El hombre tiene cinco esferas o “entia”


La primera obra de Paracelso es el "Paramirum", escrita cuando tenía alrededor de 30 años. Presenta la novedad de estar escrita en alemán y no en latín, como era lo habitual en aquel momento. Estudia las causas de las enfermedades desde una perspectiva mística y astrológica.

Establece que el hombre tiene cinco esferas o "entia": ens astrale, ens veneni, ens naturale, ens spirituales y ens Dei.

El hombre tiene cinco esferas o "entia": ens astrale, ens veneni, ens naturale, ens spirituale, ens Dei. 


El ens astrale se debe a que todos nacemos bajo una constelación, es la influencia que viene del cosmos. Paracelso: "es una cosa que no vemos, que nos mantiene en vida a nosotros y a todo lo que tiene sensibilidad; y viene de los astros". El médico ha de tener en cuenta  "qué astros manchan el aire con su veneno; pues allí donde llega ese veneno, en ese mismo lugar se producen las enfermedades correspondientes a la peculiaridad de esos astros... El ens astrale es, pues, el olor, el aroma, el sudor de las estrellas, mezclado en el aire". La alteración del ens astrale es lo que provoca las enfermedades morbosas de los ritmos biológicos y las epidemias.

El ens veneni viene de que el hombre, al vivir en la Naturaleza, se expone a sufrir los efectos de las cosas que le rodean. El ens veneni está en los alimentos y en todo lo que comemos o bebemos. La alimentación se ha de cuidar, pues los alimentos sin control, al no coincidir plenamente con el ser humano, pueden ser el origen de enfermedades. Dios ha creado el 'archeus' o alquimista, que vive en el interior del hombre y que su función es separar lo bueno de lo malo en todo lo que comemos. Paracelso: "Ese alquimista habita en el estomago, el cual es su instrumento". Si el 'archeus' no hace bien su trabajo, viene la 'corruptio' o "madre de las enfermedades"; ello se debe a que hemos comido demasiado o que hemos ingerido algo perjudicial. El ens veneni provoca las intoxicaciones, los desórdenes alimenticios, algunas infecciones y las alergias.

El médico ha de tener en cuenta  "qué astros manchan el aire con su veneno; pues allí donde llega ese veneno, en ese mismo lugar se producen las enfermedades correspondientes a la peculiaridad de esos astros."


El ens naturale es el camino recorrido desde el nacimiento hasta la muerte de acuerdo con nuestra genética. Es, pues, una predisposición mayor o menor a estar enfermos. Las enfermedades hereditarias no tiene cura, pues están "en las raíces" de nuestro ser. Paracelso:  "Si un feto es concebido y nace bajo los astros y planetas de influencia mas benéfica y generosa, y recibe, sin embargo, una naturaleza distinta y aun del todo contraria, ¿de quien es la falta? Ciertamente, de aquel de quien procede su sangre".

El ens spirituale es el nivel espiritual, el del hombre como ser creador, su pensamiento.

Paracelso nos da aquí su versión de las cuatro complexiones tradicionales: colérica, sanguínea, melancólica y flemática. La enfermedad se produce cuando se altera el orden natural en algunas o algunas de estas cuatro esferas. 

Finalmente, el ens Dei es la que proporciona la curación, pero también las enfermedades como castigo divino.

El ens naturale es el camino recorrido desde el nacimiento hasta la muerte de acuerdo con nuestra genética. Es, pues, una predisposición mayor o menor a estar enfermos.




Tres niveles en el hombre


Paracelso define tres niveles en el ser humano: físico, sideral y espiritual. El nivel físico es el del mundo material. El nivel sideral tiene que ver con el cuerpo astral; es la vida humana como tal y está regido por la fuerza de los astros del cielo. El nivel espiritual o invisible es el propio del alma, procede del soplo divino, no tiene que ver con los astros y hace que el hombre sea inmortal. El alma posee todos los conocimientos. Paracelso: "El espiritu del hombre no es el cuerpo, no es el alma, sino un tertium., sobre el alma y sobre el cuerpo (...). El hombre se eleva sobre la naturaleza (...). El hombre es más que Marte y los restantes planetas (...). Pues así como la mano domina la tierra, así el interior microcosmos, esto es: el espíritu libre y cuasicreador del hombre, domina el cielo".

El nivel físico se compone de la combinación de tres elementos: azufre, mercurio y sal. Cuando dormimos, el sueño es la actividad del nivel sideral, que se separa del nivel físico y se sitúa en el macrocosmos. Cuando despertamos, el nivel sideral vuelve a unirse al nivel físico.

Parece que Paracelso repite el concepto de san Pablo: el hombre está compuesto de cuerpo, alma y espíritu.

