Tres elementos en la Naturaleza: azufre, mercurio y sal


Todas las sustancias se componen de tres elementos o "tria prima", combinados en diversas proporciones y en formas más o menos puras: azufre, mercurio y sal. Tradicionalmente, la alquimia hablaba del azufre y el mercurio; Paracelso añade la sal.

Todas las sustancias se componen de tres elementos o "tria prima"


El azufre estructura a los cuerpos. El azufre es el principio que hace combustible a las cosas. El mercurio da a los cuerpos la capacidad de evaporarse, es el elementos cambiante. La sal solidifica, es el elemento permanente. Cuando un cuerpo es sometido al fuego es cuando se hacen patentes estos tres elementos; por ejemplo, la madera ardiendo hace llama (azufre), humo (mercurio) y cenizas (sal).

Esto es así tanto en el macrocosmos (la Naturaleza) como en el microcosmos (el hombre). Dice Paracelso: "Un médico antes de extender una receta debe mirar el cielo" "No se puede comprender al hombre, sino por medio del cielo, pues somos hijos del cielo".  "La fe es una estrella luminosa que guía al investigador a través de los secretos de la Naturaleza.  Es necesario buscar vuestro punto de apoyo en Dios".

"Un médico antes de extender una receta debe mirar el cielo" "No se puede comprender al hombre, sino por medio del cielo, pues somos hijos del cielo". 


La enfermedad se explica por el modo en que están combinados estos tres elementos. Hay que identificar tal combinación para poder encontrar el tratamiento que cure la enfermedad. Quien combina los tres elementos es el "archeus", un principio alquímico que todos poseemos en nuestro interior. Entonces se forman depósitos semicristalinos, a los que Paracelso da el nombre de "tártaro". La salud consiste en recuperar el equilibrio perdido.

De esta forma, el exceso de azufre provoca la fiebre; el exceso de mercurio, las depresiones; el exceso de sal, los problemas gástricos.

Paracelso mantiene los Cuatro Elementos tradicionales: tierra, agua, fuego, aire. Pero dice que pertenecían a criaturas fantásticas anteriores a la existencia de nuestro mundo. Los Cuatro Elementos se manifiestan a través de los "seres elementales", que son similares a los humanos pero son una esencia diferente. La tierra pertenecía a los gnomos; los gnomos son los elementales de la tierra. El agua pertenecía a las nereidas o ninfas acuáticas; las nereidas son los elementales del agua. El aire pertenecía a los silfos o espíritus del viento; los silfos son los elementales del aire. Y el fuego pertenecía a las salamandras o hadas del fuego; las salamandras son los elementales del fuego.

La enfermedad se explica por el modo en que están combinados los tres elementos. Hay que identificar tal combinación para poder encontrar el tratamiento que cure la enfermedad.




Paracelso y la alquimia

La alquimia sirve para obtener los medicamentos. Son remedios químicos que permiten aislar los principios activos que curan. Lo semejante cura lo semejante. Utilizaba compuestos químicos y minerales. Su objetivo no era obtener oro y plata, sino curar las enfermedades:  "muchos han dicho que la alquimia es para fabricar oro y plata. Para mí no es tal el propósito, sino considerar sólo la virtud y el poder que puede haber en las medicinas".

Según él, la salud depende de la armonía entre el microcosmos (el hombre) y el macrocosmos (la Naturaleza). Asimismo, el hombre debe tener armonizados ciertos minerales en su cuerpo. "En tanto el filósofo conozca bien el maiorem mundum, el cielo, la tierra y todas sus generaciones, en tanto poseerá conocimiento para comprender el minorem mundum".

La alquimia sirve para obtener los medicamentos. Son remedios químicos que permiten aislar los principios activos que curan. Lo semejante cura lo semejante.


En la Naturaleza están los principios que curan las enfermedades. El papel del médico es identificar y aislar estos principios utilizando la alquimia. 

Utilizó  mercurio, azufre, plomo, cobre, hierro, plata, oro y, sobretodo, antimonio en sus preparados. Hay, pues, remedios químicos que actúan como medicamentos: esta idea de medicamentos producidos químicamente es pionera para su tiempo; anuncia los trabajos de química y farmacología que se conocerían en tiempos más recientes.

