Románico del Valle del Najerilla, La Rioja


Santa María la Real, Nájera



La historia

Se han documentado la presencia de asentamientos humanos en Nájera desde antes de los romanos. Con el dominio de Roma, Nájera se convirtió en uno de las ciudades más importantes de esta parte de España. Cuando los árabes conquistaron este lugar en el siglo VIII lo llamaron “Náxara”, es decir, “lugar entre peñas”, haciendo alusión a su ubicación geográfica.

Nájera es una parada fundamental en el Camino de Santiago. Como tal aparece en el ‘Codex Calixtinus’ (siglo XII), cuyo quinto libro es una guía de viajes para los peregrinos de la Ruta Jacobea, estableciendo itinerarios y explicando las costumbres de las gentes que los viajeros encontrarían a su paso.

Vista del interior del templo

En los siglos XI y XII Nájera fue la capital del Reino de Pamplona. El Camino de Santiago posibilitó la construcción de muchos edificios e infraestructuras. Su momento de mayor esplendor lo alcanzó con Sancho Garcés III el Mayor (comienzos siglo XI). Este rey fue el más poderoso de los monarcas españoles de su tiempo, en un momento en que el califato de Córdoba entraba en la crisis irreversible que llevaría a los reinos de Taifas. El cobro de parias a estos reinos de Taifas supuso una fuente de ingresos muy importante y trajo la prosperidad económica a su reino.

El monarca pamplonés decidió trasladar a Santa María los restos de una serie de santos para darle mayor relevancia al templo y conseguir así una mayor afluencia de fieles. Los cuerpos de San Prudencia y San Vicente Mártir fueron depositados en el monasterio sin más problemas. Pero no sucedió así con los restos de San Felices, que estaban en Haro: la cara del obispo de Álava, al intentar desenterrarlo, se desencajó, se le quedó “cara de tonto” al tiempo que estallaba una terrible tormenta; era la señal que San Felices no quería moverse del sitio. El rey decidió entonces trasladar a Nájera los restos de San Millán: todo iba bien, a nadie se le ponía “cara de tonto”, hasta que los bueyes que trasladaban el cadáver se detuvieron y no había manera de hacerlos caminar; era de nuevo la muestra de que este santo tampoco quería ir a Nájera. El monarca hizo levantar un monasterio en el lugar en que los bueyes se detuvieron: estamos hablando del Monasterio de Suso.

La Virgen y era Niño en Santa María de Nájera. Imagen gótica 


Cuando Nájera formó parte del Reino de León (finales del siglo XI), se convirtió en la sede de una comunidad de monjes benedictinos de Cluny, que permanecería en el lugar hasta 1835, con la Desamortización de Mendizábal. Desde finales del siglo XIX la comunidad religiosa es de los franciscanos. La presencia de los de Cluny en Nájera desató un enfrentamiento durante un siglo con las autoridades religiosas de La Rioja, especialmente las de Calahorra, pues estaban en juego una gran cantidad de posesiones y riquezas hasta entonces en poder de la iglesia local; por ejemplo, hasta 17 molinos dependían de Santa María. Finalmente, Roma consiguió que la suerte se decantara del lado de los cluniacenses.

Ya en el siglo XV el Papa entregó Santa María al quien sería el Papa Borgia, con lo que a partir de ahí tuvo una dependencia directa de Roma durante unas décadas.

En 1482 Fernando el Católico cedió Nájera a los Manrique de Lara, por el apoyo que había prestado esta familia en la lucha de los Reyes Católicos contra la pretendiente Juana la Beltraneja. Pero los najerienses no opinaban igual que el rey y se produjo una rebelión popular.

Nájera tomó partido a favor de los Comuneros, 1520-1521, por lo que fue saqueada por el ejército de Carlos V tras la derrota de este movimiento. La revuelta de las Comunidades de Castilla o de los Comuneros tiene su origen en las pretensiones de un sector de las clases dominantes de fomentar las manufacturas de lana, en lugar de exportar este producto al extranjero e importar tejidos elaborados. Era, en definitiva, un primer intento de revolución burguesa en Castilla. Los sectores exportadores laneros se oponían a desarrollar la industria de la lana, pues perderían mucho dinero porque bajaría de precio.  Todo esto se producía en el marco de una crisis social y económica bastante importante, que facilitó que el movimiento de los Comuneros tuviese un gran apoyo popular.

