- La España de Felipe II



Capítulo 8. Países Bajos. La guerra de los 80 años.


Lo que entendemos en esta época como Países Bajos se refiere a los territorios de las actuales Holanda, Bélgica, Luxemburgo y algunas regiones del noroeste de la actual Francia.


IMPORTANCIA ESTRATÉGICA DE LOS PAÍSES BAJOS. Los Países Bajos  cumplían una función estratégica de primer orden para la monarquía española frente a nuestro mayor enemigo durante la gran parte del siglo XVI: Francia. Junto con las posesiones italianas, las posesiones de los Habsburgo en el Sacro Imperio Alemán y la propia España, los Países Bajos hacían una especie de “tenaza” sobre el país galo

Al mismo tiempo, los Países Bajos se ubicaban frente a Inglaterra y entre Francia y Alemania, los grandes protagonistas de la Historia del occidente europeo en estos momentos. El intelectual Arias Montano explicaba que “desde estos Estados [los Países Bajos] se pueden tener a raya todas las tierras de Alemania y se enfrenta a Francia y se ata a Inglaterra (…) y no teniéndose esto, siguro no lo está España de Francia e Inglaterra, ni lo están las cosas de Italia” 

La banca de Amsterdam llegó a ser el centro financiero europeo por excelencia, a donde acudían los gobiernos y los mercaderes a negociar préstamos.


IMPORTANCIA ECONÓMICA DE LOS PAÍSES BAJOS. El desarrollo económico era muy fuerte en el norte de este territorio, Holanda, mientras que el sur, Bélgica, sufría un cierto estancamiento económico.

El puerto de Amberes era el núcleo comercial más potente del continente, el almacén de Europa. Los barcos que recalaban en el puerto de esta ciudad iban y venían al Báltico, a Inglaterra, a Francia y al Mediterráneo. Aquí se movían productos del norte y sur de Europa, de América, de las colonias portuguesas y de las importantes manufacturas holandesas. La banca de Amsterdam llegó a ser el centro financiero europeo por excelencia, a donde acudían los gobiernos y los mercaderes a negociar préstamos. Holanda poseía una de las mejores flotas navales de Europa, que le permitió en 1602 crear la Compañía de las Indias Orientales. 

Las relaciones económicas entre España y los Países Bajos fueron muy intensas a partir del matrimonio entre Felipe “el Hermoso” y Juana “la Loca”, abuelos de Felipe II. Los Países Bajos se convirtieron en el principal comprador internacional de lana española y el principal proveedor de paños y productos manufacturados.

En los Países Bajos se fabricaban los artículos de mayor lujo - vestidos y ricas telas, muebles y armas- de toda Europa. Las ciudades de Brujas, Gante, Malinas, Bruselas y Amberes eran plazas comerciales de ámbito europeo. El desarrollo de las manufacturas y del comercio alcanzó en Holanda un nivel muy superior al de cualquier otro país del continente.

Los holandeses eran un pueblo muy tolerante, pues sus negocios dependían del trato con gentes diversas y con diversas creencias en todo el continente. En este marco, la difusión del protestantismo en todas sus vertientes no encontró demasiadas dificultades. Y, de hecho, en su enfrentamiento con la rígida España católica, el calvinismo fue la ideología perfecta para convertirse en la seña de identidad de los rebeldes.


CON FELIPE II COMIENZA LA LUCHA POR LA INDEPENDENCIA. Con Carlos V, España y los Países Bajos estaban bajo el mismo rey. La ruta de la lana con Flandes se convirtió en el eje comercial fundamental de la economía española. 

Con Felipe II comenzó la lucha por la independencia de estos territorios. La guerra de Flandes fue una revolución burguesa contra la política feudal dominante. La pretensión de gobernar el país más avanzado de Europa desde una España de señores feudales y de curas trentinos era una empresa imposible.

Los Países Bajos fueron sometidos a una fuerte carga impositiva (e pretendía financiar la guerras con impuestos obtenidos en el mismo territorio), no se respetaban las creencias calvinistas (la política de defensa a ultranza de la religión católica, amparada por el Concilio de Trento, no fue nada tolerante con las creencias protestantes de los holandeses) y el duque de Alba ejerció el terror contra la población (aplicando la política que le había ordenado Felipe II), con lo que lo único que se consiguió fue el rechazo de los holandeses a la presencia española y aumentar las ganas de ser un país independiente.


LA POLÍTICA DE CARLOS V: UN ERROR TRAS OTRO. Carlos V quería implantar la Inquisición en los Países Bajos, a pesar de que no había una comunidad judía significativa, pero había herejes (calvinistas) y con ello bastaba “y es que queriendo yo poner Inquisición para el remedio y castigo destas herejías (que algunos han heredado de la vecindad de Alemania e Inglaterra, y aun de Francia), hubo gran contradicción por todos, diciendo que no había judíos entrellos”, escribió en una de sus cartas.

