- La España de Felipe II
Capítulo 9. América
DATOS ECONÓMICOS
AGRICULTURA Y GANADERÍA. España llevó a América una serie de plantas y animales que cambiarían la vida de sus gentes. Nos referimos al trigo, la vid, el olivo, el arroz entre las plantas y los caballos, cerdos y ovejas entre los animales. De América nos llegó el maíz, cacao, patata, tabaco, pimiento, tomate, etc.
En las Antillas se cultivó trigo, café, cacao, tabaco y algodón, en Perú, trigo y vid, en Paraguay, yerba mate, que tuvo tanto éxito que en el siglo XVIII se decía un tanto exageradamente que la gente la adquiría a cualquier precio, aunque tuviera que vender sus pertenencias.
Los campos de trigo fueron muy importantes en México. Hasta entonces se hacía una especie de pan con maíz y yuca. La vid se desarrollo bien en Perú, Chile y California. En 1551 al vendimiador Hernando de Montenegro le pagaban la uva de sus campos del Perú a medio peso de oro la libra. Antonio de Ribera, hacia 1560, llevó el olivo sevillano al Perú.
Bartolomé de las Casas: “la ceguedad perniciosísima que siempre han tenido hasta hoy los que han regido las Indias en disponer y ordenar la conversión de aquellas gentes” |
La fruta era ya un bien muy preciado en la América precolombina: plátanos, piñas, guayabas, aguacates… También los españoles llevaron nuevas variedades de fruta.
El ganado vacuno fue el que más valor económico adquirió, pues las vacas tuvieron pronto un precio de un peso de oro por cabeza.
Fernán Gutierrez fue quien introdujo el ganado vacuno en Perú en 1539. El capitán Salamanca llevó las ovejas. A finales del siglo XVI se mataban cada año en Lima 2,700 vacas, 200,000 ovejas y 12,000 cerdos.
El ejemplo de la Mesta fue también traspasado a América. Se crearon Consejos de la Mesta regulados en las Leyes de Indias. Algunas familias mexicanas eran dueñas de hasta 40,000 cabezas de ganado vacuno y caballar.
Fueron muy apreciadas las mulas. Se las usaba para el transporte de mercancías y como cabalgadura en los caminos de montaña.
MINERÍA. De 1500 a 1520 se lavaba oro en las Antillas. Hacia 1545 se explotaba a pleno rendimiento las riquísimas minas de plata de Potosí y de 1556 a 1564 se aplicaba el sistema de amalgama con mercurio de Almadén.
Entre 1503 y 1660 llegaron a Sevilla 185,000 kg de oro y 16,880,000 km de plata. Son cifras oficiales; la producción sería mucho mayor ya que mucho metal precioso se “perdía” en manos de particulares.
La plata comenzó a llegar a España de México y de Potosí a partir sobre todo de 1540, cuando se establece el sistema de mitas. Las remesas de plata más importantes se produjeron entre 1580 y 1650 y muy especialmente entre 1590 y 1600. Cuando llegó más oro a España fue entre 1540 y 1560. Las mayores explotaciones de plata estaban en Guanajuato (México) y en Potosí (Perú).
METALURGIA. En el tratamiento de los metales ocupa un lugar muy destacado Álvaro Alonso Barba, cura de Potosí. Es el creador de la ciencia de la metalurgia e inventó la amalgama en caliente, que todavía hoy se practica. Escribió “Arte de los metales” en 1640, obra que fue traducida al inglés, alemán, italiano y francés.
INDUSTRIA. Perú conoció los primeros telares de América, creados por la cuñada de Pizarro, doña Inés Muñoz. En Quito fueron los franciscanos lo que impulsaron la fabricación de paños. La industria de la seda llegó a México de la mano de Hernán Cortés.
La política española fue la de no favorecer especialmente la industrialización de sus colonias, para obligar a que los habitantes del Nuevo Mundo consumieran productos que les llegaban desde Europa, fueran de origen español o extranjero. En este sentido, se ordenó liquidar los obradores de tejidos, aunque en Perú el virrey no hizo caso.
La competencia con los productos que llegaban de Europa y Extremo Oriente (China e India) impidieron el despegue de la manufactura textil autóctona, base de todo desarrollo industrial, con lo que se condenaba a la América hispana al atraso económico.
EL COMERCIO CON LA METRÓPOLI. De 1492, año del descubrimiento, a 1497, el monopolio del comercio correspondió a Cristóbal Colón. En 1503 se creó la Casa de Contratación de Sevilla, con el objeto de organizar y regularizar el comercio con el Nuevo Mundo. En 1510 vieron la luz las Ordenanzas de la Casa de Contratación y la apertura de una sucursal en Cádiz. En 1529 Carlos V permitió que traficaran con América a 9 puertos: La Coruña, Laredo, Bayona, Avilés, Bilbao, San Sebastián, Cádiz, Cartagena y Málaga; en La Coruña se creó una Casa de Contratación. Debido a la afluencia de metales preciosos, en 1573 se derogan las disposiciones de 1529 y se centraliza todo el comercio en Sevilla, que se convirtió en una ciudad económicamente muy potente, con unos mercaderes muy ricos.
