- La España de Felipe II
Capítulo 20. Economía
EL COMERCIO COLONIAL
EL COMERCIO COLONIAL. El Mediterráneo había sido durante la Edad Media el eje comercial de Europa, a través del cual llegaban los productos de Oriente. Pero tras el descubrimiento de América y el acceso de portugueses a los mercados orientales siguiendo el Atlántico y el Índico, se produjo ante una verdadera revolución comercial. El eje comercial del mundo se trasladó al Atlántico. En el Mediterráneo, la presencia de la flota turca y la piratería berberisca hacía que nuestras naves no fuesen mucho más allá de Sicilia, a lo que hay que añadir la competencia italiana, mucho mejor posicionada en el comercio mediterráneo que España.
Hasta finales del siglo XVI el monopolio del comercio colonial lo detentaron en exclusiva españoles y portugueses (con intromisión destacada de los banqueros alemanes y luego los italianos), pero pronto surgieron nuevos competidores que acabarán desplazándonos: ingleses, holandeses y franceses. Los portugueses se establecieron en Macao en 1557 después de algunos años de ocupación tolerada. En 1565 Legazpi unía Acapulco con Manila abriendo así una ruta de trascendental importancia para el comercio de la plata del Nuevo Mundo, que daba acceso a las sedas y las porcelanas de la China.
Los productos por excelencia del comercio colonial fueron los metales preciosos y la trata de negros, así como el tabaco, el café, el cacao, el maíz, la patata, los colorantes para el textil ...
España llevó a cabo en América una política de conquista del territorio y colonización de sus gentes. |
PORTUGAL: ENCLAVES COMERCIALES, NO COLONIZACIÓN. Españoles y portugueses siguieron políticas distintas, adecuadas a los territorios que colonizaban. Los portugueses en Oriente se encontraron con países con una cierta fuerza militar, con lo que la ocupación quedó excluida y se limitaron a controlar ciertos lugares estratégicos, como Ormuz, Macao, Malaca o Goa, que fueron convertidos en centros comerciales. Se importaban sobretodo las especias, que en Europa tenían una gran demanda y se pagaban bien. En Portugal, la ‘Casa da Mina o Guiné’, posteriormente ‘da India’, era el organismo que dirigía toda esta actividad. El 50% de los ingresos de Portugal provenían del comercio con Asia, mirnytas que un 30% tenía su origen en el comercio con Europa y América, destacando lógicamente las relaciones con Brasil. Coincidiendo con la incorporación de Portugal a España, ingleses y holandeses redoblaron sus esfuerzos militares contra los enclaves portugueses en Oriente y al cabo de unas décadas acabarían monopolizando el negocio de las especias.
ESPAÑA: CONQUISTA Y COLONIZACIÓN. España llevó a cabo en América una política diferente: conquistó el territorio y colonizó a sus gentes. El Estado controlaba todo el comercio a través de la Casa de Contratación de Sevilla. En un principio, sólo los castellanos podían participar en el negocio, ya que el descubrimiento y conquista de América había sido obra en exclusiva del Reino de Castilla. Pero poco a poco, se permitió el acceso de comerciantes de otras zonas de España y sobre todo de extranjeros. Primero Sevilla y luego también Cádiz eran la únicas ciudades españolas que podían comerciar con América. Así fue durante más de dos siglos.
Castilla no podía suministrar a las colonias americanas todo lo necesario, porque la industria castellana no producía lo suficiente ni su nivel de calidad era comparable a los productos extranjeros. La penetración comercial de otros países en los negocios de América fue cada vez mayor. A veces se usaban testaferros, personas del país que aparecían como dueños de la empresa, pero en realidad el propietario era un extranjero, que era el que se quedaba con todos los beneficios.
Debido al incremento de la piratería durante la segunda mitad del siglo XVI, no se permitían expediciones individuales. A partir de 1563 fue obligatorio que desde Sevilla se organizaran convoyes o flotas colectivas. El coste de los barcos de defensa de estos convoyes se conoce como “impuesto de avería” y era sufragado por los comerciantes.
