- La España de Felipe II


Capítulo 19. Estructura política de la España de Felipe II


UNA MONARQUÍA “FEDERAL” GOBERNADA POR CONSEJOS.  Podemos definir la España de Felipe II como un estado federal, con distintos reinos que conservaban sus leyes e instituciones, como era el caso de Castilla, la Corona de Aragón o de Portugal. No había una centralización política ni un Estado unitario. El rey delegaba su poder en los otros reinos y territorios mediante el sistema de virreyes.

De esta forma, el aparato de Estado castellano no tenía jurisdicción en la Corona de Aragón que, en opinión de Carlos V, “tienen más desculpas y hay menos maneras de poderlas averiguar y castigar”.

En las “Instrucciones” del Emperador en 1543 se refiere a la Corona de Aragón “por ser los fueros y constituciones tales, como porque sus pasiones no son menores que las de otros y ósanlas más mostrar”.

A Felipe II no le hacía mucha gracia que cada reino de la Península tuviera sus propias leyes y fueros. El caso de Antonio Pérez y Aragón fue para él la muestra de que un Estado no podía funcionar de esta manera, aunque nunca se planteó alterar la situación.


GOBIERNO MEDIANTE CONSEJOS. El sistema de gobierno mediante Consejos fue creado por Carlos V. El Consejo de Estado trataba los temas más importantes y había otros 6 consejos por áreas: Castilla, Aragón, Portugal, Indias, Italia y Países Bajos. Sus funciones eran legislativas, judiciales y ejecutivas. También se crearon consejos técnicos, como el Consejo de Hacienda, Consejo de la Inquisición… Asimismo, cuando la situación lo requería, se constituían Juntas para fines determinados. En 1554 Felipe recibió Nápoles y Milán y ello llevó a la creación del Consejo de Italia entre 1556 y 1559 bajo el mando del príncipe de Éboli. El Consejo de Estado se redujo en 1559. Después de la conquista de Portugal se creó el Consejo de Portugal en 1582. En 1588 nacía el Consejo de Flandes.

Podemos definir la España de Felipe II como un estado federal, con distintos reinos que conservaban sus leyes e instituciones, como era el caso de Castilla, la Corona de Aragón o de Portugal. 


En 1586 el rey creó la Junta Grande, debido a que Felipe II estaba con una salud y una capacidad muy deterioradas. Esta Junta iría desplazando las actividades y competencias de los distintos Consejos, cuyo día a día el monarca ya no podía seguir. 

Los consejos expresaban sus opiniones y decisiones por escrito en un informe denominado “consulta”. Los secretarios de los estos organismos eran el punto de unión entre éstos y el rey, ya que el  monarca no asistía normalmente a estas reuniones. Los Consejos eran únicamente órganos asesores, el rey no estaba obligado a aceptar sus decisiones.

En tiempos de Carlos V, con el rey todo el tiempo viajando por Europa, la mayoría de acuerdos se tomaron directamente en España. Sólo los temas de finanzas se remitían al monarca. El equipo de funcionarios lo encabezaban en esa época Tavera y Cobos.

La importancia de la figura del secretario del rey fue clave en la gobernación de Felipe II. El secretario y el monarca se encargaban de los asuntos más importantes. Gonzalo Pérez, su hijo Antonio Pérez, el cardenal Granvela y Mateo Vázquez de Leca fueron secretarios reales.

Muchos de los empleados públicos a lo largo el reinado de Felipe II tenían estudios universitarios y solían provenir de las universidades de Salamanca y Alcalá, focos del humanismo y erasmismo. Los monarcas hicieron todo lo posible para que los nobles perdieran fuerza en el aparato del Estado.


EL CONSEJO REAL DE CASTILLA. De origen bajomedieval, es el origen de todos los consejos. El número de consejeros llegaría a ser 16, con una representación de los nobles cada vez menor hasta convertir su presencia en testimonial. La composición mayoritaria del Consejo Real de Castilla estaba formada por letrados provenientes de las universidades, en especial Salamanca y Alcalá. 

Durante la ausencia de Felipe II se produjo un intento de la nobleza de recuperar el terreno perdido. La regente Juana de Austria, hermana de Felipe, se presentó en el Consejo con García de Toledo, un destacado miembro de la alta nobleza. Fue un escándalo para los consejeros profesionales porque con este gesto se manifestaba la voluntad de recuperar la hegemonía de los nobles en los puestos más altos de la política. Felipe se enfadó mucho y expresó que “no sé qué causa pudo motivar a mi hermana (…) es contra la instrucción que le quedó.” Insistió al secretario Vázquez de Molina para que le explicase a su hermana que aquello no se podía volver a repetir y “decirléis de mi parte que en ninguna manera conviene que aquello pase adelante, por ser cosa nueva y que podrá traer inconveniente para el bien de los negocios, y así le pido que lo mande remediar”.

No obstante, los consejeros utilizaban su posición muchas veces para emparentar con la nobleza, que era la que detentaba, junto con la Iglesia, el poder económico real del país. Es el caso de Francisco de los Cobos, que se casó con una joven de la alta nobleza castellana.


LOS FUNCIONARIOS. Ni siquiera en Madrid había un cuerpo de funcionarios tal como hoy lo entendemos. Los Reyes Católicos fueron los que iniciaron la promoción de personas de la baja nobleza y algunos del pueblo llano a cargos administrativos,

rompiendo la tendencia imperante hasta entonces de que los cargos de importancia sólo podían ser ocupados por la alta nobleza. Pero no había una base social que hiciera de vivero de estos funcionarios: la burguesía naciente era muy débil o casi inexistente en todo el país, con lo que la eficacia y el papel de los burócratas del siglo XVI es muy discutible.

Fuera de Madrid, la monarquía se tenía que servir de funcionarios regionales y locales controlados por la Iglesia o la nobleza, ya que el gobierno no tenía dinero suficiente pagar pagar a los empleados que necesitaba. Se daba por entendido que en estos casos el funcionario sacaría su salario de regalos y sobornos o de la venta de cargos, con lo que la corrupción era algo habitual, admitido y generalizado.

Como mérito de Felipe II en el terreno de la burocracia, hay que mencionar que la España de la época fue precursora a nivel de toda Europa en dar los primeros pasos para la creación de una administración de Hacienda.


LAS MUJERES AUSTRIAS. Las mujeres de la dinastía de los Austrias jugaron un papel esencial en la política de Carlos V. Margarita de Saboya fue gobernadora de los Países Bajos hasta que murió en 1530. María de Hungría la sucedió en el cargo. La esposa de Carlos V, Isabel, llevó las riendas del país en ausencia de su marido entre 1529 y 1538.

Con Felipe II todo cambió. El personaje femenino más destacado fue Margarita de Parma, hermanastra de Felipe II, que fue gobernadora de los Países Bajos entre 1559 y 1567. También, Isabel de Valois, esposa de Felipe II, tuvo un gran protagonismo en las conversaciones con Francia en Hendaya. La hija de Felipe II, Isabel Clara Eugenia, estuvo en primera línea en los últimos años de su padre, pero únicamente como confidente y cuidadora, no en el plano político.