Fulcanelli


Fulcanelli nació en Francia en 1877 y murió en 1932. Viajó por España: Euzkadi, Barcelona y Sevilla.

La identidad de Fulcanelli es un misterio. Posiblemente en realidad fue el médico francés Jules Violle, un científico de cierta importancia. Para otros, fue un oficial de ingenieros que trabajó en la restauración de la catedral de Notre Dame de París. Una versión diferente dice que bajo el seudónimo de Fulcanelli se agrupaba un conjunto de alquimistas. 

Cuenta Louis Pauwells en "El amanecer de los magos", 1963, que años antes de la invención de la bomba atómica, Fulcanelli se presentó ante Oppenheimer para advertirle de los peligros de tal invención, ya que una sola bomba de esas características "podría arrasar ciudades enteras". A raíz de ello, los servicios secretos americanos iniciaron la búsqueda y captura de Fulcanelli, aunque no lo consiguieron.




Origen del nombre

Posiblemente 'Fulcanelli' es una palabra compuesta por 'Vulcanus', el dios romano del fuego y de los herreros (en alemán y germánico 'Vulkan' o 'Wolkan' significa herrero), y 'Helios', el sol en griego. Por lo tanto, 'Fulcanellis' sería una contracción de 'VulcanusHelios' y significaría 'el fuego o el herrero del sol'. Otra hipótesis dice que el origen de este nombre viene del latín: 'fulcire' (apoyar, fortificar) y de 'anellus' (anilo, círculo). Según esto, Fulcanelli significaría 'el círculo que fortifica'.




Alquimia

Fulcanelli sostiene que la Química moderna viene de la Espagiria medieval y no de la Alquimia. La Espagiria es “la producción de medicinas a partir de plantas” a base de “la fermentación, destilación y la extracción de componentes minerales de las cenizas de la planta” (wikipedia). Sostiene que la Alquimia tiene como objetivo la transformación de ciertos metales en oro y plata y que “la Alquimia se funda en las metamorfosis psíquicas operadas por el espíritu, denominación otorgada al dinamismo universal emanado de la divinidad, el cual mantiene la vida y el movimiento, provoca su detención o su muerte, hace evolucionar la sustancia y se afirma como el único animador de cuanto es.” 

Fulcanelli distingue Cuatro Putrefacciones. En cada putrefacción se produce el Nigredo. Por otra parte, mantiene los criterios de la alquimia clásica: los  Siete Metales Planetarios o Espirituales: Oro, Plata, Hierro, Mercurio, Estaño, Cobre y Plomo. Los metales están en un continuo proceso de transformación, como los seres vivos: nacen, crecen, se reproducen y se transforman / mueren. Cuando se extrae un mineral de la tierra para uso industrial, se le mata. Los metales tienen un Alma o Voluntad Oculta. Cuatro metales son Imperfectos: Cobre, Estaño, Hierro y Plomo; dos son Perfectos: Oro y Plata, y uno es Semiperfecto: el Mercurio.




Las catedrales

Dos obras de Fulcanelli son referencia obligada para los interesados por la alquimia: 

* “El misterio de las catedrales”, 1922, interpretación de la simbología de estos templos.

* “Las moradas filosofales”, 1930, relación entre el simbolismo hermético y el arte religioso.

Para Fulcanelli en las catedrales góticas las figuras,  grabados y decoración que en ellos aparecen representan una especie de jeroglíficos que nos traen un mensaje de una Ciencia Oculta y Ancestral. Dedicó años a estudiar la catedral de Notre Dame de París. Las catedrales serían un libro en piedra de los conocimientos de la alquimia medieval.

Este tema ya había aparecido en otros investigadores. Flamel, en “El libro de las figuras jeroglíficas”, 1612, estudia el simbolismo del cementerio de los Santos Inocentes de París; Pierre Jean Fabre hace en 1624 una interpretación alquímica de las figuras de la iglesia de Saint Sernin, en Toulouse; Esprit Gobineau de Montluisant, en 1650, interpreta los motivos de la fachada principal de la catedral de París. Posterior a Fulcanelli, Victor Hugo en la novela “Notre-Dame de París”, 1831-32, plantea la idea de que los elementos de esta templo podrían interpretarse desde la alquimia: las catedrales son “el compendio más cabal de la ciencia hermética”; la historia de la novela trata del malvado Frollo, un canónigo alquimista que hace sus experimentos en la torre norte de esta catedral. En el siglo XIX, cada sábado (el día de Saturno) los alquimistas de París se reunían delante de Notre Dame, costumbre que parece que viene del siglo XV.