Las plantas encierran unas fuerzas que únicamente un médico pueden entender y sanar con ellas. Siempre, bajo la inspiración divina. La Naturaleza, pues, nos enseña cómo curar; el médico es tan sólo el instrumento para que la curación se realice. Por eso mismo, existen remedios para todas las enfermedades. Pensar lo contrario sería como ir contra la idea de la existencia de Dios. Paracelso: «No existe ninguna enfermedad tan grave como para no haber recibido de Dios un remedio, a fin de que se descubra en la enfermedad la grandeza de sus obras. A cada enfermedad oculta corresponde igualmente un remedio escondido».

En la Naturaleza están los principios que curan las enfermedades. El papel del médico es identificar y aislar estos principios utilizando la alquimia.


En los "Nueve libro de los Archidoxes", obra de juventud de Paracelso, dice: "Las hierbas deben ser maceradas y fermentadas en alcohol durante un mes. Destiladas a continuación al baño María, añade de nuevo y empieza nuevamente como antes, hasta que la cantidad de alcohol se vea reducida a una cuarta parte del jugo de las plantas. Destila nuevamente el producto al baño María, durante un mes, añade plantas, luego rectifica y así poseerás el magisterio de la hierba tratada".

Como precedente de la química moderna, Paracelso sostiene que todo cuerpo tiene un elemento privilegiado, la quintaesencia de la que hablaban Ramon Llull y Rupescissa. Los medicamentos se obtienen aislando esta quintaesencia. Un ejemplo es la tintura de yodo, un antiséptico descubierto por Paracelso que reduce la posibilidad de infección.

La preparación de sus medicamentos sigue tres fases, de acuerdo con la teoría alquímica: destilación, calcinación y sublimación. También son importantes el saber popular y los conocimientos ancestrales.

Como precedente de la química moderna, Paracelso sostiene que todo cuerpo tiene un elemento privilegiado, la quintaesencia de la que hablaban Ramon Llull y Rupescissa. Los medicamentos se obtienen aislando esta quintaesencia.



Comprender la Naturaleza

El médico es aquel que comprende la naturaleza y el cosmos, que comienza con el conocimiento de uno mismo.  Paracelso: "Tan pronto como el hombre llega al conocimiento de sí mismo, no necesita ya ninguna ayuda ajena". Sólo personas con esta capacidad pueden ejercer la medicina. No es mejor médico quien más estudios tiene, sino quien reúne esas virtudes. El título universitario no sirve de nada. Asimismo, una cualidad del médico es su amor por el enfermo.

Hasta entonces, se creía que las enfermedades se originaban por el desequilibrio de los humores o fluidos corporales. No había prácticamente otro tratamiento que las sangrías y las purgas. 

 "Tan pronto como el hombre llega al conocimiento de sí mismo, no necesita ya ninguna ayuda ajena". Sólo personas con esta capacidad pueden ejercer la medicina.



Melusina

Melusina es un hada del folklore europeo. Pertenece al conjunto de leyendas que se fueron forjando en torno a la figura mítica del rey Arturo. Su madre la condenó a ser hada "hasta el día del Juicio". Sólo podía impedirlo el que un hombre se casara con ella, pero con una condición: que su marido no la viese los sábados, pues en ese día Melusina se convertía en serpiente de cintura para abajo. Pero el marido incumplió su promesa: un sábado contempló a su esposa desnuda mientras se bañaba. Finalmente, Melusina abandonó el castillo. No obstante, de vez en cuando volvía a su residencia para amamantar a sus hijos pequeños con su leche, que tenía unas propiedades extraordinarias. Cada uno de sus 10 hijos, excepto uno que se hizo religioso, llegaron a ser reyes de diferentes países.

Paracelso dió a su doctrina alquimista el nombre de Melusina.

Paracelso dió a su doctrina alquimista el nombre de Melusina.


