- La España de Felipe II


Capítulo 27. El Escorial y el esoterismo


El Escorial se construyó para conmemorar la victoria de San Quintín frente a los franceses. Esta batalla fue poco o nada significativa  en el contexto de la Europa de la época, pues Felipe se negó a avanzar sobre París cuando tenía la capital francesa a su alcance y de  esta forma liquidó la ventaja que había obtenido con el resultado de aquella batalla. En el tratado de Cateau-Cambresis los franceses recuperarían San Quintín. Quizá lo que se quería resaltar simplemente es que se había triunfado sobre Francia y que Dios había estado al lado de Felipe en la única batalla que presenció en toda su vida.

En la Carta fundacional del monasterio en 1567, cuando El Escorial llevaba unos años en obras, escribe Felipe II: “Reconociendo los muchos y grandes beneficios que de Dios Nuestro Señor habemos rescebido y cada día rescebimos, y cuánto Él ha sido servido de encaminar y guiar los nuestros hechos e los nuestros negocios a su sancto servicio, y de sostener y mantener estos nuestros Reinos en su sancta fe y religión y en paz y en justicia…”

El Escorial se construyó para conmemorar la victoria de San Quintín frente a los franceses.


En su testamento hace referencia al monasterio diciendo “que yo, en  algún reconoscimiento que de las mercedes y beneficios que de Nuestro Señor he rescibido, hize fundar y dotar [el monasterio] para poner en él  los cuerpos del Emperador don Carlos, mi señor y padre, y de la  Emperatriz doña Isabel, mi señora y madre, como al presente lo están”.

Felipe II "mandó buscar sitio conveniente para la grandeza que en su real pecho tenía concebida, poniendo en ello hombres sabios filósofos y arquitectos y canteros experimentados en el arte de edificar, para examinar en el dicho sitio la sanidad, la abundancia de aguas y aires y los pastos naturales del sitio, conforme a la doctrina de Vitrubio,... anduvieron por muchas partes, especialmente por el Real de Manzanares, andando por los valles, altos y llanos de una parte a otra, y no hallaron cosa que les contentase. Después vinieron al lugar de la Fresneda... desde la Alberquilla volvieron el rostro hacia el norte, y se fueron por la raíz del monte donde hallaron una muy principal fuente que tenía dos veneros que se llamaba la fuente de Blasco Sancho, junto a un cerrito donde pasa el camino que va a San Juan de Malagón, hermita bien conoscida de toda la tierra, y hallaron el puesto cual ellos buscaban en las condiciones y cualidades necesarias." (Fray José de Sigüenza. Fundación del Monasterio de El Escorial por Felipe II.). Las pesquisas para la elección del lugar para construir El Escorial duraron 3 años.


EL ESCORIAL, FRUTO DE LA OBSESIÓN RELIGIOSA DEL MONARCA. El Escorial alberga grandes obras de la pintura y escultura, así como 13.000 reliquias. Su biblioteca fue la mejor del mundo en su momento, después de la del Vaticano. La cantidad de reliquias revela una personalidad obsesiva en el tema religioso: “Y porque son muchas las reliquias que he hecho entregar en Sanct Lorenzo, creo que ya deben estar dadas todas las que tenía intención de poner en la dicha casa, mas porque otras van viniendo”. El Escorial reunió a una congregación religiosa cuya finalidad era que ofrecieran plegarias diarias por el alma de Carlos V y el resto de la familia real enterrada allí.


DIMENSIONES Y COSTE. Tiene una superficie de 33.000 m², y cuenta, además, con 2.676 ventanas, 1.200 puertas, 88 fuentes, 16 patios y 89 escaleras. Se construyó a lo largo de 30 años. El coste presupuestado de las obras de El Escorial era de 8.000 ducados mensuales [300.000 euros]. El coste total estaría en torno a los 6 millones de ducados [225 millones euros], según el padre Zarco, historiador del monasterio. Esta cifra el doble de los ingresos anuales de la Corona a mediados de siglo.

Se cuenta que el monarca contemplaba las obras desde la llamada “Silla de Felipe II”, situada en los alrededores del monasterio. Esta “silla” es un altar pétreo prehistórico, que correspondería posiblemente a las tribus celtas de los Vetones.


UNIDADES DE MEDIDA DE LA OBRA. En el siglo XVI y hasta el siglo XIX se medía en codos, palmos, pies… medidas que tenían al hombre como referencia. Cada territorio tenía sus propias medidas: es pié burgalés era diferente al aragonés o al romano. En 1567 Felipe II quiso unificar los sistemas de medida promulgando la "Nueva Recopilación de las Leyes de España", en la que se establecía que "la vara castellana que se ha de usar en todos estos reynos, sea la que hay, y tiene, la ciudad de Burgos".

En el Escorial se utilizó la tercera parte de la vara castellana o pie castellano como unidad de medida. Es decir, cuatro palmos o 16 dedos. El padre Sigüenza nos explica las medidas: "El pie es una tercia de vara castellana, que tiene cuatro palmos, y cada palmo cuatro dedos, y cada dedo, cuatro granos de cebada ladilla".