Solían hacerse dos expediciones anuales, una con destino Veracruz y la otra hacia el istmo de Panamá. El viaje de regreso era único y se hacía desde La Habana. Ya fuera por los piratas, por el mal tiempo o por la burocracia, los calendarios de entrega del material raramente se cumplían.
LA TRATA DE ESCLAVOS. La trata de negros se consolidó como una actividad lucrativa habitual y de primer orden. En un memorial de 1560 se calculaba que las licencias a negreros podrían proporcionar 50,000 ducados al año [1.875.000 euros]. En 1595 se llegó a un acuerdo de trata con el sevillano Pedro Gómez Reinel, que supondría para la Corona 900,000 ducados [33.750.000 euros] en 9 años.
El esclavo era una mercancía que se compraba y se vendía como cualquier otra. Unos 15 millones de negros fueron vendidos en América en 4 siglos; pero la cifra de los que morían en la travesía era 4 veces más; la cifra total de personas sacadas a la fuerza de África puede estar cercana, pues, a los 100 millones.
LAS REMESAS DE LAS INDIAS. Las remesas de metales preciosos procedían, al principio, de los tesoros que habían acumulado las civilizaciones americanas y que nuestras tropas saquearon; finalmente, las minas de oro y plata de Nueva España y Perú serían las proveedoras de estos metales. En tiempos de Carlos V fue el oro el metal mayoritario en las remeses y en época de Felipe II lo fue la plata. Entre 1521 y 1530 el 97% de las remesas eran en oro, mientras que entre 1591 y 1600 el 87% lo fueron en plata. La equivalencia de oro-plata pasó de 1:10 a 1:15. A partir de 1600, y sobre todo desde 1630, la llegada de metales disminuyó drásticamente.
En 1545 se descubrieron las inmensas minas de plata de Potosí, lo que dio lugar a la fundación de varias ciudades, como Sucre, la misma Potosí y La Paz.
Todo ello se hizo con la explotación más salvaje de los indios que tenían que trabajar en las minas: “No es plata lo que se envía a España; es sudor y sangre de los indios” (fray Domingo de Santo Tomás).
Las remesas de oro y plata sirvieron para paliar la escasez de moneda que había en Europa, desarrollaron la economía de ciertas áreas (Países Bajos, norte de Italia, Gran Bretaña y Francia) y contribuyeron a un alza de precios muy acusada, que afectó sobre todo a las economías más débiles, como era el caso de España.
LA CORRUPCIÓN EN EL TRÁFICO DE METALES PRECIOSOS. La corrupción hacía que algunas partidas de metales desapareciesen misteriosamente. La Corona, en algunas ocasiones, cuando las tensiones de tesorería eran muy fuertes, se incautaba de los metales de particulares, pero en 1557 sucedió lo contrario: los mercaderes lograron hacerse con un porcentaje importante de las remesas americanas, engañando a los controles de la Casa de Contratación sevillana, de tal forma que de los 7 u 8 millones de ducados [263 o 300 millones euros] en que se puede valorar la remesa sólo quedaron unos 50,000 para la monarquía. Carlos V se llevó un enfado monumental y exigió a su hijo un castigo ejemplar a los culpables de tal fechoría: “envíe a mandar a los que en esto entienden que suspendan luego a los dichos Oficiales [de la Casa de Contratación de Sevilla] y los prendan y, aherrojados públicamente y a muy buen recaudo, los saquen de aquella ciudad y traigan a Simancas y pongan en una mazmorra y secuestren sus haciendas”. Se recuperó alrededor de millón y medio de ducados [56.250.000 euros].
El oro y la plata salían de España también por contrabando a través de los Pirineos. Bayona era el centro de estas operaciones. También Fuenterrabía era una escala en esta fuga de capitales; en época de Carlos V por allí pasaron 200,000 coronas y 150,000 ducados en metálico [5.625.000 euros] con destino a los bolsillos de los Fugger.
REMESAS DE METALES DE AMÉRICA.
Remesas de metales de Indias (ducados)
El segundo periodo fue muy superior al primero, representa más de doble. La media de 1581-1600 fue de más de 6 millones de ducados anuales [225 milllones euros], mientras que la de 1561- 1580 fue de tan sólo 2,5 millones de ducados [93.750.000 euros].
