- La España de Felipe II
Capítulo 24. Religión
EL INQUISIDOR VALDÉS SE INVENTA EL PROTESTANTISMO EN ESPAÑA.
Según datos de la propia Inquisición, no había en el siglo XVI señales alarmantes de propagación del protestantismo en España. Esta religión encontraba muy pocos adeptos en nuestro país, ya que unas estructuras socioeconómicas tan alejadas de los nuevos tiempos no eran campo abonado para las estas ideas religiosas.
La represión del protestantismo en España se debió a otras causas. El inquisidor Valdés, arzobispo de Sevilla, la diócesis más rica del país, había caído en desgracia porque no quiso prestar a la Corona 15,000 ducados [562.500 euros] en 1557, pues la práctica había demostrado que los préstamos a los monarcas españoles ya no se recuperaban y por eso mismo cada vez más las grandes fortunas eran reacias a prestar su dinero. Pero el momento era muy delicado, pues España estaba enfrentada en una guerra contra Francia y la situación económica era muy precaria. El enfado del rey fue mayúsculo por esta actitud del Inquisidor. Por consiguiente, Valdés necesitaba elevar su prestigio ante el rey, estaba en juego su carrera política. Sus adversarios, "algunas personas por algunos fines que algun dia se manifestarán", informaban de él al monarca en sentido negativo. Había que recuperar la iniciativa. Lo que hizo fue engordar la importancia del protestantismo en algunos puntos de España para, de esta forma, potenciar el papel de la Inquisición y de él mismo como autoridad suprema de esta institución.
El inquisidor Valdés exageró la presencia del protestantismo en España para obtener rédito político
Su presa más codiciada fue el arzobispo de Toledo, Bartolomé de Carranza, a quien acusó falsamente de luteranismo. En realidad, lo que había era una pugna entre estos dos personajes por el poder en la Iglesia. El arzobispo tuvo que retractarse de algunas de sus tesis, aunque nunca perdió su dignidad eclesiástica. El proceso terminó en 1576, con la muerte de Carranza.
FOCOS DE PROTESTANTISMO EN ESPAÑA. Según el inquisidor Valdés, España estaba en 1558 al borde del abismo. En un informe que dirigió al rey, informaba de importantes focos protestantes en Valladolid, Sevilla y Salamanca, a la vez que los judíos conversos se estaban organizando en Murcia y los moriscos granadinos no tardarían en rebelarse.
Ante tal panorama, Felipe urgió a la Inquisición a que actuara con toda dureza. Había que extirpar el mal. "En ninguna cosa me poreys dar mayor satisfaccion y contentamiento procediendo con todo rigor contra los que estan presos, de manera que ataje y castigue sin ningun respecto tan gran mal", le escribía el rey a Valdés. En mayo de 1558, Felipe le ordenaba a Juana, la regente, que empleara la mano dura "como contra sediciosos, alborotadores e inquietadores de la republica (...) castigando los culpados muy de veras para atajar que no pase adelante".
Para Carlos V, en Yuste, se dispararon todas las alarmas ante tales informes. Estaba convencido de que estaba a punto de repetirse en España el problema que había vivido en Alemania.
En septiembre de 1559 aparecieron octavillas en edificios públicos de Toledo. Decían que la Iglesia católica "no es la Iglesia de Jesucristo sino la del diablo y su hijo, el papa anticristo". En noviembre se encontraron otros folletos heréticos durante una misa también en Toledo. Se cerraron las puertas del templo y los extranjeros presentes fueron registrados.
En 1560 en Sevilla se difundieron octavillas que denunciaban a "estos ladrones inquisidores, que públicamente roban y queman los huesos de Constantino por celos". Pedían que la gente "rogara a Dios por su auténtica Iglesia, para que pueda soportar firme y resueltamente la persecución de la sinagoga de Satán" (se refieren a la Inquisición).