También lo hace el arquitecto de El Escorial, Juan de Herrera: "va puesto un pie de vara Castellana, diuidido segun la costumbre destos reynos de Castilla en palmos, dedos y minutos de dedos, que ha sido medida común de toda esta fabrica".


EL ESCORIAL, PANTEÓN REAL. En 1574, Felipe ordenó el traslado de los restos de los miembros de la dinastía Habsburgo a El Escorial. Hasta entonces, el lugar de enterramiento de la familia real había estado principalmente en Granada, ya que era donde reposaban los restos de los Reyes Católicos.

Fueron trasladados sus padres, Carlos e Isabel, su primera esposa María de Portugal, su tía Leonor (que había sido reina de Francia), su tía María (reina de Hungría), su abuela Juana “la loca” y sus hermanos Fernando y Juan (muertos cuando eran niños)


LAS PINTURAS, CONTRARREFORMA Y HERMETISMO. Los cuadros que evocan la batalla de San Quintín representan también los cambios que se han producido en el siglo XVI sobre el arte de la guerra. Lo comenta el padre Sigüenza: “Aquí se diseña otro género de milicia harto diferente, donde no hay ballesta, ni adarga, ni aun alfange, sino picas, coseletes, arcabuces y fuego en todas partes; en la artillería, en la infantería, en los de a pie y en los de a caballo (…) Vese aquí otra manera de escuadrones, otros modos de pelea y de muertes más fieras y extrañas”.

El Escorial es un exponente de la pintura religiosa de la Contrarreforma. Las pinturas de Tibaldi, que decoran el recinto son un intento de reconciliar catolicismo y hermetismo, según René Taylor. Otros temas cumplen la función de transmitirnos la doctrina hermética, como el Hércules Gaélico, David exorcizando a Saúl, David y los magos caldeos y Orfeo y Eurídice. Las pinturas de la biblioteca y del coro y en la planta del edificio contienen simbolismo esotérico.


LA MAYOR BIBLIOTECA DE LA ÉPOCA, DESPUÉS DE LA DEL VATICANO. El ansia de Felipe II de recoger y coleccionar todo el saber de la época fue único en el mundo occidental. Ni siquiera el Papa tuvo tal preocupación. El primer responsable de la biblioteca de El Escorial fue Benito Arias Montano, miembro de una sociedad secreta cristiana “Familia de la Caridad” (Familia Charitatis). Felipe II le encargó cuando fue a Amberes a dirigir la impresión dela Biblia Políglota que buscara "libros exquisitos, así impresos como de mano... para ponerlos en la 'Librería' del dicho mi Monasterio, porque ésta es una de las principales riquezas que yo quería dejar a los religiosos que en él hubieran de residir, como la cosa más útil y necesaria".

La biblioteca está dotada de 45.000 volúmenes, de los cuales 1.150 en griego, 94 en hebreo y casi 500 códices en árabe. Después de la biblioteca vaticana, era la mayor del mundo en su momento.

Contiene la colección más importante de libros esotéricos de todo el Occidente europeo, entre ellos el libro de magia Enchiridion, de León III; los libros de alquimia eran tantos que se creó una sección especial. Al menos 200 libros eran de magia y astrología, y nombró en 1585 a un censor especial para el monasterio para así evitar la intromisión de la Inquisición.

Felipe II quería hacer de El Escorial un centro de investigación, como lo explica en una carta al embajador de Francia, 1567 diciendo que "todavía holgaré que de ahí se tomen todos los más raros y exquisitos que se pudieren haber, porque... es una de las principales memorias que aquí se pueden dejar, así para el aprovechamiento particular de los religiosos que en esta casa hubieren de morar, como para el beneficio público de todos los hombres de letras que quisieren venir a leer en ellos".


SIMBOLISMO: LA IMAGEN DEL TEMPLO DE SALOMÓN. Una serie de elementos llaman la atención del visitante: en el patio hay la fuente con cuatro caños del Patio de los Evangelistas, evocando la fuente del Paraíso; son doce las puertas, como la Jerusalén Celestial; las naves de la iglesia están hechas de acuerdo con los criterios musicales de Pitágoras y del Timeo de Platón. 

El Escorial no se parece a un edificio castellano ni italiano ni flamenco. ¿Cuál fue el modelo? En la fachada de El Escorial están las estatuas de David y Salomón, lo que ya nos da alguna pista. Parece ser que Felipe II siguió el modelo del Templo de Salomón con los datos que ofrece Flavio Josefo, ya que las medidas y la estructura arquitectónica de El Escorial coinciden con la descripción del Templo de Salomón que hace este autor romano.


DAVID Y SALOMÓN, CARLOS V FELIPE II. David es el rey guerrero, que no pudo construir el Templo, en una referencia a Carlos V; Salomón es el rey sabio y constructor, en referencia a Felipe II. La Biblia cuenta que, por su pasado guerrero, Dios no encargó a David construir el Templo, sino que eligió al pacífico y sabio Salomón. David y Salomón, padre e hijo, fueron los reyes más importantes de los hebreos, pues unificaron a las tribus de Israel tanto desde el punto de vista político como religioso. 

