- La España de Felipe II


Capítulo 16. Inglaterra. La Armada Invencible, 1588


ESPAÑA DESPUÉS DE LA ARMADA INVENCIBLE


CONSECUENCIAS DEL DESASTRE, 1588-1589. De momento, las gentes de Castilla tuvieron que hacer frente a nuevas cargas impositivas para reparar las pérdidas sufridas y financiar una nueva armada. Por si fuera poco, las cosechas de trigo en Castilla de 1588 y 1589 se perdieron. Y el problema de los Países Bajos entraba en una nueva fase, pues la ayuda inglesa a los rebeldes se mantendría o iría en aumento.

Vázquez advertía al rey en agosto de 1589 del desbarajuste, desconcierto y enfrentamientos que se estaban produciendo en las altas instancias del gobierno: "tambien de mirar y pensar mucho en lo que se podría y devia hazer para contentar, asentar y conformar a los ministros de Madrid y a los de acá, y que el despacho de todo pueda correr con satisfazion de todos". Pero Felipe II cerraba los ojos ante la situación y sostenía que no había problemas internos:

"En verdad, yo no sé por que sea menester lo que acá decis, ni que entre los unos y los otros aya diferencia, ni por que haverla".

El desastre de la Invencible fue un golpe tremendo sobre las conciencias de los españoles, que hasta entonces se creían que eran el pueblo escogido por Dios para mantener la verdadera fe en el mundo. Dios les había abandonado.


OFENSIVA INGLESA SOBRE LOS PUERTOS ESPAÑOLES, 1589. La debilidad española era evidente. Los ingleses desembarcaban en puertos gallegos y portugueses en 1589 cuando lo consideraban conveniente, sin encontrar oposición alguna. La flota de Francis Drake y John Norris, en el verano de 1589, atacaba La Coruña, Vigo y los alrededores de Lisboa. Era un golpe terrible a la reputación y al orgullo de los españoles. "Y todo esto procede de que traemos coxa y manca la reputacion, que con la rota de la Armada passada hizo gran baxa", escribía el embajador Juan de Silva. En tono bromista, añadía: "quanto a la menudencia con que Su Magd. trae los negocios mas menudos, años ha que entendemos que es materia de lastima por que perder el tiempo para no ocuparle [...] La cabeza de Su Magd. (que deve ser la mayor del mundo, ny otra de hombre humano) es capaz de digerir la magnitud de sus negocios sin hazer la division de los que conviene tomar para sy, y de los que no puede escusar de encargar a otros". Añadía claramente que la inoperancia de la política de la monarquía estaba en la base de todos los males: "De aquí nasse poner el tiempo y el estudio en escusar las prevenciones que no pueden escusarse, y hazerlas quando les falta el tiempo y el caudal y la ocasión, y por ahorrar la costa tresdobarla, y por salir tarde salir con priessa y por salir con priessa salir con falta. Quien esto no ve está ciego".

Los barcos ingleses estaban afectando a nuestras líneas de abastecimiento comercial y naval; especialmente, el comercio con el Norte cayó en picado. Sólo los puertos andaluces quedaron al margen de la debacle, lo que se debió, no a las defensas españolas, sino a que en el comercio sevillano tenían un papel muy relevante los comerciantes ingleses y holandeses.

La situación era tan caótica que, en este momento, Felipe II ya sólo creía que los milagros podrían salvar a España: "Mas todos creo que convenimos, por que todos veo que se remiten a milagros y a remedios sobrenaturales".


ATAQUE AL PUERTO DE CÁDIZ, 1596. En 1596 Inglaterra atacó Cádiz, el puerto más importante en el comercio con América y  norte de Europa. Era una flota muy numerosa, compuesta por 40 buques de guerra y otros 100 barcos más pequeños, con unos 10,000 soldados ingleses y 5,000 holandeses. Antonio Pérez, desde su exilio en Londres, hacía todo lo posible en la corte inglesa para que Isabel I no cesase en sus ataques a objetivos españoles. 

