Ermita de la Virgen del Cid. La Iglesuela (Teruel)


El laberinto


Las dependencias. Habitación anterior al laberinto

Es una habitación que seguramente se usaba como comedor de peregrinos, a juzgar por la bancada adosada a sus paredes, y tiene reducidas dimensiones.

Su nivel energético es muy alto, 28,000 Bovis, lo que le confiere una finalidad como lugar sagrado. Las líneas Hartmann y Curry han sido desplazadas a los muros, mientras que la corriente de agua subterránea ocupa aproximadamente la tercera parte de la zona superior de la habitación.


Las dependencias. El laberinto

En la Virgen del Cid son destacables los pavimentos a base de pequeñas piedras (pavimentos enmorrillados), entre los que sobresale el famoso laberinto y la sala contigua donde aparece un motivo circular.

El laberinto es una peregrinación simbólica, en la que el peregrino recorre una ruta fijada para acabar en el punto central, mientras repite un texto o canta una canción que le ayudan en este camino.  El origen de los laberintos medievales se remonta a las creencias esotéricas de Oriente. Se conocen laberintos en Egipto, Grecia, Creta (el famoso del Minotauro), Etruria y otros lugares, aunque se han dibujado laberintos desde miles de años antes.

Sus dimensiones y dibujo tienen que ver con simbolismos numerológicos y un sistema de creencias que se remonta a la noche de los tiempos. Se habla de representaciones astrales, así como de ceremonias de iniciación. 

El laberinto de Iglesuela está orientado hacia la puerta de entrada, es decir, hacia la luz; de modo que cuando comenzamos el recorrido lo hacemos hacia la "oscuridad" (de espaldas a la puerta), y cuando hemos alcanzado el centro y salimos, lo hacemos hacia la "luz" (cara a la puerta). Asimismo, el trazado del laberinto está ubicado sobre una corriente de agua que viene del patio exterior y entra prácticamente por la puerta de la habitación; de modo que, cuando recorremos el laberinto, lo estamos haciendo sobre esta corriente de agua subterránea: el agua como fuente de vida.

El camino a recorrer es de unos 80 metros de ida hasta el centro y otros 80 metros de vuelta hasta el exterior. El número de giros para cambiar de sentido es de 29, cifra que coincide con un mes lunar (hay que recordar la posible orientación lunar de todo el complejo de la Virgen del Cid). Este laberinto está hecho a base de miles de pequeñas piedras fijadas al suelo. En esta comarca es bastante habitual este tipo de empedrados haciendo diversos dibujos.

El laberinto de Chartres (siglo XIII) es el laberinto medieval más conocido. Tiene 13 m de diámetro y 264 m de recorrido a través de 11 círculos concéntricos (los mismos que Iglesuela). Se tardaba en recorrerlo una hora. Contenía las figuras de Teseo, Ariadna y el Minotauro en el centro en una placa de bronce, desaparecida durante la Revolución Francesa. En la Edad Media había laberintos en muchas iglesias, pero fueron destruidos en la mayoría de casos.

El laberinto de La Iglesuela


En varios laberintos franceses, entre ellos el de Chartres, está documentado que se realizaban bailes y cánticos. En el de Auxerre, en el siglo XIV, se reunían los canónigos y capellanes el domingo de Pascua; bailaban alrededor del laberinto y cantaban "Victimae paschali laudes" (alabanzas a la Víctima de Pascua), mientras el decano, en el centro del laberinto, lanzaba una gran pelota de cuero. Después de esta ceremonia, se reunían todos para dar cuenta de una buena comida.

Esquema del laberinto de La Iglesuela


Para Fulcanelli en ‘El misterio de las catedrales’, los laberintos eran “trazados iniciáticos que conducían a la iluminación” y, refiriéndose a la catedral de Chartes, dice que es un “santuario de la tradición, de la ciencia y el arte, la catedral gótica no debe ser considerada como un trabajo dedicado únicamente a la gloria del Cristianismo, si no más bien como una basta concreción de ideas, de tendencias, de fe populares, un todo perfecto, ya que se trata de penetrar el pensamiento de los ancestros, sea cual fuere, el campo religioso, laico, filosófico o social".