Pedro Mexía, en su ‘Historia de Carlos V’ explica los paralelismos entre el monarca y David: ambos habían llegado al trono tras una serie de muertes familiares; ambos habían defendido sus reinos, lo que justificaba las ausencias de Carlos V; las victorias del Emperador contra Francia eran comparables a la de David sobre Goliat. En la misma línea, Erasmo de Rotterdam en 1516 advertía a Carlos V sobre su carácter guerrero y que por ello Dios había prohibido a David "que le construyese un templo sólo porque era sanguinario y guerrero. Para construirlo eligió al pacífico Salomón". 

Felipe II se identificaba con Salomón. En el viaje que hizo a Flandes, fue comparado con el monarca hebreo al menos en 10 ocasiones, con el deseo de que fuera un rey tan sabio y tan justo. 

En los discursos de su boda con María Tudor (1554) y del entierro de Carlos V (1555), le pidieron que reconstruyera el Templo de Salomón. El discurso en Inglaterra lo hizo el delegado papal y se refería a la reconstrucción del Templo como una alegoría al restablecimiento del catolicismo en Inglaterra. El discurso en el entierro de su padre fue hecho por un obispo flamenco que conminó a Felipe a que «como Salomón después de la muerte de su padre» tenía que «reconstruir el verdadero Templo de Dios que es la Iglesia».

En un retrato que se le hizo en la catedral de Gante (1559) para el capítulo de la Orden del Toisón de Oro, Felipe II aparece como Salomón con la leyenda: “Igualmente el otro Salomón, Felipe el más pío entre los soberanos, dio muestras de su impresionante sabiduría tanto aquí como en el extranjero”.

En la vidriera de Gouda, en Flandes 1557, Felipe II está representado bajo la consagración del Templo de Salomón. La vidriera trata un tema central de la Contrarreforma, como es la eucaristía, que los protestantes negaban.

Durante su “felicísimo viaje”, cuando Felipe llegó a Lille, en el recibimiento se leyó el texto siguiente: "Vuestra gran Virtud me forçò a contar como Salomon fue confirmado en el Reyno de Ierusalem con mucha alegria d’el pueblo: porque assi como el Emperador yguala en piedad a Dauid su padre, assi vos siendo su hijo seguis de vuestro grado en lo Bueno y Santo las pisadas de su hijo Salomon"

En el mismo viaje, en el recibimiento de Felipe en Amsterdam: "Assi como en Israel con regozijo se alegrò, viendo a Salomon triunphando, al qual aun biuiendo el Padre le puso en su Real silla, por lo qual Israel con regozijo se alegrò y con alegria aprouò lo que en esto auia ordenado Dauid, viendo al mancebo, que juzgaua bien: y assi como Israel con regozijo se alegrô de ver a Salomon triunphando, assi nosotros de ver reynar al Serenissimo Principe Don Phelippe".

En los medallones de la fachada de El Escorial se dice que Felipe es el rey de Jerusalén. Uno de los perros preferidos de Felipe II (años 50) se llamaba Salomón.

En la biblioteca de Escorial tenemos, en la bóveda, la escena en que Salomón muestra su sabiduría a la reina de Saba. Muchos libros se referían el tema del monarca hebreo.

En la celda del prior veremos la escena de Salomón que propone partir al niño en disputa entre dos mujeres que dicen ser su madre, como alegoría del rey prudente y sabio. En el dormitorio de Felipe II está también la misma escena del niño al que propone partir por la mitad. 

El Escorial pretende ser un nuevo templo de Salomón. Felipe II se identificaba con el monarca hebreo.


Luis Moya dice que El Escorial está hecho imitando al Templo de Salomón y el estilo “greco-romano” (se refiere al manierismo). Juan Rafael de la Cuadra indica las similitudes entre el convento de El Escorial y el templo que Herodes construyó sobre las ruinas del de Salomón. Lo argumenta por la semejanza de sus estructuras: el Templete de los Evangelistas de El Escorial sería el equivalente al patio de los sacerdotes con el Templo de Salomón en el centro. Coinciden las medidas usando el codo real de 31 dedos. 

Felipe II buscaba construir el “edificio perfecto”, ya que los planos del Templo de Salomón los había hecho el mismo Dios y entregado al rey David. De esta forma, El Escorial se basaría en las formas geométricas primigenias: el triángulo, el cuadrado y el círculo, que muchas culturas aparecen como los elementos que conforman toda realidad. Los torreones y tejados están hechos a base de figuras geométricas de triángulos y círculos.

El padre Sigüenza afirma que el monasterio es “otro templo de Salomón, al que nuestro patrón y fundador quiso imitar en esta otra”. También hay otras versiones, que nos alejan del tema del Templo de Salomón. Fernando Chueca Goitia dice que el templo está al norte de convento porque así se facilita el soleamiento de las habitaciones de los monjes, dentro del esquema en tres partes: palacio, templo y convento. El mismo esquema del convento se replicaría al otro lado de la iglesia para conseguir la simetría de los edificios. Secundino Zuazo sostiene que la parte delantera de El Escorial es muy parecida al Hospital Mayor de Milán de Filarete.


