Románico de Logroño y alrededores


Santa María de la Piscina (San Vicente de Sonsierra)

La localidad de San Vicente de Sonsierra perteneció al Reino de Navarra hasta el siglo XV. Tuvo una situación jurídica muy favorable para sus pobladores, pues se trataba de una zona fronteriza con el Reino de Castilla.

Santa María de la Piscina es el templo románico más antiguo y mejor conservado de La Rioja. Data de 1136 y tan sólo se añadió en su fachada el escudo de la Divisa en 1537.


Santa María de la Piscina, construida en recuerdo de la Piscina Probática de Salomón

Su construcción se debe a la iniciativa del infante navarro Ramiro Sánchez, quien fue yerno del Cid. Se trataba de levantar un templo bajo la advocación de Santa María de la Piscina de Jerusalén, en recuerdo del templo del mismo nombre en Tierra Santa. Ramiro Sánchez había estado una temporada en Oriente Medio, formando parte de la I Cruzada y participando con sus tropas en la toma de Jerusalén, en la zona de la muralla donde se halla la Piscina Probática de Salomón, lugar en que se encontró un trozo de la Cruz de Cristo. A su vuelta, dejó en su testamento la voluntad de levantar un templo para proteger el ‘lignum crucis’ (el trozo de madera de la cruz sagrada): «Que este templo tome la forma de la Piscina Probática, teniendo por patrona a Santa María. En él serán expuestas las reliquias traídas de Jerusalén y, en especial, el trozo que pertenece a la Santa Cruz».

En los canecillos de la fachada encontraremos una bailarina, un perro atado a un palo, un animal monstruoso, una escena sexual y numerosos motivos geométricos y vegetales.


Escena sexual en los canecillos de la fachada


 

Canecillos con motivos de animales


La nave tiene bóveda de cañón y ábside semicircular. Veremos figuras humanas (entre ellas, cautivos encadenados, relativos a los presos de la primera cruzada) y motivos vegetales. En el ábside y el presbiterio aún quedan restos de la pintura original (aún estaba en bastante buen estado hace unos 100 años), que seguramente hacía referencia a la entrada de los cruzados en Jerusalén, de comienzos del siglo XIII.

El templo está orientado a 90º, es decir, a la salida del sol en los equinoccios.

Declarada Bien de Interés Cultural en 1931, durante la II República.

 
Canecillos



La necrópolis

Se trata de hasta 53 tumbas, de las que la mayoría son antropomorfas excavadas en roca (siglo X, anteriores al templo) y algunas son de lajas (siglo XII) o de sarcófago exento (siglos XIII-XIV). Una pila circular excavada en roca es quizá, según algunos, un lavatorio de los cadáveres antes de su entierro; es poco probable, debido a sus escasas dimensiones. Otras hipótesis señalan que podría servir como lugar de lavatorio de animales antes de algún tipo de sacrificio, como recuerdo de la función que tenía la piscina de Salomón en Jerusalén, que inspiró la construcción del templo de San Vicente. Además, si la Piscina de Jerusalén contenía un agua que sanaba a los enfermos, la pileta de Santa María de la Piscina podría cumplir también este cometido.

La necrópolis la constituyen básicamente una serie de tumbas antropomorfas



Un poblado y un dolmen

A unos 80 metros de la ermita se encontraron los restos de un poblado medieval, que se debió abandonar en el siglo XIV, cuando sus habitantes se trasladaron a la actual Peciña (su nombre deriva de ”Piscina”) debido a la guerra civil castellana.

A medio kilómetro en dirección al pueblo de Peciña podemos contemplar el dolmen de la Cascaja, evidencia de la ocupación de este territorio desde hacia miles de años.



Santa María de la Piscina y los templarios

Varios investigadores, y entre ellos Juan García Atienza, sostienen que este templo es una reproducción de la Piscina Probática del Templo de Salomón, “donde los templarios hallaron el Grial y otras reliquias de conocimiento eterno”.

Se trata de la Piscina construida por Salomón cerca del Templo de Jerusalén para que allí se lavasen los animales que se iban a sacrificar. Además, tenía poderes curativos, según el Evangelio de San Juan: en aquel lugar, «yacía una gran muchedumbre de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que estaban esperando se moviese el agua; un ángel del Señor bajaba y quien al agua entraba quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese».


Canecillos

Tampoco hay que dejar pasar por alto que en el escudo que se grabó en la fachada aparecen 9 flores de lis, 4 cruces templarias de Ocho Beatitudes y una concha jacobea. Es decir, numerología del 4 y del 9, la flor de la Madre Tierra y el símbolo de la Orden del Temple.

Los “picaos” de San Vicente de Sonsierra son una cofradía en la que sus miembros de autoflagelan la espalda hasta sangrar. Una de las pocas (o quizá la única) que quedan en España, con una antigüedad conocida de varios siglos. Su símbolo es una jarra que recuerda el Grial.