Para Jung, Melusina es el arquetipo del alma. Jung:  "En el fondo no es más que una variante del 'spiritus mercuriales' que en los siglos XIV y XV fue presentado también como un monstruo femenino(...)". "Como la 'serpens mercurialis' de los alquimistas es designada con frecuencia como 'virgo', y presentada bajo la figura de Melusina (ya antes de Paracelso), su capacidad de transformación y su arte de curar es de mucha importancia, en cuanto que precisamente estas particularidades, son atribuidas con especial énfasis a Mercurio. Por el contrario, Mercurio es presentado también en la figura del anciano Hermes (Trimegistos) con lo que se hace visible que en la fenomenología simbólica de Mercurio confluyen dos arquetipos extraordinariamente repetidos, a saber, el del Anima y el del Anciano Sabio".

"(...) Las historias de Melusina son imágenes engañosas de la fantasía, en las que se mezcla el más alto sentido y el más funesto absurdo, un velo de la Maga que atrae a los mortales en todos los laberintos de la vida. De estas imágenes extrae el sabio las 'más altas inspiraciones', es decir, todo lo pleno de Sentido y valor; lo extrae como un proceso de destilación y recoge las exquisitas gotas del 'liquor Sophiae' en el recipiente predispuesto de su alma, donde ellas 'abren una ventana' a su entendimiento, es decir, lo iluminan. Por eso alude Paracelso a un proceso de separación y discriminación, a un proceso crítico de juicio, que separa el grano de la paja -una parte imprescindible en la contraposición con el inconsciente (...) Melusina, la Shakti engañadora, debe retornar al reino de las aguas, debe hacer prosperar la Obra hacia su meta. No debe enfrentar ya al Adepto con gestos cautivantes, sino que debe llegar a ser lo que siempre fue: parte de una Totalidad. Como tal debe abrazar su espíritu. 

"(...) Con esto se obtiene aquella reunión de conciencia e inconsciente, que inconscientemente ya existía, pero que era siempre negada por la unilateralidad de la conciencia. De esta unión, nace aquella Totalidad, que la filosofía o el conocimiento introspectivo de todas las regiones y épocas ha designado con símbolos, nombres y conceptos, cuya multiplicidad es inagotable. Estos mil nombres disimulan el hecho de que en esta 'coniunctio' no se trata de algo captable discursivamente, sino de una vivencia absolutamente irreproducible, a cuya naturaleza pertenece un sentimiento de eternidad o atemporalidad irrevocables".

Para Jung, Melusina es el arquetipo del alma. Jung:  "En el fondo no es más que una variante del 'spiritus mercuriales' que en los siglos XIV y XV fue presentado también como un monstruo femenino(...)".



El “circulado”

El "circulado" es un producto elaborado por Paracelso. Sustituye a la aguardiente. Recibe este nombre porque es un proceso que se repite varias veces. Es lo que el alquimista pseudo Basilio, en su "Tratado de Sales", define como "vitriolo de oro". 

El "circulado" se obtiene por destilación del salitre, sal marina y piedras molidas. Se produce un líquido capaz de disolver el oro en oro fino. A este oro se le aplica aceite de tártaro (carbonato de potasio). Repetiremos este proceso varias veces hasta conseguir "un hermoso polvo de color anaranjado como la grana que se disuelve rápidamente en vinagre rojo como la sangre". Este producto tiene grandes propiedades terapéuticas: "apacigua todos los accidentes, provengan de donde provengan. Fortalece el corazón y renueva la sangre, alegra y aparta la melancolía, da buena memoria, fortalece el cerebro y todos los miembros".

El "circulado" es un producto elaborado por Paracelso. Sustituye a la aguardiente. Recibe este nombre porque es un proceso que se repite varias veces. Es lo que el alquimista pseudo Basilio, en su "Tratado de Sales", define como "vitriolo de oro". 



El arcano

El "archeus" o arcano es un alquimista que todos llevamos dentro. Su trabajo es armonizar el azufre, el mercurio y la sal del interior de la persona. Cuando no lo consigue, surge la enfermedad.