Durante la Guerra de la Independencia (comienzos del siglo XIX) el monasterio fue saqueado por los franceses. Las imágenes decapitadas del claustro se las debemos a esas tropas. La Desamortización de Mendizábal de 1835 expulsó a los mojes y el lugar entró en abandono y ruina hasta finales del siglo XIX en que de nuevo fue ocupado por los franciscanos. En este periodo se perdió gran parte de su patrimonio, como es el caso del retablo del siglo XV de Hans Memling, que fue vendido al Museo de Amberes (Bélgica).




El monasterio de Santa María la Real

Nájera ya tenía una tradición de centro de culto importante. Antes de la construcción del monasterio había otros 7 centros religiosos y una cantidad de ermitaños vivía en las cuevas del lugar.

El monasterio de Santa María data del 1052. A partir de entonces es sede episcopal y panteón real. Las obras se realizaron con el botín saqueado a los musulmanes de la ciudad de Calahorra, cuando fue conquistada por las tropas cristianas.

El edificio se establece en torno a una cueva, con lo que parece que lo que se busca es la cristianización de un lugar de culto prehistórico (cueva). En este sentido, se creó la leyenda de que el rey García IV, un día que iba de caza, encontró por casualidad en dicha cueva la imagen de la Virgen y el Niño, una campana y un jarrón con azucenas. Estos hechos justificaron la creación de la Orden de la Terraza. Su símbolo era la jarra (una terraza) con azucenas que aparecieron en la cueva. La primera acción militar de este Orden fue la conquista de Calahorra a los musulmanes.

La cueva en torno a la que se construyó el templo. Se trata de cristianizar un culto pagano.

El templo fue reconstruido en el siglo XV-XVI en estilo gótico, lo que hizo desaparecer el edificio románico y mozárabe de siglos anteriores. Tan sólo queda de esa época parte de un muro junto a la cueva de la Virgen. El edificio tiene aspecto de fortaleza debido a los contrafuertes cilíndricos.

El coro tiene una de las sillerías más hermosas del país. Data del 1495.

Hay que destacar el Panteón de los Reyes, con unos 30 sepulcros de reyes castellanos y navarros. Son sepulcros renacentistas del siglo XVI, a pesar de que los personajes enterrados en ellos son medievales. Pertenecen a dos dinastías: la de “los Abarca” o “Jimena” (siglos X-XI) y la de García Ramírez el Restaurador (siglos XII-XIII). El Panteón de los Reyes se sitúa justo delante de la cueva, es decir, delante de un lugar que era objeto de culto desde la Prehistoria. Parece como si estos personajes se hubieran querido enterrar en un lugar muy concreto.

El Panteón de los Reyes se sitúa justo delante de la cueva

El sepulcro de Doña Blanca de Navarra se conserva en el interior de la iglesia y está hecho en estilo románico del siglo XII. Representa la muerte de Doña Blanca, con su alma (un niño) subiendo al cielo, rodeada de cortesanos. En la parte superior, un Cristo Majestad, un Tetramorfos y el Conjunto Apostólico. En la cara opuesta, la Adoración de los Magos, la Matanza de los Inocentes y la parábola de las vírgenes necias y prudentes.

El sepulcro de Doña Blanca

El alma (un niño) de Doña Blanca sube a los cielos



Al otro lado del sarcófago, la Adoración de los Magos y la Matanza de los Inocentes 


En la cueva podemos contemplar una imagen gótica de la Virgen. Data de finales del siglo XIII ó comienzos del XIV.

El claustro comenzó a construirse en el siglo XVI. Presenta una mezcla sugerente de gótico florido y plateresco. Se le conoce como “Claustro de los Caballeros”, pues aquí se enterraron muchos nobles a los largo del tiempo.

El claustro. Elementos decorativos



Una de las tumbas del claustro