En la primera mitad del siglo XVI las ventas españolas al Nuevo Mundo fueron superiores a las importaciones, lo que produjo en nuestro país una cierta acumulación de capital, algo que no se volvería a repetir. A mediados de siglo, con la colonización ya muy consolidada, las necesidades de su población aumentaron y el comercio se disparó. España exportaba a América: paños, vino, artículos de lujo y azufre y mercurio (para la amalgama de metales). Las importaciones consistían en: metales preciosos, maderas, lana y azúcar de las Antillas.
En 1593 se prohibió a los mexicanos comerciar con Filipinas, aunque los comerciantes establecidos en las Filipinas sí que podrían comerciar con México. “Porque conviene que se excuse la contratación de las Indias Occidentales a la China y se modere la de Filipinas, por haber crecido mucho, con diminución de la de estos Reynos, prohibimos, defendemos y mandamos que ninguna persona de las naturales ni residentes en la Nueva España, ni en otra parte de las Indias, trate ni pueda tratar en las islas Filipinas”.
Como vemos, la posesión de las Filipinas permitía el comercio con China. Muchas mercancías exóticas chinas tenían una fuerte demanda en México, pero la contrapartida era que una cantidad importante de la plata americana iba a parar a las Filipinas y no a España.
En el curso de su viaje alrededor del mundo, Magallanes descubrió las Islas Filipinas en 1521. Fue Legazpi en 1564, que iba acompañado del religioso Urdaneta, quien realizó la soberanía española, en 1571 fundó Manila y sentó las bases del comercio con México y China. El gobernador que sucedió a Legazpi, Levezares, envió embajadas al emperador chino y, poco tiempo después, se establecieron relaciones comerciales con Japón y Camboya.
Incluso se dio el caso de que al gobernador y al obispo de Filipinas les pasó por la cabeza la idea de invadir China, al modo de cómo Hernán Cortes había hecho con México, para lo que sólo precisaban -según decían- de 5,000 hombres y 30 buques. Un plan del gobernador Sande en 1576 hablaba que tan sólo necesitaría entre 400 y 600 soldados para esta campaña. Los chinos no tenían muy buena prensa entre los españoles; una carta de Sande decía lo siguiente: “son gentiles, hazen disparates, avnque no tienen en estos quenta ni devoción ni templos atauiados, y si algunos tienen, hazen allí officios mecánicos; es gente muy mala”.
LA CASA DE CONTRATACIÓN. Fue creada en 1503 por los Reyes Católicos. Podríamos decir que era algo parecido a un Ministerio de Comercio. Su finalidad era centralizar y organizar todo el comercio con América, la vigilancia de las flotas, los tratos comerciales, la cartografía, los pasajes para el Nuevo Mundo y el tribunal mercantil. Sus ordenanzas datan de 1510. En 1526 pasó a depender del Consejo de Indias.
Juan de la Cosa trabajó en la Casa de Contratación y en 1500 había confeccionado el primer mapa de América. En 1508 se creó el cargo de piloto mayor en la persona de Américo Vespucio. Otros cargos fueron los de fabricador de astrolabios cuadrantes, ballestillas y relojes, mientras que la obra científica se completó con las cátedras de Cosmografía y Arte de navegar, Hidrografía, matemáticas y Artillería. Los pilotos tenían la obligación de entregar a la Casa de Contratación sus observaciones como resultado de sus viajes.
Un asesor permanente fue creado en 1553 para tratar los temas de tribunales. Entre 1586 y 1596 la justicia la impartieron tres oidores letrados. En las Ordenanzas de 1510 se establecía que los jueces de la Casa de Contratación eran competentes en “cualesquiera tratantes o mercaderes y sus factores y maestres y contramaestres y calafates y marineros, y otras cualesquier personas sobre cualesquier compañía que hayan tenido y tengan entre sí en las dichas Indias y sobre los fletes de los navíos que fueron y vinieron... el asegurar los navíos... y sobre los contratos que sobre ellos hubiese hecho”. La Casa de Contratación tenía cárcel propia. A finales del reinado de Felipe II se creó el Tribunal de la Contaduría.
En 1520, en las Cortes de Santiago y La Coruña, la Casa de Contratación aseguró su permanencia en Sevilla, ante rumores de que iba a ser trasladada a otra localidad del Imperio. Hasta el siglo XVIII Sevilla monopolizó el comercio con América, aunque también Cádiz y las islas Canarias tuvieron un papel importante.
LA FLOTAS DE INDIAS. Hacia 1560 se puso en práctica el sistema de navegación en flota, los buques aumentaron de tonelaje pasando de 100 tm a 300 tm, para poder llevar más carga y reducir el número de viajes, ya que se trataba de evitar los riesgos de la piratería. Las zonas más peligrosas eran las Azores, las Antillas y el Cabo de San Vicente. A cada flota le acompañaban dos naves, una a cabeza y la otra a retaguardia.
