San Millán de la Cogolla, La Rioja
Monasterio de Suso
Un poco de Historia: su origen está en un eremitorio del siglo VI
El monasterio de Suso de San Millán de la Cogolla se constituyó a partir de un eremitorio rupestre y de la figura de san Millán. Su nombre de "suso" viene del castellano antiguo: "suso" significa "arriba", pues monasterio se levanta en una zona montañosa. De la misma forma, "cogoya" se toma de una montaña cercana con el mismo nombre, cuyo nombre viene de "cuculla", un ropaje monacal que cubre la cabeza y el torso.
La fama de san Millán fue muy grande en la Edad Media, debido a sus obras de caridad, sus milagros y de su pretendida presencia en batallas contra los árabes. Como el Camino de Santiago no pasa muy lejos, muchos peregrinos se desviaban de su ruta para visitar Suso, lo que daba al monasterio un mayor prestigio y resonancia. Suso se convirtió rápidamente en un referente en tierras de La Rioja, Navarra y Castilla-León y uno de los centros espirituales más importantes.
El monasterio de Suso de San Millán de la Cogolla se constituyó a partir de un eremitorio rupestre y de la figura de san Millán.
A mediados del siglo XI fue necesario construir otro monasterio. Tal era la afluencia de peregrinos y el número de monjes que allí residían. Así nació el monasterio de Yuso de San Millán de la Cogolla. "Yuso" en castellano antiguo quiere decir "abajo", pues el monasterio se ubica en la parte baja del valle. El edificio que hoy contemplamos es el del siglo XVI y tan sólo queda de su época románica la iglesia y el claustro.
El eremitorio visigótico. En el siglo VI san Millán llega a estos lugares para hacer vida contemplativa. Fija su residencia en una cueva excavada en la roca. Su fama se extiende y un grupo de hombres y mujeres le acompañan. Se conoce el nombre de varios de ellos: Aselo, Geroncio, Citonato, Sofronio, Potamia y Oria (las dos últimas son mujeres). Se excavan dos niveles de cuevas como vivienda y otros dos niveles destinados a oratorio. A su muerte, a los 101 años, en el 574, es enterrado en la cueva. Entonces, la cueva de san Millán se convierte en oratorio y la cueva de al lado se utiliza como iglesia. En estas fechas, el eremitorio ya es conocido en el mundo cristiano peninsular, como lo demuestra que uno de sus monjes fuera Fruminiano, hermano de san Braulio de Zaragoza, uno de los mayores intelectuales de la España visigoda.
Maqueta del monasterio. La fama de san Millán se extiende a lo largo del siglo VI. Un grupo de hombres y mujeres le acompañan. Se conoce el nombre de varios de ellos: Aselo, Geroncio, Citonato, Sofronio, Potamia y Oria (las dos últimas son mujeres)
El cenobio visigótico. En el siglo VII se construye un pequeño edificio de dos naves como lugar de reunión y oración. Los monjes siguen viviendo en cuevas. Se constituye la comunidad monástica.
La iglesia mozárabe. En el 959 se consagra la primera iglesia mozárabe. El rey García Sánchez I de Pamplona asiste al acto. Es un edificio con atrio y dos módulos, orientado al Este. La galería de entrada y la nave principal son de esta época. Los monjes siguen siendo hombres y mujeres. Durante la dominación árabe, la vida religiosa cristiana había continuado en Suso sin ningún problema; la permisividad de los musulmanes con la religión cristiana fue total en estas fechas.
El incendio de Almanzor. En el 1002 Almanzor incendia y arrasa el monasterio, en una de sus "razzias" de castigo a los reinos cristianos del norte. El edificio se levanta de nuevo y, al poco, se construye el pórtico que contendrá las tumbas de los Siete Infantes de Lara.
La iglesia románica. En el 1030 Millán es canonizado. El monasterio se reforma, por iniciativa de Sancho el Mayor de Navarra: ampliación de las naves y coro. En los siglos XI y XII las cuevas del primitivo eremitorio se completan con muros y arcos de medio punto.
En el "scriptorium" se realizaron grandes obras. Es el caso de las Glosas Emilianenses, que contiene las primeras anotaciones escritas tanto en castellano como en vasco.
Aquí vivió el gran literato Gonzalo de Berceo, el primer poeta de las letras españolas.
En el "scriptorium" se realizaron grandes obras. Es el caso de las Glosas Emilianenses, que contiene las primeras anotaciones escritas tanto en castellano como en vasco.