Románico de Ágreda y comarca (Soria)
Sor María de Jesús de Ágreda y la bilocación
Su nombre era María Coronel y Arana. Nació en 1602 en el seno de una familia hidalga pero de no muy grandes recursos económicos. Dos de sus tres hermanos se hicieron monjes franciscanos y una hermana fue monja de la misma orden que María de Jesús. A los 8 años hizo secretamente el voto de castidad.
Su entorno familiar era, pues, muy religioso. Su madre decidió hacerse monja y convertir su casa un convento. Junto con dos de sus hijas fueron las primeras monjas del mismo. En 1627 sor María de Jesús fue elegida abadesa, cargo que seguiría ocupando el resto de su vida.
Sor María de Jesús
Los primeros años de María de Jesús como monja abundan en éxtasis, arrebatos y experiencias místicas. Se pasaba horas inmóvil hasta alcanzar el éxtasis y muchas veces la levitación. A partir de 1623, con tan sólo 20 años, al menos en 500 ocasiones, mientras seguía viviendo en Ágreda y no se movía de allí, se apareció en los territorios de Nuevo México, Texas y Arizona transmitiendo a los indígenas los conocimientos de la fe cristiana y preparándoles para el bautismo; en estas tierras, las gentes la llamaban “la Dama Azul”, por el color de sus hábitos.
El franciscano portugués fray Alonso de Benavides había sido evangelizador de las tierras en torno al Río Grande. En muchos lugares, las gentes les hablaban de un misterioso fantasma en forma de mujer que les había predicado la fe cristiana y les había anunciado la llegada de misioneros que les traerían la buena nueva. Benavides creía que la dama era sor Luisa de Ascensión, una monja española que había hecho numerosos milagros por aquellas fechas. Enseñó un retrato de esta monja a los indígenas, quienes negaban que fuera esta mujer la que se les aparecía; añadían que su fantasma era “más joven y hermosa” y que vestía un hábito azul.
Cuando fray Benavides regresó a España en 1630 redactó un memorial donde relataba los hechos y daba las primeras noticias conocidas en Occidente de las tribus de Nuevo México. En Madrid alguien le habló de sor María de Jesús de Ágreda y de los rumores de sus bilocaciones. Además, la orden de la monja soriana vestía un hábito azul.
En las conversaciones que tuvieron lugar entre fray Benavides y sor María de Jesús, ésta le describió perfectamente las tierras del Nuevo Mundo que el portugués había visitado. También le habló de un indígena “capitán tuerto”, con quien el propio Benavides había tratado.
Estos acontecimientos dieron mucha fama a la religiosa. En 1631 la visitó el rey. Pero también la Inquisición mostró interés por ella: en 1635 fue procesada por el tema de sus predicaciones en Nuevo México, sus arrebatos místicos, el comercio de reliquias e indulgencias. Fue absuelta.
Su obra literaria alcanzó un alto nivel intelectual, en un momento en que no era nada habitual que una mujer escribiera. De hecho, sor María de Jesús fue uno de los personajes más cultos de su época. “Mística Ciudad de Dios” es su obra cumbre, una vida de la Virgen “dictada por ella [la Virgen] misma”. Sor María de Jesús fue una de las primeras escritoras españolas y destaca enormemente por ser autodidacta. También escribió “Jardín Espiritual y Nivel del Alma” y “Las Sabatinas”.
"Mística Ciudad de Dios" es su obra más importante
A partir de la visita de Felipe IV de 1643 comenzó una relación epistolar entre el monarca y sor María de Jesús en la que aquel le pedía opinión y consejo. A lo largo de 22 años vieron la luz un total de 618 cartas. El rey hablaba en ellas de su idea de gobierno, sus ministros… La monja le aconsejaba sobre todos estos temas a «buscar con empeño y sin respetos humanos mejores ministros, hacer justicia, castigar las faltas, premiar los servicios, confiar en que esta navecilla de España no ha de naufragar jamás, mas que llegue el agua a la garganta, cumplir con su oficio de Rey, pagando de su persona ante el ejército, sin lo cual no podrá salvar su alma, aun cuando fuera muy piadoso y creyente». Cuando murió la reina Isabel de Borbón en 1644, sor María de Jesús escribió al rey diciéndole que se le había aparecido en el Purgatorio “vestida con las galas y guardainfantes que traen las damas; pero todo era de una llama de fuego»; en cartas sucesivas le contaba mensajes que le iba transmitiendo la fallecida desde el Más Allá. Lo mismo sucedió a la muerte del heredero en 1646, Baltasar Carlos; éste prevenía al monarca sobre «el peligro en que vive [el Rey], porque está rodeado de tantos engaños». Se cree que la caída en desgracia del Conde-Duque de Olivares se debió a las cartas de sor María de Jesús y a los mensajes de ultratumba de los personajes reales fallecidos.
De nuevo en 1650 la Inquisición abrió un proceso contra la monja, pero no pudieron probar nada y fue absuelta.
A su muerte en 1665, se inició una causa de beatificación. Pero Clemente XIV condenó “a perpetuo silencio” tal causa. En 2017 un sacerdote fue enviado por el Vaticano a Texas a buscar pruebas de la bilocación de María de Jesús; algunos descendientes de los indígenas le mostraron un graffiti del siglo XVII en el que aparece una mujer con hábitos religiosos.
Está enterrada en el Convento de las Concepcionistas, en Ágreda. Fue la propia Maria de Jesús quien promovió la construcción de este convento, del que fue abadesa hasta su muerte. Su cuerpo permanece incorrupto.
La obra “Mística Ciudad de Dios” aún tuvo que esperar cinco años a la muerte de su autora para ser publicada. Varios teólogos la estuvieron analizando durante ese tiempo. Pero en 1681 la Inquisición prohibió el libro: había sospechas en Roma y París de un contenido quietista en la obra. El quietismo fue un movimiento místico del siglo XVII que tuvo cierta difusión en España, Francia e Italia; “enseñaba la pasividad en la vida espiritual y mística, ensalzando las virtudes de la vida contemplativa. Sostenía que el estado de perfección únicamente podía alcanzarse a través de la abolición de la voluntad: es más probable que Dios hable al alma individual cuando ésta se encuentra en un estado de absoluta quietud, sin razonar ni ejercitar cualquiera de sus facultades, siendo su única función aceptar de un modo pasivo lo que Dios esté dispuesto a conceder” (Wikipedia). Prohibido por la Iglesia, el principal difusor del quietismo, Miguel de Molinos, fue condenado a cadena perpetua.
En cuanto al libro de sor María de Jesús, el papa Inocencio XI, unos años más tarde, levantó la prohibición.