- La España de Felipe II
Capítulo 2.
Años 40. Cuarta guerra con Francia, 1542-1544
Las relaciones con Francia en época de Carlos V fueron muy tensas. Cuando Felipe tenía tan sólo 9 años, Carlos V y Francisco I de Francia se había enfrentado ya en tres guerras.
En la primera mitad del siglo XVI, hasta la paz de Cateau- Cambresis, los enfrentamientos se sucedieron, teniendo como escenario principal los Países Bajos e Italia. Los territorios italianos en litigio eran el Milanesado, al norte, y Nápoles y Sicilia, al sur.
Francia quería hacer valer sus derechos sobre los territorios del sur que, según Francisco I, le venían de la época de los Anjou; Milán era la llave para penetrar en el resto de la península italiana y, además, formaba parte parte del “cerco” de reinos de los Habsburgo que rodeaban al país francés (Países Bajos, Alemania, norte de Italia y España).
Francisco I de Francia, aliado con los turcos contra España. Los problemas de religión se soslayan cuando hay intereses en juego. |
Francisco I se había aliado con los turcos, una política que continuaría hasta bien estrado el siglo XVII, lo que le permitía hostigar y poner freno a la presencia española en el Mediterráneo.
Como vemos, a diferencia de Carlos V y de Felipe II, a la monarquía francesa no le importaba ir de la mano de los “infieles” para atacar a los que defendían la “verdadera fe”.
El monarca español atribuía al rey francés un carácter belicoso, que explicaba la sucesión de enfrentamientos que estaban teniendo ambas naciones. Según explicaba a su hijo: “yo he hecho siempre todo lo que se ha podido por vivir en paz con el rey Francisco, difunto, y pasados muchos tratados de paz y treguas, los cuales nunca ha guardado, como es notorio, sino por el tiempo que no ha podido renovar guerra, o ha querido esperar de hallar la oportunidad de dañarme con disimulación”.
LA GUERRA Y LOS PROBLEMAS PARA PAGARLA, 1542-1544. La guerra con Francia 1542-1544 fue la cuarta confrontación con el país vecino en el reinado de Carlos V. El pretexto fue la muerte de dos emisarios franceses que se dirigían a negociar con los turcos, hecho del que Francia acusó a las autoridades españolas del ducado de Milán. El objetivo de Francisco I al declarar la guerra era conquistar este ducado.
Los franceses comenzaron atacando por los Países Bajos. A continuación, tomaron Niza con apoyo de la flota turca y vencieron en el campo de batalla del Piamonte. Carlos V reaccionó por el norte y avanzó por la Champagne en dirección a París. A su vez, los ingleses de Enrique VIII, aliados de los españoles, desembarcaron en Normandía en 1544.
Los problemas económicos estuvieron a punto de decidir el signo de la guerra. En octubre de 1543, en el norte de Francia, Carlos V se quedó sin fondos para continuar las hostilidades. Pero proveer al ejército español de tropas y dinero era continuar la obra de Dios y así lo escribía a su hijo: “Hijo: vos veréis lo que en ésta os escribo y estoy muy cierto que viendo cuanto me va en ello, que haréis todo lo que podréis como buen hijo es obligado, para no dexar [a] vuestro padre en necesidad en tal coyuntura (…). Pues Dios lo ha hecho tan bien, es necesario ayudarle para que lo acabe mejor y que con la honra que agora me ha dado me dé en lo de por venir el fruto y provecho que de tal Señor se puede esperar. Para esto, esforzaos por hallar de ayudarnos y no os descuidéis ni dexéis de enviar el dinero y soldados que os he escrito”
Al mes siguiente, volvía a insistir: “Hijo: Por lo de arriba veréis la honra y merced que Nuestro Señor me ha hecho… En fin, como quiera que las cosas vayan y Dios las ordenare, sea por seguir la victoria o por resistir a los impetus de los enemigos, lo que os tengo escrito no se puede ni debe excusar ni creo que en tal tiempo y necesidad no me faltarán aquellos Reinos, pues creo que los otros harán lo que deben y todos lo han hecho hasta aquí. Y así, hijo, os torno a encargar que mostréis en esto cuanto buen hijo me sois”.
En España se hacía lo imposible por financiar la guerra de Carlos V. En este sentido, el Consejo de Indias se quejaba en 1543 ante Carlos V de que su hijo había aplicado las remesas de plata americana a fines distintos de los establecidos.
Felipe era de la opinión de que la paz con Francia se tenía que firmar cuantos antes “y que le sería de mayor reputación hacerlo así, que esperar a que paresciera que la necesidad y falta del dinero le hacía venir en ella”. No había dinero para seguir pagando los gastos de la guerra. Felipe deseaba ardientemente la paz, “la cual importa tanto para el bien y remedio de la Cristiandad, y aun destos Reinos, que están tan necesitados y exhaustos”.
Europa en el siglo XVI |
LOS FRANCESES CLAUDICAN. PAZ DE CREPY. Por suerte para Carlos V, los franceses tuvieron que claudicar, ya que las estratégicas posiciones que ocupaban las tropas españolas en la Champagne y las inglesas en la Normandía constituían una seria amenaza sobre París, que podría ser tomada si las hostilidades continuaban. Francisco I no tuvo más remedio que firmar la paz de Crépy en septiembre de 1544. Como resultado, cada una de las partes devolvía a la otra los territorios ocupados desde la tregua de Niza de 1538, Francia renunciaba al ducado de Milán y España al ducado de Borgoña y Francisco I -aunque no lo cumplió- se obligaba a deshacer su alianza con los turcos. Como una forma de mejorar las relaciones entre España y Francia, se acordaron también dos posibles bodas del duque de Orleans, hijo de Francisco I: o bien con María de Habsburgo, hija de Carlos V (que incorporaría los Países Bajos y el Franco-Condado) o bien con Ana de Habsburgo, hija de Fernando, Rey de Romanos del Imperio Germánico (que incorporaría Milán). Se decidió la segunda opción, pero el duque de Orleans falleció y los acuerdos ya no pudieron ser llevados a término.
Había que conseguir una paz estable con Francia. Carlos le explicaba a su hijo que la paz con el país vecino se hacía por el “bien público de la Cristiandad”, y había que pasar página del pasado: “Y por estas consideraciones señaladamente el dicho Príncipe [Felipe] olvide enteramente todas las cosas pasadas entre el dicho señor Rey y Nos, teniendo que Dios lo haya permitido, y imputándolo a la desgraría de los tiempos”.
España nunca había promovido la guerra, en opinión de Carlos V: “Cuanto al rey de Francia, nuestro cuñado, Dios sabe que Nos no habemos sido promotor de las guerras pasadas entre nosotros y que dellas nos ha siempre en grand manera desplacido y de los males e inconvenientes que han sucedido, y que habemos buscado todos los medios para obviarlos y para volver en amistad con él. Y pues que por la divina voluntad y clemencia ella se ha reintegrado, Nos amonestamos, requerimos y esortamos al dicho Príncipe, nuestro hijo, que haga todo lo que le será posible convenientemente para conservarla, confirmarla y stablecerla con el dicho señor Rey y sus hijos.”
En 1546, en secreto, se invistió de nuevo a Felipe como duque de Milán para reafirmar el dominio español de este territorio, lo que no se hizo público hasta 1550.