Remesas regias de Indias (ducados). Son la parte de las remesas totales que correspondían a la monarquía.
A partir de 1581, el rey recibía, pues, unos 1,800,000 ducados al año [67.500.000 euros].
REPERCUSIONES DEL ORO Y PLATA DE AMÉRICA EN LA ECONOMÍA EUROPEA. La abundancia de oro y plata en Europa estimuló la economía del continente y perfeccionó los métodos de pago. Se favoreció la aparición de los billetes y se generalizó el empleo de letras de cambio. La figura del comerciante ocupó un papel central, de la mano de las conquistas en América y de las nuevas rutas hacia la India y Oriente bordeando África. Sombart dice “que el Estado moderno nació en las minas de plata de México y del Perú y en los placeres auríferos del Brasil.” Los grandes descubrimientos geográficos llevados a cabo por españoles y portugueses impulsaron el capitalismo. El descubrimiento de América y la ruta a la India crearon el comercio mundial y el paso del artesanado a la manufactura en una serie de países (Inglaterra y Francia especialmente). Las relaciones patrono-obrero irían sustituyendo a las relaciones patriarcales gremiales.
A partir de mediados del siglo XVI se encontraron grandes yacimientos de plata. Potosí (Perú) en 1543 y, en México, Zacatecas (1546), Compostela de Guadalajara (1553), Sombrerete y Durango (1555), Tres trillo (1562) y Parral (a finales del siglo XVI).
España tenía que contraer préstamos para financiar sus guerras, con lo que la plata americana llegada a España acababa en Europa para pagar este endeudamiento. Quevedo describió magistralmente en verso el circuito que seguían los tesoros americanos:
“Nace en las Indias honrado,
donde el mundo le acompaña.
Viene a morir en España
y es en Génova enterrado...
¡Poderoso caballero es Don Dinero!”
Para el pago de la deuda a los prestamistas alemanes, se ofreció a los Fugger y Welser la colonización y explotación de Venezuela y Chile. Los banqueros genoveses sustituyeron a los Fugger a partir de 1570, que habían entrado en crisis a consecuencia del debacle de las minas alemanas en la primera mitad del siglo.
Hasta 1660 España había sacado de América 18,000 toneladas de plata y 200 de oro. En Europa en 1500 había 500 toneladas de oro y 7,000 de plata; en tres siglos, la cifra del oro se multiplicó por 5 y la de plata por 13.
En 1595 se emitieron 35 millones de escudos y tres años más tarde no quedaba ni uno en nuestro país. Los reales de plata españoles invadieron toda Europa y llegaron hasta China, donde se convirtieron en moneda corriente. A partir de 1533 se exportaron a Francia 100 millones de francos oro y 200 de plata.
A mediados del siglo XVI había en Europa 12 veces más circulante que un siglo atrás. La moneda se desvalorizó y los precios subieron, como es el caso del trigo, que multiplicó su precio por 5 ó 6 en pocos años. El sistema monetario europeo había sufrido un duro golpe a partir de 1540 y comienzos de los 50 por la circulación de pequeñas monedas de cobre y plata, que desplazaron a las de mayor valor. Francia, Inglaterra y Alemania se vieron muy afectadas. Pero la llegada de la plata americana solucionó el problema.
SEVILLA Y LAS RIQUEZAS DE AMÉRICA. Sevilla se convirtió en un puerto de nivel mundial gracias a la Casa de Contratación, que controlaba el comercio con América. “De última extremidad de la tierra pasan así como su centro”, en palabras de fray Tomás de Mercado, estudioso de la actividad económica de la ciudad andaluza. Sevilla triplicó su población en el siglo XVI. Todas las casas de comercio europeas tenían aquí sus delegaciones.
Un papel decisivo inicialmente lo jugaron los comerciantes genoveses, de forma que a fines del siglo XVI los comerciantes extranjeros eran los que llevaban prácticamente todo el negocio que pasaba por la ciudad.
