- La España de Felipe II


Capítulo 19. Estructura política de la España de Felipe II


LAS CORTES: BÁSICAMENTE, APROBAR IMPUESTOS


LAS CORTES DE CASTILLA. Acudían a sus reunión representantes de 18 ciudades y villas: nueve por la meseta superior (León, Toro, Zamora, Salamanca, Valladolid, Burgos, Soria, Segovia y Ávila), cuatro, por la meseta inferior (Toledo, Madrid, Guadalajara y Cuenca), y cinco, por el sur (Murcia, Jaén, Córdoba, Sevilla y Granada). Cada ciudad tenía dos procuradores. No había representantes de Galicia, Asturias, Santander ni Extremadura; teóricamente, Zamora representaba a Galicia, León a Asturias, Burgos a Santander y Salamanca a Extremadura. La extracción social de los procuradores era la mediana nobleza, ya que las ciudades estaban en manos del patriciado urbano.

Las funciones principales de las Cortes eran tres: asegurar la legítima sucesión al trono (reconocimiento del heredero, reconocimiento del nuevo rey a la muerte del anterior, jura de herederos y reyes de las leyes y fueros de cada territorio), votar impuestos y presentar quejas.

Las Cortes las convocaba el rey y se hacían normalmente cada 3 años, ya que los impuestos que se aprobaban tenían esta duración. Felipe II convocó Cortes en 12 ocasiones y en dos de ellas las adelantó: una vez en 1559 a su vuelta a Castilla y la otra en 1588 para buscar financiación para la Armada Invencible que se disponía a invadir Inglaterra.

Territorios representados en las Cortes de Castilla en el siglo XVI


LAS CORTES DE LA CORONA DE ARAGÓN. Las Cortes de Aragón, Catalunya y Valencia se reunían por separado. Contaban con tres brazos: nobleza, clero y ciudades; en Aragón los brazos eran cuatro. Sus funciones eran las mismas que las Cortes castellanas: sucesión al trono, impuestos y quejas. Se celebraban normalmente en Monzón, por ser una ciudad más o menos intermedia entre Zaragoza, Barcelona y Valencia.

Las Cortes de la Corona de Aragón pusieron seria resistencia a financiar las aventuras militaristas de la monarquía española y sólo transigían con facilidad cuando se trataba de defender cada uno de sus territorios. S daba por entendido que lo de las guerras era cosa de Castilla, que era otro reino diferente al de Aragón. La Corona tenía que hacer grandes esfuerzos para conseguir las cargas impositivas que necesitaba. Habitualmente estas sesiones prácticamente sólo aprobaban pagar los gastos de desplazamiento de la Corte a Monzón.


LAS CORTES DE CASTILLA EN TIEMPOS DE FELIPE II. CORTES EN MADRID, 1563. El rey pronunció una breve alocución inicial: “Procuradores de Cortes destos reinos de Castilla: Yo os he mandado venir aquí para daros cuenta del estado de mis negocios. Y porque son de calidad que requieren que los entendáis particularmente, he mandado que se os digan por escrito.”

A continuación, el secretario Francisco de Eraso leyó el discurso de la Corona. El informe proponía la conquista de Argel, a lo que procuradores no parecieron estar muy de acuerdo. El rey se manifiestó en privado “muy deservido” por estas Cortes. 


CORTES DE 1566. En las Cortes de 1566 se conocían los actos vandálicos de los protestantes holandeses y el ambiente era propicio al rey. Los procuradores votaron un servicio de 304 millones de maravedises [30.400.000 euros].


CORTES DE CÓRDOBA, 1570. En 1570 se convocan Cortes en Córdoba, en el marco de la rebelión morisca granadina. La sintonía con el rey fue total. “Ansí es muy justo y muy debido que ellos [los reinos de Castilla] extiendan sus fuerzas para servir a V.M. en todo lo que pudieren”, manifiestan los procuradores. Se anunció con gran contento la próxima boda del rey con Ana de Austria. 


CORTES DE 1579. Las Cortes de 1579 se celebraron en el marco de la crisis de la sucesión en Portugal. Los procuradores recordaron que Portugal había sido «miembro y cosa apartada deste reino de Castilla». En las sesiones de 1581 declararon que, en lo relativo a los temas portugueses, España «estaba muy dispuesto a acudir a todo lo que en este caso debe y puede».


CORTES DE 1583. En 1583 el rey convocó Cortes de Castilla, que durarían dos años. Uno de sus acuerdos fue jurar a su hijo Felipe como heredero, el futuro Felipe III.


CORTES DE 1592. En las Cortes de 1592 se oyeron los ecos del desastre de la Armada Invencible. El monarca pidió financiación para sofocar la rebelión en los Países Bajos y para hacer realidad que su hija, Isabel Clara, accediera al trono de Francia. Los procuradores prometieron ayuda, pero estaban desmoralizados y hundidos; por ello, “tratarán del remedio de tantas y tan notorias necesidades, con sumo dolor y sentimiento de que la calamidad de los tiempos tenga a estos reinos tan adelgazados y enflaquecidos, que sea necesario que V.M., como rey natural y verdadero señor, nos vaya a la mano y de tal manera mida nuestra posibilidad que, no agotándose, podamos ir cobrando fuerzas para servir en las ocasiones que se ofrecieren”. El procurador de Madrid Francisco de Monzón fue más lejos y manifestó que España no debía emprender más aventuras guerreras, puesto que la monarquía se tenía que ocupar de su propio país, en tan mal estado. Si los otros pueblos se querían perder (se refiere al tema religioso), allá ellos.

Estas Cortes se prolongarían durante 6 años, hasta el fallecimiento de Felipe II. Fueron las Cortes más largas de toda la historia de Castilla, una duración fuera de toda norma, reflejo del colapso que estaba viviendo el país.