- La España de Felipe II


Capítulo 11. Los turcos. La batalla de Lepanto.


EL IMPERIO OTOMANO DOMINABA EL MEDITERRÁNEO 


PRESENCIA TURCA EN EL MEDITERRÁNEO Y EN PARTE DE EUROPADesde finales del siglo XV, los turcos dominaban el Mediterráneo oriental, tenían una fuerte presencia en el norte de África y amenazaban las fronteras rusas y de Europa central y oriental, territorios éstos de los Habsburgo. Su presencia en Europa era importante: habían llegado hasta los Balcanes, tomado Belgrado en 1521 y unos años más tarde se hacían con Budapest.

Los otomanos poseían la mayor flota y el mayor ejército de la época y tenía como aliados a los estados musulmanes de Argel y Trípoli, que se distinguían por sus flotas corsarias, al frente de las cuales estaba el temido Dragut.

Primero Barbarroja y luego Dragut fueron quienes quitaron el sueño a los habitantes de las costas mediterráneas de España. 


LA PIRATERÍA TURCA Y BERBERISCA, LA PESADILLA DEL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL. La piratería turca y berberisca con sede en Argel y Trípoli era una auténtica pesadilla para las potencias cristianas del Mediterráneo. Habitualmente los contingentes musulmanes contaban con la ayuda de los barcos franceses, ya que Francia estaba en alianza con los otomanos en su lucha contra España y el mismo Francisco I les había ofrecido la base de Tolón. Juntos, franceses y corsarios musulmanes, atacaban a los barcos españoles en la importante ruta comercial de Barcelona a Génova. En 1543 las flota turca estaba en aguas de Niza; al año siguiente en Tolón. Las costas catalana y valenciana fueron saqueadas y la población cautiva era vendida como esclavos. Primero Barbarroja y luego Dragut fueron quienes quitaron el sueño a los habitantes de las costas mediterráneas de España.

El comercio de las naciones cristianas con Medio Oriente estaba colapsado. El trigo que venía a España desde Cerdeña y Sicilia corría el peligro de ser interceptado por los piratas, lo que suponía un grave problema, pues el trigo italiano era vital para nuestro país, sobre todo en épocas de malas cosechas o de carestía.

Nuestros barcos contaban con la ayuda de la flota del genovés Andrea Doria, pero así y todo estaban en inferioridad de condiciones frente a su enemigo y evitaban enfrentarse a los turcos porque sabían que nada podían hacer. Cuando los piratas atacaron Barcelona, Felipe ordenó a su flota en Valencia que se mantuviera al margen: “Luego, como se tuvo aviso de la venida de las dichas galeras y velas turcas en Barcelona, despachó don Enrique de Toledo correos a diligencia, así por mar como por tierra, para avisar a don Bernardino de Mendoza, que estaba en sus galeras en la costa de Valencia, para que se guardase”. Carlos V reconocía la inferioridad española y planteaba reagrupar a toda su flota aunque solo fuera para dificultar las acciones de turcos y franceses: “Pero no dexaremos de traeros a la memoria que juntándose todas nuestras galeras, aunque no sean parte para pelear con las armadas turquesa y francesa a lo menos las obligarán andar más sobre aviso y que no puedan emprender cosa tan fácilmente como lo harían si estuviesen divididas y separadas las unas galeras de las otras”. Los barcos españoles y de las ciudades italianas no se atrevían a apartarse de la costa pues así podían buscar un refugio en caso de ataque.

El problema de las Baleares era que podían convertirse en cabeza de puente de los piratas para atacar las costas españolas si lograban conquistar alguna isla o algún territorio. Particularmente preocupaba la isla de Ibiza, tal como Felipe informaba a su padre: “Los de Argel enviaron otra vez a hacer daño en la isla de Ibiza seis galeras, y los soldados y gente de la tierra salieron a ellos y les mataron cuarenta hombres y hicieron tornar a embarcar tan de prisa, que dexaron muchas escopetas y cimitarras (…) Y porque se entiende por diversas vías que las velas que fueron a Argel, con otras muchas, tienen designio de venir a ganar aquella Isla con mayores fuerzas, se ha mandado llevar otros cien soldados, de más de los 300 que hay, y proveído que se lleve un cañón grueso y pelotas y municiones y 300 carcabuces y 300 picas y algunas otras cosas de las que tenía necesidad”.