Nada se había hecho por reforzar las defensas de la ciudad andaluza. Los atacantes destruyeron todas la embarcaciones españolas que salieron a su paso, liquidando en total unos 200 barcos. La guarnición española había huido y durante dos semanas ingleses y holandeses tomaron Cádiz e incendiaron parte de la ciudad. Era un descrédito absoluto para las fuerzas armadas españolas. Un miembro de la catedral de Burgos decía que los sucesos de Cádiz eran "vergüença de nuestra nacion".

Los invasores se comportaron bastante correctamente. Un cura gaditano comentaba que "la nobleça uso con nosotros toda la cortesia que puede desearse (…) pero la gente menuda, principalmente flamencos a cada rato me gritaban "Hang the pope!" (colgad al papa). Ninguna muger ha sido forçada, ninguna persona murio a sangre fria, casi ninguna insolencia se ha hecho". Lo refrendaba un militar español diciendo que los ingleses habían sido gente "muy disciplinada, sin que aya acaecido la menor pendencia".


NUEVO INTENTO DE ATACAR INGLATERRA, 1597. En mayo de 1589 se planteó la reconstrucción de la Armada, pero el tema no siguió adelante por el momento por falta de fondos.

En 1596 todavía se intentó hacer un esfuerzo final. Había que atacar Inglaterra y negociar un tratado de paz en condiciones favorables que afianzase la posición española en los Países Bajos, tal como expresaba Martín de Padilla, comandante en jefe de la flota del Atlántico, en un memorándum que dirigió al rey al poco de la toma de Cádiz por los ingleses: "Veo. Señor, que le van perdiendo [otras naciones], y que an intentado, y que digo intentado porque an salido con tomar a Cadiz [...]. Si tras esta perdida succediese lo que justamente se puede temer sino se ataja este pasmo, ¿qué estima se tendra de los españoles? No ay poder que baste a sustentar guerras continuas y es assi que al mayor monarcha le ymporta mas concluyr con brevedad las guerras.

Muchos abra que los juzgarían por comodidad diziendo que por el camino que se lleva nunca se a de acabar y que el gasto que alli [Flandes] se haze de gente y dinero es grandissimo y que si no se torna otro medio al fin se a de morir aquel enfermo".

Felipe II le hizo caso y le encargó organizar el ejército invasor. El objetivo, se dijo, era desembarcar en Irlanda, pero, en realidad, desembarcarían en Francia para atacar Inglaterra. En octubre de 1596 una flota de 96 barcos y 17,000 soldados partió de Lisboa y La Coruña, al mando de Martín de Padilla. Pero, de nuevo, el desastre. Cuando llegaron al Canal de la Mancha (se dirigían a conquistar Brest, en la Bretaña francesa), una terrible tormenta dispersó las naves y hundió el galeón mayor, que llevaba todo el dinero, unos 36,000 ducados [1.350.000 euros]. Sólo 41 de los 81 barcos iniciales regresaron a puerto español, pero cuando llegaron a Santander tuvieron que buscar otro destino ya que la ciudad estaba afectada por la peste.


LA PIRATERÍA INGLESA EN AMÉRICA EN LOS AÑOS 90. MUERE DRAKE. La acciones inglesas no supusieron nunca una alteración sustancial de los remesas de metales preciosos que venían de América, pero representaban un peligro potencial, que podría ser irreversible en el futuro si no se le ponía fin. 

En efecto, los ataques ingleses en América no obtenían los resultados apetecidos. En 1590 una flota dirigida por Hawkins volvió a Inglaterra con las manos vacías. En 1591 otra flota capitaneada por Howard se ubicó en las Azores para asaltar a los barcos españoles a su paso por las islas, pero su ataque fue repelido por los de Felipe II y los españoles capturaron uno de los barcos ingleses mejor construidos, el Revenge, que sirvió de modelo en el futuro para modernizar la flota hispana. Estos fracasos hicieron que Francis Drake fuera rehabilitado, pues había caído en desgraciado por sus magros resultados.