Todos los sospechosos de protestantismo fueron arrestados, se decretó una ley de censura en Castilla y se elaboró un nuevo “índice” de libros prohibidos. El primero de los Autos de Fe tuvo lugar en Valladolid en mayo de 1559 y contó con la asistencia de Juan de Austria y el príncipe Carlos. Felipe estaba ausente, en los Países Bajos. Los condenados eran más de 30, entre ellos el doctor Cazalla, dos de sus hermanos y algunas religiosas. Se presentaron los huesos de la madre de Cazalla, como castigo a una hereje difunta. Quince de los condenados fueron directamente quemados en la hoguera, mientras que los que se arrepentían eran ejecutados primero y luego quemados en la hoguera. El bachiller Herreruelo fue quemado vivo por mantener sus creencias.
NUEVO AUTO DE FE EN VALLADOLID, octubre 1559. Cuando Felipe llegó a Valladolid pidió que se celebrase otro Auto de Fe. Fue en octubre de 1559. Asistieron el rey, el príncipe Carlos, doña Juana de Austria y varios nobles. Los condenados eran casi 40, entre ellos estaba el corregidor de Toro. Los detenidos que se arrepentían eran liberados y aceptados de nuevo en el seno de la Iglesia, pero los contumaces eran castigados. Fueron doce los condenados al fuego, había cuatro monjas entre ellos. A dos de los condenados se les quemó vivos. Asistían miles de personas a este acto, que se desarrolló con todo tipo de pompa y boato durante 12 horas. Se cuenta que el corregidor de Toro, antes de subir a la hoguera, gritó al rey: "¿Cómo podéis permitir que suceda ésto?", a lo que Felipe contestó con enfado: "Yo traeré la leña para quemar a mi hijo, si fuera tan malo como vos". En el momento de las ejecuciones, Felipe II se ausentó, como era normal en él.
Tras estos Autos de Fe, las autoridades católicas respiraban tranquilas. El arzobispo de Pamplona decía que "estamos en mucha paz y tranquilidad, y lo mejor es que estamos libres de Lutero".
En 1561, mientras se celebraban las Cortes de Monzón, tuvo lugar otro Auto de Fe en Barcelona. Los condenados luteranos eran franceses.
LA REPRESIÓN EN OTROS PAÍSES FUE MUCHO MAYOR QUE EN ESPAÑA. Para Felipe la Inquisición era la pieza clave en su gobierno. "No podemos ni debemos consentir cosa que sea por alguna via en disfavor del Santo Oficio, viendo cada dia por la experiencia la necesidad que del ay", comentó en 1571.
Valdés aprovechó el momento para pedir más competencias al rey en 1558: más tribunales, que la Inquisición fuera quien autorizaría la publicación o no de libros, había que vigilarlo todo… Afortunadamente, Felipe no le hizo caso.
En España se adoptaron medidas semejantes al resto de Europa para proteger la religión que se profesaba en cada país. A pesar de la mala imagen que tiene la Inquisición española debido a la “leyenda negra”, hay que decir que en Inglaterra se ejecutaron tres veces más personas que en Castilla y en la Corona de Aragón en los años posteriores a 1559. En la Francia de Enrique II la cifra es del doble. En los Países bajos la cifra se multiplicaba por 10. En realidad, la Inquisición española fue la más “suave” de Europa.
Nunca hubo focos importantes de protestantismo en España. Tan sólo en Sevilla y Valladolid se aprecia algún eco significativo. La Inquisición liquidó las nuevas ideas en estas dos ciudades con dos Autos de Fe en cada una de ellas en 1558-1560. En Sevilla se dio el caso de que los doce monjes del monasterio de San Isidoro del Campo simpatizaban con el protestantismo, tuvieron que huir al extranjero y finalmente fueron quemados en efigie. También acabó en la hoguera la persona que les llevaba libros prohibidos desde Génova, Julián Hernández.
PERSONAJES DE LA ALTA NOBLEZA ACUSADOS DE PROTESTANTISMO.
Agustín Cazalla, predicador de la Corte doctor Egidio, había sido capellán de Carlos V
Luis de Rojas, caballero
Juan de Ulloa, caballero comendador de la Orden de San Juan
Monjes del convento de San Isidro de Sevilla
Ana Enríquez, hija de los marqueses de Alcañices.