LOS ARQUITECTOS DIRECTORES. EL COLECTIVO ESOTÉRICO DE EL ESCORIAL. Las obras comenzaron el 23 de abril de 1563 teniendo como director a Juan Bautista de Toledo, cargo que ejerció hasta su muerte 4 años más tarde. Este era un personaje conocedor y estudioso del hermetismo, con más de un tercio de sus libros (que pasaron a la biblioteca de El Escorial) dedicados a esta materia. Había trabajado con Miguel Angel en el Vaticano. 

Juan Bautista de Toledo tenía como ayudante a Juan de Herrera, que pasó a arquitecto-director a su muerte. Juan de Herrera era una persona con una gran formación cultural: matemático, arquitecto, grandes conocimientos de ingeniería, mecánica y astronomía y mostraba un gran interés por la metalurgia y la construcción de máquinas de guerra. En su biblioteca (tal como se pudo comprobar cuando falleció en 1597) el tema que más abundaba era la hermética, aún más que la arquitectura, con obras de Hermes Trismegisto, Arnau de Vilanova, Plotino, Marsilio Ficino, Paracelso, Giordano Bruno y John Dee. Uno de sus libros era la obra ‘Asclepios’, libro de magia astral, donde se cuentan las técnicas herméticas para que las fuerzas del macrocosmos vengan a la Tierra. Se interesó por las propiedades curativas y mágicas de las piedras. Fue el fundador de la “Academia de Matemáticas de Madrid” en 1582.

Juan de Herrera tenía un contacto muy estrecho con los alquimistas de la época. Luis Cabrera de Córdoba nos lo explica en su “Historia de Felipe II”: “No fue menor el número de chimicos que hizo su experiencia, acreditados por Juan de Herrera, arquitecto mayor, con gasto de mucho dinero en sus conversiones, y con engaño y desengaño solamente se vio aquejado o fijado el Mercurio en plata finísima, reducido con tan poca ganancia que no quedó en el uso”. 

El llamado Círculo de El Escorial se constituyó hacia 1580. Estaba formado por Juan de Herrera, Leonardo Fioravanti, Anzolo di Santini, César el Barbero, Agustín Bravo, Ricardo Stanihurst, Yuan Fernánez, Jerónimo García, Pedro Mercado, Diego de Santiago y fray José de Sigüenza.

La instalación de los aparatos de alquimia se encargó al italiano Giovanni Vicenzo Forte, contratado para "destilar aguas y azeytes y hacer las demás cosas annezas y concernientes a su officio...". El cronista real Luis Cabrera de Córdoba nos lo cuenta: “Mandó hacer en San Lorenzo, destilatorios de capacidad grandísima y estremadas y varias figuras con tal ecelencia que solamente un príncipe tan curioso y poderoso las pudiera hacer, y truxo a Vincencio Forte y otros estanjeros artífices para sacar las quintas esencias, que llaman sustancia sutil y húmido radical intrínseco y simple, difundido en las partes elementadas, que largo tiempo mantiene las cosas en su ser, ordenada de la naturaleza para conservar los individuos.” Forte planteó en 1587 que había que instalar 400 alambiques y disponer de otros 100 más para sustituir a los que se fueran rompiendo.

Otro alquimista fue Diego de Santiago, que fue el encargado de obtener aceites y medicinas. Estaba convencido de que era posible la trasmutación de metales en oro y cultivaba la astrología siguiendo las las ideas de Paracelso. En su obra manifiesta: “Con el (arte) se descubre lo oculto, y se va cada día sabiendo más de lo que hay en la naturaleza... con nuestro arte se viene a hacer ciencia demostrativa, con la cual demostración recibe quietud el entendimiento; y mientras más se exercita el artífice en ella, se halla más lleno de aquellas cosas que están ocultas en la naturaleza...”

Richard Stanihurst fue un alquimista irlandés que también formó parte del colectivo esotérico de El Escorial de 1592 a 1595 asesorando a los técnicos del laboratorio y preparando medicinas.  Sus conocimientos se basaban en Ramon Llull, Paracelso y en el alquimista inglés George Ripley. Citamos de su obra: “Y que un metal se puede convertir en otro, Paracelso lo prueba manifiestamente porque dize de cierta agua mineral de caparosa que hay en Alemania que los moradores cerca della estan acostumbrados a echar dentro de dicha agua planchas delgadas de hierro, y dexandolas ahí algunos meses, las hallan después convertidas en cobre. Esto quenta como cosa muy notoria y  sabida en Alemania.”