Anteriormente, en 1521, cuando estalló la guerra con Francia y, en consecuencia, la piratería tomó nuevos vuelos, se creó un sistema de protección con guardacostas. Este sistema se financiaba con una derrama que se denominaba “derecho de avería”.
Había dos grandes rutas. Una de ellas acababa en Venezuela y Darién, y la otra en las grandes islas del Caribe, Honduras y Nueva España. Desde 1554 estas flotas no volvían a España con todos los barcos al mismo tiempo, ya que los de Nueva España sufrían un retraso respecto al resto.
En 1564 se estableció que se hicieran dos salidas anuales, una para Nueva España y la otra para Panamá. La primera zarparía en abril y la otra en agosto. Para la vuelta, los barcos debían esperar hasta el año siguiente y zarpar desde La Habana en marzo.
Las flotas disponían de un staff administrativo compuesto de un ‘veedor’ encargado de que se cumplieron las leyes, un alguacil mayor y un escribano en cada barco, maestros de plata responsables de los metales preciosos que se transportaban, maestros de vituallas, un escribano mayor, boticarios, carpinteros y buzos.
LAS COMPAÑÍAS DE COMERCIO ULTRAMARINO. La “avería gruesa” era una especie de seguro para defensa y salvamento de las naves, obligatoria desde 1538. Se formaron un número incontable de compañías mercantiles para el comercio de las Indias registradas en Sevilla, constituidas tanto españoles como extranjeros.
Cristóbal de Villalón nos cuenta sobre los mercaderes extranjeros: “También hay algunos mercaderes especialmente alemanes genoveses que no dan a cambio a señores y príncipes, con los cuales hacen grandes partidas a tanto por ciento, sin más condiciones. Y los dineros que así dan a cambio, porque son en gran cantidad, acontece que no los tiene todas las veces el mercader que los da y tómalos a cambio de otro mercader para darlos a los príncipes porque con el crédito que tienen pagan muchas veces mucho menos interés de lo que después llevan a los príncipes; su interés es mucho más caro de lo que usan llevar a otros mercaderes y de lo que así dan a cambio los príncipes, toman términos y plazo para haberlos de cobrar, dentro de cierto término de las rentas y servicios de los príncipes”.
Mercado, sobre el funcionamiento de la banca sevillana: “Los banqueros son tesoreros y depositarios de los mercaderes porque venida la flota, cada uno pone en banco todo lo que le traen de las Indias, dando primero ellos fianza a la ciudad, serán fieles a sus dueños, los cuales, puesta allí la moneda, van librando y sacando...; atraviesan toda la plata de una flota y todo el oro, con otras cosas de este jaez, que en dos o tres meses, si bien les sucede, ganan a las veces tres o cuatro mil escudos [4 ó 6 mil euros aprox.]. Que como todos ponen allí su plata tiene gran suma con que hacer grandes empleos. Entremétense también en dar y tomar a cambio y en cargar. Que un banquero abarca en esta república un mundo y abraza más que el océano, aunque a las veces aprieta un poco que da con él todo al traste”.
IMPUESTOS. Los impuestos más significativos eran: el quinto real (20% sobre los metales preciosos), el almojarifazgo (derechos de importación, 2,50%), la sisa (impuesto sobre los víveres); la capitación (sobre los indios varones en edad de trabajar); la novena parte del diezmo de la iglesia (sobre productos agrarios y ganaderos; no pesaba sobre los indios).
Los funcionarios de Hacienda (contadores, tesoreros, veedores, escribanos, etc) gozaban de mucha autonomía, pues podían no aceptar las decisiones del gobernador si así lo consideraban.
EL CONTRABANDO, LOS PIRATAS Y LOS CORSARIOS. El contrabando fue en crecimiento, ejercido sobre todo por extranjeros aposentados en Sevilla y Cádiz o en los puertos coloniales. Los piratas y corsarios tenían barcos más pequeños y rápidos que los españoles y de esta forma podían atacar con facilidad a naves aisladas, tanto en los propios puertos americanos como ante las costas españolas. Eran sobre todo franceses e ingleses y estaban apoyados por sus respectivos gobiernos, con el fin de debilitar el poderío español. Entre los franceses destaca Jacques Sore, François Le Clerc (Pata de Palo), Montluc, Guillaume le Testu. Entre los ingleses tenemos a Wyndahm, Stukeley, Poole, y los famosos Hawkins, Drake, Cavendish, en época de Isabel I.
En 1543 unos habitantes de Luarca cogieron presos a los atacantes franceses y les cortaron las orejas. Femando de Valdés, el inquisidor, presidente del Consejo Real, escribía al rey Carlos V: “me han dicho que en un puerto de Asturias, que se dice Luarca, llegaron unas galeras de la armada francesa a combatir y los del lugar se defendieron y echaron al fondo la una dellas y tomaron nueve franceses, y dízenme que los açotaron y desorejaron”, y añade “que a mi paresçer fue mal hecho”.