- La España de Felipe II
Capítulo 1. La infancia de Felipe. El aprendizaje de un rey
EL PADRE DE FELIPE II: CARLOS V, EL MONARCA QUE ARRUINÓ A ESPAÑA
COMUNEROS Y GERMANÍAS, REVUELTAS ANTIFEUDALES. El inicio del reinado de Carlos V se vio jalonado por la revuelta de los Comuneros de Castilla y las Germanías en Valencia y Mallorca.
El movimiento de los Comuneros comenzó en 1520 en varias ciudades castellanas. Los rebeldes representaban a las fuerzas progresistas de las ciudades castellanas, partidarias las nuevas formas económicas precapitalistas que se estaban dando en otros lugares de Europa. Destituyeron a los gobiernos municipales y crearon juntas con participación popular. Se pedía que los metales preciosos no salieran de España, que no hubiera extranjeros en los cargos públicos y una monarquía parlamentaria en la que las Cortes jugaran el papel central en el gobierno del país (es la primera vez en todo el mundo que se plantea la monarquía parlamentaria como forma de gobierno).
Carlos V había hipotecado el país a los prestamistas alemanes para poder pagar los sobornos que tuvo que hacer a los príncipes electores alemanes para ser elegido Emperador del Sacro Imperio.
Los Fugger prestaron 543.585 ducados, los Grelterroth, Formary y Virvaldis 165.000 ducados y los Welser 143.333 ducados. En total, 851,918 ducados [31.946.925 euros]. Este hecho desató todas las alarmas en Castilla y fue uno de los detonantes de la rebelión popular.
Carlos I de España y V de Alemania. En su niñez, Felipe sufrió la ausencia de su padre, casi siempre ocupado en guerras y asuntos por Europa. |
Al conflicto de los Comuneros se unieron los campesinos, en lucha contra la explotación de los señores feudales, mientras que la alta nobleza se mantuvo al lado del rey. La batalla de Vilallar en 1521 marcó el fin de la revuelta y la ejecución de sus dirigentes. Carlos V cambió sus consejeros extranjeros por nacionales y se casó con Isabel de Portugal, para conseguir un mayor apoyo social. La derrota de los Comuneros de Castilla supuso que España quedaba amarrada por siglos en formas económicas y sociales feudales, en el atraso, la incultura y la miseria.
Las Germanías de Valencia y Mallorca estallaron a partir de 1519 como movimiento antifeudal. Los artesanos valencianos estaban armados para hacer frente a los piratas berberiscos que asolaban la costa mediterránea, lo cual hizo más difícil su derrota por las tropas de Carlos V. Los amotinados crearon un gobierno propio de base popular, mientras que la alta nobleza, como en el caso de Castilla, estuvo al lado del rey. Los agermanados fueron derrotados en 1522 en Valencia y 1523 en Mallorca.
Ambas revueltas no se produjeron de forma coordinada, no hubo ninguna relación entre ellas pese a que transcurrieron de forma paralela en el tiempo.
ENFRENTAMIENTOS CON FRANCIA DURANTE TODO SU REINADO. Las luchas con Francia definen su reinado. España y Francia eran las dos potencias europeas del momento. Carlos V consiguió una gran victoria en Pavía, haciéndose con el control del Milanesado.
La lucha contra los nobles protestantes alemanes también fue una constante. Los venció en la batalla de Mühlberg, pero el problema no se acabó allí, ya que el conflicto se mantuvo en el tiempo. Al final de su reinado, hubo de ceder las posesiones de los Habsburgo a su hermano Fernando, quien dio libertad religiosa a los principados alemanes.
EXPANSIÓN ECONÓMICA, PERO GESTIÓN DESASTROSA. La época de Carlos V fue de expansión económica, pero de una gestión desastrosa que condujo a la ruina del país. Las remesas de oro y plata de América iban llegando con bastante regularidad, el negocio de la lana proporcionaba buenos ingresos y el comercio estaba en auge. Pero todo ello no fue suficiente para cubrir el gasto militar y por ello el monarca tuvo que endeudarse a banqueros genoveses y alemanes.
UN PADRE AUSENTE. En su niñez, Felipe sufrió la ausencia de su padre, casi siempre ocupado en guerras y asuntos por Europa.
Hasta que tuvo 7 años, apenas había contado con la presencia de su progenitor. Estuvo bajo la tutela de su madre desde 1527 hasta 1533, que de hecho fue la única referencia familiar de que dispuso en su infancia. Pero su madre murió cuando Felipe tenía sólo 12 años, y eso le afectó mucho emocionalmente.
Ya de mayor, Felipe II trató de compensar esta falta de presencia paterna y materna en su infancia con sus propios hijos, manteniendo siempre un contacto estrecho, bien físico o por carta cuando sus hijas se casaron con dignatarios europeos y fueron a vivir fuera de España.
La compañía de sus hermanas María y Juana fue esencial y se mantuvo toda su vida. De las dos, la más importante fue Juana, que seguramente sustituía la figura de su madre. Juana hizo de regente entre 1554 y 1559 y se convirtió en la mejor amiga y confidente del monarca.
También mostró Felipe un afecto especial por Zúñiga, la esposa de éste, Estefanía, y sus tres hijos. Siempre que fue a Barcelona no dejó de visitar a esta familia. Juan de Zúñiga Requesens fue ayo de Felipe en su infancia y ocupó cargos importantes en España y en Italia.