A ambos lados del pórtico, 12 medallones y 12 figuras son la representación del proceso alquímico. Un guerrero protege el atanor u horno de cocción. Un cuervo simboliza la Nigredo o putrefacción de la materia. Un hombre, el alquimista, sostiene un atanor abierto con una piedra en su mano derecha. En la parte alta, un alquimista custodiando toda la Obra, representado por un viejo con gorro frigio apoyado en una balaustrada y acariciándose, pensativo, la barba. La planta en cruz simboliza el crisol alquímico (en francés antiguo “crisol” era “cruzol”). Además de los cuatro puntos cardinales o los cuatro elementos alquímicos. Si añadimos el ábside semicircular, tenemos la cruz egipcia o “anj”, símbolo de la eternidad. Los siete medallones de la Virgen, en la fachada, son los siete metales del proceso alquímico. En general, el proceso alquímico es similar a la vida de Cristo: tortura, muerte, resurrección / transformación.

Una dama con cetro y dos libros, uno abierto (que contiene verdades que se pueden revelar), y otro cerrado  (que contiene verdades que no se pueden revelar) es el símbolo de la alquimia. Con su frente toca un grupo de nubes (la Obra alquímica) y en su pecho se apoya una escalera de 9 escalones (las 9 operaciones de la Obra).

Tres rosetones de Notre Dame están dispuestos de forma que crean un efecto de luz que representa el proceso alquímico. El rosetón del nordeste recibe muy poca luz, está oscuro (Nigredo), el del sudeste está totalmente iluminado al mediodía (el blanqueo) y el del noroeste, a poniente, recibe la luz rojiza del atardecer (Rubedo). El cuarto rosetón, el de la fachada central, simboliza el eterno movimiento circular.

Las vírgenes negras están inspiradas en la diosa egipcia Isis. Es la Madre Tierra, que dio a luz todo lo que existe, de la misma forma que el alquimista crea la Obra a través del proceso alquímico. 

No obstante, la destrucción de elementos de Notre Dame en el siglo XVIII dificultaba la interpretación alquímica de la catedral.

Para Fulcanelli en las catedrales góticas las figuras,  grabados y decoración que en ellos aparecen representan una especie de jeroglíficos que nos traen un mensaje de una Ciencia Oculta y Ancestral.


Para Fulcanelli, la palabra “gótico” derivaría de “argot” o lenguaje secreto, especie de “cabalá hablada”. Sólo los iniciados pueden interpretar, pues, el arte gótico.

Fulcanelli también destacó la importancia de la luz en las catedrales. Quien visita una catedral recibe toda la energía alquímica que aporta la luz y toda su positividad.

Las vidrieras de la Sainte-Chapelle, también en París, se fabricaron siguiendo procedimientos alquímicos. La vidriera de los Santos Inocentes, según Fulcanelli, representa la muerte de la materia prima.

En Notre Dame de Estrasburgo tenemos un capitel con un cerdo, asnos vestidos de sacerdotes y una zorra dentro de una urna llevada por monos. Para Fulcanelli esta es la Procesión del Zorro, una fiesta esotérica medieval.

Fulcanelli se interesó también por los laberintos que aún se pueden ver en varios templos franceses. La marcha por el laberinto es una especie de danza sagrada, con su ritmo y su ritual, hasta llegar a un centro, donde se abren las leyes del Universo.

Añade que los constructores de catedrales o “masones” formaron cofradías secretas de iniciados conocedores de una sabiduría oculta que plasmaron en la decoración de estos templos. Todo surgió de la Casa de la Sabiduría de El Cairo fundada por Hakem en el siglo XI. De esta tradición beberían también los Templarios y los Illuminati. En el siglo XVII, estas organizaciones dieron lugar a las logias masónicas y a la masonería tal como hoy la conocemos.

Los constructores de catedrales o “masones” formaron cofradías secretas de iniciados conocedores de una sabiduría oculta que plasmaron en la decoración de estos templos.



Inmortalidad

Se ha dicho que Fulcanelli consiguió la inmortalidad. En 1999, es decir, más de 60 años después de su muerte oficial, apareció una nueva edición de 'Finis Gloria Mundi' (El fin de la gloria del mundo), obra inacabada, pues la estaba escribiendo cuando falleció. En esta edición se relatan acontecimientos sucedidos después de la II Guerra Mundial, cuando Fulcanelli llevaba más de 10 años muerto. Esta sería la prueba de su supuesta inmortalidad.

Este elixir de la inmortalidad lo habría logrado interpretando las figuras de la catedral de Notre Dame de París. El autor de la versión revisada de 'Finis Gloria Mundi' incide en este tema cuando escribe que "no es costumbre que un adepto vuelva a coger la pluma después de haber franqueado la transmutación (...) abandonemos el manto de silencio con el que se cubre quien pasa por las ascuas del fénix”.