Los laberintos. Un poco de Historia

El ser humano ha dibujado laberintos desde hace milenios, en culturas tan diferentes en el tiempo y en el espacio como la neolítica desde Siria hasta Irlanda, la egipcia, la griega (el de Eleusis, por ejemplo, que se recorría danzando), la etrusca, la inca, la nórdica o los indios norteamericanos.

El más famoso de la antigüedad es el laberinto cretense de Knosos, pero el mayor de todos es el de Hawara, en Egipto, 100 veces más grande según Plinio.

En Noruega nos quedan más de 600 laberintos de un solo sendero. Datan de los comienzos de la Edad Media, hace algo más de 1.000 años. Los pescadores hacían algún tipo de ritual en ellos antes de salir a pescar al mar para que los malos espíritus quedaran atrapados dentro del laberinto y así asegurar el éxito de la pesca y sus propias vidas.

En China se dibujaban laberintos a la entrada de los edificios, pues se creía que los malos espíritus quedaban atrapados en ellos ya que no se podían desplazar por las líneas curvas.

Moneda con la inscripción "Knosos", que reproduce el famoso laberinto


En los alrededores de Bossiney (Cornualles, Gran Bretaña) se descubrió un laberinto que era el lugar donde se guarecían los cuervos. Se cree que el alma del rey Arturo se alojó en este animal.

En nuestro país, el laberinto de Mogor, en Galicia, se remonta al 3.000 a.n.e. En esta zona abundan los grabados en forma espiral, circular y laberíntica. También hay que destacar el laberinto de Arcera, en Cantabria, en una iglesia del siglo XIII.

El laberinto de Mogor, Galicia (foto:terrasdepontevedra.org)


Laberinto de Arcera, Cantabria (foto:Wikipedia)


Los indios hopi dibujaban laberintos en sus tejidos y enseres; para los hopi el laberinto es una representación de la Madre Tierra y su recorrido nos lleva al renacimiento (por lo tanto, a una muerte iniciática) y a un nivel superior de conciencia.

Los primeros laberintos medievales son del norte de Italia en el siglo XII y de allí pasaron a Francia en el siglo siguiente. En Francia hubo laberintos en varias catedrales, seguramente bajo la influencia de la Orden del Temple, siendo el más famoso el de Chartres, que fue tomado como modelo en otros templos europeos.

Los laberintos de los centros religiosos medievales han ido desapareciendo y ya quedan muy pocos en Europa. La Iglesia no estaba de acuerdo con los ritos que se hacían en ellos. La ofensiva fue demoledora después del Concilio de Trento, en el siglo XVI. En el siglo XVII se suprimió el de Auxerre; en el siglo XVIII se hizo lo mismo con el de Sens, el de Reims y el de Arras, y en el siglo XIX con el de Amiens, que, no obstante, se volvió a recomponer.

Laberinto vegetal de Hampton Court, Gran Bretaña. Tiene un sentido ornamental y no ritual (foto:lacajarota.com)


Desde finales de la Edad Media se han construido jardines en forma de laberintos, como elementos ornamentales, ya lejos del sentido ritual que tuvieron en siglos anteriores. Reyes y nobles se divertían paseando por estos laberintos vegetales o situaban en ellos sus citas amorosas. Esta costumbre tuvo un momento álgido en el Barroco y ha perdurado hasta nuestros días.

En el siglo XVIII la Iglesia Católica trató de “cristianizar” los laberintos medievales estableciendo que en realidad eran “caminos de Jerusalén”, es decir, sucedáneos de la peregrinación a la Ciudad Santa en momentos en que estaba en poder de los musulmanes y no se podía acceder a ella. Si los laberintos fueran “caminos de Jerusalén” la Iglesia no los habría ido destruyendo y no habría condenado los rituales que se hacían en ellos. En este sentido, es interesante constatar que en prácticamente ningún laberinto encontraremos el signo de la cruz.



- El labrys

La palabra “laberinto” deriva de la voz cretense “labrys”, nombre de un hacha de doble filo que tiene un uso ritual. Parece ser que en Creta el famoso laberinto estaba ubicado en un denominado “palacio de la doble hacha” y de ahí bien el nombre.

Asociadas siempre al culto a la Diosa Madre, hay representaciones del labrys en el Paleolítico y en el Neolítico, pero es en la Creta minoica (2.000 años a.n.e.) donde este objeto alcanza su plenitud simbólica. Parece ser que las sacerdotisas cretenses utilizaban labrys para sacrificar a los toros. 