El arcano está presente en todos los seres de la naturaleza, armonizando esos tres elementos. Es el que hace nacer a los metales, el que forma los embriones de los animales y las personas, el que trata de llevar la materia prima en todos los seres hasta el estado de perfección o "materia última". El mercurio contiene el arcano contra el morbo gálico, la boracita contra el mal de piedra... "Es un arcanum algo incorporal, inmortal, una vida eterna, sobre toda naturaleza y no cognoscible humanamente... Tiene poder para transformarnos, mudarnos, renovarnos y restaurarnos..."

El arcano se opone a la "semilla", que es el origen de toda enfermedad. "Toda receta que no vaya contra la semilla, es falsa e ineficaz". La misión fundamental del médico, en tanto que alquimista, es descubrir los arcanos adecuados en cada  momento. El arcano tiene una cualidad que impide la putrefacción: el "bálsamo"; y un principio vivificador o "numia".

Hay, pues, muchísimos arcanos, pero los principales son cuatro:

- el arcano de la generación viviente, que es el principio de la eterna y constante juventud de la Naturaleza, su capacidad de renovación. A este arcano le corresponde la virtud de la generación.

- el "lapis philosophorum" (piedra de los filósofos), que es como un fuego que todo lo purifica. Las personas a las que se les aplica quedan como "recién nacidas". A este arcano le corresponde la virtud de la depuración.

- el "mercurius vitae" (mercurio de la vida), que renueva todo lo caduco: piel, uñas, pelo... A este arcano le corresponde la virtud de la restauración.

- la tintura, que hace nobles a los cuerpos viles y convierte la plata en oro. A este arcano le corresponde la virtud de la transfiguración.

Cuando se produce la enfermedad, se forman depósitos cristalinos a lo que Paracelso denomina "tártaro". Así surgen los reumas, la litiasis, la gota, las artrosis...  En el lenguaje común, se conoce como "tártaro" a un depósito semicristalino que se forma en los toneles donde fermenta el mosto. 

El "archeus" o arcano es un alquimista que todos llevamos dentro. Su trabajo es armonizar el azufre, el mercurio y la sal del interior de la persona. Cuando no lo consigue, surge la enfermedad.



El homúnculo

El tema de crear artificialmente un ser humano a partir del esperma ya lo había tratado Roger Bacon: "Encerrad en un alambique, durante cuarenta días, licor espermático del hombre; que fermente hasta que comience a vivir y a moverse, hecho fácil de reconocer. Después de este tiempo, surgirá una forma parecida a la de un hombre, pero transparente y casi sin sustancia. Si después de esto se le alimenta todos los días, prudente y cuidadosamente, con sangre humana y se le conserva durante cuarenta semanas con un calor constante igual al del vientre de un caballo, este joven producto se convierte en un verdadero niño viviente, con todos sus miembros, como el que nace de mujer, aunque mucho más pequeño. Hay que criarle con mucha diligencia y cuidados hasta que crezca y empiece a manifestar su inteligencia. Este es uno de los grandes secretos que Dios ha revelado al hombre mortal y pecador (...). Nacidos por el arte, llevan el arte dentro y no hay nada que enseñarles. Se les llama hijos de los sátiros y de las ninfas porque su género les eleva por encima de los hombres y les acerca a los espíritus". Roger Bacon, que vivió en el siglo XIII, fue un filósofo, científico y alquimista inglés.

Estas ideas fueron consideradas disparatadas durante siglos. Los griegos y los árabes también interesaron por el tema. En la actualidad, se trabaja en la creación artificial de vida: los clones de la ingeniería genética.

Paacelso describe las fases para conseguir la fabricación del homúnculo: lo primero es recolectar el esperma putrefacto de un hombre (por ejemplo, fruto de las poluciones que se producen al ahorcar a un hombre); inseminar el esperma en un huevo; dejar reposar el huevo a la sombra y en un sitio cálido hasta que el esperma alcance el nivel de putrefacción adecuado, lo que puede favorecerse colocando el esperma en el excremento de una yegua preñada; después de 40 días de incubación, la cáscara de huevo se hace traslúcida: es la señal para que se rompa el huevo y salga un homúnculo con características humanas, aunque no totalmente formado; durante 40 días más  se ha de alimentar al homúnculo con el arcano de la sagre humana; durante los 40 días siguientes el homúnculo se ha de colocar en el útero de una yegua. A continuación, ya tendremos al homúnculo totalmente formado. Tendrá unos 30 cm. de alto.