En la actualidad tenemos claro lo que es ciencia y lo que es magia, pero no era así en el siglo XVI. La “ciencia” del momento se imbricaba en la alquimia y la astrología y era normal el interés por estas disciplinas. La transmutación de los metales en oro era algo que las monarquías del momento se tomaban muy en serio, no fuera a ser que el rey enemigo fuera el primero en encontrar la piedra filosofal y dispusiera de recursos ilimitados para hacernos la guerra. Felipe II protegió las actividades esotéricas lo mismo que otros monarcas y personajes poderosos de la época. La astrología, la alquimia y otras ciencias ocultas estaba a la orden del día en las Cortes europeas. Felipe II en una carta a su secretario decía que “es verdad que aunque yo soy incrédulo destas cosas, que désta no lo estoy tanto, aunque no es malo serlo, porque si no saliese no se sintiera tanto; pero de lo que hasta agora se ha visto y a vos os parece, así de la obra como de las personas, no estoy tan incrédulo como lo estuviera si esto no fuera así.” La idea de fabricar oro, para un estadista financieramente ahogado por las deudas, era muy seductora. Muchas cortes europeas protegían y practicaban la alquimia, pues eran conscientes del poder que les daría la posibilidad de transmutar metales en oro y la corte española no fue una excepción.

En la biblioteca de El Escorial hay casi 200 libros, algunos incunables, de magia, alquimia, astrología, nigromancia y medicina árabe. Muchos de ellos estaban prohibidos por la Inquisición. Bajo las torres del monasterio se construyó un laboratorio alquímico conocido como casa de las Aguas (en principio, su destino era el de enfermería y botica); allí trabajaron los mejores alquimistas europeos que Felipe II pudo contratar y les dotó de cuantos medios precisaban.

Los embajadores italianos cuentan las veleidades alquimistas de Felipe II. El embajador Michele Suriano explica que en 1559 el rey contrató a Tiberio della Roca para que consiguiera transmutar el metal en plata y así pagar las campañas militares que estaban en curso en ese momento. Como della Roca no consiguió su objetivo, se contrató a Pedro Sternberg, "por consecuencia de algunos disentimientos". Parece que esta vez sí se consiguió obtener plata a partir del mercurio, tal como lo cuenta el embajador veneciano Marcantonio da Mula: "se trató de emplear esa plata para el pago del ejército; pero los estados no quisieron consentir en ello, porque toda la plata buena habría salido del país, como ocurrió en Inglaterra en tiempos del rey Enrique. [...] De todos modos [...] el inventor ha sido generosamente recompensado, es de creer que, en caso de necesidad, su majestad se servirá de ella sin escrúpulos". 

En España, los momentos de mayor interés del monarca por la alquimia  coincidieron con los momentos económicamente más delicados. Los  primeros experimentos tuvieron lugar después de la primera suspensión de pagos de 1557, y por ello entre 1557 y 1559, Felipe II promovió intentos alquímicos de obtener oro para solucionar los problemas financieros del reino; los experimentos seguían realizándose en 1560. En 1566 el problema era la rebelión en los Países Bajos y la amenaza de rebelión morisca en España; las investigaciones alquímicas cobraron nuevos vuelos en la casa del secretario real, Pedro del Hoyo, que tenía a Felipe II puntualmente informado de cómo iban las cosas. En 1567 Felipe II contrató a dos hermanos alquimistas para que obtuvieran oro.

En 1575, cuando la segunda suspensión de pagos, Felipe II llamó a Leonardo Fioravanti, famoso médico y alquimista boloñés. En una obra de este personaje, “Dela fisica”, aparece una relación de los alquimistas que vivían en Madrid; se hace mención a un tal Juan Fernández, que años antes había intentado trabajar para el rey, sin conseguirlo. Su contacto había sido Juan de Herrera, quien poseía en su biblioteca más libros de Leonardo Fioravanti que de ningún otro autor.

Juan de Herrera, el arquitecto de El Escorial y personaje muy relacionado con el esoterismo


J.A. de Almela habla de las "cinco oficinas" del laboratorio de El Escorial: "es la primera... de las aguas destiladas, y la segunda donde se hacen las destilaciones por dos baños de maría de cada seis alambiques, con los cuales también se hacen los jarabes y un horno de un evaporatorio para sacar aguas destiladas por milagroso artificio...; tiene este evaporatorio treinta y dos alambiques y es cuadrado; la tercera de prensas y morteros, y la cuarta donde están los hornos para el arte clínica donde se sacan quintaesencias y se hace oro potable y cualesquier otros metales y piedras; y la quinta oficina donde están las aguas primeras que dan los materiales de que se sacan las quintaesencias".

La botica de El Escorial contenía, según Cabrera de Córdoba, unos “destilatorios de capacidad grandísima”. Tenemos testimonio gráfico de dos de los aparatos destiladores. Uno de ellos tenía el nombre de “torre filosofal”, con 5 metros de altura y 126 alambiques.

El alquimista Diego de Santiago habla en un libro del “Capítulo de vn experimento que hizo en Madrid, en las casas del tesoro de su Magestad, año mil y quinientos y nouenta y quatro”.

Posiblemente la inclinación de Felipe por el ocultismo en los años finales de su vida se debió a su mala salud y, por consiguiente, a la búsqueda de alguna medicina milagrosa que le librara de una muerte anunciada. Para Felipe II fue adquiriendo cada vez más importancia la alquimia como medio de curar las enfermedades, ya que con la medicina de la época no conseguía avances y su salud era cada vez más débil. La obra de Richard Stanihurst “Toque de Alchimia”, escrita en El Escorial en 1593, presenta a la alquimia como una técnica de curación más que de transmutación de metales. Y por ello Stanihurst hizo algunos preparados de “aurum potabile” para atender a la salud de Felipe II.