En 1595 Isabel I organizó una flota que debía atacar a la América central, dirigida por Hawkins y por Drake, de forma compartida. La operación se retardó cuando una flotilla española atacó Cornualles y saqueó algunas plazas, por lo que Isabel I ordenó patrullas en las costa sur, para prevenir cualquier nuevo intento de asalto de su territorio.

La flota inglesa, rumbo a América, se detuvo en Las Palmas de Gran Canaria, aunque no consiguieron hacerse con la ciudad. Como unos soldados prisioneros ingleses revelaron el objetivo final de la expedición, las ciudades hispanas de la costa americana reforzaron sus fortificaciones y de esta forma el efecto sorpresa había desaparecido. Por si fuera poco, Hawkins no aguantó la travesía y murió. Tenía 63 años. El ataque inglés a Puerto Rico, a Cartagena y a Panamá no consiguió sus objetivos. Francis Drake moría en la retirada.

A los ingleses sólo les quedaba volver a su país. Hubo un intento de cerrarles el paso en Cuba, pero los españoles no lo consiguieron. En la primavera de 1596, la flota arribaba a puerto en Inglaterra.


MARRUECOS EN EL CONFLICTO ENTRE ESPAÑA E INGLATERRA A LO LARGO DEL REINADO DE FELIPE II. Isabel I mantuvo buenas relaciones con Marruecos, pero estaba interesada en que el tema no trascendiera, debido a las diferentes religiones de cada uno de los países, ya que tener aliados “infieles” le restaría apoyos en el resto de países cristianos. La intención era enfrentar a Marruecos y a España y tener a este país como base de operaciones para saquear las riquezas de África, desplazando a los portugueses.

Los ingleses realizaron varias expediciones por las costas de África, lo que desató la protesta de las autoridades portuguesas, que se arrogaban el monopolio del comercio en estos territorios. Portugal manifestaba que que la venta de estaño y otros metales de los ingleses a los marroquíes había permitido que los africanos dispusieran de mejores armas y que ello explicaba la toma de Agadir y el asedio a otras plazas.

Las relaciones entre Portugal e Inglaterra quedaron rotas, de forma que en 1569 cesó todo comercio entre ambos países. En 1571 Portugal intentó restablecer relaciones, enviando un negociador a Londres, pero los comerciantes ingleses prefirieron entenderse con Marruecos como puerta de África que con Portugal.

Esta situación originaría la descabellada expedición del rey de Portugal don Sebastián a Marruecos, que fallecería en la batalla de Alcazalquivir. Como don Sebastián no dejaba descendencia, se desató el problema sucesorio, del que saldría victorioso Felipe II y le permitiría anexionarse el país vecino.

En los preparativos de la Armada Invencible, Isabel I trató de movilizar a los marroquíes contra España, pero el sultán de Marruecos se mantuvo neutral ante la rivalidad anglo-española. 

Las gentes de Castilla tuvieron que hacer frente a nuevas cargas impositivas para reparar las pérdidas sufridas y financiar una nueva armada.

Desde que Felipe II conquistara Portugal, el papel de Marruecos como plataforma desde la que invadir la Península Ibérica tomó más relevancia. Cuando se conoció la noticia del desastre de la Armada Invencible, el sultán El-Mansour envió un emisario a Inglaterra a negociar con Isabel I una propuesta muy concreta: los barcos ingleses podían recalar en los puertos marroquíes para que, finalmente, una flota inglesa en el Estrecho de Gibraltar distraería suficientes fuerzas españolas como para que se produjera la invasión de Portugal desde tierras marroquíes. El-Mansour financiaría esta operación con 150,000 ducados [5.625.000 euros] y pondría a sus tropas a disposición de los del Isabel I. A cambio, Inglaterra debía ayudar a Marruecos a construir su marina de guerra.

Pero la intervención en Portugal fue un fracaso. Isabel I lo achacó a que la ayuda de el-Mansour no había llegado a tiempo. En realidad, el sultán tenía muchas dudas ante un enfrentamiento abierto con el monarca español y eso le había provocado muchas indecisiones. En 1585 se fundó una compañía comercial inglesa para comerciar desde Marruecos, la Barbary Company, que tuvo muy poco vuelo.