Berlanga de Duero y comarca

San Baudelio. El ábside



El ábside: un Espíritu Santo con la cabeza hacia abajo

Para llegar al ábside hay que subir 5 escalones y pasar por un arco de herradura. Así se realza la posición de jerarquía entre el ábside, situado más alto, y el resto del templo. El ábside es prácticamente cuadrado, de 4,10x3,60 metros, con bóveda de cañón. Una pequeña ventana de herradura se abre al Este en su parte central. 


La entrada al ábside. Para llegar al ábside hay que subir 5 escalones y pasar por un arco de herradura. (foto: centro de interpretación)



El número de escalones nos lleva al número 5. Este número es el quinto elemento que relaciona los otros cuatro (agua, aire, tierra y fuego) en los Upanishad védicos, lo que da razón de ser a la que existe. los alquimistas hablan de la "quintaesencia de la Gran Obra". El pentáculo o estrella de cinco puntas es el símbolos de los constructores medievales y así pasaría alas sociedades masónicas hata nuestros días. La mano con cinco dedos, los cinco elementos del mazdeísmo tomados de los Upanishad védicos, es un símbolo cátaro. Lo mismo que la "mano de Fátima" entre los musulmanes tiene el poder de un talismán.

La decoración es a base de pinturas que representan a san Nicolás, san Baudelio, escenas de la Biblia, una “Dextera Domini”, un ibis y un curioso Espíritu Santo con la cabeza hacia abajo en el centro.


Las pinturas del ábside. San Baudelio y San Nicolás, con el curioso Espíritu Santo con la cabeza hacia abajo (foto: centro de interpretación)



Cartel informativo: "Como en el resto de la iglesia, las pinturas mejor conservadas del ábside fueron arrancadas, pero algunos fragmentos aún permanecen en su lugar. Estos restos y la comparación con la decoración de templos como la Vera Cruz de Maderuelo y de San Miguel de Gormaz, permiten reconstruir el programa iconográfico de este espacio, donde se celebraba la eucaristía, lo que determinó el empleo de imágenes simbólicas relacionadas con el sacrificio como temática principal de la decoración de los muros.
"En el exterior del doble arco de herradura por el que se accede al ábside, aparecen doce cabezas de bueyes, en alusión a los cruentos sacrificios del Antiguo Testamento. La decoración del arco interior está formada por dos árboles sobre los que aparecen dos ángeles sustentando un medallón que contiene la mano de Dios Padre (Dextera Domini). En el trasdós del arco aparecen varios ibis enmarcados por formas geométricas. La parte interna de este acceso está presidida por el anagrama de Cristo o crismón que, en esta época, era símbolo de la vinculación con Roma, por lo que solía aparecer en las iglesias de Aragón, vasallo de la Santa Sede.


Decoración del arco de herradura de acceso al ábside (foto: centro de interpretación)



"Las pinturas del interior de ábside también se disponen en franjas, hasta cubrir la totalidad de los muros y la cubierta. En el friso inferior discurría un cortinaje decorado con figuras de animales incluidas en círculos. La decoración de la bóveda ha desaparecido pero, es de suponer, que estaría ocupada por la representación de Cristo en majestad, rodeado de símbolos de los evangelistas y de querubines y serafines, como en Madrezuelo y Gormaz. Sobre el arco de entrada se conservan restos de dos piernas desnudas que formarían parte de la escena de la Creación del hombre y el pecado original".

Son antecedentes de los evangelistas o tetramorfos los cuatro hijos de Horus, representados también por tres animales (chacal, mono y halcón) y un hombre y también relacionados con los puntos cardinales. Los hijos de Horus custodian el alma de este dios, lo mismo que el tetramoros rodea a Cristo. Tenían la función de guardar las vísceras del personaje que estaba siendo embalsamado, así como de colaborar con Osiris en el pesaje de las almas. Parece ser que, a su vez, el tetramorfos egipcio se basa en otro  sumerio. Aquí encontramos las figuras del león (contelación de Leo), el toro (constelación de Tauro), el águila (constelación de Escorpión para los sumerios) y una persona (constelación de Acuario para los sumerios). Curiosamente, las mismas figuras que en el cristianismo. El tetramorfos sumerio haría referencia a las constelaciones relacionadas con los equinoccios y solsticios en aquellos tiempos: cultos solares y calendario anual solar.



Decoración de un lateral del ábside


Cartel informativo: "En los muros laterales se representaron las primeras apariciones de Cristo Resucitado. En el muro norte aparece la visita de María Magdalena al sepulcro de Cristo y su encuentro en el Huerto de los Olivos (en el 'Cincinnatti Museum of Art'), según indica la inscripción VBI MARIA MACDALENA IN ORTU, que se escribió al revés. En el muro meridional se ha perdido la escena del encuentro en el camino de los discípulos de Emaús con Cristo. La inscripción VBI CLEOPHAS permite identificar los restos conservados como la Cena de Edmaús. Esta última escena es de la interpretación eucarística, puesto que fue el gesto de Cristo al partir el pan lo que le hizo identificable a sus discípulos.

"El muro del fondo fue modificado en el siglo XV al construirse un altar que lateró la parte inferior de las pinturas, de las que quedan algunos restos que pueden relacionarse con los tejidos árabes. Las imágenes de San Nicolás y San Baudelio ('Cincinnatti Museum of Art') aparecen a ambos lados de la ventana donde se representa una paloma -el Espíritu Santo- con la cabeza dirigida al altar, como símbolo eucarístico. Una gran ave en la parte inferior, un pelícano o un ibis según su posible interpretación simbólica, evocaría el gesto de la cruz de los brazos del oficiante ('Cincinnati Museum of Art'). La parte superior de este muro está ocupada por otra escena de simbología eucarística: el Cordero sobre el altar del sacrificio recibe las ofrendas de Abel y el sacerdote Melquisedec, personajes del Antiguo Testamento invocados en la oración del ofertorio".


Detalle de las pinturas del ábside 



La paloma, en la religión fenicia, es el animal asociado a la diosa Astarté (la Diosa Madre), simbolizando la maternidad, la fecundidad y el amor. Los íberos heredaron esta devoción por esta ave en sus exvotos y en sus figuras funerarias, en los que una mujer con los brazos abietos sostiene una paloma. El animal guía al hombre en sus viajes: es el caso de Gilgamesh, de Noé de Jasón o de Eneas. Por consiguiente, la paloma nos guía en el viaje al Más Allá, como queda atestiguado en figuras desde la Edad del Bronce.