Paracelso define tres niveles en el ser humano: físico, sideral y espiritual.



Las siete reglas


Reproducimos el texto de

 http://www.arcangelrafael.com.ar/paracelso7reglas.html

1.- Lo primero es mejorar la salud.

Para ello, hay que respirar con la mayor frecuencia posible, honda y rítmica, llenando bien los pulmones al aire libre o asomado a una ventana. Beber diariamente en pequeños sorbos, dos litros de agua, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más perfecto posible, evitar el alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos que estuvieras por alguna causa grave sometido a un tratamiento. Bañarte diariamente, es un hábito que debes a tu propia dignidad. 

Lo primero es mejorar la salud. Para ello, hay que respirar con la mayor frecuencia posible, honda y rítmica, llenando bien los pulmones al aire libre o asomado a una ventana.


2.- Desterrar absolutamente de tu ánimo, por más motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza. 

Huir, como de la peste, de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas, vanidosas o vulgares e inferiores por natural bajeza de entendimiento o por tópicos sensualistas que forman la base de sus discursos u ocupaciones. La observancia de esta regla es de importancia decisiva: se trata de cambiar la espiritual contextura de tu alma. Es el único medio de cambiar tu destino, pues este depende de nuestros actos y pensamientos. El azar no existe.

Huir, como de la peste, de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas, vanidosas...


3.- Haz todo el bien posible. Auxilia a todo desgraciado siempre que puedas, pero jamás tengas debilidades por ninguna persona. Debes cuidar tus propias energías y huir de todo sentimentalismo. 

4.- Hay que olvidar toda ofensa, más aun: esfuérzate por pensar bien del mayor enemigo. Tu alma es un templo que no debe ser jamás profanado por el odio. Todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior, pero no te hablará así de pronto, tienes que prepararte por un tiempo; destruir las superpuestas capas de viejos hábitos, pensamientos y errores que pesan sobre tu espíritu, que es divino y perfecto en si, pero impotente por lo imperfecto del vehículo que le ofreces hoy para manifestarse, la carne flaca.

Hay que olvidar toda ofensa, más aun: esfuérzate por pensar bien del mayor enemigo. Tu alma es un templo que no debe ser jamás profanado por el odio.


5.- Debes recogerte todos los días en donde nadie pueda turbarte, siquiera por media hora, sentarte lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados y no pensar en nada. Esto fortifica enérgicamente el cerebro y el Espíritu y te pondrá en contacto con las buenas influencias. En este estado de recogimiento y silencio, suelen ocurrírsenos a veces luminosas ideas, susceptibles de cambiar toda una existencia. Con el tiempo todos los problemas que se presentan serán resueltos victoriosamente por una voz interior que te guiará en tales instantes de silencio, a solas con tu conciencia. Ese es el daimon de que habla Sócrates.

6.- Debes guardar absoluto silencio de todos tus asuntos personales. Abstenerse, como si hubieras hecho juramento solemne, de referir a los demás, aun de tus más íntimos, todo cuanto pienses, oigas, sepas, aprendas, sospeches o descubras por un largo tiempo al menos, debes ser como casa tapiada o jardín sellado. Es regla de suma importancia. 

Debes recogerte todos los días en donde nadie pueda turbarte, siquiera por media hora, sentarte lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados y no pensar en nada.


7.- Jamás temas a los hombres ni te inspire sobresalto el día de mañana. Ten tu alma fuerte y limpia y todo te saldrá bien. Jamás te creas solo ni débil, porque hay detrás de ti ejércitos poderosos, que no concibes ni en sueños Si elevas tu espíritu no habrá mal que pueda tocarte. El único enemigo a quien debes temer es a ti mismo. El miedo y desconfianza en el futuro son madres funestas de todos los fracasos, atraen las malas influencias y con ellas el desastre. Si estudias atentamente a las personas de buena suerte, verás que intuitivamente, observan gran parte de las reglas que anteceden. Muchas de las que alegan gran riqueza, muy cierto es que no son del todo buenas personas, en el sentido recto, pero poseen muchas virtudes que arriba se mencionan. Por otra parte, la riqueza no es sinónimo de dicha; Puede ser uno de los factores que a ella conduce, por el poder que nos da para ejercer grandes y nobles obras; pero la dicha más duradera solo se consigue por otros caminos; allí donde nunca impera el antiguo Satán de la leyenda, cuyo verdadero nombre es el egoísmo. Jamás te quejes de nada, domina tus sentidos; huye tanto de la humildad como de la vanidad.  La humildad te sustraerá fuerzas y la vanidad es tan nociva, que es como si dijéramos: pecado mortal contra el Espíritu Santo.