Hay que tener cuidado de que este ser no ser rebele contra su creador, como lo hicieron en su momento Adán y Eva. El homúnculo tiende a enfrentarse con quien lo ha creado; para evitarlo, usaremos el huevo de una gallina negra o teñida de negro con polvo de carbón, con estiercol disuelto en una mezcla de mercurio.

El homúnculo es siempre masculino. Si el proceso no se hace bien y las condiciones de temperatura, humedad y sombra no son las adecuadas, puede resultar un homúnculo femenino o respulsivo. El esperma ha de ser masculino; los humores de las mujeres no son válidos por imperfectos. Por le mismo motivo, el homúnculo jamás podría desarrollarse en el útero de una mujer.

El tema de crear artificialmente un ser humano a partir del esperma ya lo había tratado Roger Bacon: "Encerrad en un alambique, durante cuarenta días, licor espermático del hombre; que fermente hasta que comience a vivir y a moverse"




Los influjos celestes

Los influjos celestes o "afflatus coeli" se refieren a la influencia de los astros sobre la Tierra. El alquimista tiene que poder detectarlos y aprovecharse de ellos. La Biblia nos explica la naturaleza de estos influjos y qué ha de hacer el alquimista en tales situaciones.

Varios pensadores anteriores a Paracelso han hablado de los influjos celestes. Es el caso de Ficino, Arnau de Vilanova o Pico della Mirandola. 

* Ficino vivió en el siglo XV en la corte de los Médici. Fue un destacado filósofo neoplatónico y astrólogo. Su pensamiento ejerció una influencia notable en su época.

* Arnau de Vilanova (siglos XIII-XIV) fue médico, teólogo y alquimista.

* Pico della Mirandola vivió en el siglo XV destacó en el campo de la filosofía y el pensamiento. Experto en la cabalá, recogió la tradición esotérica de la antigüedad.

Los influjos celestes o "afflatus coeli" se refieren a la influencia de los astros sobre la Tierra. El alquimista tiene que poder detectarlos y aprovecharse de ellos.




La luz de la naturaleza o "lumen naturae"

Es una luz que Dios ha extraído de los Cuatro Elementos y que "yace en nuestro corazón". Esta idea coincide con el sufismo de Ibn al Arabi, una corriente del Islam. Jung: esta luz es una "captación intuitiva de las circunstancias, una forma de iluminación"; esta luz está en el Inconsciente Colectivo.

Según Jung, Paracelso toma esta idea de Agrippa von Nettesheim en su obra "Filosofía Oculta" (siglo XVI). Jung: "La idea de esta luz coincide en Paracelso, como en los alquimistas, con el concepto de 'sapientia' y 'scientia'. La luz puede ser caracterizada sin vacilación, como el misterio central de la filosofía de la alquimia. Casi siempre es personificada como 'filius', o por lo menos citada como una de las propiedades sobresalientes del mismo."

La luz de la naturaleza o "lumen naturae" es una luz que Dios ha extraído de los Cuatro Elementos y que "yace en nuestro corazón"


No obstante, el tema de la luz de la naturaleza la encontramos en la tradición alquímica china y en la Europa medieval.

El alquimista que alcanza esta luz y con ella transforma la Naturaleza es copartícipe de la obra de creación de Dios. Paracelso: "Nada hay en el hombre que no le sea dado por la luz de la naturaleza y lo que está en la luz de la naturaleza es obra del astro".

Paracelso: "Hay pues dos sabidurías en este mundo, una eterna y otra mortal. La eterna surge de la luz del Espíritu Santo sin mediación, la otra de la luz de la naturaleza también sin mediación".

 Jung: "En verdad el escepticismo y la rebelión de Paracelso se detienen ante la Iglesia, pero también ante la alquimia, la astrología y la magia, en las que creía tanto como en la revelación sagrada, pues para él estaban dadas por la autoridad del 'lumen naturae'..."