La única política que España supo aplicar fue la represión “y así, después de haber habido algunas demandas y respuestas, se tomó por medio de hacer una orden en que se declarase que las personas de cualquier estado y condición que fuesen, que incurriesen en alguno destos casos allí contenidos, ipso facto fuesen quemadas y confiscada su hacienda; para cuya execusión se nombraron ciertas personas, para informarse, inquirir y descubrir los culpados, y avisar dello a las justicias en cuya jurisdicción los tales estuviesen, para que, averiguada la verdad, quemasen vivos a los pertinaces, y a los que se reconciliasen, cortasen las cabezas, como se ha hecho y executa”.

En las Instrucciones de 1548 Carlos V le recomienda a su hijo que “si afloxásedes en cosa alguna desto [la tolerancia religiosa], sería abrir camino para poner todo en controversia, según la experiencia ha siempre mostrado”.


EL EJÉRCITO ESPAÑOL, MAL PAGADO, SE DEDICABA AL PILLAJE Y AL SAQUEO. Otro problema añadido fue que el ejército, mal pagado, se dedicaba muchas veces al saqueo. La opinión del embajador veneciano Soriano, en 1559, era de que el ejército español lo formaban excelentes soldados pero que sus pillajes y maltratos con la población civil hacían que las gentes perdieran cualquier simpatía hacia el monarca. El ejército español llegó a ser profundamente odiado en los Países Bajos. “El Rey tiene en España —atención: no en Castilla o en Aragón, en España— un plantel de hombres pacientes, fuertes de corazón y de cuerpo, disciplinados, aptos para las campañas, para las marchas, para los asaltos y para la defensa de las plazas; pero son tan insolentes, tan ávidos de los bienes y del honor de las personas, que se duda si estos bravos soldados han sido más útiles a sus soberanos que no les han hecho daño en sus últimos años; pues así como han sido los instrumentos de sus victorias, igualmente les han hecho perder el corazón y la voluntad de los pueblos, maltratando a éstos. Y el corazón de los súbditos es la mejor fortaleza que puede tener un Príncipe”, aseguraba Soriano.

Felipe II, cuando regresó a España, había dejado en los Países Bajos un cuerpo militar permanente, algo que no había hecho nunca su padre. Este hecho levantaba muchos rumores y fuerte oposición.


HABÍA QUE IMPLANTAR EL CASTELLANO. La mayor parte de las provincias hasta Bruselas por el sur hablaba holandés. El resto de provincias hablaba francés principalmente. También hubo quien pensaba que imponer el castellano en los Países bajos era la solución. Arias Montano se lo aconsejó al duque de Alba y para ello se creó una cátedra de español en Lovaina. Lo mismo que Roma impuso el latín en su imperio, España debía imponer el castellano para «confirmar su Imperio en la tierra» 


LOS PERSONAJES: GUILLERMO DE ORANGE Y EGMONT. Guillermo de Nassau, príncipe de Orange (1533-1584), era una de las mayores fortunas, con grandes posesiones en los Países Bajos, en Francia y en Alemania. Gobernaba las provincias de Holanda, Zelanda y Utrecht. Su tercer matrimonio lo fue con la hija de elector Mauricio de Sajonia, con lo que quedaba emparentado con la nobleza alemana, un detalle que sería importante en el futuro. 

Fue el personaje político más sobresaliente de los Países Bajos, incluso cuando estaba de parte de la monarquía española. Así lo entendió el propio Carlos V, que entró de su brazo en el acto de abdicación de Bruselas de 1555; Orange tenía entonces 22 años. Formó parte de la delegación española que negoció la paz de Cateau-Cambresis en 1558.

Guillermo de Orange encabezó la rebelión de los Países Bajos, distanciándose poco a poco de la monarquía española hasta enfrentarse a ella. Cuando el duque de Alba entró en los Países Bajos a sangre y fuego, Guillermo de Orange se exilió en Alemania y allí organizó la resistencia armada contra la ocupación española. En 1581 fue el promotor de que los Estados Generales depusieran a Felipe II como rey de los Países Bajos.

El conde de Egmont era gobernador o 'stadbouder' de las provincias francófonas de Flandes y Artois. Tenía un gran prestigio y un historial militar impecable.

Guillermo de Orange encabezó la rebelión de los Países Bajos, distanciándose poco a poco de la monarquía española hasta enfrentarse a ella.


EXPRESIONES COLOQUIALES A RAÍZ DE LA GUERRA DE LOS PAÍSES BAJOS. Han llegado hasta nuestros días una serie de expresiones coloquiales que tiene su origen en el conflicto de los Países Bajos. He aquí algunas de ellas:

“Poner una pica en Flandes” se dice para expresar algo muy difícil y costoso de realizar. En efecto, la guerra se hacía cada vez más difícil y la posibilidad de victoria estaba cada vez más lejos.

En forma rimada, se quiere dar a entender que en los Países Bajos está el final, sin remedio:

“España, mi natura;

Italia, mi ventura;

Flandes, mi sepultura.”