El Estado moderno nació en las minas de plata de México y del Perú y en los placeres auríferos del Brasil. |
EL COMERCIO CON EUROPA. Se exportaban: materias primas, metales, lana, sal, aceite, hierro y cueros. Se importaban: productos manufacturados, telas y productos textiles, libros, papel; en muchas ocasiones, según las necesidades, trigo, ya que España no producía lo suficiente para solucionar el problema de alimentación.
El vino y el aceite tuvieron una gran demanda. En este momento se consolidaron los vinos de Jerez y los olivos de Jaén, mientras que de Granada y de Valencia venía la seda, de mano de los moriscos. Se decía que Valencia era “la otra India” y también proporcionaba vino y arroz.
Con el fin de proteger el negocio de lana de La Mesta, las importaciones de bienes y materiales que podían redundar en el desarrollo de una industria nacional estaban sometidas a fuertes aranceles para dificultar lo más posible su llegada o simplemente se prohibían.
Los ejes comerciales eran Cantabria-Flandes y Sevilla-Cádiz- Flandes. En el primer eje entraban la lana y el hierro. Tras los problemas de la rebelión de los Países Bajos, este eje fue reemplazado por el de Barcelona-Génova-Franco Condado-Países Bajos.
La feria de Medina del Campo tuvo una importancia muy relevante en este período, hasta que se hundió avanzado el siglo XVI, lo mismo que otras ferias del continente, pues eran un formato económico que carecía ya de sentido con los nuevos vientos que soplaban en Europa.
EL TRANSPORTE POR TIERRA. El transporte por tierra presentaba una gran cantidad de problemas, debido al marco feudal en que se producía. Entorpecía mucho el comercio y la movilidad de gentes y mercancías el tener que pagar impuestos repetidamente, exigidos por autoridades locales o por el señor dueño (noble o eclesiástico) de los terrenos que se atravesaban.
El bandolerismo era otro gran inconveniente, sobre todo en los pasos montañosos y las zonas despobladas. Los comerciantes hacían los viajes en grupo o con una fuerte escolta como medida de seguridad y ello provocaba que las mercancías transportadas fueran más caras. La Santa Hermandad en Castilla y los pocos alguaciles locales no eran suficientes para hacer frente a los bandoleros.
Los caminos estaban en muy mal estado de conservación. Eran vías polvorientas en verano y embarradas en invierno, los puentes eran escasos y en muchas ocasiones, se seguían utilizando los que habían construido los romanos. En Sevilla no había puentes; se hacía el paso del río en barcas. En tiempos de Carlos V eran 400,000 los mulos que se destinaban a la carga. Las rutas principales eran: Castilla-Alicante (en dirección a Italia) y Castilla-Burgos-Bilbao (en dirección al resto de Europa) pasando por ciudades en ferias.
Las posadas no abundaban y las condiciones de alojamiento eran infames. Suciedad e incomodidad, con chinches y pulgas acompañando los sueños de los viajeros, es la mejor definición del sistema hostelero del siglo XVI. Los posaderos cobraban precios abusivos (posadero era sinónimo de ladrón) y había que repercutir estos costes en el precio de las mercancías, lo que encarecía el producto. El Consejo de Castilla se hacía eco del problema y ordenaba que se “aplicase todo el desvelo y cuidado que pide la materia y en particular las casas de posada y mesones por los excesivos precios que se padecen y salen tan caros los portes”.
En cuanto al transporte de personas importantes, normalmente se hacía en literas. Las diligencias comenzaron a funcionar en el siglo siguiente.
EL TRANSPORTE POR MAR. El transporte por mar fue el más utilizado. Los barcos se construyeron más grandes y manejables, ya que se tenían de transportar no sólo mercancías sino también soldados. La velocidad era baja, alrededor de una milla por hora. Se generalizaron los seguros para cubrir los riesgos de las travesías.
Cuando se emprendía un viaje a América, lo más aconsejable era hacer testamento, por los peligros que acechaban a la travesía. Amberes fue el puerto europeo más importante por su actividad comercial hasta que, a partir de 1560, lo fue el puerto de Amsterdam.