Con el triunfo del patriarcado, son los dioses masculinos quienes portan el labrys como atributo de los dioses del trueno, como es el caso de Zeus o, en el norte de Europa, de Thor y su martillo. En África lo utiliza el dios del trueno Changó. A pesar de todo, siguió manteniéndose como un atributo de diosas femeninas, como Démeter y Artemisa.

Labrys




- El laberinto como mandala

El laberinto es como un mandala, un espacio sagrado que representa el macrocosmos y el microcosmos, el eterno movimiento de muerte y resurrección de los ciclos de la naturaleza y de los seres humanos.

Para Xavier Musquera “el laberinto es, esencialmente, un cruce de senderos que se mezclan en un espacio lo más reducido posible para retardar el acceso al centro que se desea alcanzar. Se trata de un viaje iniciático, sólo permitido a los elegidos. En ese sentido, este simbolismo tiene íntima relación con el mandala que suele presentarse con aspecto laberíntico y posee las mismas propiedades”.


-  El Juego de la Oca

El Juego de la Oca es una guía simbólica del Camino de Santiago y también tiene el carácter ritual del laberinto, aunque su movimiento, al ser únicamente en espiral, es más simple. Su objetivo es llegar a una casilla central, así como el del Camino es llegar a los lugares iniciáticos gallegos. En ningún caso es una competición. La referencia más antigua del Juego de la Oca la tenemos en el juego egipcio del Senet, por el que se trataba de llegar al seno de la Madre Tierra.

También se asocia al proceso alquímico. Para Fulcanelli, “el Juego de la Oca es el laberinto popular del Arte Sagrado y compendio de los principales jeroglíficos de la Gran Obra (…) Y nuestro Mercurio filosófico es el pájaro de Hermes, el cual se da también el nombre de Oca o Cisne, y a veces el Faisán”.

El Juego de la Oca tiene el carácter ritual del laberinto



- El laberinto de Knosos

Este laberinto se construyó debajo del templo de Knosos, donde habitaba el Minotauro, un monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre. Cada año había que sacrificar algunas doncellas para mantenerlo en calma. Pero una de ellas, llamada Ariadna, marcó su camino con un hilo, lo que permitió a su enamorado Teseo llegar hasta el monstruo y matarlo para, a continuación, rescatar a su amada y salir del laberinto.

La lucha de Teseo y el Minotauro en el centro de un laberinto. Reproducido en un mosaico romano.


El constructor del laberinto fue Dédalo, quien le había dado a Ariadna la idea de utilizar el hilo para poder llegar al Minotauro y luego huir. El rey Minos castigó por ello a Dédalo y a su hijo Ícaro encerrándolos en el laberinto, pero Dédalo construyó unas alas de cera que le permitieron salir del laberinto a él y a su hijo. Como Ícaro se quiso acercar demasiado al sol, sus alas de cera se derritieron, cayendo al mar donde murió.

Esta historia está cargada de simbolismos: orgiástico (el monstruo al que se le entregan varias doncellas cada año), iniciático (el camino del laberinto, su entrada y salida; la lucha contra el Minotauro), culto solar (si uno se acerca demasiado al sol puede perecer)...

Atestiguan de la existencia del laberinto de Knosos unas monedas del siglo III a.n.e., donde aparece dibujado.

En una jarra de vino etrusca en Tragliatella aparecen dos guerreros en cuyos escudos están dibujados una perdiz en un caso, y una oca o pato en el otro. Un demonio les acompaña, así como un laberinto parecido al de Knosos.

Monedas de la Grecia clásica con el laberinto de Knosos. (Fuente: wildwinds.com)




- El laberinto como lugar de ritos orgiásticos y de iniciación

Para Fulcanelli derrotar al Minotauro significa hacernos con la energía primordial, como algo que tenemos que atravesar a partir de nuestros instintos más primitivos para llegar a la meta final, como en la obra alquímica. Añade que “la imagen del laberinto se nos presenta, pues, como emblemática del trabajo entero de la Obra, con sus dos mayores dificultades: la del camino que hay que seguir para llegar al centro –donde se libra el duro combate entre las dos naturalezas– y la del otro camino que debe enfilar el artista para dirigirse a aquel. Aquí es donde se necesita el hilo de Ariadna, si no quiere extraviarse en los meandros de la Obra y verse incapaz de salir”.

