md. hombre frenetico". Para disimular su destitución, se dijo que Granvela salía de los Países Bajos para visitar a su madre enferma. Guillermo de Orange, Egmont y Horn volvieron a formar parte del Consejo de Estado, ya que lo habían abandonado poco antes en señal de protesta hasta que Granvela no fuera cesado.