A lo largo de su vida, el monarca se hizo hacer varios horóscopos, uno de los cuales, realizado por Matías Haco Sumbergense y al que denominó “Prognosticon”, fue encuadernado y el rey lo guardó toda su vida. El recurso a los horóscopos era normal en las monarquías de la época; María Tudor consultaba habitualmente con John Dee. 

El Escorial sellaba una mina que se consideraba como “la boca del infierno” que impedía que los demonios salieran y pululasen por este mundo. Mientras duraron las obras, un perro negro aparecía misteriosamente y aterrorizaba a los obreros, que tuvieron que parar las obras en varias ocasiones, mientras que, por la noche, se oían los aullidos de este animal, de terribles ojos rojos. Sin duda, el perro había salido de los infiernos, antes de que se hubiera taponado la boca del mismo. También se creía que los aullidos del perro eran un aviso del cielo, enfadado por lo costoso de las obras.

El tema de san Lorenzo encierra un significado mucho más allá de la batalla de San Quintín. San Lorenzo es el santo que trasladó el Grial desde Roma a Huesca. Su fiesta es el 10 de agosto, unas fechas, hacia comienzos de este mes, en que los celtas celebraban Lughnasadh, la fiesta de Lugh, el dios solar, que coincidían con la primera cosecha.

La fecha del 10 de agosto marca tan sólo la primera fase de la batalla de San Quintín, pues la contienda finalizó el 29 de este mes.


GEOMETRÍA SAGRADA EN EL ESCORIAL. René Taylor nos explica el significado el cubo de la bóveda que cubre el coro alto: "Desarrollando conceptos corrientes en aquella época, Piero Valeriano en su Hieroglyphica dotó al cubo de un sentido hermético.

Para él, además de ser uno de los cinco sólidos regulares y símbolo del elemento tierra, el cubo es un jeroglífico del SUPREMUM NUMEN. Como esta figura es el resultado de una triple operación, su presencia al pie de la Trinidad no estaría fuera de lugar. Sin embargo, hay que considerar todavía otra fuente más. Se trata de un manuscrito sobre el cubo del que se conservan dos copias en la biblioteca de El Escorial.

“Se lo conoce generalmente bajo el nombre de Discurso de la Figura Cúbica, según los principios y opiniones del Arte de Ramon Llull. Su autor fue nada menos que Juan de Herrera, el arquitecto de Felipe II.

“No sería aventurado pensar que fuera el cubo luliano de Herrera el que se representa en la bóveda más que cualquier otro”. San Juan, en el Apocalipsis, dice que Dios descenderá a la Tierra dentro de una Jerusalén cúbica.

La forma de los patios es cuadrada, lo mismo que la planta en general; el círculo circunscribiría a toda la estructura; el triángulo de la fachada apunta a la parte central y más sagrada de todo El Escorial: el sagrario, la morada de Dios. La estructura de todo el edificio es un movimiento en espiral dextrógira de Arquímedes. El solar está hecho de acuerdo con el rectángulo pitagórico, en la proporción de 4/3.

El cuadrado, la circunferencia y el triángulo se consideran las figuras que explican toda realidad. Arquímedes había demostrado que el volumen de la esfera son dos tercios de los del cilindro en los que está inscrita, mientras que el área de esta esfera es igual al área lateral del cilindro que la circunscribe. Para Arquímedes, este era uno de sus más grandes descubrimientos matemáticos y geométricos. Estas tres figuras están presentes en el "tria prima", que hace referencia a los elementos básicos del proceso alquímico, y están asociadas a signos de zodiaco que simbolizan tres momentos de la transmutación en oro: capricornio (putrefacción), virgo (destilación) y cáncer (disolución).


ORIENTACIÓN ASTRONÓMICA DE EL ESCORIAL. El monasterio de El Escorial está orientado de tal forma que su fachada oeste se alinea con la puesta de sol el día de San Lorenzo, el 10 de agosto.

René Taylor dice que "el edificio fue orientado con la puesta del Sol, el día 10 de agosto, fiesta de San Lorenzo. El que el descenso del Sol no pueda observarse porque las montañas lo tapan, no hace al caso. Lo que importa es que en la tarde de aquel mismo día de 1557, Felipe II ganó la batalla de San Quintín, acontecimiento que marcó una de las etapas críticas en el cumplimiento de su destino". 

Felipe II quiso que su tumbas y las de sus familiares siguieran la misma orientación, algo que Felipe IV, sin embargo, pasó por alto. La colocación de las primeras piedras se hizo en medio de ceremonias en momentos que la astrología aconsejaba. La primera piedra de la iglesia se colocó el 20 de agosto de 1563, san Bernardo de Claravall (el impulsor del Temple, que murió un 20 de agosto), con Júpiter y Saturno en conjunción con Cáncer; el Prognosticon indicaba que esta disposición de los astros era favorable al monarca. La primera misa se celebró el 9 de agosto de 1586, víspera del día de san Lorenzo.

