Románico de Calatañazor y comarca, Soria



Calatañazor, La ermita de la Soledad: el músico y el canecillo erótico

La ermita sufrió grandes modificaciones en el siglo XVII, sobretodo en la nave. Quedan de su origen románico la planta, la cabecera y la portada norte.

Destacan los canecillos del ábside en el exterior. Muy renombrada es la figura del músico sedente tocando el arpa. Otros canecillos representan el bestiaro medieval, hombres barbados, mujeres, seres con cuernos y algún personaje con rasgos negroides.


En la ermita de la Soledad destacan los canecillos del ábside en el exterior. 



La ermita de la soledad, a la derecha. Al fondo, las murallas de Calatañazor




Figura tocando el arpa, en medio de dos animales, que parecen formar parte del Tetramorfos.

El tema de la música, reflejado en esta figura, es muy importante. Desde la Antigüedad se relaciona la música con las matemáticas y la geometría.  El arquitecto constructor de templos ha de saber música para dominar las proporciones armónicas y aritméticas de su obra. En el Timeo de Platón se dice: “después llenó los intervalos dobles y triples de tal modo que entre cada intervalo hubiese medias armónicas y aritméticas”. Se lograba también transformar el edificio de la iglesia en un resonante acústico impresionante, donde los cantos se percibían como una forma de música celestial. Especialmente en el arte gótico, los edificios religiosos se adecuan a las proporciones de la armonía musical. Bernardo de Claravall dice: “No debe haber decoración, sólo proporción”. Pitágoras (560-490 a.n.e.) y su escuela abundan en este sentido. Para los pitagóricos, la música cura las enfermedades y está íntimamente relacionada con los astros y los colores: “hay geometría en el canturreo de las cuerdas; hay música en el espacio que separa las esferas”.


También tenemos un canecillo  erótico. En este momento de la Edad Media el sexo se vive con una naturalidad que la Iglesia se encargaría de liquidar con el tiempo, especialmente a partir del siglo XIII (concilios de Letrán, Lyon…). Todavía pervivían ritos y costumbres paganos sobre la fertilidad de tierras, ganados y personas, en los que la sexualidad aparece como algo consustancial a la vida, que no sólo no ofende a Dios sino que es una forma de acercase a Él. Los templos, además de lugar de culto, eran también lugar para todo tipo de celebraciones. En la “fiesta de los locos” y en la “fiesta del asno” las gentes se burlaban de las autoridades; se imitaba a los dioses paganos muchas veces en procesiones yendo desnudos. El día de Resurrección tenía lugar el “Risus Paschales” (risa pascual) en la que el sacerdote contaba historias obscenas y acababa masturbándose delante de sus feligreses o mostrándoles sus genitales. En realidad, se estaba celebrando la llegada de la Primavera.


Canecillo erótico, muy mutilado



En el interior de la ermita de la Soledad encontraremos canecillos de animales afrontados y motivos vegetales.

Cartel informativo: “El templo es de nave única y conserva de época románica el ábside y la portada norte, con arquivoltas de hojas dobles y vástagos entrelazados. Se edificó en torno al siglo XII.



Canecillos: jabalí y cara 



Canecillos: animal y cara



Canecillos: dos caras, una de aspecto negroide



Canecillos: Bestia y dos personas



Canecillos: Dos caras




Canecillos: cara y animal



Capitel y serpiente (le falta la cabeza). La serpiente, como vive bajo tierra, ésta asociada a la Madre Tierra desde la Prehistoria; como muda de piel cada año, se cree que es inmortal, que no muere nunca.

 Canecillo: cabeza de animal

“Entre todo el conjunto sobresale el ábside, a pesar de los dos huecos que lo desfiguran en el siglo XVII. Tiene dos ventanas de aspillera con arquivoltas decoradas a base de flores de cuatro hojas y puntas de diamante y una tercera con seis lóbulos dentro de una orla vegetal, motivo de ascendencia islámica. Una línea de canecillos recorre la estructura representando cabezas humanas y animales, entre los que sobresale un personaje tocando un instrumento. La imposta, de hojas dobles, da vuelta al tambor”

La orientación del templo es de 100º aproximadamente, con posibles efectos lumínicos en el solsticio de verano y en los equinoccios.