En la superficie del palacio de Knosos existía otro laberinto que nos da más claves sobre su significado. En este lugar se ejecutaba un baile siguiendo los caminos dibujados, dentro de los ritos orgiásticos y de fertilidad de la primavera. Estas danzas imitaban los movimientos de las perdices-hembra en su búsqueda del macho, un baile que se realizaba en aquellos momentos en toda la cuenca mediterránea, en el que la perdiz simbolizaba a la Diosa Luna. Hay que subrayar que en ese caso son las mujeres las que cortejan a los hombres, pues estamos en un momento en que el matriarcado tiene aún un peso considerable.

En Palestina se conocía como la “Pesach” o renqueante (el movimiento de la perdiz en celo es renqueante) y era un baile orgiástico que se ejecutaba siguiendo una espiral. Estas costumbres no fueron aceptadas en la religión judía: el profeta Jeremías las combatió particularmente.



- El baile de la perdiz

Como decimos, la perdiz realiza una especie de danza en su periodo de celo, en el que va cojeando de una pata, lo que le provoca un caminar renqueante. Lo mismo que la paloma, la perdiz es una de los animales consagrados a Afrodita en la Grecia clásica. También hay danzas de la perdiz en varios países de América Latina, aunque aquí la perdiz (lo femenino) se enfrenta a un gavilán (lo masculino). En España aún se baila el “Baile de los Enamorados” o “Baile de la Perdiz” en el pueblo de Alija del Infantando (León), en el que se cantan versos como éstos:

“La culebra en el espino, / y yo canto en tu ventana / espejo de cristal fino. (…)

“Ya está el pájaro, madre, / puesto a la esquina, / esperando a que salga la golondrina; / la golondrina sale de pico leve, / ojitos de azabache, casarse quiere.”

En Alija del Infantando son las mozas casaderas las que abren el baile, colocándose delante del mozo que más les gusta. Si el varón se suma a los pasos de danza con el que la muchacha se le había insinuado, al final ella sacará al muchacho del círculo del centro de la plaza (¿recuerdo de un laberinto?) y se marcharán juntos.



- El baile de la grulla

También se asocian los laberintos al llamado “baile de la grulla” o “geranos”, por su nombre en griego. En la antigua Grecia se trataba de imitar los movimientos de estas aves: la isla de Delos -uno de los lugares más sagrados para los helenos- era escenario de esta danza, así como la isla de Naxos, donde se dice que desembarcó Teseo después de matar al Minotauro y llevó consigo el arte de esta danza.

En la China de hace 2.500 años se realizaba un baile con el nombre de “danza de las grullas blancas”; todavía en Corea se realiza un baile de la grulla en el que se imita a las grullas de Manchuria.

La Iliada de Homero nos habla de un baile en el que muchachas y muchachos van cogidos de la muñeca haciendo formas circulares y diversos corros que se mueven en direcciones contrarias. Teseo habría danzado de esta forma tras dar muerte al Mionotauro, bailando con los supervivientes del laberinto; los corros en distintas direcciones simbolizarían los movimientos en el laberinto, su entrada y salida.

Tito Livio nos cuenta que este baile se interpretaba por mujeres cogidas de unas cuerdas (imitando al hilo de Ariadna): "con la cuerda en las manos, acompasando su paso con el canto, caminaban las doncellas”.

El baile del laberinto simboliza el proceso de muerte (al principio, cuando se comienza caminando hacia el Oeste o puesta del sol, o bien hacia la oscuridad, como es el caso de Iglesuela) y resurrección (al final, cuando se sale en dirección al Este o nacimiento del sol, o bien hacia la luz). Las fechas de estos rituales eran en otoño, posiblemente en torno al equinoccio de septiembre (23 de septiembre), que es la época de la migración de las grullas, y en torno al equinoccio de primavera (21 de marzo), que es cuando renace la naturaleza y se acaba el duro invierno.

Un conductor del coro o “gernulkos” dirigía los pasos de los danzantes.



- El laberinto de Chartres

El laberinto data de la primera mitad del siglo XIII.  Sus medidas son de 12.887 x 12.903 metros: no es un círculo perfecto pues el movimiento de la estructura en estos 800 años ha desplazado un poco el dibujo circular inicial debido al peso de los pilares del pasillo del templo. El camino del laberinto tiene un promedio de ancho de 34 cm., y 7,5 cm de muro separando los caminos. 