Felipe II vestía de negro para atraer la influencia de Saturno, el planeta de la inteligencia. Así lo recomendaba el libro del siglo XI Picatrix, que en árabe se llamó ‘El propósito del sabio’ y que era un libro de magia y astrología.


EL ESOTERISMO EN ESPAÑA. En España se publicaron libros esotéricos en el siglo XVI, obras de Abraham Zacut o Zacuto, Gaspar de Torella, Bartolomé Antist, Bernardo Pérez de Vargas, Jerónimo Cortés, Manuel Ledesma, Eugenio Torralba o Jerónimo de Cháves. A lo que hay que añadir la difusión de una serie de textos, como el Llibre de Poridat (anónimo), original del siglo XIV y en el que se dice: "En el nombre de Nuestro Señor, en esta presente obra queremos tratar de las mayores puridades, diremos el modo de tener espíritus y vientos familiares... el arte prodigioso de Hermes."

También era normal la práctica de la alquimia, como se dio en el caso de Luis de Centellas, Giraldo de París, Diego Alfonso de Medrano… Algunos alquimistas extranjeros residieron un tiempo en España, como Enrique Cornelio Agrippa, Leonardo Fioravanti o Richard Stanihurst.

Durante la estancia de Felipe II en los Paises Bajos promovió la práctica de la alquimia con el veneciano Tiberio Roca y el germano Pedro Stenberg, hacia 1557. En 1567 mandó construir un laboratorio alquímico en casa del secretario real, Pedro del Hoyo. En 1569 contrató al alquimista romano Marco Antonio Bufale durante 5 meses.

En 1589 Felipe II nombró a Llorenç Coçar (1540-1592) para controlar la práctica médica en el Reino de Valencia. Este era un conocido paracelsista, astrólogo y alquimista. En 1584 fue propuesto para médico de la Inquisición, pero no logró el cargo.

Desde 1585 tenía una cátedra en la universidad de Valencia; aunque estaba mal visto por sus colegas galenistas por su heterodoxia clínica, los medicamentos que preparaba y, según decían, sus honorarios elevados. Se le sometió a un juicio que duró 3 años, hasta que falleció, pero siempre fue defendido por Felipe II. 

Coçar es el único investigador en España que escribe un libro citando expresamente a Paracelso y en el que defiende abiertamente sus ideas. Felipe II simpatizaba con la obra de Ramon Llull, lo mismo que  Juan de Herrera, su arquitecto. El monarca ordenó la traducción del ‘Ars magna’ y del ‘Arbor Scintiae’ y encargó a Benito Arias Montano que se hiciese con cuantas obras de Llull encontrase (1577). Pero, por otra parte, se lamentaba en 1579 de no haber dado la orden al arzobispo de Toledo de castigar a los sacerdotes que practicaban la astrología: "Espantome de los que creen en ellos, que cierto hacen mal, demás de ser pecado mortal".

El monasterio de El Escorial está orientado de tal forma que su  fachada oeste se alinea con la puesta de sol el día de San Lorenzo, el 10 de agosto.


La actitud hacia el esoterismo fue ambivalente, tanto en España como en Europa. De un lado, en las monarquías las prácticas alquímicas fueron habituales; no pasaba nada si el tema estaba bajo control de los que mandaban. Pero si no era así, la represión estaba garantizada, como es el caso de las cazas de brujas, magos y esotéricos en general.

En las Cortes europeas las prácticas esotéricas fueron habituales. María Tudor e Isabel I tuvieron como asesores a John Dee, Edward Kelly o Francesco Giorgi y promovieron muchas publicaciones de índole astrológica y alquímica. Jacobo I esta obsesionado como la demonología. Nostradamus fue protegido y venerado en Francia, María de Medicis tenía como consejera a una hechicera, Enrique IV tenía el libro Picatrix, rescatado gracias a la Escuela de Traductores de Toledo. Rodolfo I de Praga se lleva la palma por la legión de alquimistas y astrólogos que protegió. Carlos V tenía a su servicio a Cornelio Agrippa.

También hubo quien condenaba el esoterismo. Dante, en ’La Divina Comedia’, coloca a los alquimistas en el infierno. Leonardo da Vinci era contrario a la alquimia y añade que la nigromancia es la hermana de la alquimia “en la mentira”.

En España tenemos una larga tradición de represión de estas prácticas. En 1305 el inquisidor de Valencia prohibió las obras de Arnau de Vilanova, el de Aragón censuró 500 pasajes de Ramon Llull y pidió al Papa la condena, el inquisidor Nicolás Eymerich tachaba a lulistas y alquimistas de haber hecho un pacto con el diablo, un Sínodo Complutense de 1335 prohibió la magia y las prácticas esotéricas bajo pena de excomunión y en 1387 Juan I condenaba a los que "cataban agüeros, adevinanzas et suertes... e otras muchas maneras de agogerías et sorterías, faciéndose astrólogos". Por el contrario, en el siglo XIV, el rey de la Corona de Aragón Pedro el Ceremonioso había reunido una colección importante en tratados de magia y astrología. En ‘El Conde Lucanor’, de Don Juan Manuel, siglo XIV, en el capítulo “De lo que contesçio a un rey con un omne que dixo quel faria alquimia", trata de cómo un alquimista engaña al monarca. En 1410 Juan II condenaba a muerte "contra los que usan la hechicería y adivinanzas y agüeros y otras cosas defendidas”. El teólogo Monreal denunciaba ante las autoridades de Zaragoza el libro ‘De secretis libri XVIII de Johann Jacob Wecker’, 1583: "he notado ruin doctrina, porque la mayor parte de el es de arte magica y en todo el discurso de el hay pedazos de libros prohibidos… que entre otros son Juan Bautista Porta, que describio De magia natural, Geronimo Cardano, Alberto Magno, Cornelio Agripa… Ramon Lulio, Melacton y otros de los prohibidos en el catalogo".

