La alquimia a partir del Renacimiento
A partir del siglo XV y hasta el siglo XVII, muchas cortes europeas se interesaron por la alquimia, a pesar de que la Iglesia la prohibía (recordemos que el Concilio de Trento tiene lugar en el siglo XVI). España fue el país europeo donde primero se condenó a un alquimista, Giraldo París, que había utilizado varias imágenes cristianas como símbolos en procedimientos alquímicos. En Inglaterra, en 1404, la alquimia fue declarada delito; no obstante, a mediados de siglo Enrique VI levantó la prohibición, pues Inglaterra tenía una abultada deuda pública y el monarca creyó que ese era un camino para resolver el problema.
A partir del siglo XV y hasta el siglo XVII, muchas cortes europeas se interesaron por la alquimia |
Quizá este es un momento estelar para este arte. Al volver la mirada hacia la Grecia y Roma clásicas, la alquimia bizantina, muy desarrollada en ese momento, llega a Europa de nuevo. Con la invención de la imprenta, se editan muchas obras alquímicas, lo que facilita la difusión de estas prácticas.
La alquimia floreció en Praga, en Suecia, en los estados alemanes, en la España de Carlos I y Felipe II, en Inglaterra... Los hijos de Federico I de Brandemburgo, siglo XV, se educaron con Juan de Sagan, conocido como "Juan el alquimista". Los Rosacruces, siglo XVII, decían que la renovación universal era posible a través de la alquimia. En el siglo XVIII se impone la actitud científica tal como hoy la conocemos y la alquimia queda relegada a un papel cada vez menos relevante.
Basile Valentín, siglo XV, escribió "El triunfo del antimonio", obra muy reconocida por Paracelso. Valentín descubrió el ácido sulfúrico y el ácido clorhídrico.
Posteriores a los tiempos medievales, tenemos a las grandes figuras de Paracelso (1493-1541), Robert Boyle (1627-1691) y a Isaac Newton (1642-1727).
Varios monarcas hispánicos, tanto los de Castilla como la de los Corona de Aragón, estuvieron muy implicados en los temas alquímicos, protegiendo estas prácticas.
La alquimia floreció en Praga, en Suecia, en los estados alemanes, en la España de Carlos I y Felipe II, en Inglaterra... |
Enrique de Villena, siglo XV, médico, teólogo, astrólogo y literato, era conocido como "el astrólogo" o "el nigromante". Se dice que Enrique de Villena estudió alquimia de la mano del diablo en la Cueva de Salamanca (lugar salmantino donde el diablo impartía sus clases). A su muerte, muchas de sus obras fueron quemadas en tiempos de Juan II.
Otro personaje fue el arzobispo Carrillo de Toledo, siglo XV, alquimista practicante. Fue uno de los personajes más influyentes en la política castellana en el siglo XV. Tanto Isabel de Castilla, 1451-1504, como Felipe II, 1527-1598, también protegieron a los alquimistas de sus reinos.
Por otra parte, ya en el siglo XIII dos órdenes religiosas reaccionaron contra la alquimia. Los franciscanos prohibieron a los monjes de su congregación la práctica de la alquimia. Lo mismo hicieron los dominicos. Algunos monarcas tampoco fueron muy partidarios de esta práctica: es el caso de Alfonso X el Sabio, siglo XIII, o Carlos V de Francia, siglo XIV.
El papa Juan XXII (siglo XIV) también prohibió las prácticas alquímicas. Decía que los alquimistas eran seres “falaces, sin honor y deben ser castigados” (...) “Cuando no encuentran la verdad, la inventan (…) Se atribuyen un poder que no tienen, esconden su impostura mediante discursos y, finalmente, gracias a arreglos engañosos, hacen pasar por oro o plata lo que en realidad no es. Su desfachatez va tan lejos que acuñan moneda falsa”. No obstante, parece ser que este papa hizo algunos trabajos alquímicos y, en su libro "Ars transmutatoria" afirma que llegó a fabricar 200 barras de oro de un quintal. A la actitud papal siguió la actitud de la Inquisición hacia los alquimistas “porque cuando no consiguen los descubrimientos que desean acuden luego al diablo, sacrificándole víctimas, con invocaciones tácitas o expresas”. Nicolás Eymerich, inquisidor de la Corona de Aragón, está en esta línea.
Algunos de los grandes intelectuales medievales tampoco eran muy partidarios. Es el caso de Covarrubias en sus "Emblemas morales" o Chaucer en sus "Cuentos de Canterbury".
Tanto Isabel de Castilla, 1451-1504, como Felipe II, 1527-1598, protegieron a los alquimistas de sus reinos. |
Mujeres y alquimia
Hasta épocas muy recientes, la mujer no ha tenido derecho a tener estudios académicos. Por eso, en el siglo XVI, muchas mujeres de la aristocracia se dedicaron a la alquimia, como alternativa a sus preocupaciones intelectuales, particularmente en Francia.
Son mujeres alquimistas destacadas Isabella Cortese, Mary Sydney Herbert, Floriana Canale, Marie le Jars de Gournay, Margaret Cavendish, Martine de Berterau, Cristina de Suecia, Mary Ann South, María Sánchez de la Rosa y Lorenzana Feliciani. Otras escribieron sobre temas médicos que tienen que ver con la alquimia: Elizabeth Grey, Alethea Talbot y la reina Henrietta Maria.
En el siglo XVI, muchas mujeres de la aristocracia se dedicaron a la alquimia, |
La alquimia en la actualidad
De la alquimia nacerían la química, la medicina y la farmacopea modernas. La figura de Paracelso es clave en este proceso. A su muerte, algunos alquimistas crearon la escuela "iatroquímica", es decir, la obtención de medicinas a partir de prácticas alquímicas. El siguiente paso lo dio Lavoisier, padre de la química moderna. Robert Boyle y John Dalton hicieron también grandes contribuciones al nacimiento de la química actual.
El siglo XVIII marca el nacimiento de la química tal como hoy la conocemos. Todavía la Enciclopedia Francesa define a la química como ciencia "muy mediocramente difundida" y que los químicos eran "un pueblo distinto, muy poco numerosos, con sus lenguas, sus leyes y sus misterios".
De la alquimia nacerían la química, la medicina y la farmacopea modernas. |
A partir del siglo XIX, con el desarrollo de las ciencias modernas, se considera a la alquimia como una actividad poco seria, propia de gente supersticiosa y esotérica. No obstante, algunas sociedades secretas, como los francmasones y los rosacruces, han seguido manteniendo interés por la alquimia. Sobre todo, el foco está puesto en la transmutación espiritual del individuo más que en la transmutación de los metales.
Algunas líneas de investigación actuales nos recuerdan pasadas investigaciones alquímicas. En el campo de la genética, es el caso de la creación de animales o personas apoyándose en técnicas de laboratorio; Rutherford consiguió oxígeno a partir del nitrógeno en 1919; se ha podido convertir plomo en oro, ya que la composición atómica de estos dos elementos es muy similar, pero se ha desechado la idea por su coste económico.