Nicolás Flamel
Biografía
Flamel (1330-1417) fue copista como su padre. Dominaba el hebreo y el latín a la perfección. Cuando tenía 25 años llegó a sus manos un libro de alquimia escrito unos siglos antes. Empleó 21 años en descifrarlo. En ese tiempo viajó por España, donde vivían grandes especialistas judíos de la Cabalá. Primero, hizo el Camino hasta Santiago de Compostela: “Santiago el Mayor, cuya basílica se halla en Compostela, era considerado como el santo patrón de los alquimistas y de todas las artes y las ciencias cosmológicas. No en vano el bordón – consistente en un bastón con dos cintas enrolladas en forma de espirales y rematado por un puño redondo que sostiene en la mano el santo de Compostela– guarda una notable semejanza con la vara de Hérmes”. Luego marchó a León, donde conoció al rabí Maestro Coches, quien le dijo que el tal libro era el 'Aesch Mezareph', del Rabí Abraham y le enseñó a interpretarlo.
Cuando tenía 25 años llegó a sus manos un libro de alquimia escrito unos siglos antes. Empleó 21 años en descifrarlo. |
A continuación, volvió a París donde, al cabo de 3 años, consiguió el 17 de enero de 1382, según él cuenta, la transmutación en oro: “Por fin hallé lo que tanto anhelaba, lo cual advertí por el fuerte olor. Y así alcancé el magisterio. Después que hube descubierto la preparación del primer agente, sólo tuve que ejecutar al pie de la letra lo que decía mi libro, y ya no habría podido equivocarme, ni aun queriéndolo. Con que la primera vez que hice la proyección, la concentré en el mercurio y convertí de ella aproximadamente una libra y media en plata pura, que era mejor que la que se extrae de las minas, según comprobé yo mismo e hice comprobar a otros. Esto sucedió el diecisiete de enero, un lunes a mediodía, en mi casa, sólo en presencia de Perrenelle, en el año de mil trescientos ochenta y dos. Después, siguiendo mi libro palabra por palabra, realicé la obra con la piedra roja y con una cantidad parecida de mercurio, también en presencia de Perrenelle únicamente, en la misma casa, el día veinticinco de abril del mismo año, a las cinco de la tarde, convirtiendo el mercurio en igual cantidad de oro puro, que sin duda era mejor que el oro común, es decir, más blando y más dúctil. Así puedo decirlo en verdad. Tres veces he realizado la obra con ayuda de Perrenelle, que la comprendía tan bien como yo mismo y me ayudaba en las operaciones; y, de haber querido hacerlo ella sola, sin duda lo habría logrado. Yo estaba ya más que satisfecho después de la primera vez, pero me causaba gran placer ver y observar en el recipiente la obra maravillosa de la Naturaleza...”
En París, al cabo de 3 años, consiguió el 17 de enero de 1382, según él cuenta, la transmutación en oro |
Se hizo inmensamente rico y financió mucha sobras en hospitales e iglesias. También fabricó una tintura que daba la inmortalidad: él y su mujer Petronila se hicieron inmortales. Aunque existieron sendas tumbas a nombre de Flamel y su esposa, cuando fueron exhumadas se encontraron vacías, lo que alimentó aún más la leyenda de la inmortalidad. Se dice que en 1761 Flamel y su mujer habían asistido a una ópera; que en 1819, unos carteles decían que Flamel estaba viviendo en París, indicando la dirección, y que enseñaría alquimia bajo pago; en el siglo pasado, un tal Saint-Germain afirmaba que Flamel era su amigo.
Los siglos XIV y XV fueron tiempos difíciles. Se acusaba a los alquimistas de hechiceros y muchas veces fueron perseguidos por la Iglesia.
Se dice que fabricó una tintura que daba la inmortalidad: él y su mujer Petronila se hicieron inmortales. |
Flamel alquimista
Fue fue el más grande alquimista de su tiempo. Se dice que logró la transmutación de plomo en oro y que, al conseguir, la Piedra Filosofal, se hizo inmortal.
La Piedra Filosofal, según él, «hace bueno al hombre porque de él arranca la raíz de todos los pecados –o sea, la codicia–, haciéndole generoso, manso, piadoso, creyente y temeroso de Dios, por malo que haya sido. Porque desde ahora estará siempre lleno de la gracia y la misericordia que ha recibido de Dios y de la profundidad de sus maravillosas obras”. De esta forma, el hombre se libera de todos sus pecados y vuelve a la perfección del Adán bíblico: es el restablecimiento de la “nobleza primitiva de la condición humana”.
Fue fue el más grande alquimista de su tiempo. |
Sobre el azufre y el mercurio, los dos elementos básicos del proceso alquímico, dice lo siguiente en "De las figuras jeroglíficas": “Se trata de las dos serpientes enroscadas en torno al caduceo, la vara de Mercurio, por medio de las cuales ejerce él su gran poder y se transforma según su deseo”.
Mantiene que el lenguaje de los alquimistas sólo debe ser entendido por los muy iniciados: “De la esencia del primer agente nos hablan los filósofos sólo con metáforas y parábolas, para que la ciencia no pueda ser entendida por los necios, pues si tal ocurriera, todo se perdería. Sólo debe ser accesible a las almas pacientes y a los espíritus refinados que se han apartado del pantano del mundo y están limpios del lodo de la codicia...”
Mantenía que el lenguaje de los alquimistas sólo debe ser entendido por los muy iniciados |