En el siglo XV en Salamanca tuvo lugar una monumental quema de libros y, además, comenzó a funcionar el “Índice” que, a finales del XVI prohibía casi toda la obra de Paracelso. A mediados del siglo XVI el inquisidor Alfonso Manríquez pidió a los “buenos cristianos” que denunciaran a los que posean "espejos mágicos, anillos mágicos, espíritus familiares, realice conjuros, haga pactos con el demonio, utilice agua bendita con fines mágicos, inspeccione las palmas de las manos, oculte libros mágicos, o practique la adivinación." Durante todo el siglo XVI se celebraron juicios contra magos y astrólogos. Diego de Santiago recordaba que él también fue perseguido: “y porque los que ignoran nuestra arte no nos murmuren ni quieran sustentar sus errores contra la verdad, la cual no puede ser convencida, aunque muchas veces sucede ser con pasión e ignorancia ser perseguida, como a mí me ha sucedido muchas veces, y por la persecución traerme a término de  querer dexar lo bueno y seguir lo malo”.

El Índice de Valladolid de 1583 establece que “se prohíben todos los libros, tratados, cédulas memoriales, receptas, y nóminas, para invocar demonios, por cualquier vía y manera, ora sea por nigromancia, hydromancia, pyromancia, aeromancia, onomancia, chiromancia, geomancia, ora por escriptos, y papeles de arte mágica, hechizerías, bruxerías, agüeros, encantamientos, conjuros, cercos, characteres, sellos, sortijas, figuras.” 

El cronista Francisco de Rades, sobre Enrique de Villena dice lo siguiente: “de la judiciaria y necromancia supo tanto, que se dicen y leen cosas maravillosas que hazía, con tanta admiración de las gentes, que juzgaron tener pacto con el demonio: compuso muchos libros destas sciencias, en las quales, aunque avía muchas cosas de gran ingenio y artificio útiles a la República, avía otras de mal exemplo y sospechosas de que su autor  tenía el dicho pacto.”

A finales de los año 80 la hermana María de la Visitación, la “monja de Lisboa”, una visionaria portuguesa, hizo referencias a la situación política que no gustaron. La arrestaron y fue sometida a un leve castigo en 1588.

Miguel de Piedrola fue un visionario que residía en Madrid y que adquirió notoriedad entre 1587 y 1588. Tuvo gran predicamento entre las clases dominantes locales y para 1588 había predicho “la inminente destrucción de España”, pues Madrid era la nueva Babilonia. Pero en 1587 se vio involucrado en un asesinato y se acabaron las visiones, fue detenido, exhibido en un Acto de Fe en Toledo y recluido en un monasterio durante 7 meses.

Lucrecia León fue arrestada por la Inquisición en Madrid en 1590, cuando contaba con 22 años, en los tiempos en que se estaba preparando la expedición de la Armada Invencible a Inglaterra.

Lucrecia tenía visiones de una España invadida y vencida, y un Felipe II muy débil, que no sabía manejar la situación. Ocho meses antes del desastre de la Armada Invencible predijo su destrucción. 

En 1590, en un sueño, un personaje le decía: "Felipe no sabe, y si lo sabe no quiere acabar de creer, que han de ser los enemigos presto en su tierra; quier yr a tener los veranos a El Escorial, pues mire que no es tiempo de recogerse en el sin temor". Y añadía: "Mira, que es este el tiempo del trueno". Unos días después, en otro sueño, Felipe aparecía como un tirano que "ha acabado a los pobres"; Dios lo iba a castigar de la mano de Isabel de Inglaterra. 

Felipe vivía "vendados los ojos y cerrados los oydos", el país estaba en la miseria y "llegada es la ora en que se conosca el purgatorio en Spaña". En otra ocasión, vio como "lo quería Dios llevar a él y a su hijo [se refiere a Felipe II y a su hijo], y que no quedase nadie de su generación, y que los moriscos y herejes habían de destruir España". Las acusaciones eran muy serias: los "pecados que el rey nuestro señor había cometido en matar a su hijo y a la reina doña Isabel" y que Dios lo castigaría por "quitar las tierras a los labradores". Los sueños de Lucrecia desaparecieron al poco de ser detenida. Posiblemente Lucrecia era el instrumento de algún grupo de presión, que se oponía a la desastrosa política del monarca, y que la utilizaba como marioneta para criticar a la Corona.