Románico del Ripollés, Girona


Sant Joan de les Abadesses. El monasterio. Un poco de Historia


Un poco de Historia: escenario de la leyenda del Conde Arnau

En sus orígenes y hasta el siglo XII el monasterio era conocido como Sant Joan de Ripoll. Fue fundado por el conde Wifredo el Velloso hacia el 885, para que fuera administrado por su hija Emma. Anteriormente, Wifredo había fundado hacía pocos años el monasterio de Ripoll, que dejó bajo la dirección de su hijo Radulfo. De esta forma, con la construcción de estos centros religiosos, se favorecía la colonización y repoblación de estas tierras en torno a esta familia condal. En aquellos momentos Emma era aún una niña (había nacido en el 884), por lo que el monasterio fue regido por un grupo de monjes; cuando Emma se hizo mayor, en el 898 con 14 años de edad, ocupó el cargo de la primera abadesa de este cenobio, bajo la regla de san Benito.


El monasterio fue fundado por Wifredo el Velloso en el 885


Wifredo el Velloso y su esposa Guinedella eran condes de Cerdanya, Urgell, Osona, Girona, Barcelona y Conflent. Este personaje (Guifré el Pilós, en catalán) tiene gran importancia en la historia de Catalunya. Fue el primer conde de Barcelona que dejó sus condados en herencia a sus hijos, rompiendo con la norma hasta entonces vigente de que a los condes de la Marca Hispánica los nombraban los monarcas francos. Es el inicio de la historia de Catalunya como tal y el inicio formal del feudalismo en estas tierras. Wifredo el Velloso pasó de ser un "funcionario" de las autoridades francas a ser el monarca de un territorio. También se atribuye a Wifredo, con escaso rigor histórico, la creación de la bandera catalana de las cuatro barras.

La iglesia fue consagrada en el 887 por el obispo de Vic. En los años siguientes, el monasterio fue adquiriendo un gran patrimonio.

Hasta el año 945, Sant Joan de les Abadesses fue el único monasterio femenino de Catalunya. Fueron seis en total las abadesas: a Emma le sucedió otra cuyo nombre se desconoce; Adalaisa, hija del conde Sunyer de Barcelona  (949-955?),  protagonizó la leyenda del conde Arnau; Ranlo era hija del conde de Ampuries Delà (955-962?); Fredeburga era hija de Miró II de Cerdanya (962-996); e Ingilberga era la hija natural del conde Oliba Cabreta (996-1017).


Representación de la leyenda de Adalaisa y el conde Arnau (foto: naciodigital.cat)


La comunidad femenina fue sustituida por otra masculina hacia en 1017, en el marco de las rivalidades feudales por el dominio de la zona. Bernat Tallaferro, conde de Besalú y hermanastro de Ingilberga, consiguió que el papa Benedicto VI emitiese una bula por la que se liquidaba la comunidad de monjas debido a su conducta "licenciosa". El papa calificaba a las monjas de "meretrices de Venus". Sant Joan de las Abadesses quedó unido al monasterio de Besalú y el territorio se incorporó a las posesiones de Bernat Tallaferro.

Para justificar tales hechos se creó la leyenda del conde Arnau. Este personaje era una seductor de la época y había conseguido los favores de la abadesa Adalaisa. A través de un túnel visitaba diariamente a su enamorada. Cuando Adalaisa murió, el conde Arnau robó su cadáver; era una noche de tormenta y el conde cabalgó con su amada en brazos hasta despeñarse por un barranco.

A la muerte del conde Arnau, en castigo por sus grandes pecados, fue condenado a vagar eternamente por los bosques galopando sobre su caballo, del que salían llamas de la boca y los ojos.

La leyenda del conde Arnau se relaciona con el mito europeo de la "cacería salvaje" y de los seres fantasmales que se aparecen en medio de los bosques. Son las leyendas, presentes en muchas culturas, que nos hablan de un personaje o alma en pena que vaga por los bosques eternamente a causa de sus muchos y graves pecados. Se dice que en la noche de San Juan, a las doce de la noche, el conde Arnau sale a iniciar su cabalgata infernal, seguido de una jauría de perros y un séquito de condenados por toda la eternidad. Quien contempla este espectáculo queda también encantado y pasa a engrosar las filas de los que siguen al conde. Por eso, en estas fechas, nadie en la comarca de Ripoll se atrevía a salir por la noche. La similitud con el mito de la Santa Compaña gallega es clara. También al rey Arturo se le condenó a vagar eternamente por los bosques de Inglaterra y Bretaña, acompañado de soldados y perros.

El poema de la leyenda del Conde Arnau, de Josep Mª de Sagarra, una edición de 1928



Joan Maragall (1860-1911): 

Els timbals de l'orgia ofenen l'aire

de l'hora matinal, que encara guarda

les quietuds de l'aire de la nit.

I surt dalt del cavall el comte Arnau, 

     que porta la capa blanca,

     i va a veure l'abadessa

     del convent de Sant Joan.

Els pastors, per les muntanyes,

tots de lluny guaiten com passa;

els pagesos tots tremolen...

     "És el comte Arnau!"