En el centro había una placa de bronce decorada con el combate entre Teseo y el Minotauro. Esta placa fue retirada en 1792 para ser fundida para la construcción de cañones para el ejército francés.

El anillo exterior está adornado por 112 “cúspides” encerrado dentro de 113 ”láminas”. En cualquier caso, el número sería de 114 en ambos casos, pues se han suprimido 2 cúspides y 1 lámina para dejar abierto el camino de entrada al laberinto. Algunas hipótesis mantienen que 112, al dividirlo por 4 (que son las divisiones principales de los caminos del laberinto) da 28, que hace referencia al mes lunar, que tiene 29,5 días. La aparición del 28 tiene también que ver con la numerología. El 28 es un "número perfecto" en la tradición hebraica y cabalística. El primer versículo del Génesis tiene 28 letras en su versión hebrea. También aparece este número en unos versículos del Eclesiastés.

El total del recorrido que se hace desde el inicio hasta llegar al centro es de 262,4 metros. Si el trayecto se hacía de rodillas, la duración del mismo sería de hora y media aproximadamente.

Chartres forma parte del conjunto de catedrales levantadas a imitación de la constelación de Virgo. Estas son, además de Chartres, las de Reims, Amiens, Bayeaux y Evreux. 

El laberinto de Chartres. Foto: www.jotdown.es/


Después de la Edad Media, el carácter ritual del laberinto de Chartres se perdió. En el siglo XVI la Iglesia prohibió los laberintos por el carácter pagano de los rituales que en ellos tenían lugar. En el siglo XVII, el canónigo Suchet afirmaba que el laberinto era “una tonta diversión en la cual, aquellos que no tienen nada que hacer, pierden el tiempo en recorrerlo, yendo y viniendo.”

El laberinto sigue otros criterios de numerología. En su recorrido, vamos 13 veces al centro, como 13 son el número de lunaciones que corresponden a las vírgenes negras; el número 7 aparece en la cantidad de vueltas de 180º de cada cuadrante; el centro del laberinto tiene 6 pétalos. Los círculos son 12, el mismo número que las esferas del cielo. El laberinto, pues, es una imagen del Universo.

La virgen de la catedral es una virgen negra, que es una característica de los edificios religiosos que levantaron los templarios.

El laberinto de Chartres. Foto:viajerosblog.com/





- La magia de la luz en Chartres

 A las 12.00 h del solsticio de verano, el 21 de junio, el sol atraviesa un pequeño orificio del vitral de Sant Apollinaire e ilumina una baldosa que es diferente a las demás.

Dibujo del laberinto de Chartres


El 22 de agosto (que corresponde al 15 de agosto en el calendario juliano, fecha que se conmemora en todo el mundo católico como la Virgen de Agosto) la imagen de la Virgen de la vidriera central de la catedral se proyecta en el centro del laberinto.



El laberinto. Rituales de iniciación

Se sabe que en los laberintos franceses se recitaban oraciones cuando se recorría el laberinto de la catedral. El recorrido se hacía de rodillas.

También era habitual un juego de pelota en estos rituales. En la catedral de Sens, en un documento de 1413 el clero menor solicitaba que el Domingo de Resurrección “según la costumbre, se les permita jugar libremente el juego en el laberinto durante la ceremonia”. En la catedral de Auxerre está documentado de 1396 a 1538 que los celebrantes del laberinto, canónigos y capellanes, a la vez que decían una oración y ejecutaban una danza, realizaban también un juego de pelota. 

El canto parece ser el “Victimae paschali laudes” (Alabanzas a la Víctima de Pascua, un canto católico para la Misa del Domingo de Pascua.). Esta pieza trata de la muerte y resurrección de Jesucristo, es decir, es una alegoría a los cultos de muerte y resurrección en la Primavera, cuando la Madre Naturaleza renace después del período invernal. Es muy probable, pues, que el “Victimae paschali laudes”  sea una cristianización de un cántico pagano anterior.