La única alternativa era fortificar las costas. Así se hizo en el golfo de Rosas y también en Ibiza. En el otoño de 1553 llegaban de América metales preciosos por más de 3 millones de ducados [112.500.000 euros], de los que correspondían al rey 600,000 ducados [22 millones y medio euros], con los que se reforzaron las defensas de las costas españolas. Había que inspeccionar estas fortificaciones de la costa y asegurar que se mantuvieran en condiciones de hacer frente al enemigo, pero, una vez más, el problema de la falta de dinero lo hacía imposible. Felipe explica a su padre en 1547 el caso del capitán general de Granada: “ninguna de las diligencias que se hicieren basta si el Capitán General no visita y da vuelta por la costa personalmente, a lo menos una vez al año, y que aunque él querría hacerlo, vistos los provechos que dello redundarían y quanto Vuestra Majestad sería servido, no lo hace porque no dándosele, como no se le da, salario con la dicha Capitanía General, y teniendo él tan poca hacienda, no tiene posibilidad para hacerlo, en especial que no puede dexar de llevar algún acompañamiento, de que se le ha de seguir costa”.


CON LOS HERMANOS BARBARROJA, LOS TURCOS SON LOS AMOS DEL MEDITERRÁNEO. Jeireddín, que en el futuro sería conocido como Barbarroja, comenzó su carrera atacando los barcos de los Caballeros de San Juan que hostigaban a las naves comerciales otomanas en el Mediterráneo oriental con el objetivo de colapsar la economía turca. En cuanto adquirió un cierto renombre, el sultán de Egipto le proporcionó una flota con la que comenzó a asediar las islas cristianas del Mediterráneo, estableciendo su base de operaciones en Alejandría.

En 1503 se trasladó a la isla de Yerba, en Túnez, desde donde se movió por todo el Mediterráneo occidental. Entre 1504 y 1510 trasladó a musulmanes españoles al norte de África y desde entonces fue conocido como Baba Oruç (Padre Aruj), lo que a españoles e italianos les sonaba como “Barbarroja” teniendo en cuenta, además, el color de su pelo.

En 1516 tomó Argel y luego Tremecén. Se declaró sultán de Argel, pero para lograr la alianza con los turcos renunció a su autonombramiento e hizo de Argel una provincia otomana más, quedando él como gobernador. En mayo de 1518 una fuerza española de 10,000 soldados atacó Tremecén con el apoyo de miles de beduinos, defendida por 6,000 musulmanes y turcos. Barbarroja pereció en el combate.

Su hermano Hızır bin Yakup tomó el nombre y la misión del fallecido. Era el nuevo Barbarroja. Reconquistó Tremecén en 1518, siguió transportando musulmanes españoles a África, derrotó a los hispano-italianos que querían tomar Argel en 1519, en 1521 atacó las Baleares y varias naves que venían de América y en 1522 envió tropas para expulsar de Rodas a los Caballeros de San Juan de Jerusalén. En los años siguientes, se convirtió en el terror de las costas del Mediterráneo occidental.

En 1540 Carlos V planteó a Barbarroja cambiar de bando y le ofreció el puesto de gobernador de todo el norte de África pero la oferta fue rechazada. Al año siguiente, el monarca española intentó ocupar Argel, sin éxito y casi perdió la vida.

En 1545 Barbarroja, ya un anciano, se retiró a Estambul, donde nombró a su hijo como sucesor y murió al año siguiente. Con Barbarroja, los otomanos se habían convertido en la potencia hegemónica en el Mediterráneo, papel que mantuvieron hasta la batalla de Lepanto.

El lugar de los Barbarroja fue ocupado por el temido Dragut, cuyo nombre real era Turgut Reis (1514-1565).