Monasterio de Veruela
Los hermanos Bécquer en Veruela
Los hermanos Gusto Adolfo y Valeriano Bécquer se hospedaron varios meses en Veruela con sus familias entre los años 1863 y 1864. Posiblemente la elección del lugar se debió a que la esposa de Gustavo Adolfo, Casta Esteban y Navarro, era natural de Torrubia, localidad soriana próxima al monasterio. El motivo de la estancia fue que el poeta sevillano estaba aquejado de tuberculosis y en aquellos tiempos los médicos recomendaban lugares como Veruela (naturaleza, tranquilidad, aire puro) como tratamiento. «Todos los males se curan con los aires de Veruela» se decía en un verso de Braulio Foz.
Los hermanos Gusto Adolfo y Valeriano Bécquer se hospedaron varios meses en Veruela entre los años 1863 y 1864 |
En Veruela, Bécquer escribió las “Cartas desde mi celda” y varios relatos fantásticos. En algunas de estas leyendas se hace eco de los aquellarres que se celebraban en el vecino castillo de Trasmoz. Su hermano Valeriano, pintor, realizó en el monasterio una serie de bocetos conocidos como “Expedición de Veruela 1863”.
«Figúrese usted una iglesia tan grande y tan imponente como la más imponente y más grande de nuestras catedrales. En un rincón, sobre un magnífico pedestal labrado de figuras caprichosas, y formando el más extraño contraste, una pequeña jofaina de loza, de la más basta de Valencia, hace las veces de pila para el agua bendita; de las robustas bóvedas cuelgan aún las cadenas de metal que sostuvieron las lámparas, que ya han desaparecido; en los pilares se ven las estacas y las anillas de hierro de que pendían las colgaduras de terciopelo franjado de oro, de las que sólo queda la memoria; entre dos arcos existe todavía el hueco que ocupaba el órgano; no hay vidrios en las ojivas que dan paso a la luz; no hay altares en las capillas; el coro está hecho pedazos; el aire, que penetra sin dificultad por todas partes, gime por los ángulos del templo, y los pasos resuenan de un modo tan particular, que parece que se anda por el interior de una inmensa tumba. Tal es el efecto que produce la iglesia del monasterio cuando por primera vez se traspasan sus umbrales.» (Gustavo Adolfo Bécquer, Desde mi celda)
Monasterio de Veruela en invierno (foto: blogs.upm.es) |
También Bécquer mostró su fascinación por el Moncayo: “la proximidad del Moncayo nos tiene de continuo como a los espectadores de una comedia de magia, embobados y suspensos con el rápido mudar de las decoraciones y de las escenas”, o por las historias de brujería de Trasmoz: “era tan peligroso subir a la cumbre por la senda que llamó de la tía Casca. Porque antes de terminar la senda, me dijo con el tono más natural del mundo, tendríais que costear el precipicio a que cayó la maldita bruja que le da su nombre, y en el cual se cuenta que anda penando el alma que, después de dejar el cuerpo, ni Dios ni el diablo han querido para suya”.