El juego de pelota consistía en que el decano, en el centro del laberinto, lanzaba un balón de cuero a los celebrantes y estos se la devolvían. Es una alegoría del movimiento del sol. Acabado el ritual, todos se reunían todos en una sustanciosa comida. Es curioso constatar que el juego de la pelota de los aztecas tenía el mismo significado y que, al final, se sacrificaba a uno de los equipos, lo mismo que los celebrantes medievales hacían con su comida.

Fulcanelli escribe en "El misterio de las catedrales" que los laberintos son más bien “una basta concreción de ideas, de tendencias, de fe populares, un todo perfecto, ya que se trata de penetrar el pensamiento de los ancestros, sea cual fuere, el campo religioso, laico, filosófico o social”. 

Laberinto de Amiens. Foto: reikiestesionica.blogspot.com.es


Apoya la hipótesis de la relación entre el laberinto y la alquimia el hecho de que lo encontramos en algunos manuscritos medievales como parte del proceso de transformación de la materia. También sabemos que al laberinto de Knosos se le llamaba “Absolum”, que es el nombre que los alquimistas dan a la piedra filosofal.

Su ritual es una alegoría de la vida: tiene un comienzo; un camino con sus idas y venidas y sus incertidumbres, pues cuando más cerca creemos estar del centro, más nos alejamos; un centro que es el punto más importante, donde al llegar a él hemos superado todos los obstáculos y nos colocamos a un nivel superior en el que hemos alcanzado nuestro ‘yo’ interior; y un camino de regreso hasta haber recorrido el total del trayecto para volver a empezar. 

Louis Charpentier dice al respecto que “se ha hablado mucho de simbolismo a propósito de esos laberintos. Y está fuera de duda que sea un símbolo alquímico (…). El hombre llegado al centro del laberinto, tras haberlo recorrido ritualmente, tras haberlo “danzado”, será un hombre transformado y, que yo sepa, en el sentido de una apertura intuitiva a las leyes y armonías naturales; a las armonías y a las leyes que él quizás no comprenderá, pero que sentirá dentro de sí, de las que se sentirá solidario y que serán para él el mejor test de verdad, como el diapasón es el test del músico”.

El laberinto va asociado, pues, a un ritual que se desarrolla a lo largo del camino que lo recorre y un final que es la meta que se persigue. Es un ritual de iniciación, un camino espiritual por el que, una vez alcanzado el centro, hacemos el trayecto de vuelta y regresamos a la vida real con un nivel espiritual y de conciencia más elevado.

Las danzas laberínticas o en espiral están extendidas por todo el Mediterráneo; se trata de movimientos circulares en los que los danzantes se alejan y acercan alternativamente al centro.



El laberinto de Iglesuela. Un enfoque desde la Radiestesia

La habitación del laberinto es casi cuadrada, con una energía muy alta, de 32,000 Bovis, lo que la coloca entre los lugares con mayor significación ritual de todo el conjunto de la Virgen del Cid, junto con la iglesia.

Para conseguir este nivel de energía, como venimos diciendo se ha realizado el desplazamiento de las líneas Hartmann y Curry a los muros.

Hay dos corrientes de agua subterránea que se cruzan. Uno de ellos es el que viene de la iglesia y que hemos venido observando en el Mausoleo y en la habitación previa al laberinto; recorre aproximadamente una amplitud de 1,30 metros de la parte superior de la habitación. La otra corriente de agua viene del patio central (de hecho, pasa por el árbol que está en medio del patio), entra por la puerta de esta habitación y se cruza con la otra corriente de agua subterránea por encima del centro del laberinto. Seguramente es esta abundancia de agua la que confiere un nivel energético tan alto a esta habitación, en ausencia de lineas electromagnéticas. Esta corriente, que viene del patio central, tiene una amplitud de 2,10 metros.

El centro de laberinto es un círculo de 1,10 metros de diámetro. El círculo total del laberinto tiene un diámetro de 5,10 metros. Las “calles” por donde hay que transitar tienen una amplitud de unos 20 cm.

Este laberinto tiene una especificidad que lo diferencia del de Chartes, por ejemplo. Se trata de un elemento de su dibujo, que también se reproduce en el cercano laberinto de Castellfort, y que actúa de “punto de cierre”, es decir, que sirve para mantener la energía de la zona, tal como sucede en los templos egipcios.


Por el laberinto pasan dos corrientes subterráneas de agua, que se cruzan. Una de las corrientes atraviesa todo el laberinto.