Traducción: 

Los tambores de la orgía ofenden al aire

de la hora matinal, que aún guarda

las quietudes del aire de la noche.

Y sale encima de su caballo el conde Arnau,

que lleva la capa blanca, 

y va a ver a la abadesa

del convento de Sant Joan.

Los pastores, desde las montañas

miran cómo pasa desde la lejanía,

todos los campesinos tiemblan...

¡Es el conde Arnau!

La leyenda contada por Joan Amades: El popular conde Arnau, señor de la baronía de Mataplana (…), tenía su sede en el castillo de este nombre, en Montroig. Según la tradición, este caballero ripollés sostenía relaciones con la abadesa del convento de monjas de Sant Joan de les Abadeses y cada noche la iba a visitar. Pasaba por una mina quilométrica que, según decía la gente, tenía la entrada por las cuevas de Ribes e acababa dentro del claustro del convento, mina que en la canción el héroe pide a su esposa que la haga tapar. El caballero pasaba este conducto subterráneo montado en un caballo que corría como el viento y de esta forma la atravesaba en un instante. En castigo de este sacrilegio, el conde fue condenado a vagar por toda la eternidad cazando sin poder parar. Va seguido de una jauría grandiosa de perros que corren tras él rabiosos como el viento. El caballero lleva a la grupa de su caballo a la monja que amó, condenada como él. Por donde pasa, de tanta furia como lleva, levanta un viento tan fuerte que arrasa puerta y ventanas.”

Pero aquí no acabaron las disputas. Inicialmente, Bernat Tallaferro instaló una comunidad de monjes aquisgraneses, pero tanto el monasterio Ripoll como el obispado de Osona pretendían hacerse con Sant Joan de les Abadesses y sus riquezas. Finalmente, la comunidad aquisgranesa fue expulsada en 1083 por las armas y sus monjes tuvieron que refugiarse en el obispado de Vic para salvar sus vidas. Los nuevos inquilinos fueron los monjes de San Víctor de Marsella, cenobio que estaba unido al de Ripoll; los monjes expulsados pudieron volver a Sant Joan de les Abadesses, aunque ahora bajo la regla agustianiana y no la aquisgranesa.

Entre 1084 y 1114 volvió a tener una comunidad femenina de origen griego. Los hechos se sucedieron de esta manera: en 1098 fueron de nuevo expulsados todos los monjes del monasterio y se instaló una nueva comunidad que procedía de Santa Perpètua de Brunyola. La nueva comunidad era doble, una parte masculina y otra parte femenina. Es a partir de este momento que el cenobio toma el nombre de Sant Joan de les Abadesses, que conserva en la actualidad. En el siglo XII se construyó la iglesia que actualmente podemos contemplar.


El Descendimiento del monasterio de Sant Joan de les Abadesses es una pieza clave en la escultura románica catalana.


El papa intervino de nuevo en el 1114 para liquidar a las dos comunidades benedictinas, masculina y femenina, que tuvieron que abandonar el monasterio. Se instaló de nuevo la comunidad masculina agustiniana y así quedó la vida religiosa en los siglos siguientes. 

El siglo XII es el momento de mayor esplendor, con el abad Ponç de Monells (1140-1193), y este buen momento se mantendrá hasta la crisis económica del siglo XV.

Sant Joan de les Abadesses fue secularizado en 1592 y pasó a ser una colegiata secular. Se vivía una situación de grave crisis económica, con pérdida de muchas rentas; la comunidad religiosa casi había desaparecido. Anteriormente, en 1428, un terrible terremoto  destruyó el cimborrio y el campanario y provocó serios desperfectos en la iglesia. En 1856 el monasterio pasó a ejercer las funciones de parroquia.

Fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1931, con la II República.

Cartel informativo: "El nombre actual de la villa proviene del recuero de las monjas benedictinas que rigieron el monasterio entre los siglos IX y XI.

"La fundación del cenobio dedicado a San Juan tuvo lugar hacia el año 887, cuando se consagró una primera iglesia bajo el patrocinio del obispo de Vic y el conde Guifré el Pilós (Wifredo el Velloso), que instalaron una comunidad de monjas benedictinas. El cenobio logró una gran importancia en tiempo de la abadesa Emma (892-942) -hija de Guifré- hasta la última, Ingilberga (996-1017), que fue acusada ante el Papa junto con el resto de monjas de conducta inmoral escandalosa por Bernat de Tallaferro, conde de Besalú. A lo largo de los siglos XI y XII el monasterio fue víctima de las luchas de intereses entre diversas comunidades hasta que, tras muchos conflictos, en 1114, los canónigos agustinos retornaron al monasterio y empezó un periodo de esplendor. EL apogeo se produjo en tiempo del abad Ponç de Monells (1140-1193), que dirigió la construcción y la consagración de una nueva iglesia en 1150, además de estructurar la comunidad en varios cargos, y de levantar un claustro, varias dependencias, la capilla de Sant Miquel de la Infermeria y la iglesia parroquial de Sant Pol. A finales del siglo XVI el monasterio se convirtió en un colegiata –una comunidad de canónicos regida por un arcipreste- que perduró hasta el XIX, cuando fue extinguida, y se trasladó la parroquia."